URIAH HEEP - Into The Wild

No hace demasiado descubrí la pasión por correr. Como uno no es ya un chaval de veinte años, tampoco es que, de la noche a la mañana, me dé por apuntarme a maratones pero sí que, en mi modestia, intento alcanzar pequeñas metas, insignificantes retos que estimulen el afán de superación. Los últimos minutos o kilómetros suelen ser los peores porque se convierten en una lucha psicológica. Hay días que te conformas con llegar y otros que quieres apretar la tuerca y forzarte al máximo. De repente, estas trotando para llegar a tu destino y ves que te sobrepasa otro corredor aficionado. A veces, le miras y lo dejas estar. Sin embargo, en otras ocasiones, te picas y la motivación del adelantamiento hace que des el 100%. La diferencia es significativa, os lo aseguro.

Esta introducción, aparentemente sin sentido en la materia que nos ocupa, viene a colación porque me parece una buena metáfora para describir la trayectoria de URIAH HEEP en su ya larga etapa con una formación estable, salvo el cambio obligado del gran Lee Kerslake por Russel Gilbrook a la batería. A pesar de trabajos notables como “Sea Of Light” o “Sonic Origami”, los británicos se instalaron en una cómoda posición de tocar en directo, dada su acreditada solvencia sobre las tablas, y no diría que se limitaban a vivir de las rentas pero sí a seguir ese ritmo cómodo que te permite llegar a tu destino sin excesiva dificultad. Lo cierto es que se mantenía, pero otros les iba dejando atrás.


Sin embargo, esta dinámica cambió con la aparición de “Wake The Sleeper”, una maravilla que puede mirar a la cara a sus mejores obras sin ruborizarse. Resultaba sorprendente para muchos que, con casi cuatro décadas a sus espaldas y sin un álbum de estudio en diez años, HEEP se sacara de la manga tamaña joya. Para mí, no tanto, porque siempre he defendido que las huestes de Mick Box son una de las bandas con peor fortuna, a nivel de ventas y reconocimiento, de la historia del Rock. Desde que se les consideraba unos DEEP PURPLE de segunda división a comienzos de los setenta, han tenido que lidiar contra el maltrato y la indiferencia de la prensa especializada. Claro que, como se suele decir, la venganza ha sido terrible y nadie, ninguno de sus contemporáneos, puede presumir de, a su edad, sacar algo tan increíble como “Wake The Sleeper”.

Cuando URIAH HEEP se plantea escribir un nuevo disco, el desafío es importante porque lo primero que vamos a hacer sus seguidores es compararlo con el anterior y, obviamente, repetir hazaña es harto complicado. Por ello, solo haré una pequeña mención para decir que, en mi opinión, “Into The Wild” está un peldaño por debajo de su predecesor. ¿Es esto negativo? En este caso, ni mucho menos. Además, posee una virtud. No han intentado repetir esquemas y es de agradecer porque, a lo largo de su carrera, URIAH HEEP han comprobado que el incidir en estructuras ha afectado a la percepción de la gente. Pongo como ejemplo “Abominog” (el trabajo que les reactivó a comienzos de los ochenta) y “Head First”, que siguió su estela pero que queda como algo menor en su biografía solo por el hecho de sonar parecido a “Abominog”.

La sensación general de “Into The Wild” es que estamos ante un álbum más directo y, probablemente, accesible. No obstante, cuando te adentras en las profundidades de la composición, podemos distinguir tres tipos de canciones. Por orden de aparición, la inicial “Nail On The Head” marca un camino por el que hacía tiempo no transitaba URIAH HEEP. Seguramente, desde “Raging Silence” que supuso el comienzo de esta formación en el estudio y el final de los convulsos (para el grupo) años ochenta, no nos topábamos con algo tan apegado a esa década. Es una interesante canción, con un notable solo, pero que termina haciendo un poco repetitiva. Dentro de esta línea más comercial, entraría el medio tiempo “Southern Star” que, sin destilar un aroma especial, sí rebosa elegancia, en particular las líneas vocales de Bernie Shaw; un poco más aceleradas, pero también ochenteras, “Believe” y “T-Bird Angel” ponen el contrapunto al resto de cortes. Son buenas composiciones pero reconozco que si el conjunto de “Into The Wild” hubiera ido en términos similares, mi valoración no habría sido tan positiva. En este ecosistema, “T-Bird Angel” cohabita perfectamente con ese estribillo más propio de banda americana en 1987. Es sintomático que al ser temas más sencillos en cuanto a ejecución, lo que más destaca en ellos es Bernie y los solos de Mick Box, quedando Lanzon, Trevor Bolver y Russel en un plano más secundario, dentro de su impecable eficacia.


El segundo bloque solo puede ser calificado como brillante. HEEP se lanza a la velocidad y llega el disfrute absoluto. “I Can See You” es excepcional, machaca la cabeza desde su primera nota para desembocar en un coro más pomposo pero que encaja a la perfección en el conjunto. Los teclados de Phil Lanzon empiezan a resaltar y la base rítmica cobra preponderancia. Esto se repite en “Money Talk”, uno de los pocos cortes de su carrera donde sí se les podría comparar con PURPLE, y “I'm Ready”, el mejor riff de “Into The Wild, cortesía de un Mick Box en estado de gracia. Para mí, esta canción debería ser imprescindible en la gira porque tiene una fuerza interior enorme.

Con todo, el amor incondicional que profeso por los ingleses se sublima en las composiciones más épicas y a medio tiempo, en las herederas de la incomparable “July Morning”. Por eso, aún me sigo maravillando cuando son capaces de regalarnos cosas como “Trail Of Diamonds”, una preciosidad de más de seis minutos, que arranca de forma suave y nos atrapa definitivamente con un cambio de ritmo que evoca los días de gloria de “Demons  And Wizards” o “The Magician's Birthday”. “Lost” es un típico tema sinfónico y con escalas progresivas que presenta la circunstancia de que es Trébol Bolder, el bajista, quien se encarga de la voz principal. No es Bernie, pero no lo hace nada mal. La única canción que se puede considerar balada es la que cierra el álbum, “Kiss Of Freedom”, con un estribillo que entra en tu cerebro y te apetece cantarlo a todas horas, corearlo cuando lo estén interpretando en directo.

Y en medio de todo, el tema título. “Into The Wild”, compositivamente, es un compendio de lo que hemos desarrollado: la vena roquera con la guitarra de Mick Box, la parte más comercial en la voz de Bernie y los toques sinfónicos en el genial coro. Es la guinda a un pastel que se ha elaborado con los mejores ingredientes. Quizá las manzanas no tienen un sabor tan intenso y jugoso como en “Wake The Sleeper” pero la satisfacción es parecida. Esto no son bananas de Belice sino plátanos de Canarias, con sus motitas negras, como diría el famoso chef. Cualquier amante de URIAH HEEP no perderá un minuto en leer nada porque se lo comprará con los ojos cerrados; pero los demás, seguidores del Hard Rock de los setenta y la buena música en general, haceos un favor. Ayer, hoy y siempre: Cracks.

Marco Antonio Romero

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