MACHINE HEAD - Unto The Locust

Nacidos dentro de la corriente Groove Metal, la carrera de los californianos MACHINE HEAD ha sido de todo menos estable. Tras un comienzo que les puso a la altura de grandes como PANTERA, FEAR FACTORY o SEPULTURA, los excesos llegaron y con ellos el descenso a la mediocridad que fue  “Supercharger”. Pero a pesar de los bajones, los fans sabían que podían hacerlo mejor. Y vino el comienzo de recuperación que fue “Through The Ashes Of Empires” y la puesta a punto gratamente sorprendente de “The Blackening”. Y finalmente, con "Unto The Locust", ha llegado la hora de demostrar que su paso desde las fronteras de la ridiculez nu-metalera a la madurez Thrash vieja escuela está completada (no en vano, su líder Rob Flynn fue miembro de dos bandas muy punteras en la época, VIO-LENCE y FORBIDDEN).

Eso sí, los de Oakland siguen siendo discípulos y tratan de forjar una identidad propia al mismo tiempo. Les ha costado tiempo y no siempre los resultados son óptimos en este último lanzamiento (algunos estribillos en el álbum cantan demasiado a Metalcore genérico, por ejemplo). Pero más allá de errores menores, lo que queda claro, es que las canciones largas y desarrolladas, los cambios de tempo y la complejidad de este lanzamiento, parecen como un intento de hacer su versión personal del “And Justice For All” (infinitamente mejor producido) a la europea, y (como el que suscribe al decirlo) demuestran una valentía y osadía a prueba de bombas. No hay que olvidar lo finos que suenan estos cuatro cuando se ponen a ello. El dueto de guitarras del ya veterano en la banda Phil Demmel con Rob Flynn y la base rítmica atronadora y fina como un reloj de Adam Duce y Dave McClain, llevan tiempo bien engrasadas. Y se nota.


No neguemos que con la avalancha musical que ha producido la globalización de la red mucha mediocridad se cuela por nuestros aparatos auditivos. Y la verdad es que cada disco de MACHINE HEAD a esta alturas es motivo suficiente para alegrarse, porque nunca suena mediocre. Aunque no ha abandonado sus momentos Groove de sus dos más que estimables primeros discos, como en “Be Still And Now” y “Who We Are”, con esos momentos  melódicos y coreables que le hacen a uno mirar unos 18 años atrás con una mueca de placer. Intermedios acústicos, cuartetos de cuerda, los de Flynn no han reparado en gastos para componer una obra semiconceptual que bebe con placer del Death Metal nórdico sin dejar de abrazar las raíces norteamericanas. Las huestes nórdicas (y la influencia del Heavy Metal europeo que ello conlleva) se dejan ver en muchas de las cabalgatas del álbum, así como las evoluciones más progresivas de grupos como IN FLAMES o DARK TRANQUILLITY, con la intención de elaborar joyas más complejas como en la canción que da título al disco. Si MACHINE HEAD viniera de gira por Europa con cualquier de los grupos mencionados no creo que sorprendiera a nadie.

Siguiendo con las canciones, hay un detalle que le hace perder fuelle a este nuevo disco. El intento de medio tiempo baladero de “Darkness Within” suena un poco forzado porque desde que se dejan influenciar por Europa, los momentos sentimentaloides no le encajan a Flynn como en su época más yanqui (con aquellos estribillos tan pegadizos como coreables). En otras canciones suena más convincente como en la mencionada “Who We Are”, pero tanta voz limpia reblandece demasiado la propuesta general.

Siguiendo con ese deje escandinavo, mención aparte tiene el tema “Pearls Before Swine” un compendio de riffs y melodías de la escuela de Göteborg (con un final marciano entre DEVIN TOWNSEND y MESSHUGAH, cuya influencia industrial se nota en algunos riffs del disco) que demuestra que son perros viejos y saben donde está la creatividad del Metal moderno. Siguen estando muy finos, aunque en este lanzamiento no está todo tan definido como en ese regreso casi impecable que fue su anterior “The Blackening”.


Por tanto, aunque siguen añadiendo más ingredientes a su ya compleja y personal visión del Thrash Groove Metal que ya aprendieron a manejar hace casi 20 años, todavía no han llegado a componer ese opus en el que todas las piezas encajen a la perfección.

 

Pedro Blackearth

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