BEARDFISH - +4626- Comfortzone

Hace ya tiempo que los amantes del Rock Progresivo contemporáneo esperamos con gran expectación cada nuevo trabajo de los suecos BEARDFISH. Y eso es porque hace también ya un tiempo que dejaron de ser una promesa rutilante, convirtiéndose en una apuesta segura para los amantes de los sonidos más vanguardistas. Hacía tres años que no editaban nada y este “+4626-Comfortzone” vuelve a dejarnos boquiabiertos ante su desbordante creatividad, la de un grupo capaz de pasearse con señorío por las múltiples facetas de eso que venimos en llamar Rock Progresivo. Siguen deslumbrando y siguen madurando y la prueba la tenemos en este gran trabajo que paso ya a reseñar.

Pese a que no hay cambios en la formación de estudio, el grupo nos anuncia que para sus conciertos en directo incorporará a un segundo teclista, Martin Borgh, para ser capaces de reproducir sobre el escenario lo mucho que han grabado en estudio. Y no me extraña. Desde el mismo arranque de la introductoria “The One Inside Part One – Noise in the Background” descubrimos unos BEARDFISH más maduros, más cubiertos por capas y capas de sonoridades que difícilmente podrían reproducir sin el apoyo de un segundo teclista. El gusto por los sonidos herrumbrosos sigue siendo el santo y seña de la banda: todo suena “vintage”, como si fuera directamente sacado de grabaciones hechas en los setenta. En la vibrante “Hold On” comprobamos que el liderazgo de Rikard Sjöblom sigue siendo incontestable y que sus teclados son omnipresentes dibujando texturas y filigranas sobre las que planea su versátil voz: tan pronto tira de Hammond apoyando los tremendos arranques de guitara de David Zackrinsson (quien, además, se ha encargado de mezclar el disco) como dibuja bellos pasajes de piano en los momentos más pausados. El trabajo de Robert Hansen al bajo brilla con luz propia en este vigoroso tema trufado de reminiscencias a KING CRIMSON, que está llamado a ser uno de los momentos álgidos de sus conciertos en directo.

En los más de nueve minutos de la épica “Comfort Zone” encontramos lo mejor referencia de lo que BEARDFISH son: sutileza, clasicismo, experimentación… y en todo momento calidad. Por momentos suenan a los BEATLES más lisérgicos mezclados con los PINK FLOYD más primerizos aunque son capaces de embarcarse en pasajes de un lirismo y una sutileza tales que pareciera que estás ante los mismísimos YES. Desde luego uno no se aburre jamás con un disco de BEARDFISH, algo muy de agradecer en los tiempos que corren.


Un claro ejemplo de la versatilidad y multiplicidad de facetas de BEARDFISH es “Can You See Me Now?”, un tema que recuerda al “Killer Queen” de QUEEN por el aire de cabaret decadente que le da el piano de Sjöblom, así como la voz a lo “croner” que exhibe a lo largo de gran parte del tema. En “King” el grupo nos muestra su faceta más rockera gracias a la cruda guitarra de Zackrinsson y la demoledora sección rítmica. Y es que cuando la banda se lía la manta a la cabeza puede ser tan contundente como sutil y eso es precisamente lo que hace que los discos de BEARDFISH sean siempre tan diversos y ricos. La segunda parte del tema central del disco, “The One Inside – My Companion Through Life” es, de nuevo, un remanso de paz en el que el teclado y la guitarra acústica nos ofrecen el lado más siniestro y lúgubre de la banda. Los ecos de JETHRO TULL son innegables en estos suecos que desde sus comienzos jamás renegaron de sus claras influencias setenteras.  

Y como queriendo sacarnos del estado hipnótico en el que nos había sumido el tema anterior, el grupo se descuelga con un trallazo de Heavy Metal titulado “Daughter - Whore”, un corte en el que el bajo de Hansen cobra una relevancia inusitada y la guitarra de Zackrinsson se arropa con las sonoridades de los JUDAS PRIEST de discos como “Sin After Sin” o “Stained Class” e incluso se marca un solo que para sí quisieran IRON MAIDEN. Como decía antes: uno puede encontrarse en un disco de BEARDFISH casi de todo. Y, lógicamente, no podía faltar la típica “Prog-Suite” a la que todos los grupos del género nos tienen tan felizmente acostumbrados. Más de quince minutos dura “If We Must Be Apart (A Love Story Continued)”, una pieza marcada por la transición permanente de pasajes rápidos e intrincados, donde la sección rítmica demuestra una compenetración y una fuerza desbordantes, con otros más pausados donde, una vez más, los teclados de Sjöblom iluminan con multitud de matices una partitura densa, abigarrada y llena de contrastes. Más directa es “Ode to the Rock ´n´ Roller”, un homenaje a los músicos que han de basar su carrera en tocar versiones de otros grupos ante el escaso éxito de sus composiciones propias. Todo un manifiesto de respeto hacia ese ejército de músicos que lucha con dignidad por mantenerse en un mundo tan difícil como, a veces, cruel. En este caso las guitarras dobladas nos recuerdan a QUEEN y el uso del “wha-wha” por parte de Zackrinsson pareciera ilustrar la temática de la canción con un indisimulado homenaje a Hendrix y a Santana.


Para el cierre del disco, y siguiendo los más estrictos cánones del Prog-Rock más ortodoxo, tocaba cerrar la trilogía central de “The One Inside” con un broche de oro. “Relief” se abre con guitarras a lo PINK FLOYD y teclados a lo GENESIS creciendo en intensidad y dramatismo hasta el mismo final. Gran disco, en definitiva, de un gran grupo que ha entrado por méritos propios en la liga de los grandes del Rock Progresivo contemporáneo.

Carlos Fernández

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