MASTER - The Witchhunt

Paul Speckmann es una leyenda. Es así, seas más o menos seguidor de MASTER, porque yo en realidad nunca lo he sido en demasía. La prueba del carbono 14 le coloca entre la vanguardia de los pioneros del Death Metal ya que su primer material demo data de 1985. Y sus dos primeros discos, “Master” (1990) y “On The Seventh Day God Created… Master” (1991) son piezas de culto de forma merecida. Pero siempre consideré que a MASTER le faltaba ese plus que sí tenían los que quedaron por delante en esa primera oleada, principalmente los maestros DEATH y POSSESSED. Y esos dos buenos discos tampoco estaban a la altura de la cantidad de clásicos americanos que vieron la luz en esos mismos años 1990 y 1991: “Blessed Are The Sick”, “Cause Of Death”, “Deicide”, “The Ten Commandments”, “Mental Funeral”, “Spiritual Healing”, “Human”, “Effigy Of The Forgotten”… y un maravilloso etcétera.

Dicho esto, también creo que a MASTER le ha perjudicado, y es paradójico pero sucede, el hecho de haber estado siempre al pie de cañón, atravesando en pie las peores épocas para el estilo sin vender reuniones y resurrecciones que han amplificado la leyenda de muchos, algunos con menos carisma y méritos que este grupo originalmente afincado en Chicago y después trasladado a la República Checa. Speckmann, tozudo como una mula y cuya adscripción metálica es ante todo incuestionable, estaba también detrás de DEATH STRIKE  y del inolvidable “Fuckin’ Death”. Así que sí, el tipo es una leyenda y sí, es más viejo que el sol. Y hay que reconocer también el mérito de seguir sonando apasionado y entregado en cuerpo y alma en el duodécimo disco del grupo, que además aparece menos de un año después del undécimo. “The New Elite” fue un buen disco y “The Witchhunt” también lo es. Algo mejor diría, un disco notable en una época en la que tantos y tantos están obsesionados con ser vieja escuela. Speckmann lo es y MASTER lo es. Es el Death Metal del jurásico.


Por supuesto los 51 minutos de “The Witchhunt” son puro MASTER. No puede ser de otra manera ni tiene que ser de otra manera a estas alturas. Es lo de siempre y como siempre y nadie en su sano juicio podría esperar otra cosa. MASTER es uno de esos grupos y bien ganado se lo tiene después de prácticamente tres décadas en el campo de batalla. Después de sobrevivir al Grunge y a algunas otras de las grandes monstruosidades que ha creado la humanidad, MASTER sigue sacando discos a veces brillantes y a veces simplemente competentes con la certeza de que sólo le importará a un puñado de gente. Todo es MASTER, insisto. Esos riffs entre el último Thrash y el primer Death Metal que no son ni los más técnicos ni los más malignos ni lo más afilados pero que tienen gancho y un excelente marchamo metálico. Y esa voz de Speckmann, siempre cabreado y cercano a Chris Reifert en sus fases más grimosas. Una producción muy realista, con una vibración cercana al directo, pone en primer plano la batería de Zdenek Pradlovsky, que junto al guitarrista Alex Nejezchleba se han convertido en infaltables de la segunda era del grupo, ambos a bordo desde 2003. Para los que consideran a Speckmann el Lemmy del Death Metal, ellos serían Phil Campbell y Mikkey Dee.

Un montón de esos riffs y solos que te conoces al dedillo, la habitual inserción de esa temática social no tan habitual en el estilo e inevitables referencias que van del Speed/Thrash Metal de los ochenta y el proto Death al Metal Extremo más puro y duro… y un puñado de buenas canciones que no resultan demasiado espectaculares, por desgracia otra constante en la trayectoria del grupo. Sin duda es un buen disco, sin duda es una invitación de primera al headbanging… pero personalmente no estará en mi top ten del año ni siquiera si hablo sólo de Death Metal. Y eso me pasa casi siempre con MASTER. Y por eso el disco en conjunto se me hace algo intrascendente cuando acumulo escuchas. Eso no impide que pueda disfrutar como un enano en cualquier momento en el que escuche “The Witchhunt”, “Another Suicide”, la musculosa “Waiting To Die” o la hipermetálica “God Of Thunder”… Dicho queda.

“The Witchhunt” es más que digno y más que nostalgia pero no va a cambiar mi idea de MASTER ni para lo bueno ni para lo malo. Y así será para todos los que han admirado o ignorado a este grupo a lo largo de los lustros. Opina lo que quieras y pon a este disco la puntuación que te dé la gana: en un par de años como máximo MASTER editará un nuevo disco que será sólo un poco mejor o un poco peor que este.


 

Juanma Rubio

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