PERIPHERY - II

Formados en 2005 en Bethesda-Maryland (Estados Unidos), PERIPHERY se ha erigido en un muy breve espacio de tiempo en arquetipo y adalid de un nuevo subgénero del Metal que algunos llaman Djent Metal. Este estilo se caracteriza por vertiginosas poliritmias, complejos desarrollos instrumentales, sonidos computerizados, riffs abrasadores tributarios de los que alumbrara a finales del pasado siglo los brutales suecos MESHUGGAH, voces guturales que se alternan con cantos atiplados y virtuosismo instrumental empastado con una indisimulada intención de epatar al oyente desprevenido.

Su primer disco picó alto en el Billboard americano y tras un EP que les consolidó como una prometedora banda del nuevo Metal Progresivo, retornan con nuevo disco bajo el brazo y gira europea en ciernes con congéneres como BETWEEN THE BURIED AND ME y THE SAFETY FIRE. “II” es precisamente ese nuevo trabajo que pretende consolidar al grupo en la élite de la nueva hornada de jóvenes talentos que ya captó la atención de DREAM THEATER el año pasado y que les permitió abrir para ellos en su gira europea. Pero vamos al lío, que hay mucho que comentar.

Para empezar cabe decir que el grupo se distingue por tener entre sus filas tres guitarristas, lo que al menos en directo garantiza que se podrán reproducir muchas de las innumerables filigranas que se desgranan a lo largo de la hora larga de música que incluye “II”. Abruma escuchar con atención las acrobacias guitarrísticas y las evoluciones percusivas de Matt Halpern su extraordinario batería, algo que se aprecia desde el mismo arranque de “Muramasa” el tema con el que abren este trabajadísimo disco de Metal extremo, innovador y valiente. Las guitarras “palm-muted”, esto es, tocadas ensordecidas por la palma de la mano derecha logrando así un sonido más opaco y contundente, son marca de la casa y acompañan los momentos más agresivos de la voz de Spencer Sotelo, una de las revelaciones de este sorprendente grupo.


En “Have A Blast” PERIPHERY cuenta con la colaboración del extraordinario guitarrista Guthrie Govan (ASIA, THE ARISTOCRATS), quien desgrana un solo vertiginoso que sintoniza a la perfección con las escalas incansables que ejecutan a lo largo de todo el tema los guitarristas del grupo. Resulta cuanto menos sorprendente comprobar cómo el grupo pasa del Metal más brutal y gutural a pasajes de Space Rock casi lisérgico en los que Sotelo canta con verdadero buen gusto y elegancia justo después de haberse destrozado las cuerdas vocales en alaridos guturales dignos de los mejores grupos de Brutal Death Metal.  

La brutalidad inicial de “Facepalm Mute” nos habla precisamente de la técnica “djent” que acuñó Fredrik Thordenthal (MESHUGGAH) y popularizada por Misha Mansoor, guitarrista y fundador de PERIPHERY, que en el fondo ha dado nombre a toda una pléyade de grupos que se han apuntado a esto que decía antes del Djent Metal. En el fondo se trata de mezclar guitarras afinadas en Do o de siete u ocho cuerdas, tocadas con la técnica del “palm mute” con sonidos pregrabados, baterías poliritmicas y voces versátiles que saltan de lo gutural a lo celestial en cuestión de segundos. No pretendo reducir a dos líneas el enorme talento y trabajo que han empleado para elaborar “II”, pero creo que ante algo tan novedoso sólo cabe ser descriptivo y respetuoso. Desde luego es de quitarse el sombrero el cambio de ritmo, tonalidad y casi diría yo de estilo que supone el final de “Facepalm Mute” con esos teclados siderales que crean un estado de paz mental rápidamente alterado por la irrupción de “Ji”, otro corte de inicio desaforado con voces desgarradoras y guitarras incandescentes que, sin embargo, enseguida abre paso a un estribillo de tintes comerciales en el que el grupo hace todo un alarde de inventiva y buen gusto.

