CANNIBAL CORPSE - A Skeletal Domain

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Habla Alex Webster, bajista y miembro fundador (recuerdo: año 1988) de CANNIBAL CORPSE: “Mucha gente confunde la consistencia con la repetición”. Amén. No sé qué tipo de revolución sonora satisfaría, cuando hablamos de un grupo como este, a las plañideras de la falta de innovación y a los adalides de los saltos de trampolín creativos. Y supongo que una mayoría de gente estará conforme con el hecho de que el Metal se expanda en todas las direcciones y doble todas las esquinas creativas pero sin dejar morir las esencias originales. Y en eso tienen mucho que decir los nombres primordiales. Uno de ellos, absolutamente esencial si hablamos de Metal Extremo, es CANNIBAL CORPSE.

El Death Metal vive un sostenido y excelente momento. Puedes recorrerlo de punta a punta en un viaje fascinante que, si hablamos sólo de discos que han visto la luz en este 2014, te llevaría de FALLUJAH a TEITANBLOOD, de RUDE a ALLEGAEON, de SABBATORY a INANIMATE EXISTENCE, de HORRENDOUS a DYING OUT FLAME, de ANCIENT ASCENDANT a DESECRESY o de MORBUS CHRON a DEAD COGREGATION. El género se mueve, crece y se reproduce en un océano de sonidos brutales que abarca de los más sesudos a los más atávicos. A partir de ahí, sólo puedo interpretar como excelentes noticias que muchos de los padres del invento, los más recientes VADER y CANNIBAL CORPSE, se mantengan fieles a su sonido y además en plena forma. Porque, y conviene recordarlo aunque debería ser una obviedad, no estaría diciendo todo esto si este y los anteriores discos de CC fueran una recreación vaga y masturbatoria de sus buenos tiempos. No es así porque hablamos de trabajos extraordinarios y porque, sorpresa, sus buenos tiempos siguen siendo estos.


O realmente lo son más que nunca. Lo he dicho en anteriores críticas: CANNIBAL CORPSE pasa por el mejor momento de forma de una trayectoria en la que hay algunos altibajos pero ni un solo disco verdaderamente malo. De hecho no era uno de mis cinco (ni diez, ni quince…) grupos favoritos en los viejos tiempos pero sí lo es ahora, en un perpetuo trance de precisión y brutalidad que es mucho más que una segunda juventud. Es, en esencia, la cátedra alcanzada después de casi treinta años de refinación y perfeccionamiento. Un proceso de cambios y crecimiento que eclosionó en obras maestras como “Kill”, “Torture” o este “A Skeletal Domain”. La llegada de Corpsegrinder Fisher y su registro vocal mucho más dinámico que el de Chris Barnes, ese tipo convertido en parodia de sí mismo. El aterrizaje de Pat O'Brien para encargarse de una guitarra solista que emana fuegos artificiales en comparación con aquellos primeros años de entrañable y sórdida carnicería. Todo ha maridado hacia un sonido maduro y complejo pero al mismo tiempo vicioso y accesible, que no ha perdido ni un ápice de salvajismo pero que ha ido ganando en dinamismo, técnica y una saludable polivalencia que se mueve dentro de los estrictos pero generosos límites musicales del estilo CANNIBAL CORPSE. La actual combinación de experiencia, pasión, calidad instrumental y carácter compositivo que maneja este grupo es perfecta. Y no es un adjetivo utilizado a la ligera: PERFECTA.


Vídeo de "Kill Or Become"

Lo único que me ha dejado frío de “A Skeletal Domain” es la portada, ni mucho menos uno de los mejores trabajos de Vince Locke. Hasta la producción ha dado un nuevo salto adelante con el cambio de Erik Rutan por un Mark Lewis que aporta un sonido aún más crujiente, limpio y moderno y que ha terminado entregado a la causa con un altisonante “en este disco suceden cosas inéditas en la historia de la música”. Como siempre, hay amplio espacio para el bajo de Alex Webster, seguramente el mejor en los suyo en este género, y también para la batería de Paul Mazurkiewicz, cada vez y por fin más considerado y menos infravalorado. Corpsegrinder está tan apabullante como siempre y O'Brien frota la lámpara en un disco lleno de solos y riffs que van de las pulsiones más técnicas a desviaciones de TESTAMENT. Y al mismo tiempo con más presencia que en anteriores discos de los tiempos de Jack Owen en formato vieja escuela.


Realmente, desgranado el asunto filosofal de lo que supone un nuevo disco de CANNIBAL CORPSE y aclarado que el grupo sigue en el absoluto estado de gracia en el que vive desde hace casi una década, no hay demasiado que añadir. Este es uno de los grandes nombres que sigue estando muy por delante de sus discípulos e imitadores (no todos lo pueden decir: véase ENTOMBED AD) y este disco está lleno de momentos memorables con más canciones de impacto primordial que las que contenía el también deslumbrante “Torture”. A aquel “Make Them Suffer” de “Kill” le ha salido competencia en la categoría de clásicos de nueva generación con “Kill Or Become”, endiabladamente adictiva con un estribillo para los anales: “Fire up the chainsaw, hack their fucking heads off”. Y lo mismo puede decirse de “Asphyxiate To Resuscitate”, con unas escaladas de barbarie que hace que produzca escalofríos imaginarla desatada en los directos del grupo.

“Icepick Lobotomy”, “The Murderer's Pact” o la aterradora atmósfera de “The Skeletal Domain” completan lo mejor de un disco extraordinario. Otro disco extraordinario de un grupo extraordinario. Y conviene recordar que la permanencia en un estilo tan definido y genuino es un valor pero es ni el único ni el gran valor de este disco, que más allá de eso es una lección en formato exhibición sobre cómo hacer Death Metal. Aplastante, violento, sádico. De una precisión quirúrgica en unos niveles de barbarie convenientemente insanos. Eso es CANNIBAL CORPSE, esa es su forma de entender la música y ese será su legado. El de unos genios del Metal Extremo que después de casi treinta años de carrera siguen siendo por encima de todo un grupo de los nuestros. Tozudo en sus principios innegociables, constante en la dedicación y brillante en la ejecución. Y eso hay que respetarlo, apreciarlo, valorarlo y disfrutarlo mientras dure. Que sea por muchos años.

Juanma Rubio

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