SCORPIONS y STEEL PANTHER: Crónica del concierto en Madrid

Transcurridos unos cuatro años desde que SCORPIONS, la banda de Rock más importante de Alemania, anunciara que iniciaban su gira de “despedida” (cosa que parece que no va a suceder ya según comentaba el guitarrista Matthias Jabs en una reciente entrevista aludiendo incluso a que esta conclusión se debió a un “malentendido” de la prensa) por fin le tocaba el turno al público español de asistir a tan magno evento.

Evidentemente, el reclamo de ver a los Escorpiones dar su último picotazo en nuestro país surtió efecto y, tras agotarse en poquísimo tiempo las entradas para la “única” fecha programada inicialmente (la del día que nos ocupa) con STEEL PANTHER se pusieron a la venta las entradas para una nueva fecha el día anterior con idéntico resultado. Parece que lo que también comentaba Jabs en la entrevista de que como ha pasado la crisis en España un promotor se había arriesgado a traerles (imagino que su exorbitante caché no había tenido nada que ver…) también es aplicable al público porque la demanda superó con creces cualquier expectativa que imaginase. Sea como fuere, y tras las buenas críticas recibidas de su descarga el día anterior, había llegado el momento de ver cómo estaban de forma los teutones tras casi cincuenta años de carrera.

Largas colas en las que se podían ver desde adolescentes hasta viejos rockeros se extendían por los aledaños del Palacio de Vistalegre minutos antes de que se abrieran las puertas, lo que daba idea de que nos encontrábamos ante una cita especial, y no ante un concierto más de los que a veces se celebran en dicho reciento multiusos. También el increíble, y hasta diría que excesivo, despliegue policial que se apreciaba en los accesos daba una idea de que nadie quería sorpresas de ningún tipo.


En el interior del recinto también las medidas de seguridad y el control de los accesos, tanto para la prensa como para el público general, eran más que estrictas, indicando a cada uno su zona asignada (en el caso de que no lo supieran) y evitando que gente de grada se colaran en la zona de pista donde, por lo que me contaron y aprecié mientras nos escoltaban hasta el foso de fotógrafos, el aforo se mantuvo en un nivel que permitía a cada persona disponer de su espacio vital. No me extraña lo más mínimo viendo la cantidad de policía que había.

STEEL PANTHER

Con gente entrando todavía en el recinto, y con puntualidad absoluta, a las 19:55 comenzó a sonar “The Number Of The Beast” de la Doncella a modo de intro que anunciaba que el cuarteto de Hollywood STEEL PANTHER estaba a punto de salir. De hecho, su baterista Stix Zadinia a la mitad de la canción ya ocupaba su puesto y empezaba a arengar al personal mientras hacía muecas, ponía cuernos y cantaba dicho tema esperando la llegada de sus compañeros.

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Al finalizar la canción aparecieron Satchel, Lexxi Foxx y el vocalista Michael Starr para arrancar su escueto repertorio con “Eyes Of The Panther” ante la atónita mirada de los que no les conocían y los gritos de júbilo de los que estaban casi (o sin el casi) más interesados en su concierto que en el de SCORPIONS.

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A pesar del poco tiempo del que, lógicamente, iba a disponer STEEL PANTHER abriendo para un grupo tan grande, ellos optaron por hacer lo que, personalmente, esperaba. Una especie de versión reducida de lo que los afortunados barceloneses habían vivido el día anterior. Esto tiene cosas buenas y cosas malas. Entre las malas está el hecho de que sólo tocaran siete canciones por lo que se quedaron fuera muchos temas que me hubiera gustado escuchar como “Gold Digging Whore”, “17 Girls In A Row” o “Party All Day (Fuck All Night)” pero yo no concibo un concierto de estos “chalaos” sin alguna dosis del particular humor que se gastan los americanos.

