Crítica de SIX FEET UNDER - Graveyard Classics IV

Chris Barnes es un hombre peculiar, que despierta pasiones y odios, aunque creo que la balanza se decanta más hacia este lado viendo cómo el público suele valorar los discos de SIX FEET UNDER. Su enésima entrega de disco de versiones es “Graveyard Classics IV - 666: The Number Of The Priest”, en referencia a dos iconos como IRON MAIDEN y JUDAS PRIEST, únicas bandas tributadas en este álbum.

Ya habían tocado el palo de los discos de versiones centrados en una sola banda, como fue AC/DC en el “Graveyard Classics II”, donde se atrevieron con el “Back In Black” al completo. Las hostias que llovieron sobre Barnes fueron tremendas, aunque sumido en su nube de marihuana habitual, al bueno de Chris le debió importar bien poco, y prueba de ello es esta cuarta entrega.

Los temas elegidos son variados, desde canciones muy conocidas como “Night Crawler” o “The Evil That Men Do” a otros clásicos más tapados como “Invader” o “Flash Of The Blade”, y creo que con ello SIX FEET UNDER se hace notar como un puñado de auténticos fans de ambas bandas, no limitándose a lo más conocido del repertorio de ambos conjuntos británicos, al rascar más allá de la superficie, a la búsqueda esas grandes canciones olvidadas para el gran público.


Que nadie espere un trato distinto al habitual en estas canciones: SIX FEET UNDER sigue siendo ese martillo pilón que funciona a ritmo de bocanadas de espeso humo. Pura contundencia y pesadez en las guitarras que llevan a las canciones de IRON MAIDEN y JUDAS PRIEST al territorio del Death Metal o, si queréis, al Death And Roll que practican los norteamericanos.

“Graveyard Classics IV - 666: The Number Of The Priest” es un disco totalmente prescindible, diría que hasta para los más fanáticos de cualquiera de los tres grupos implicados en él, los dos versionados y SIX FEET UNDER. Barnes y sus nuevos compañeros de viaje parece que habían ganado algo de respeto entre los seguidores de la escena desde “Undead” en 2012, y aunque yo siempre defendí sus trabajos iniciales y entiendo estos descansos que se toman (ya van cuatro partes de los “Graveyard Classics” en su carrera) creo que cualquiera de ellos son un puro entretenimiento pero de corto recorrido.

Carlos Herrero

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Empecé a escuchar Heavy Metal en 1995 y con el paso de los años fui ampliando el espectro ahondado en el Metal Extremo, pero nunca olvidando esas raíces. Llegado el momento, sentí que aquello no era suficiente, empezando a involucrarme más en la escena con el periodismo musical desde 2005.

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