“Scarlet” arranca con aires más clásicos y tintes de Metal de los noventa con Spencer cantando en un tono realmente alto mientras el tema se va transformando en camaleónicos ritmos y arreglos de guitarras desbocadas. A estas alturas del disco está claro que el grupo se mueve cómodo en su propio hábitat y saben cómo mantener el interés del oyente, aunque también es cierto que cuesta a veces prever por qué derroteros se moverán las canciones.


“Luck As A Constant” nace acústica y pronto se endurece a golpe de doble bombo cabalgante y voz gutural que, como es marca de la casa, súbitamente se convierte en una voz limpia y bien templada que acomete el siempre extraño estribillo (si es que a tal pasaje se le puede dar dicho nombre). Sorprende la escasa presencia de solos de guitarra tal y como los hemos conocido. Realmente las guitarras pueden estar todo el tema haciendo escalas que casi parecen solos aunque realmente sean parte del entramado básico de la canción. También en los arpegios y momentos más calmados los guitarristas dan sobradas muestras de su dominio de su instrumento. Sin embargo en “Luck As A Constant” abordan el final del tema con una serie de solos de guitarra verdaderamente notables lo cual demuestra que en aquellos temas en los que no recurren a los solos de guitarra es realmente porque no los creen necesarios.

La vena más progresiva y brutal del grupo se hace presente en “Ragnarok” otro tema de complejos desarrollos rítmicos y enrevesados arreglos de guitarra que cuesta mucho más de una escucha desentrañar. “The Gods Must Be Crazy!” es otra muestra más de un estilo que sorprende pero que puede llegar a hacerse un tanto confuso al ser tan heterodoxo. Los oídos poco entrenados pueden pasar algún que otro apuro entre tanto cambio de pasajes de devastador Djent Metal a momentos más lisérgicos de Space Rock y a estribillos de aires casi Pop.

Con un título como “Make Total Destroy” está claro que el tema sólo podía ser una exhibición de salvajismo sonoro con guitarras desbocadas, baterías anfetamínicas y voces desaforadas. Un cañonazo sonoro de proporciones antológicas aderezado, como es habitual, por sonidos más depurados tanto de voz como de guitarra y teclados siderales que dan a todo el conjunto un aire de ensoñación metálica.

La amistad del grupo con los dioses progresivos DREAM THEATER no sólo se ha materializado en la gira conjunta que hicieron por Europa. El mismísimo John Petrucci les ha echado una mano tocando un solo de guitarra en “Erised”, un tema atípico pues es el primer remanso de paz total en todo el disco en el que Spencer, además, no recurre a las voces guturales y las guitarras no se funden en riffs abrasivos a lo largo de todo el tema sino que sólo aparecen puntualmente. En la parte del habitual interludio de ambiente relajado podemos disfrutar del asombroso talento de Matt Halpern, un batería fuera de lo común que hace verdaderas acrobacias rítmicas con pies y manos.


Sin solución de continuidad nos metemos en “Epoch”, un tema que arranca con aires de música “chill-out”, baterías electrónicas, teclados y samplers. Son sólo dos minutos pero resultan ser una extravagancia divertida y necesaria para atemperar los ánimos antes de la nueva acometida metalera de “Froggin´ Bullfish” que vuelve sobre la fórmula de las escalas guitarreras casi enfermizas, las baterías incansables y las voces brutales que dan paso a los tonos altos y casi estratosféricos de Spencer Sotelo. El final del disco lo ponen “Mile Zero”, que incluye la colaboración de Wes Hauch (THE FACELESS) en el solo de guitarra y “Masamune” dos temas en los que el grupo vuelve a experimentar con los cambios de tempo, las texturas electrónicas y los sonidos más brutales de guitarra que te puedas imaginar.  

De PERIPHERY se puede decir de todo menos que es un grupo aburrido, aunque sí es cierto que la combinación aleatoria de los mismos elementos genera un híbrido heterodoxo pero a la larga previsible.

Carlos Fernández

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