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Es posible que a la gente se le hiciera largo el interludio “club de la comedia”, donde también presentó el rubio vocalista a la banda, que hicieron tras “Tomorrow Night”, sobre todo si no entiendes el idioma, pero yo me partí de risa con las “idioteces” que se intercambiaron Satchel y Lexxi, con las visitas al tocador de este último y cómo se miraba al espejo tipo “Barbie” para pintarse los labios,  con las bromas sobre el botox que llevaba y las caras que puso a petición de Starr demostrando su total falta de expresividad... Hubo bastantes “gracias”. Si veo a STEEL PANTHER, este tipo de cosas me parecen más que apropiadas pero claro, en el contexto de telonero obligan a sacrificar otras y no todo el mundo estará de acuerdo.

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Prosiguieron con “Asian Hooker”, de su desternillante debut “Feel The Fire”, con un sonido que, si bien estuvo lejos del que luego tendrían los cabezas de cartel, me pareció bastante decente desde mi posición. También aprovechando el gran juego de luces y el amplio escenario para poner posturitas y correr de un lado a otro dejando claro que no se les quedó grande para nada los grandes recintos y que supieron sacarle todo el partido posible.

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La canción dedicada a uno de los mejores golfistas de la historia y a sus “affairs” extra conyugales llamada “Just Like Tiger Woods” dio paso al único momento que, personalmente, critico de su concierto. Si los chascarrillos me parecen obligados, no opino lo mismo del solo de guitarra de Satchel (aunque fuera corto) porque podrían haberlo empleado en tocar otro tema pero bueno, formaba parte de su concierto y no lo iban a quitar, aunque hubieran acertado haciéndolo.

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“Party Like Tomorrow Is The End Of The World” fue la única referencia a su nuevo y recién editado “All You Can Eat”, seguida por la inmensa balada “Community Property” en la que, para mí, firman una de sus mejores letras y donde Michael Starr volvió a demostrar que es un gran cantante además de un tremendo frontman al estilo de su admirado David Lee Roth. Eso sí, sus compañeros tiraron de coros grabados tanto en esta canción como en todas las demás, por mucho que se acercaran al micrófono.

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Desgraciadamente ya sólo les quedaba un tema por tocar y el elegido fue “Death To All But Metal” donde se acuerdan de sus “amigos” GOO GOO DOLLS, Britney Spears, Maria Carey, PAPA ROACH, la MTV actual o Madonna dejando claro que lo que hace falta es más MÖTLEY CRÜE y poniendo el punto y final a su corta pero entretenida actuación. Espero ver a STEEL PANTHER con su repertorio completo más pronto que tarde porque, más allá de las pintas, las letras cómicas y su exageración de los tópicos del Hard Rock es una banda más que competente en directo como dejaron patente esa noche.  Y, ¡qué demonios! A mí me encanta.

SCORPIONS

Cuarenta largos minutos separaron el final de STEEL PANTHER y la salida de los germanos SCORPIONS, a pesar de que seguro que no había ningún cabo que atar a esas alturas, pero a todo el mundo se le olvidó la espera cuando se apagaron las luces, estalló un griterío ensordecedor y se proyectaron en las pantallas imágenes del mítico festival de San Bernardino de 1983 donde compartieron escenario, nada más y nada menos, que CON OZZY OSBOURNE, VAN HALEN, JUDAS PRIEST, TRIUMPH, QUIET RIOT Y MOTLEY CRÜE ante la nada desdeñable cifra de 325.000 espectadores. Estas imágenes marcaron el inicio visual pero el musical corrió a cargo de “Sting In The Tail”, de su último disco de estudio, que mostró al grupo enchufadísimo desde los primeros acordes.

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Desde luego el escenario era imponente, como también lo fue el juego de luces que desplegaron, y el sonido fue alto y nítido prácticamente desde los primeros compases (se notaba que ya habían tocado allí el día anterior porque apenas hicieron los típicos ajustes iniciales). Tal vez la mayor pega que se les pueda poner a nivel escénico fuera la baja calidad de resolución de las tres pantallas que llevaban. Lo mismo estaba así pensado pero no me gustó demasiado cómo se veían las imágenes proyectadas.

