AMORPHIS y STARKILL: Crónica del concierto en Madrid

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Una visita de los finlandeses AMORPHIS siempre es un acontecimiento reseñable y a tener en cuenta, si bien, noviembre está siendo un mes ligeramente hinchado en lo que a conciertos de Metal Extremo y sucedáneos se refiere. DARK TRANQUILLITY, SATYRICON, ROTTING CHRIST, y quizá me deje algo en el tintero, han poblado de shows en el citado mes la capital, con lo que horas antes de acudir al recinto no tenía muy claro cuál iba a ser la respuesta del público ante la llamada de la formación nórdica, y aún más sabiendo que la banda estuvo en Madrid hará poco más de un año presentando su anterior disco y que el repertorio elegido para esta ocasión no distaba mucho del que pudimos ver en esa pasada gira.

STARKILL

Cerca de tres cuartos de entrada y pocos huecos entre los asistentes es, a groso modo, el aspecto que lucía la sala But el sábado 16 de noviembre poco antes de las 20:00 horas, momento en el que salían a escena tras una breve intro los norteamericanos STARKILL, de los cuales solo había visto un videoclip de su primer y único disco hasta la fecha, “Fires Of Life”, para hacerme una idea de lo que me iba a encontrar sobre el entablado de la But.

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Con un sonido inicial arrollador, nítido, sin fisuras y por ello atípico, dado que los primeros temas siempre suelen pagar el pato de los reajustes de sonido, los de Chicago desgranaron temas del citado álbum de debut como “Inmortal Hunt”, “Fires Of Life” o “New Infernal Rebirth”, con los cuales pude cerciorarme de varias cosas. Por un lado, de que llevaban los teclados pregrabados, y por otro, de la enorme calidad técnica que atesora el cuarteto estadounidense.

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A decir verdad, la banda liderada por un joven a la par que carismático Parker Jamison, ataviado para la ocasión con una camiseta de KISS y con sombra de ojos, al más puto estilo Alexi Laiho, es difícil de catalogar musicalmente hablando y de encasillar plenamente en un género. Su mejunje sonoro es capaz de evocarnos a los DIMMU BORGIR de corte más sinfónico, a los añejos y rápidos CHILDREN OF BODOM y a bandas del corte de WINTERSUN, y todo ello adhiriendo a su mecánica musical algún que otro deje metalcoreta proyectado a través de diversos blastbeats y ritmos machacones, aunque esto suceda último en menor medida.


STARKILL transmite potencia y buen hacer en vivo, echando gran parte del peso de la actuación sobre Parker Jamison, un tipo ágil y efectivo a la guitarra solista; tirando mucho de shredding, y enérgico en su faceta vocal, donde muestra un amplio abanico de registros que comprende voces más guturales y otras más rasgadas y ratoneras.

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En su conjunto, podría tildar de curioso al cuarteto americano, aunque, siendo lo más franco posible, su propuesta musical es algo pretenciosa y al final, tanta virguería y aparente necesidad de querer lucirse empañan un poco el curso natural de sus canciones, haciendo que difícilmente se pueda retener una melodía, un estribillo, y que todo, en su conjunto, termine resultando un poco cansino, excéntrico y rimbombante. Ahora, en actitud poco hay que achacar a STARKILL, dado que la maquinaria no paró de sudar y echar toda la carne en el asador desde el primer minuto hasta el último de los casi cuarenta que duró la actuación.

AMORPHIS

Sobre las 21:15 entraba en acción la intro que ejerce de apertura en “Circle”, el reciente compacto de AMORPHIS, con el cual la banda emergía con lentitud y la ya clásica tranquilidad nórdica que les caracteriza sobre el escenario. Tras ésta, daba comienzo el show con “Shades Of Grey”, un tema crudo y visceral con el que la banda reivindicaba su nuevo trabajo, del cual, por cierto, tocarían cinco temas, casi un tercio del set list entero. La calidad del sonido, como ya sucedió con STARKILL, era prácticamente impecable, con lo que aprovecho la ocasión para reivindicar una vez más el uso de la sala But tanto por su céntrica localización, como por la buena acústica que tiene.


