BLUT AUS NORD - 777 - The Desanctification

¿Y después de esto, qué? Después de esto “Cosmosophy”, la tercera parte que en teoría antes de que termine 2011 culminará el megaproyecto “777”, un tríptico pensado y creado por el genio en combustión de Vindsval como proyecto en solitario y que como tal se ha grabado aunque se ha gestado finalmente bajo el manto de BLUT AUS NORD. Y después de “777”, o más bien detrás, la nueva frontera para un músico y una marca musical que han retorcido su legado y su sentido hasta rehacerlo casi por completo. Desde los loados inicios a las derivas casi irrecuperables (“MoRT”), de la expansión al retraimiento (y creo que la reedición reformulada de “The Mystical Beast Of Rebellion” tiene algo que ver). De todo eso y debido a todo eso, un 2011 marcado a fuego por “777” un proyecto que amenaza con devorar a su creador si este no lo devora antes. Que lo hará, si atendemos a las infinitas vidas creativas de las complejas neuronas de Vindsval.

“Sects”, el primer lienzo de este tríptico, es en sí mismo uno de los mejores y más interesantes discos de todo 2011, una vuelta de tuerca al concepto BLUT AUS NORD y un particular replanteamiento de la propia ética (y estética) Black Metal. De antemano diré que este “The Desanctification” no es ni tanto ni tan bueno sino todo lo contrario. Es una segunda parte en toda la extensión del término, no por simple continuismo lírico o en un vacuo juego conceptual. Donde terminó “Sects” empieza “The Desanctification”, lo que sembró aquel lo recoge este, música en un tránsito opaco y ambiental que ni siquiera, creo, tiene demasiado sentido si se le aísla de su predecesor y su contexto.

Este nuevo capítulo apenas bordea el Metal, coquetea con el post Black y el Doom Metal en un recorrido a través de círculos oníricos en el que prima un conglomerado Ambient / Noise, Postindustrial, Postapocalíptico, post Rock… BLUT AUS NORD desnuda su fórmula, la simplifica y bordea el concepto de canción en unos patrones creativos en los que manda el efecto atmosférico, las melodías quebradizas y miserables en bucle, las bases (¿demasiado?) electrónicas y muy poco orgánicas. BLUS AUS NORD depura su propia deconstrucción (y algo de la de DEATHSPELL OMEGA) hasta llevarla demasiado cerca o demasiado lejos de su núcleo y dejarla en poco más que el hueso. Y aunque no sé si eso le deja en muy buen lugar como disco individual, es desde luego una continuación a “Sects” bizarra pero, en su último estadio, lógica.


Este segundo capítulo de “777” (un juego con el 7 y el 3, dos números instrumentales en los universos de la ciencia y la magia, lo probable y lo esotérico) repite el patrón de su antecesor: si aquel acababa en “Epitome VI”, este arranca en “Epitome VII” y repite fórmula hasta el cierre con “Epitome XIV”. El concepto lírico cae a un segundo plano y la propia voz, un lánguido y miserable quejido ritual, es un instrumento secundario y efectista. El valor, para quien lo quiera y sepa encontrar, está en lo que Vindsval ha querido expresar con una música mínima. Y cito al propio músico: “La consecuencia de la liberación del hombre de las cadenas de la superstición, la cultura y la historia. Un hombre sin ídolos pero sólo en medio de un universo vacío. Carente de emoción, sin propósito o razón. Un lugar terrorífico en el que todos, como hombres modernos, estamos”. No sé si es peor (mejor) la pesadilla escatológica con la que define al hombre posmoderno o la forma en la que efectivamente la música ribetea cada una de esas palabras. “The Desanctification” es, por encima de todo, una pesadilla musicada, un viaje tenebroso que no tiene moraleja ni luz al final de un túnel que no acaba jamás. Bocetos de paisajes yermos y muertos, extensiones eternas y ajadas dentro de malos sueños articulados en el mecanismo de un millón de relojes. Eso, el engrudo viscoso que une el tesón orgánico de las melodías y el rudimento maquinal de las bases de ritmo, es el núcleo definitivo de un disco desasosegante en toda la extensión y crudeza del término.