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El comienzo había sido con su trabajo más “reciente” pero no tardaron en echar la vista atrás hasta pararse en 1980 y su “Animal Magnetism” para interpretar “Make It Real”, tema que realmente encendió de verdad a un público que respondió a cada uno de los gestos de SCORPIONS con auténtica pasión, como de nuevo volvió a suceder en “Is There Anybody There?” de “Lovedrive”, disco que más protagonismo tuvo durante la velada con hasta cuatro representantes, mientras la batería de Kottak descendía de las alturas a las que había sido elevada en el primer tema.

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Tres canciones bastaron (incluso con la primera ya se podía haber concluido lo mismo) para afirmar el gran estado vocal que mostró Klaus Meine, y que se mantuvo con el transcurso de los minutos, a pesar de su edad. Los años no pasan en balde para nadie pero me pareció que su actuación fue brillante y que no escatimó en los tonos más altos de algunas canciones (aunque no todas fueran igual de exigentes). Encima se movió bastante más de lo que esperaba con su pandereta y estuvo muy activo con sus compañeros buscando las típicas poses de complicidad características del grupo. Lo mismo se podría decir de su inseparable amigo Rudolf Schenker y su Flying V bicolor que corrió de un lado al otro del escenario y hacia la parte frontal en bastantes ocasiones junto a Matthias Jabs, aunque vi al primero bastante más “fallón” en los solos de lo que nos tiene acostumbrados.

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No me olvido de la base rítmica formada por Pawel Maciwoda al bajo y James Kottak tras la batería, aunque el primero estuviera bastante en segundo plano y no fuera protagonista en prácticamente ningún momento a diferencia del rubio baterista que si tuvo su momento de gloria en el prescindible solo que interpretó. Está claro que ser los de Madrid los primeros conciertos del año les ha favorecido en lo que a energía y frescura física se refiere.

“The Zoo” nunca fue un tema que me encantase por lo que hubiera preferido que se hubiera caído del repertorio en favor de otros clásicos que se quedaron fuera inexplicablemente como “No One Like You” (esto está fuera de toda discusión aunque cada uno tengamos nuestras favoritas) pero ahí estuvo, precediendo a la eterna instrumental “Coast To Coast” que siempre me encantó pero que, desde que se la escuché tocar al pequeño de los hermanos Schenker, nunca me volvió a sonar tan bien en la guitarra del mayor. Bien como otras veces y algo de descanso para las cuerdas vocales de Meine.

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Bajo mi punto de vista, “Loving You Sunday Morning” marcó un cierto punto de inflexión en la descarga de SCORPIONS. Y no porque el grupo comenzará a flaquear a partir de aquí ni mucho menos, pero sí lo hizo su actuación en alguna medida. Primero con “The Best Is Yet To Come”, otro tema de “Sting In The Tail” y encima una balada para, seguidamente, afrontar esa especie de set acústico en la parte frontal del escenario que no fue lo esperado por algunos porque consistió únicamente en “Send Me An Angel”, coreada eso sí por todo el pabellón, y la primera parte de la genial “Holiday”, ya que la parte final fue en eléctrico. Las considero necesarias pero reconozco que me cortaron algo el rollo, sobre todo la primera.

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Tampoco ayudaron a remontar el vuelo ni “Raised On Rock”, ya que veo totalmente innecesario tocar tres temas del último disco en una gira de despedida cuando se quedaron otros mucho mejores y más apropiados para un tour de estas características fuera del setlist, ni “Tease Me Please Me”, que me resulta demasiado “moñas” y para eso ya tenemos sus baladas. En ese aspecto no estuvieron finos Schenker y cía bajo mi punto de vista.

La poco habitual, tan agradecida por muchos como desconocida por otros tantos, “Hit Between The Eyes”, fue la única “golosina” de la segunda parte del concierto antes de afrontar la parte más tediosa que casi siempre me sobra en un concierto, los solos instrumentales.

