MOB RULES - Cannibal Nation

Con seis discos a sus espaldas y dos EPs, se puede afirmar que los teutones MOB RULES poseen una carrera prolija y sustentada sobre los sólidos pilares que conforman sus trabajos, en los que han plasmado su capacidad para destilar buenas dosis de Power Metal Melódico evolucionando y, a la par, sin perder un ápice de la personalidad que demostraron ya en el lejano EP “Savage Land Pt. 1”, lanzado de forma independiente en 1996 y del que se recuperaron prácticamente todos los temas para “Savage Land”, su debut oficial en 1999. Este “Cannibal Nation” que ahora nos ocupa, viene a ser su séptimo trabajo, número sagrado y recurrente para diversas culturas, y todo un símbolo de perfección. Esperemos que sea así y la banda suba otro peldaño más; consiguiendo ostentar el lugar que merece dentro del estilo, dejando de jugar en un puesto privilegiado de segunda para pasar a la laureada primera línea de combate dentro del Power Metal.

MOB RULES es un grupo que siempre se ha caracterizado por la dulcificación del estilo que practican; sonando contundentes pero a la vez con mucha melodía, control y sin estridencias innecesarias. Aquí no se trata de ver quién suena más heavy, sino de cuan pegadizas y brillantes puede ser las composiciones. Este detalle se ha ido acrecentando con el tiempo, además de apreciarse claramente un descenso en la altura de la voz de Klaus Dirks, que ya no se mueve, como norma, en tesituras tan altas como en los primeros discos de la banda. Esto no quiere decir que no sea capaz de recurrir a ellas cuando lo cree necesario, tal y como se puede apreciar a lo largo del increíble trabajo que desarrolla a lo largo de este álbum.

Es una obra donde no vamos a encontrar mucha velocidad, sí una gran producción y un sonido brillante, pero en términos generales, se puede decir que es un trabajo sólido y que mantiene un nivel notable a lo largo de toda su duración, aunque también es verdad que hay ciertos momentos en los que se torna algo más denso o menos fresco de lo que cabría esperar. Pero no es la tónica del disco, sólo algo puntual.


En primer lugar se sitúa “Close My Eyes”, que abre el disco de forma prometedora. De tiempo comedido pero poderoso, guitarras dibujando bellas líneas y la voz en un punto perfecto, con un Klaus Dirks demostrando que tiene una tonalidad muy personal y con la que rápidamente se identifica a la banda en cuanto comienza a sonar. Es una prueba perfecta de su mezcla de clase y poderío.

El siguiente corte, “Lost”, también discurre en una línea similar, con un ritmo inicial y una cadencia que me ha recordado a los BLACK SABBATH de Tony Martin. Algo bueno, sin duda. Los guitarristas Matthias Mineur (único miembro original junto con Klaus Dirks) y Sven Lüdke realizan un trabajo excelso por armonioso y bien definido, sin olvidar la parte que corresponde al teclado, en este caso de sonoridad retro, dejando el abono perfecto para que se fusione con la bonita línea vocal, culminada en un estribillo remarcado de forma coral. Este tema tiene la pega de que es demasiado largo para lo que ofrece y puede llegar a ser un tanto repetitivo. No es buena idea comenzar un disco con dos cortes de tiempo más bien lento y no muy dinámicos (especialmente el que tenemos entre manos), además de la duración de seis minutos y medio, que hacen que se eche en falta algo más de movimiento y diversidad.

Hasta ellos parecen darse cuenta, porque el siguiente asalto, “Tele Box Fool”, es todo lo contrario: un corte rápido, con unos riffs muy heavies y el cantante en sus tesituras altas, tan demandadas en el estilo. Posee un claro regusto alemán en su ejecución y trae a la mente a compatriotas suyos como AXXIS o BRAINSTORM, incluso la voz se asemeja por momentos a la del simpático Andy B. Frank.


