THE SAFETY FIRE - Grind The Ocean

Formados en Londres en 2006, THE SAFETY FIRE es considerado por muchos la gran promesa del Metal Progresivo de Gran Bretaña. La verdad es que muchos han sido los catalogados por la prensa británica como “the best next thing” y muchos han sido los que han sucumbido al peso de la púrpura prematura. Grupos como THE ALMIGHTY o THE DARKNESS fueron elogiados sin reparos por la prensa especializada inglesa poco antes de empezar su inexorable declive. Está claro que el país cuna del Metal no entiende bien por qué el último gran nombre aportado a la escena mundial con acento cockney es DEF LEPPARD. Así pues, aquí viene otro grupo avalado con la vitola de “the next big thing”, aunque aquí tenemos que ser más prudentes pues lo que tenemos ante nosotros nada tiene que ver con el Hard Rock revienta estadios de los grupos citados. Estamos ante algo muy diferente: el primer larga duración de una jovencísima banda que practica un complejo Metal Progresivo árido, técnico y no apto para todos los paladares.

THE SAFETY FIRE presenta, como decía, “Grind The Ocean”, su primer disco completo para la arriesgada factoría InsideOut Music después de epatar a media Europa con su EP “Sections” de 2009. Bajo la producción de su también guitarrista Derya Oisin Nagle, productor también de grupos como RISE TO REMAIN o PALEHORSE, “Grind The Ocean” muestra una compleja amalgama de sonidos abrasivos ribeteados de arreglos vocales guturales que dan paso a melodías vocales etéreas. Todo sobre una base de guitarras con sonido de motosierra salvaje, baterías desbocadas que no paran de seguir las melodías de la guitarra solista y momentos de paz casi minimalista.

El tema de arranque, elegido también como single de adelanto, es “Huge Hammers”, un corte con el que ya desde el principio vemos que estamos ante un grupo inusual, capaz de lo más brutal justo antes de acometer unos pasajes melódicos llenos de gran belleza. Está claro que es un grupo al que le gustan los contrastes y, así, la voz de Sean Robert McWeeney pasa del grito desgarrador a las melodías celestiales sin solución de continuidad. En ambos registros se maneja con soltura aunque no estemos antes un cantante especialmente talentoso, todo hay que decirlo. Más sorprendente es el trabajo de los guitarristas, el ya citado Derya Oisin Nagle y Joaquin Ardiles, una pareja de instrumentistas técnicos que machacan riffs abrasivos alternados con fraseos rápidos de patrones melódicos que hacen del contraste más salvaje la tónica general del disco.


En “Floods Of Colour” seguimos con esas salvajes acometidas sonoras pespunteadas por incansables fraseos de guitarra que atraviesan toda la partitura abriendo espacios, aquí y allá, a momentos más tranquilos donde el grupo demuestra una sorprendente versatilidad y una importante influencia de FEAR FACTORY y grupos más actuales como PROTEST THE HERO. No son malas referencias, está claro, pero un poco más de carácter propio no hubiera estado de más a pesar de ser este su primer disco.

“DMP (FDP)” es otro tema plagado de sorprendentes contrastes que pueden disgustar a quienes esperan patrones reconocibles, esquemas asimilables y melodías memorables. Lo más destacado de este inquietante tema son los incansables riffs de guitarra que navegan entre la anarquía y la genialidad, amén de unos continuos “bendings” y unos fraseos enloquecidos que son perseguidos por el soberbio trabajo a la batería de Calvin Simon Tulloch Smith, un verdadero acróbata de las baquetas que rompe tempos, patrones y esquemas a cada momento. Imagino lo muchísimo que tendrán que ensayar para llegar a semejante nivel de compenetración… Más pausada y etérea es “Anomalous Materials”, una canción breve y casi minimalista en la que los armónicos de las guitarras sirven de sostén para la escueta melodía de voz. Una anécdota que enseguida se funde en “Animal King”, posiblemente el tema más rompedor del disco en el que las guitarras aplastan riffs colosales que sucumben a la fuerza del trémolo y que se funden con virtuosos fraseos sobre los que la voz “espacial” de Sean Robert McWeeney ataca versos de gran belleza justo antes de desgarrarse en gritos de un salvajismo vocal temerario. Lo mejor sigue siendo la sorprendente compenetración entre guitarras y batería. Es una pena que en la mezcla los bajos de Lorenzo Anton Carlo Peri (es este un grupo de nombres largos) no haya quedado suficientemente representado y no podamos apreciar su gran trabajo más que en determinados momentos. Los solos de guitarra en esta canción son de lo mejor del disco: rápidos, técnicos y llenos de efectistas escalas limpias y cortantes. Esta claro que el grupo está integrado por grandes músicos que tienen ante sí un camino deslumbrante.

Otra grata sorpresa es “Circassian Beauties”, un tema tan rompedor como cautivador merced a la tremenda fuerza de sus guitarras frenéticas y al gran trabajo de permanente redoble y subrayado de la batería de Calvin Simon Tulloch Smith. Está claro que THE SAFETY FIRE es un grupo de recursos amplios aunque tal vez tengan aún que depurar ciertas pleitesías musicales que se reflejan en la influencia constante de grupos como los DREAM THEATER más tralleros o AVENGED SEVENFOLD. Esto se nota a lo largo de todo el disco pero “Sections” parece ser la simbiosis perfecta entre el purismo progresivo del grupo y la furia demoledora con que acometen la partitura. Es muy difícil no sorprenderse al principio, pero también es cierto que, pasados unos cuantos temas, la fórmula empieza a dar muestras de fatiga y cuesta no tener una extraña sensación de “deja-vu” musical. No obstante, en “Sections” hay espacio para todo y el salvaje solo de guitarra viene a captar nuestra atención por la fuerza y la tremenda técnica en la ejecución. La efímera instrumental “Seagreaves”, con su toque casi acústico, vuelve a demostrar que THE SAFETY FIRE no teme a la experimentación más osada, algo que se constata una vez más en la postrera “Grind The Ocean”, que da título al disco y que vuelve a mostrar la dualidad casi esquizofrénica de un grupo que pasa de lo celestial a lo infernal en lo que tarda el batería en sincopar un golpe sobre un patrón rítmico imposible.


A veces da la sensación de que se esfuerzan por demostrar lo buenos músicos que son en detrimento de la coherencia interna de la canción consiguiendo que las canciones sean mosaicos bizarros de extraña belleza que, sin embargo, parecen monstruos atroces si se ven desde la distancia. Todo un desafío para oídos valientes y una promesa dentro del panorama metálico europeo. Aunque no creo que sean “the best next thing”; ni falta que les hace.

 

Carlos Fernández

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