GROAN - The Divine Right Of Kings

Actualmente en el mundo de la música la originalidad escasea y en su lugar se han tendido los brazos a la adoración hacia un sonido y en ocasiones, yendo aún más allá, a una banda en concreto. Partiendo de esta premisa, no es tan importante que un grupo te diga algo que no hayas escuchado, como que te transmita buenas vibraciones y aprecies que la banda se cree lo que hace y luche por desarrollar su bagaje musical sin vergüenza en reconocer sus iconos y raíces.

Así es la banda inglesa GROAN, que presenta su segundo capítulo en la historia musical actual con “The Divine Right Of Kings”, precedido de un “The Sleeping Wizard” cuyo título y comentarios al respecto dice mucho de lo que ofrece el grupo y un compartido con los finlandeses VINUM SABBATUM. Aunque los vendan como Stoner Rock, de eso tienen más bien poco salvo las estructuras rockeras de los temas y el sonido algo más pétreo de las guitarras. GROAN es en realidad una mirada directa hacia los setenta, hacia BLACK SABBATH y también ATOMIC ROOSTER y HAWKIND: riffs gruesos, ritmos marciales, melodías hímnicas y algo de psicodelia, todo con la base del Rock de libro y una voz muy ochentera que les acerca al Heavy más auténtico. Si te gustan grupos como GRAND MAGUS o GHOST, te gustarán GROAN, los cuales no descubren la recta del pan, pero se desenvuelven muy bien en estas texturas.

Lo que menos me atrae del envoltorio con el que se rodea el grupo es su portada. Han pretendido, ayudados por Ralph Walters como dibujante, dar un aire cómico a lo ACID WITCH que sin embargo, puede restar credibilidad a su música. No es que sea una banda seria, la diversión está entre sus ingredientes, como bien demuestran sus tópicos y letras, pero habría estado mejor algo más frío y estoico.


Centrándonos en lo importante, la música, desde el primer momento cuando resuenan los riffs Doom de “Weeping Jesus” y las citas bíblicas se citan por la voz ligeramente chillona de Mazzereth (aquí cargada de efectos satánicos por todas partes), sabemos que nos encontramos ante una misa negra en todo su esplendor. Eso sí, no sólo de BLACK SABBATH vive GROAN, y aunque el riff principal de “Sacrificial Virgins” pueda indicar lo contrario, lo del cuarteto inglés viene de aún más atrás, de esos combos oscuros y “underground” que partiendo del Rock se dedicaron a sacar a relucir los demonios y temores del ser humano, ayudados por voces sepulcrales y enigmáticas, letras ocultistas y una imagen muy misteriosa. Como se puede ver el Stoner no aparece por ningún lado, aunque sí la excitación eléctrica de los riffs sencillos pero efectivos del Rock en sentido estricto.

A lo dicho tenemos que añadir que GROAN sabe mantener muy bien la tensión dramática de los temas, no repitiendo fórmulas hasta la saciedad, sino combinando los temas lentos y los riffs pétreos, con cambios de ritmo y solos excitantes; las voces apocalípticas y los agudos ochenteros, con los efectos psicodélicos y ocultistas; las proclamas de predicador, con los momentos instrumentales más excitantes (es el caso de “Magic Man” uno de los mejores cortes de todo el disco, en formato “up tempo”)... Es una gozada escuchar el golpeteo constante de Chris West, que sabe dar una lección de cómo sonar a BLACK SABBATH, mientras la guitarra de Dan Wainwright se adapta a los cambios, con solos más o menos rockeros, y riffs monolíticas, y así tema tras tema no dejamos de divertirnos, pese a que GROAN no aporte nada al panorama musical.

Hasta la duración del disco está más pensada en el formato vinilo que en el CD, optando por temas cortos y directos (entre los que también destaca la pegadiza “Atomic Prophets” y la Heavy y guerrera “Gods Of Fire”, una de las más “auténticas” de todo el plástico) con una excepción: la hímnica “The Divine Right Of Kings”, la más larga y elaborada, con una introducción eclesiástica que es una de las más puras rendiciones al sonido sabbathico.


No están llamados a ser el grupo del año, ni tampoco “The Divine Right Of Kings” te va a descubrir nada que no sepas, pero GROAN actúa con convencimiento y dedicación. Sabe apreciar la música a la que rinde tributo y el resultado es creíble y entretenido, sin grandes florituras ni elaboraciones, pero con el suficiente grado de inspiración como para no quedar sepultado en el mar de lanzamientos anual. A dejarse llevar al pasado durante cuarenta minutos, nada más.

 

Raúl Ureña

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