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“Narrow Path”, también de “Circle”, fue la siguiente en caer ante un público aún algo apagado y poco efusivo, quizá reservado para la ocasión idónea, que sí llegó con “Sampo” y, sobre todo, ese ya clasicazo “Silver Bride”, que despertó definitivamente a la concurrencia.

La lectura que podía extraer una vez presenciado el primer cuarto del concierto es la siguiente: AMORPHIS es una banda fría como el acero, incapaces, salvo el vocalista Tomi Joutsen, de mover un pie sobre el escenario para interactuar con el público; muy nórdicos en este aspecto, vaya, pero su música tiene tantos matices y tal riqueza compositiva que no es necesario que el sexteto finlandés tenga que desarrollar un show más físico para engatusar a la gente, dado que, además, son capaces siempre de trasladar con gran fidelidad y facilidad todas las atmósferas y pasajes que hallamos en sus discos, lo cual no es fácil.

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“Against Widows” y una muy bien recibida “The Wanderer” (singlelazo de su último trabajo), dieron continuidad al espectáculo. Con ellas, me viene a la mente una segunda lectura:  La banda, a día de hoy, carga todo el peso de su set list sobre temas de su última etapa musical, la que coincide con la labor de Joutsen como vocalista, ofreciendo tan solo tres o cuatro canciones de discos más añejos como “Elegy” o “Tales From The Thousand Lakes”, lo cual tiene cierta lógica si vemos los sorprendentes y gratificantes resultados que la formación ha obtenido con el cambio de vocalista y con la amplitud de su universo musical, maximizado con maestría y elegancia, como bien reflejan obras maestras de la talla de “Skyforger” y “Silent Waters”, del cual, por cierto, sorprendentemente no escuchamos nada la noche del 16 de noviembre.

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“My Kantele” y una bien recibida “Into Hiding” por los viejos seguidores de AMORPHIS nos acercaban al ecuador del show mientras Joutsen, como siempre aderezado con sus elásticos negros y su cinturón de balas, y una camiseta de GRAVE para la ocasión, aprovechaba para hacer unas cuantas hélices con sus interminables y voluminosas rastas acompañado por ese pie de micro (fabricado artesanalmente por un herrero finlandés, como podréis leer en breve en la entrevista que HELLPRESS le hizo el día del show a la banda) y subido sobre esa especie de podio colocado al frente del escenario, lo cual creaba un bonito cuadro piramidal de todo el grupo visto desde abajo.

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“Nightbird’s Song”, “You I Need”, y “The Smoke” nos iban acercando al tramo final del show, con los seis músicos sonando férreos y compactos, sin que la comunicación con el público fuera la principal virtud a destacar de la banda de Death-Doom, como ya comenté antes. Un sentido  “Hopeless Days” y “Leaves Scar” echaban el cierre al concierto antes de los bises.

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Tras una leve y ya típica desaparición del escenario, momento que aproveché para ver lo bien que lucían las frondosas pantallas laterales con la portada de “Circle” bajo la proyección de un fuerte y oscurantista juego de luces, los seis músicos volvían para interpretar “Sky Is Mine”, muy celebrada, “Black Winter Day” y “House Of Sleep”, la cual, en parte, fue cantada a capela por el público mientras Joutsen movían las manos imitando la batuta de un director de orquesta. Curioso detalle que daba carpetazo a la nueva y victoriosa visita de AMORPHIS a Madrid y que dejaba entrever que por muy inexpresivos y distantes que parezcan los nórdicos son humanos, como todos nosotros, y que, aunque sea con cuentagotas, pueden tener detalles de reciprocidad con la multitud de personas que acuden a sus conciertos, como sucedió en la ocasión que nos ocupa. Tan profesionales como siempre, quizá solo se les pueda echar en cara que no le den cobertura a “Silent Waters”, el disco que abría esa mágica tetralogía de álbumes que, de momento, se cierra con “Circle”. Por lo demás, pura fantasía para nuestros oídos.

Crónica: Jorge Osoro

Fotos: Carlos Clayman

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