STRYPER - No More Hell To Pay

"No More Hell To Pay" metaliza a la banda pero no es su disco más heavy

Cierto es que los californianos STRYPER han metalizado y engrosado su sonido en “No More Hell To Pay”, su nuevo lanzamiento de estudio, pero de ahí a que este sea el álbum más heavy de toda la discografía del cuarteto norteamericano, como apunta el propio Michael Sweet, hay un trecho.

Si analizamos brevemente lo que ha deparado, en lo que a obras de estudio se refiere, el regreso de la banda comandada por los hermanos Sweet, nos topamos con “Reborn”, un disco destinado a ser olvidado en su totalidad, indigno al tratarse de una formación que tan solo algo más de una década atrás nos había dejado unos cuantos discos memorables dentro del denominado Hard N’ Heavy o, si lo prefieres, Heavy Melódico. A su vez, y tras el citado disco, la banda cristiana editó “Murder By Pride”, un compacto que a pesar de su atípica y oscura portada, diseñada por un fan, contenía un buen puñado de temas que casaban bien con los STRYPER de toda la vida, si bien, el sonido elegido para la ocasión, algo escaso de fuerza y corpulencia, ennegrecía un poco el conjunto, obteniendo como resultado un disco disfrutable pero con altibajos.

En esta nueva obra, y si dejamos de lado el escaneado de un disco de versiones como fue “The Covering”, editado hace tres años, nos encontramos con una leve vuelta de tuerca a los inicios de la banda. Vuelven las guitarras llenas de melodías, con muchos armónicos y vertiginosos punteos, los agudos imposibles de Michael Sweet, con su imponente y vibrato, los coros celestiales y, en general, muchos clichés y gran parte del universo musical que hacen de STRYPER un grupo tan especial.


Ahora bien, este disco me ha dejado sensaciones encontradas. Si todo, a priori, parece cuajar, ya hablemos de la producción o de las melodías, por algún lado tiene que cojear el disco para que haya logrado cogerle el punto a la cuarta o quinta escucha. ¿Y qué es lo que hace que “No More Hell To Pay” acabe siendo un disco que no llega a explosionar como debiera? Pues las canciones y la escueta inspiración de las mismas, básicamente. Bien es sabido que STRYPER siempre ha tenido una vertiente muy melódica y ligada al Hard Rock y otra más cañera y guitarrera, que es la que precisamente he echado en falta en este álbum.

Querido Michael Sweet, ¿dónde están esos riffs poderosos y esos pasajes acelerados y metalizados que en su día ofrecisteis en canciones como “Rockin The World”, “Makes Me Wanna Sing”, “More Than A Man” y tantas y tantas otras? En el nuevo compacto solo he hallado similitudes con esos añejos temas en “Saved By Loved”, “Te Amo” y “Renewed”, con lo que el mensaje promocional del señor Sweet alegando que íbamos a escuchar el álbum más heavy de STRYPER es un vendehúmos en toda regla. No estaría de más que el vocalista californiano recuperase el “Soldiers Under Command” o el “To Hell With The Devil” mismamente para cerciorarse de la barbaridad que ha dicho.

Siguiendo con el hilo del disco, y como apuntaba antes, acusa un poco la descompensación en cuanto a contenidos. Hay demasiados temas elaborados con un trasfondo rockero, machacón y moderno, como “Revelation” y “No More Hell To Pay”, y muy pocos veloces, de los que antaño rebosaban energía en el cuarteto norteamericano.


El disco, a pesar de la decepción de inicio, está bien y no es ni mucho menos un mal trabajo, que no quiero llevar a equívocos, y más que un “quiero y no puedo”, que evidencian muchas bandas ochenteras a día de hoy, es un “quiero a medias”, como si el grupo, presentando un buen estado de forma, un convincente sonido y algunas melodías brillantes sabiéndose lo que se hace, no hubiese echado toda la carne en el asador, con lo que una vez más nos encontramos con un trabajo de STRYPER dotado de luces y sombras. Más luces que sombras también, todo sea dicho, que tampoco hay que ser injustos.

En su conjunto, este es un álbum que gusta, pero no enamora. A veces da la agria sensación de que todas las virtudes citadas anteriormente; la impoluta y hechizante voz de Sweet, los mágicos coros, los ágiles punteos de guitarra, son elementos eventuales y pasajeros pero que no terminan de redondear los temas. Son solo destellos.

Si realmente querían hacer el disco más heavy de toda su historia, sin que eso les llevase proporcionalmente a confeccionar su mejor trabajo, podrían haberlo hecho. Habrá que seguir esperando a futuros trabajos. Mientras, se puede disfrutar de este correcto y funcional lanzamiento en el que, eso sí, la maravillosa portada brilla y puntúa por derecho propio. Ahí sí han acertado de pleno.

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