Crítica de CIRCUS MAXIMUS - Havoc

La trayectoria de CIRCUS MAXIMUS ha sido ascendente aunque con paciencia y más tiempo del habitual en otras bandas. Desde su debut, “1st Chapter” hasta “Havoc”, su cuarto trabajo, han pasado 11 años. Especialmente entre “Isolate” y “Nine” los noruegos tuvieron una larga sequía en la que aprovecharon para asentar su sonido y cambiar en parte sus patrones. Inicialmente su sonido era muy heredero de DREAM THEATER y derivados. Quizás algo más melódico por la voz de Michael Eriksen y el uso de los teclados de forma diferente a los americanos, pero la influencia era clara y eso les hacía ser un grupo más de Metal Progresivo. Con “Nine”, después de más de un lustro de silencio el sonido sí que adoptó muchos más momentos melódicos, cercanos al Hard Rock o a grupos como KAMELOT. “Havoc” no hace más que profundizar en esta fórmula inclinando la balanza incluso más hacia la melodía y añadiendo toques de producción moderna que les hace avanzar su sonido.

Una de las cosas que se les podía achacar a los noruegos es que sus discos eran tan fríos como su país de procedencia. Las producciones iniciales, y también “Nine” sonaban algo distantes e incluso mecánicas, lo que contribuía a esa sensación de falta de personalidad de los primeros trabajos. “Havoc” en ese sentido no es un disco visceral, también mantiene las distancias con el oyente, pero es más cálido y tiene más sentimiento entre las composiciones. Especialmente la voz sale ganando y los solos y partes instrumentales no están ahí porque sí. Esto es muy evidente en el tema más emotivo del trabajo, “Loved Ones”, también teñido de ese halo de modernidad sonora que desprende todo el trabajo. Este corte tiene estructura y elementos más propios del Hard Rock que del Metal Progresivo y la interpretación de Eriksen se ve potenciada por unas guitarras y unos teclados al servicio de la canción y no a la inversa.

Pero también hay temas más tradicionales en la indiosincrasia de CIRCUS MAXIMUS. Es el caso de los dos cortes de apertura “The Weight” y “Highest Bitter” donde la melodía y el sentimiento también deja espacio al virtuosismo y a la complejidad estructural. Especialmente el segundo que sin ser muy largo, tiene un gran trabajo instrumental. Esta es otra característica del trabajo, las composiciones comedidas. Quitando “Loved Ones” precisamente, “After The Fire” y la postrera y atmosférica “Chivalry”, cuya duración ronda o supera los ocho minutos, el resto está alrededor de los cinco minutos, e incluso en el single del trabajo, para nada representativo “Havoc”, la duración marca tres minutos de distorsión y melodía hard rockera al mismo tiempo que casi parece sacado de un disco de Selazy a la sueca, con ciertos aires de MARILYN MANSON, más que de un trabajo de Metal Progresivo si no fuera por el solo de guitarra que incluye.


Otro tema utilizado como adelanto, “Pages”, también es muestrario de esa mezcla entre modernidad y melodía, sonando ligeramente a LEPROUS por su oscuridad intrínseca. En general cada corte tiene su propia personalidad y algo que lo hace distinto al resto, lo cual es también de agradecer. No obstante, lo que hace que el disco no llegue al sobresaliente es la sensación de estar inacabado que a veces deja, o la sensación de que los cortes más largos se dirigen hacia algún lado y no terminan de alcanzarlo. Supongo que será terminar de madurar este sonido, que no es por falta de tiempo, pero a lo mejor si de terminar de asumirlo como propio. No obstante es un trabajo a la altura o incluso superior a “Nine” que ya en su momento fue muy buen trabajo.

Dentro de muy poco, con “Havoc” recién estrenado en las tiendas, podremos disfrutar de alguno de sus temas en directo en una gira que tiene dos fechas programadas en España; será el momento de saber si los cortes destacan sobre los de “Nine” y sus obras pretéritas. Mientras tanto CIRCUS MAXIMUS sigue dando pasos adelante, poco a poco, pero con firmeza y dedicación. “Havoc” aún no termina de explotar todas las cualidades del grupo, pero es una buena muestra de la situación actual de un grupo que ha sabido evolucionar su sonido mientras maduraba como conjunto.

Raúl Ureña Salgado

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