Crítica de MESHUGGAH - The Violent Sleep Of Reason

Pocas bandas de metal suscitan tanta expectación como los suecos MESHUGGAH. Lo que comenzó siendo un toque de atención en el mundo de la música extrema gracias a “Destroy, Erase, Improve” (1995) se ha convertido por derecho propio en el máximo exponente del metal más complejo y experimental. Djent, Math metal, Metal Extremo Progresivo…Intentar catalogar a MESHUGGAH es un error en sí mismo. Querer definir a una banda que no sólo ha sido pionera en la música creando un estilo propio sino que también ha influenciado a toda una generación de nuevas formaciones es arriesgarse a simplificar lo que ha significado para el metal contemporáneo.

Cada vez que la banda extrema más técnica del planeta saca disco la expectación es máxima, y esta ocasión no podía ser menos. Cuatro años han pasado desde la edición de “Koloss”, tiempo más que suficiente para que la banda pergeñara y construyese el nuevo y complicado puzzle sonoro sobre el que se han asentado los cimientos de “The violent Sleep of Reason”, un redondo donde la técnica está al servicio de lo salvaje. Compuesto por diez temas, “Clockwork” abre el disco con mucha energía. Los poli ritmos, la brutal y desgarrada voz de Jens Kidman, la crudeza y la rabia crean esa atmósfera tan caótica y oscura típica de los suecos aunque en esta ocasión más cercanos al concepto de “Combustion” que a “I am Colossus”.

La enfermiza “Born In Dissonance”, segundo corte del álbum, fue escogido como uno de los temas adelanto y en seguida se entiende el por qué; MESHUGGAH ha creado una de las composiciones más adictivas de su carrera. Sin obviar la extrema complejidad de su filosofía compositiva,  la banda nos trae unas rítmicas hipnóticas bajo ese halo casi marciano de las guitarras de Fredrik Thordendal. Una de las canciones que más impacto están causando entre los foros especializados en sonidos técnicos es “MonstroCity”. Este corte se erige como una de las pistas más equilibradas del redondo, con unas melodías altamente pegajosas, contundentes y ágiles, un trabajo de batería incontestable y un sonido denso y compacto que hará las delicias de aquellos fanáticos del Math Metal.


Con “By the ton” la banda levanta el acelerador y se acerca al sludge. Tema ultra denso y orgánico que conserva ese toque “más accesible” que ya exploraron en “Do Not Look Down”. Es realmente sorprendente la energía y fuerza que desprende la banda en cortes como éste, con un muro de sonido que jamás había escuchado en ningún estilo. El tema título “ The Violent Sleep of Reason”   se aleja de los momentos más bizarros de la banda  y se centra en ofrecernos el perfecto compendio de lo que ha sido MESHUGGAH a lo largo de su trayectoria. Un tema que aglutina las excentricidades marcianas de temas como “Elastic” o “Spasm” y las combina a la perfección con la faceta más orgánica y accesible de “Koloss”.  Siete minutos de virtudes condensadas.

Continúa las sorpresas. “Ivory Tower”, el que pudiera ser uno de los temas más tranquilos de la banda, se erige como una auténtica cátedra de cómo se debe fusionar técnica y buen gusto. El tema conserva ese sonido monolítico y denso tan característico pero con un Groove más equilibrado entre ritmo y melodía.  Cuando pensábamos que la pasión de MESHUGGAH por la oscuridad y la agonía sonora no podía ir más allá  nos desgarran con  “Stifled”, el tema más grave que jamás haya grabado la banda aunque más rápido y vacilante que “Ivory Tower”. Por otro lado, “Nostrum”  nos trae a una banda empeñada y demostrar que nadie es capaz de ofrecer más agresividad y técnica que ellos. Basta con prestar atención a la labor a las baquetas por parte de Tomas Haake, de otro planeta.


Dentro de la complejidad que entrañan las disonancias y poli ritmos de estos gigantes,  en ocasiones la banda nos trae temas “fáciles” llenos de energía, como es el caso de “Our Rage Won’t Die”, que es lo más parecido a un single “regular y accesible”. “The Violent sleep of reason” se cierra con “Into Decay”, una canción lenta, oscura e impregnada con ciertos toques doom y sludge, combinación que no hace más que demostrar que en cuestión de mezclar estilos extremos no tienen rivales.

Este nuevo álbum de MESHUGGAH sorprende, y lo hace no sólo por la calidad de sus composiciones sino también porque la banda ha conseguido algo que parecía muy complicado y es alcanzar la producción más brutal que jamás haya escuchado gracias a un sonido increíblemente grueso, denso y orgánico, muy lejos de la frialdad de obras como “Obzen” o “Chaosphere”. Los suecos han creado un universo brutalmente homogéneo pero único, una obra que hay que entenderla como un todo en donde cada pieza del engranaje tiene valor por sí misma y aporta características únicas al conjunto. Hay tanta técnica que raya el paroxismo, tanta crudeza y contundencia que sobrecoge pero sobre todo hay tanta genialidad que es fácil entender por qué son venerados como auténticos dioses.

Los más grandes, por muchos años. Además en noviembre les podremos ver por aquí.

Alberto Bravo Sánchez

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