Como supura veneno, hay algo que en principio se rechaza de este conjunto invertebrado de canciones. Pero se vuelve a ellas hasta que lo que no tenía sentido lo adquiere precisamente por su falta de él. Esa es la trampa de una creación que nace sin vida, perdida en surcos infinitos y circulares. Vindsval ha creado melodías definitivas, de una pureza casi sintética, que flotan en el éter de pesadilla que las envuelve. Nada es complejo más allá de la sucesión de ritmos y ambientes. Cuesta encontrar vestigios de Metal en un sentido purista pero cuesta no terminar obsesionado con los recovecos abstractos de “Epitome VII” o con el crescendo de lo cacofónico a lo bello de “Epitome VIII”, seguramente las mejores piezas junto a la tenebrosa y final “Epitome XIV”. Pero no tiene demasiado sentido individualizar unas canciones que se enhebran formando una banda sonora vampírica, un trance que tarda en revelar su verdadera dimensión y que mientras lo hace te deja literalmente exhausto.

“Sects” es un disco de Black Metal entre la vanguardia y la esquizofrenia, un producto de primera magnitud con el que no se puede comparar este “The Desanctification”, una continuación reptante y a su manera épica. Juro que no sé si valoraría de forma positiva este disco si lo juzgara de forma individual y no sé cómo reaccionaría el oyente casual si llegara hasta él sin previo aviso. Pero el hecho es que como segunda parte del proyecto “777”, como continuación cinemática, escapista y casi confrontada de “Sects”, funciona. Donde termina el juicio y comienza la víscera, funciona. Esa es la entraña y el gran valor de un disco extraño con el que BLUT AUS NORD (Vindsval) amenaza con trascender la última frontera. Si es que ésta sigue en pie…