“Ice & Fire” es un tema precioso. Elegido como single y del que se ha realizado un videoclip, nos muestra su capacidad para elaborar canciones cargadas de sentimiento. Aunque no lo parezca, la letra trata sobre el secuestro de Ingrid Betancourt por parte de las FARC colombianas. Con una sencilla melodía de guitarra, una presencia fundamental del teclado y ese aire folky, ponen toda la carne en el asador para crear unos minutos de deleite celestial en nuestro plano terrenal. La voz se encuentra perfecta y destila sentimiento y garra por los cuatro costados. Su elección como single ha sido totalmente acertada.

Con “Soldier Of Fortune”, tenemos otra canción de medio tiempo poderoso y con fuertes acentuaciones en los riffs por parte del teclado, otorgándole una impronta sinfónica y un lejano recuerdo a los grandiosos SAVATAGE en la forma de concebir esos primeros compases. Con estos músicos es difícil que sea un mal tema a secas, pero sí es verdad que cumple y poco más: es un tema elegante, está bien construido, el sonido es poderoso, el cantante pone sentimiento… pero no termina de cuajar como algo reseñable y termina siendo algo monótono, supongo que también se puede ver perjudicado por esta posición central en el disco.

Con el sonido del órgano a lo Hammond, el ritmo y la voz de las estrofas, “The Sirens”, me ha traído inmediatamente a la cabeza a los suecos ASTRAL DOORS. Cuajan aquí uno de los mejores temas de todo el disco; muy sencillo, pero con una buenísima melodía y un estribillo galopante de lo más pegadizo. Este corte es de los que sube el ánimo a cualquiera que se deje llevar un poco por su contagiosa energía y vitalidad. Incluso hay un ligero toque a las gloriosas intros de RUNNING WILD en los primeros segundos. Muy bueno.

“Scream For The Sun (May 29th, 1953)” nos narra la epopeya de la conquista del Everest por parte de Sir Edmund Hillary y el sherpa Tenzid Norgay. Tras una introducción hablada, nos sumergen en la historia con una música que puede recordar a la faceta más épica de IRON MAIDEN, cuando nos cuentan grandes historias como en “Alexander The Great” o a los más progresivos del glorioso “Seventh Son Of A Seventh Son”. El tema transcurre a medio tiempo, dando lugar a un gran lucimiento de los guitarristas y un Klaus Dirks pletórico en todo su minutaje, pero especialmente hacia el final, donde su majestuosa voz repite el título del tema varias veces de forma emocionante.


Con el tema homónimo, “Cannibal Nation”, y penúltimo del disco; vuelven a la vertiente más rápida y puramente alemana que tan bien se les da. Los riffs y la batería imprimen la potencia necesaria para que la máquina ruja al máximo y nos deleiten con otra gran ración de Power Metal Melódico; con todos los músicos rallando al máximo nivel y un estribillo poderoso. Las características guitarras dobladas recuerdan nuevamente a IRON MAIDEN y, en general, todo el corte tiene un aire cercano con BRAINSTORM. La letra habla el déspota africano Bokassa y la apetitosa dieta que el hombre seguía, de la que nos podemos hacer una idea con sólo leer el título del tema.

Como despedida nos regalan “Sunrise”, un tema lento pero con la suficiente intensidad como para hacerte permanecer atento hasta que se apagan las últimas notas. Posee un aura envolvente que te hace despedirte del disco casi con pena. En determinados momentos de las estrofas, Klaus Dirks, recuerda en la profundidad de la voz a Roy Khan, quién de momento parece perdido para la causa. El coral estribillo tiene cierto parecido con los chicos de EDGUY, una de las más ilustres formaciones alemanas del estilo, aunque, por desgracia, también llevan unos años remando en una dirección equivocada a lo que espera el grueso de sus fans de toda la vida.

MOB RULES con el paso del tiempo se ha ido alejando de su vertiente más Power Metal, dando paso a una más Heavy e incluso con algunos toques Hard Rock, bastante elaborada pero lo suficientemente bien hecha como para que de cara al oyente suene cercana y sencilla. Todo ello sin perder su personalidad, que me parece un dato importante y a tener en cuenta.

No lo situaría entre sus mejores obras pero sí que le daría una oportunidad porque es un álbum que se escucha con agrado y dónde pueden encontrarse un buen puñado de temas que gustarán a los seguidores del género.


 

Pedro J. Cuadrado Redondo

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