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El primero de ellos corrió a cargo de James Kottak, que volvió a ver cómo la tarima de su instrumento se elevaba hasta lo alto del palacio para ejecutar un solo tan visto anteriormente como aburrido tras el que, subido a los bombos, se levantó la camiseta para mostrar su tatuaje con la inscripción “Rock´n´Roll Forever” que le ocupa toda la espalda y daba pie al momento más surrealista de la noche cuando, al terminar, grita “viva España” enseñando la bandera de Portugal. Son cosas que pasan pero no veo ningún parecido entre ambas banderas y el americano me brindó unas buenas risas. Si acaso lo único que me gustó fue la manera en la que el baterista se fue introduciendo en los videos que se proyectaban para terminar en la habitación de la portada del “Blackout” enlazando con este tema, que fue otro de los más celebrados, y donde Rudolf tocó caracterizado como el hombre de la portada del disco.

Del “subidón” de “Blackout” volvimos al bajón del solo de guitarra de Schenker que no sirvió para nada más que de interludio a otro clásico eterno de los germanos, “Big City Nights”, que volvió a desatar la locura entre el respetable y que alargaron como es costumbre en ellos para que la gente coreara el estribillo. Con él se despidieron momentáneamente entre una gran ovación mientras saludaban desde la parte más central y cercana al público.

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Por suerte no tardaron demasiado en salir a escena de nuevo para ofrecernos los bises que todos y cada uno de los presentes sabíamos cuáles iban a ser. Efectivamente, tres de las canciones más conocidas de SCORPIONS no habían sonado aún y había llegado la hora. “Still Loving You”, la balada por excelencia del quinteto que nadie dejaría de grabar a una chica en un recopilatorio de baladas “heavies”,  fue el primero de ellos cantada a todo pulmón por un público entregado, seguida de otro de sus temas más reconocibles, “Wind Of Change”, presentada por Klaus como una canción pacifista para conmemorar la caída del muro de Berlín, que obtuvo idéntica respuesta y dónde metió ese estribillo “matador” en castellano como guiño y que los más jóvenes no sabían a qué venía.

Tras este par de temas no aptos para diabéticos llegaba el tema final, “Rock You Like A Hurricane”, que puso el Palacio de Vistalegre patas arriba como no podía ser de otra forma con todo el mundo cantando y saltando al son que marcaba SCORPIONS y con el que volvieron a tomar la posición final de la pasarela para recibir otra ovación y despedirse del público español.

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Al menos eso es lo que pensábamos todos pero, sorpresivamente, Klaus propone a sus compañeros tocar otro tema y, mientras alguno ya tomaba la dirección de la salida, interpretaron “When The Smoke Is Going Down” dejando la ultima anécdota del show al equivocarse Rudolf en el inicio de la misma mientras Jabs le mostraba cómo era y Meine se partida de risa preguntándole si no se acordaba ya de cómo se tocaba. A mí me pareció un bonito gesto, por estar fuera de guión, con el que llegaron casi a las dos horas de concierto aunque a otros les parecerá que hubiera sido mejor terminar con un tema más cañero dejando el concierto en lo más alto, como así lo dejó “Rock You Like A Hurricane”. Para gustos los colores.

En lo que a mí respecta fue un concierto de más a menos por el excesivo número de baladas (sí, “imprescindibles” pero baladas al fin y al cabo) de la segunda mitad y por los parones que supusieron los solos instrumentales que, en general, no aguanto (sobre todo cuando faltaron tantos temas cañeros) pero desde luego fue un show que dejó claro que SCORPIONS, con casi 50 años de historia, no están para nada acabados y son capaces de dar conciertos dignos en la actualidad, cosa que no todos los de su generación pueden decir.

Lo mismo me equivoco pero mucho me temo que esta puede no haber sido la última ocasión que veamos al grupo en nuestro país, ya que han dejado caer que el año que viene SCORPIONS hará algunos conciertos especiales por este aniversario. Tiempo al tiempo pero mientras Meine siga aguantando el tipo como hasta ahora, su final no es tan inminente como nos quisieron hacer creer.

 

David Ortego

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