Juanma Rubio

¿Y después de esto, qué? Después de esto “Cosmosophy”, la tercera parte que en teoría antes de que termine 2011 culminará el megaproyecto “777”, un tríptico pensado y creado por el genio en combustión de Vindsval como proyecto en solitario y que como tal se ha grabado aunque se ha gestado finalmente bajo el manto de BLUT AUS NORD. Y después de “777”, o más bien detrás, la nueva frontera para un músico y una marca musical que han retorcido su legado y su sentido hasta rehacerlo casi por completo. Desde los loados inicios a las derivas casi irrecuperables (“MoRT”), de la expansión al retraimiento (y creo que la reedición reformulada de “The Mystical Beast Of Rebellion” tiene algo que ver). De todo eso y debido a todo eso, un 2011 marcado a fuego por “777” un proyecto que amenaza con devorar a su creador si este no lo devora antes. Que lo hará, si atendemos a las infinitas vidas creativas de las complejas neuronas de Vindsval.“Sects”, el primer lienzo de este tríptico, es en sí mismo uno de los mejores y más interesantes discos de todo 2011, una vuelta de tuerca al concepto BLUT AUS NORD y un particular replanteamiento de la propia ética (y estética) Black Metal. De antemano diré que este “The Desanctification” no es ni tanto ni tan bueno sino todo lo contrario. Es una segunda parte en toda la extensión del término, no por simple continuismo lírico o en un vacuo juego conceptual. Donde terminó “Sects” empieza “The Desanctification”, lo que sembró aquel lo recoge este, música en un tránsito opaco y ambiental que ni siquiera, creo, tiene demasiado sentido si se le aísla de su predecesor y su contexto. Este nuevo capítulo apenas bordea el Metal, coquetea con el post Black y el Doom Metal en un recorrido a través de círculos oníricos en el que prima un conglomerado Ambient / Noise, Postindustrial, Postapocalíptico, post Rock… BLUT AUS NORD desnuda su fórmula, la simplifica y bordea el concepto de canción en unos patrones creativos en los que manda el efecto atmosférico, las melodías quebradizas y miserables en bucle, las bases (¿demasiado?) electrónicas y muy poco orgánicas. BLUS AUS NORD depura su propia deconstrucción (y algo de la de DEATHSPELL OMEGA) hasta llevarla demasiado cerca o demasiado lejos de su núcleo y dejarla en poco más que el hueso. Y aunque no sé si eso le deja en muy buen lugar como disco individual, es desde luego una continuación a “Sects” bizarra pero, en su último estadio, lógica. Este segundo capítulo de “777” (un juego con el 7 y el 3, dos números instrumentales en los universos de la ciencia y la magia, lo probable y lo esotérico) repite el patrón de su antecesor: si aquel acababa en “Epitome VI”, este arranca en “Epitome VII” y repite fórmula hasta el cierre con “Epitome XIV”. El concepto lírico cae a un segundo plano y la propia voz, un lánguido y miserable quejido ritual, es un instrumento secundario y efectista. El valor, para quien lo quiera y sepa encontrar, está en lo que Vindsval ha querido expresar con una música mínima. Y cito al propio músico: “La consecuencia de la liberación del hombre de las cadenas de la superstición, la cultura y la historia. Un hombre sin ídolos pero sólo en medio de un universo vacío. Carente de emoción, sin propósito o razón. Un lugar terrorífico en el que todos, como hombres modernos, estamos”. No sé si es peor (mejor) la pesadilla escatológica con la que define al hombre posmoderno o la forma en la que efectivamente la música ribetea cada una de esas palabras. “The Desanctification” es, por encima de todo, una pesadilla musicada, un viaje tenebroso que no tiene moraleja ni luz al final de un túnel que no acaba jamás. Bocetos de paisajes yermos y muertos, extensiones eternas y ajadas dentro de malos sueños articulados en el mecanismo de un millón de relojes. Eso, el engrudo viscoso que une el tesón orgánico de las melodías y el rudimento maquinal de las bases de ritmo, es el núcleo definitivo de un disco desasosegante en toda la extensión y crudeza del término.Como supura veneno, hay algo que en principio se rechaza de este conjunto invertebrado de canciones. Pero se vuelve a ellas hasta que lo que no tenía sentido lo adquiere precisamente por su falta de él. Esa es la trampa de una creación que nace sin vida, perdida en surcos infinitos y circulares. Vindsval ha creado melodías definitivas, de una pureza casi sintética, que flotan en el éter de pesadilla que las envuelve. Nada es complejo más allá de la sucesión de ritmos y ambientes. Cuesta encontrar vestigios de Metal en un sentido purista pero cuesta no terminar obsesionado con los recovecos abstractos de “Epitome VII” o con el crescendo de lo cacofónico a lo bello de “Epitome VIII”, seguramente las mejores piezas junto a la tenebrosa y final “Epitome XIV”. Pero no tiene demasiado sentido individualizar unas canciones que se enhebran formando una banda sonora vampírica, un trance que tarda en revelar su verdadera dimensión y que mientras lo hace te deja literalmente exhausto.“Sects” es un disco de Black Metal entre la vanguardia y la esquizofrenia, un producto de primera magnitud con el que no se puede comparar este “The Desanctification”, una continuación reptante y a su manera épica. Juro que no sé si valoraría de forma positiva este disco si lo juzgara de forma individual y no sé cómo reaccionaría el oyente casual si llegara hasta él sin previo aviso. Pero el hecho es que como segunda parte del proyecto “777”, como continuación cinemática, escapista y casi confrontada de “Sects”, funciona. Donde termina el juicio y comienza la víscera, funciona. Esa es la entraña y el gran valor de un disco extraño con el que BLUT AUS NORD (Vindsval) amenaza con trascender la última frontera. Si es que ésta sigue en pie…

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