DEMONIK - Las Cenizas De La Tierra

“Las Cenizas De La Tierra” es el segundo larga duración de los madrileños DEMONIK, el primero con ese nombre, ya que antes se hacían llamar DEMON. Un compacto, todo sea dicho, que ha llegado algo tarde y por casualidad a mis manos con respecto a su fecha de salida, pero más vale tarde que nunca, como se suele decir. El quinteto de la capital prodiga una especie de Thrash-Groove contundente muy de la escuela española, ya que se mueve en terreno de ese prototipo de Neo-Thrash que surgió a mediados de los noventa, empeñado en mostrarse mostrenco, grueso y abrasivo, pero más alejado de los patrones clásicos y primarios del género, y que cantado en castellano tiene una fisionomía más reconocible y encuadrada dentro de nuestro territorio, aparte de que gana enteros, por lo menos desde mi punto de vista.

Formaciones como ANARKO, KTULU de “Confrontación”, PORKAVIDA, SOZIEDAD ALKOHOLIKA de “Ratas” o “No Intente Hacer Esto En Su Casa”, A TU PUTA KARA, INORDEM o los primeros KOMA podrían ser algunas de las referencias básicas para que entiendas de qué estoy hablando. Por tanto, el sonido de DEMONIK, e incluso buena parte de su público, estará más sellado levemente al modus operandi de las bandas citadas que al de nombres como ANTHRAX, METALLICA, TESTAMENT o SODOM. Esto no quiere decir que la tendencia desarrollada por el grupo sea peor que la de los papás del género (a mí me transmite bastante desde mi adolescencia, y más cantado en nuestra lengua máter), ni que en sus composiciones no hallemos zarpazos con sabor al Thrash de la vieja escuela.

No lo llames Thrash si no quieres, porque es cierto que la morfología de este tipo de grupos se ha alimentado indudablemente de los añejos inicios de la citada vertiente musical, pero ofreciendo un lavado de cara en muchos aspectos más acorde con la escena que se iba a desarrollar durante los noventa. Allí aparecieron los primeros vástagos del Thrash Metal: Thrashcore, Neo-Thrash, Groove Metal y demás subdivisiones que curiosamente, a día de hoy, no son tan frecuentes y populares. Parece que esta segunda década del siglo XXI le ha dado la vuelta a la tortilla al asunto para que vuelva a haber interés por un Thrash más ligado a la vieja escuela ochentera, cosas de la vida, y quizá los que parezcan más desubicados ahora sean bandas como DEMONIK, aunque eso no les exima de estar en su pleno derecho de arramplar con fuerza, como lo hacen en este disco, y de buscar su sitio en un mundillo que resucita o entierra géneros a una velocidad pasmosa.


Entrando de lleno en materia, nos topamos de bruces con “Mi Ira”, uno de los tema más elaborados del disco y encargado de abrir el mismo. Una cadena de cortantes y voluminosos riffs dan color a una pieza enfurecida que le hace hueco tanto a las partes rápidas como a las machaconas y pesadas, resultando ser un cruce entre S.A. y los primeros ASPID. Por su parte, “Visión” irrumpe con un riff penetrante al más puro estilo “Walk” de PANTERA. Mucho groove y un deje más sureño acompañan a un tema que representa a la perfección ese tipo de Metal castizo noventero del que hable antes.

“Bala Tras Bala” es un trallazo en toda regla y, en mi opinión, el tema más conseguido del disco. Los fraseados de Jesús sobre un sonido empeñado en mostrarse obstinado y tozudo, y unos coros cavernarios diluidos en puro Crossover hacen que estemos ante una pieza criminal. A continuación, “Codex” vuelve a apostar por la faceta más machacona del grupo, y, sin ser especialmente brillante, ofrece un pegadizo estribillo, fácilmente memorizable y efectivo.


En el ecuador del lanzamiento, el bélico “Culto A La Guerra” muestra el lado más meramente thrasher del grupo, con cierto riffeado veloz a lo SLAYER desde el inicio, el cual asoma por toda la pieza. Otra buena y solvente composición que además ofrece a la mitad de su recorrido un lúcido trabajo a la guitarra solista. Tras esta, “Tormenta” apuesta por una base con mucho doble bombo, aunque, a mi parecer, menos pegada, donde además se alarga en exceso la parte puramente instrumental.

Acariciando el final del compacto, “Elixir” pone la nota creativa y diferente al trabajo, siendo una canción instrumental en la que nos topamos con un ejercicio de estrofas que se van incorporando progresivamente, aunque en el cometido se pueda echar de menos algo de velocidad final como guinda a todo el curro llevado a cabo. Interesante pieza, no obstante, que se desmarca de la virulencia sonora del resto de canciones.

Finalmente, “En La Oscuridad” nos devuelve al sonido más reconocible del quinteto madrileño. Coros implacables, sonido machacón, riffs penetrantes y voraces y cierta vía libre para hacer headbanging cierran un disco que hará disfrutar a los gustosos por este sonido noventero tan ecléctico a veces, pero convincente en su degustación siempre que los temas tengan la suficiente fuerza como para no tener que estar añorando constantemente el Thrash de la vieja guardia, que es una referencia indudable para formaciones como DEMONIK y lo que fue la gestación de su particular sonido, pero no la única.

Jorge Osoro

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