BRUTAL TRUTH - End Time

Como un tornado hambriento de destrucción regresan los neoyorquinos BRUTAL TRUTH. En una primera escucha de su último lanzamiento “End Time” parece que los de Danny Lilker (ex NUCLEAR ASSAULT) & Co. tienen ganas de abrasar al personal. Y cumplen.

En la cronología de la banda “End Time” es su sexto álbum. Y el segundo tras su extenso parón de casi siete años (entre 1999 y 2006). Y la verdad es que es como si nunca se hubiera ido. Con un comienzo industrial abrasivo como un cruce entre MEATHOOK SEED (proyecto paralelo de Mitch Harris de NAPALM DEATH) y DEVIN TOWNSEND en el tema “Malice”, ya se puede otear hacia que grado de apocalipsis se dirige el cuarteto. Canciones con infinitos cambios, sonido brutal e hiperdistorsionado y muy poco espacio para el descanso en sus 22 temas. Es decir, salvo algún que otro medio tiempo, como de costumbre siguen con su Grindcore apocalíptico y agónico con tintes cibernéticos. Un mundo tras un holocausto es lo que se imagina alguien tras escuchar un álbum de esta banda.


La cuestión es que lo hacen con tanta precisión y personalidad y las voces de Kevin Sharp son tan auténticas, demoledoras que su aparente unidimensionalidad no tiene importancia una vez se pasa la barrera del muro de sonido de la banda. Con su formación original intacta desde que se reformó salvo por Brent "Gurn" McCarty que ha sido sustituido por Erin Burke (ex guitarra de SULACO y LETHARGY), BRUTAL TRUTH suena como una máquina perfectamente engrasada, Lilker y Hoak suenan como unidos por un cordón umbilical abrasando lo poco que el resto deja en pie. Estructuras cambiantes, complejas, todas desarrollándose en escaso tiempo y casi sin un momento de respiro salvo en los medios tiempos mencionados como son los de “Warm Embrace Of Poverty” o “Drink Up” que no por ello dejan de ser apabullantes y sórdidos como pocos.

Inundados en feedback con unas letras en general muy acordes con la música que les acompaña (“Butcher”, “Killing Planet Earth”, “58 Caliber”, “Malice”) poco más se puede decir de este “End Time”. Ritmos rapídisimos (como es típico del genero) canciones cortas y a la yugular, sonidos abrasivos y contundentes, muchísimos cambios y una actitud inmisericorde definen este finísimo lanzamiento extremo y refrescante como pocos. Un disco que no es para todos los públicos y, a veces puede ser demasiado brutal, pero de una calidad indudable.

Una nota… como retorcida muestra de su sentido malvado del humor, nos dejan un tema de quince minutos (“Control”, una hazaña de duración para esta banda) que se compone de una barrabasada de ruidos instrumentales, cuya escucha no recomendamos a no ser que estemos preparados para salir con una recortada a la calle. Grandes.


 

Pedro Blackearth

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