BARONESS - Yellow & Green

Y ya ha llegado el momento. Tres años de duro trabajo y el cuarteto de Lexington (Virginia) regresa con nada más y nada menos que un doble disco titulado “Yellow & Green”. Una apabullante transición sónica que da como resultado unos BARONESS que han pasado la frontera del underground y se muestran evidentemente ambiciosos en este nuevo trabajo. Como el single de su anterior “Blue Album”, “A Horse Called Golgotha” ya hacía prever, ya no tienen miedo de mostrar sus aspiraciones netamente melódicas y dejar (en parte) toda esa agresividad de la escuela de la ciudad de Savannah (Georgia) atrás (los primeros MASTODON, KYLESA, etc…).

Así, muy melódicos, con mucha voz limpia y con estructuras que se acercan al Pop-Rock muy peligrosamente, han dado un paso de gigante en su evolución. Y, aunque muchos no estén de acuerdo, parece ser que tienen muy claro que no quieren vivir del pasado ni de sus rentas. Y es que se rumorea que su manager es nada más y nada menos que el de los denostados METALLICA, que según como se mire, puede ser una gran putada o una bendición. Una putada si se considera la evolución de la banda de San Francisco en los últimos 20 años y una bendición, porque es imposible que te expongan a más público dentro de su ámbito de influencia.

Y comienza el disco con la intrigante intro “Yellow Theme” que desvela poco sobre cómo será el álbum, pero que recurre a la psicodelia de una manera que luego envolverá al trabajo muy acertadamente en casi todos sus temas. Siguiendo en orden, llega el single pegadizo y adictivo “Take My Bones Away”, que sigue la senda que propone el disco con ese sonido que todavía conserva la suciedad casi intacta pero que en general es infinitamente más accesible que su disco debut. Otro tema coreable como pocos (aunque sus letras sean una perpetua referencia a la nostalgia del abandono del ser querido y las drogas, no un tema para bailar todos abrazados) es el de “March To The Sea”, que tiene un groove muy agradable con mucha consistencia. “Little Things” (con un comienzo digno de los MISSION ingleses) aunque más contenida sigue la dinámica animada con un final cañero como antaño. Se respira mucha mala leche y quemazón con las relaciones personales en las letras en general, lo que le da un aire introspectivo al álbum y consigue que sus inclinaciones más pop-rockeras suenen mucho más coherentes con el planteamiento general del álbum. El intermedio de “Twinkler” sirve de momento de relajación con sus coros encima de una de sintetizadores sin base rítmica.


Hay mucho de PINK FLOYD (post-Barrett) en la instrumentación del disco, sobre todo las partes más suaves y envolventes, el caso del comienzo de “Cocainium” es el más evidente con sus cambios de suave/contundente acompasados a la perfección con sus letras sobre las náuseas del abuso de drogas. “Sea Lungs” aproxima el final del primer disco con buena nota, con esos ritmos tan marca de la casa, cabalgando densamente durante el estribillo. Termina pues el primer disco con la épica medio-balada “Eula”, con estribillos pegadizos (uno de los cambios más notables respecto a anteriores lanzamientos).

Y empieza el segundo disco grandilocuente y melódico con la canción “Green Theme” (y dale con los colores). Una grandilocuencia digna de los WHO más operísticos que es toda una declaración de intenciones. Y no tardan mucho en dejar claro que esa brutalidad de los comienzos de su carrera en sus inicios era sólo un puente de paso, porque a la tercera canción nos encontramos con “Board Up The House” que, aunque conserva esa densidad sónica (el final del tema es BARONESS primitivo puro), está fuertemente influenciada por el Blues Rock yanqui de toda la vida en ritmos y distorsión limitada. Y es que lo más curioso de todo, es que sonando muy creíble y aunque muchos no estén de acuerdo, la evolución del cuarteto formado por  John Baizley (guitarra rítmica y vocalista), Alan Blickle (batería) y los recientemente incorporados Peter Adams (guitarra Solista y voces) y Matt Maggioni (bajo) es mucho más orgánica con su pasado que por ejemplo la de MASTODON, cuya transición ese sentido en el disco “The Hunter” suena mucho más forzada.

Pero no es oro todo lo que reluce, y este segundo disco tiene momentos verdaderamente flojos, “Mtns. (The Crown & Anchor)” es una aproximación al Pop un poco desinflada y falta de fuerza que se queda en eso, aproximación. Esta tónica se mantiene durante varios temas como en “Foolsong”, que suena más creíble con esa recurrencia a las atmósferas que tan bien le hacen al disco en general, aunque se siga quedando un poco en tierra de nadie. Las ambientaciones contenidas siguen su curso en “Collapse”, con la temática oscura que rodea todo el disco. Si ya por ser doble es duro de digerir en una sentada, comienza a hacerse realmente farragoso con temas como “Psalms Alive” con su percusión electrónica un poco fuera de lugar y demuestra el carácter marcadamente calmado de esta segunda parte. Y así pasa con la acústica instrumental “Stretchmarker”, que nos hace enfrentarnos al final del “Yellow & Green” con mucha curiosidad por saber como terminará.


Y vuelven a sorprendernos. Cuando parecía que ya se habían desinflado del todo, vaya final... apoteósico. Subiendo el tempo y la distorsión, “Line Between” nos vuelve la cabeza a la potencia (aunque más definida y menos bruta) del “Red Album”. Tras esta andanada, llega el final, con el sonido acústico de la también instrumental “If I Forget Thee, Lowcountry”.

El resultado es que este lanzamiento pide una segunda y tercera escucha, para comprender el concepto entero. Y, aunque necesaria, lo que queda claro es que BARONESS sigue atado de alguna manera a su pasado más sucio y metalero pero sus composiciones recientes demuestran un reciclaje evidente respecto a este mismo pasado, que se queda un poco a medias. Acertado en muchos casos, fallido en los menos, la habilidad de esta banda para dar el gran salto es digna de mención aunque un disco doble sea demasiado para digerir de una sentada y de la sensación de que con un disco sencillo de 15 temas hubiera quedado todo más redondo. Ambicioso, intrigante e imaginativo, alienará a los fans más radicales, pero lo hará con clase.

 

Pedro Blackearth

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