Concierto de THE QUIREBOYS y PÖLISONG - 4 de marzo de 2018, Madrid (sala Caracol)
¿Un domingo para ver a THE QUIREBOYS? ¡Nunca es un mal día para acercarse a ver a los británicos! Así lo evidenció el pasado domingo 4 de marzo la madrileña sala Caracol, que presentó un inmejorable aspecto para recibir a la banda londinense. Da igual la cantidad de veces que Spike y los suyos nos visiten, que no son pocas y está convirtiéndose casi en una rutina tenerles por nuestros lares año tras año, ya que la gente siempre responde porque la diversión, el buen rollo y la magia del buen Rock en vivo se sirven en bandeja cada vez que sale al escenario la formación británica.
PÖLISONG
Los encargados de abrir la velada fueron PÖLISONG, un cuarteto afincado en Ferrol que ha tenido la oportunidad de acompañar a THE QUIREBOYS en toda la gira española. Días antes de acudir al concierto, vi el videoclip de su tema “Shake It” mientras indagaba en Youtube y me dejó muy buenas sensaciones y ganas de comprobar cómo se las gastaba en directo el cuarteto gallego.
A las 20:30 se corrió el telón de la Caracol y, precisamente, “Shake It” fue la encargada de abrir fuego ante algo más de cien personas. El tema lo hizo con un sonido espectacular. Nítido y potente a partes iguales, lo cual resulta hasta extraño, si bien los primeros temas ejercen de conejillo de indias para que se puedan ajustar volúmenes y demás. Con “Save Me”, “Warrior” y “Way Of Love” la banda se fue metiendo al público en el bolsillo mientras la sala iba subiendo de temperatura con la entrada de más asistentes.
Se podría decir que la banda practica un Hard Rock de corte noventero con muchos toques y guiños al Southern Rock de los 70. En su música hallé reminiscencias a bandas como THE BLACK CROWES, STONE TEMPLE PILOTS, IMPERIAL STATE ELECTRIC o BLACKBERRY SMOKE entre otros. Todo con un regustillo muy clásico que se notaba en la voz nasal de Otto y en los energéticos chispazos a las cuerdas que nos dejó Diego Díaz, un figura, capaz de transmitirte todo el feeling escénico y de dejarse la piel y vivir cada punteo con su guitarra, mientras nos mostraba el logo de su banda bien sellado en la cinta de su instrumento.
“Light”, “Kisses From The Bar” y “Bodies” fueron algunas de las siguientes piezas que nos ofreció el combo de Ferrol. Otto, ataviado elegantemente con un sombrero y un chaleco de cuero marrón, aprovechó para agradecer nuestra presencia en la sala, así como para presentar a la formación que le acompañaba. En el tramo final pudimos escuchar “We Are Free Playing R’ N’ R’” y “Say My Name”, en la que el público acompañó a la banda sumándose a los coros y repitiendo continuamente “say my name, Pölisong”.
En definitiva, muy buenas maneras las del cuarteto, que evidenció tenerse bien empollado el género y manejarlo con la soltura de una banda que llevase años y años de bagaje en el mundillo. Su recital, de poco menos de una hora de duración, fue impecable tanto por sonido, como por actitud y ejecución. La única pega me la pongo a mí mismo, que al acercarme al puesto de merchandising, una vez concluida la actuación, me cercioré de que no tenía suficiente dinero en efectivo como para agenciarme “High”, su primer álbum de estudio, circunstancia que intentaré solventar en cuanto pueda.
THE QUIREBOYS
Pocos artistas dentro del ámbito rockero y de trayectoria larga se me ocurren que mantengan el entusiasmo de Spike con el paso del tiempo. Da igual que el tipo se presente con una aparatosa rotura de pie, que no tiene que ser nada cómoda de arrastrar en una gira, como fue el caso del pasado domingo, puesto que el vocalista con aspecto de pirata y repleto de atuendos y adornos siempre sale a darlo todo, a pasarlo bien y a hacernos disfrutar al resto.
A las 21:45 se abría de nuevo el telón de la Caracol y, ante una sala casi llena, salía el sexteto británico capitaneado por Spike, el cual saludó al respetable con un mini de cerveza en la mano. Otra cosa no, pero la ingesta de alcohol del personaje en cuestión durante tantos años es digna de estudio, y eso que me dio la sensación de que ha reducido el nivel de consumo un poco. Esos acordes tan parecidos a los del inicio del “Fortunate Son” de la CREEDENCE y que pertenecen al “Too Much Of A Good Time” de su álbum “Beautiful Curse” dieron por iniciado el show, con un sonido excesivamente elevado y con el micro de Spike algo por debajo del resto de instrumentos, lo cual se solucionó en los sucesivos temas.
Como siempre, el incombustible Guy Griffin se situaba a un lado del escenario, con su mítica e impoluta gorra, mientras que Paul Guerin, cada día más parecido a Dave Mustaine de MEGADETH, se posicionaba en el otro y Keith Weir y sus teclas lo hacían junto al batería Dave McCluskey, cediendo parte del protagonismo a los bailes, contorneos y gestos de Spike, que, a pesar de su “mala pata”, sacó adelante el concierto con la misma categoría de siempre.
El primer clásico de la noche, “Misled”, aterrizó a continuación, provocando un buen puñado de aplausos para acompañar a la garganta rota de Spike y al tono bailongo y tabernero que siempre ha tenido el tema en cuestión. El relevo se lo dio “Going Down”, canción de FREDDIE KING con la que la formación daba a entender que pretendía interpretar algunos de esos clásicos blueseros que han rehecho en “White Trash Blues”, su último compacto.
“There She Goes Again” nos trasladó de nuevo al pasado y a esos primeros 90 de la MTV, donde lució durante una buena temporada el videoclip del tema de marras. La canción fue muy coreada. Tras esta, otra versión incluida en ese último lanzamiento citado en el párrafo anterior. “Leavin Trunk”, de TAJ MAHAL. Pura esencia sureña de los años 60 estadounidenses que fue presentada con entusiasmo por Spike, constatando la admiración de los músicos por esos Oldies que pusieron algunas de las primeras piedras de cara a confeccionar el estilo y la personalidad de THE QUIREBOYS varias décadas después.
“Mona Lisa Smiled”, antes de la cual Spike le regaló una rosa a una asistente británica que se hallaba entre las primeras filas, y “Roses & Rings”continuaron encarrilando un concierto que volvía a ser, una vez más, un show de buen Hard Rock y sin fisuras, de los de manual. La inyección de adrenalina no parecía que dejara de hacer efecto con “This Is Rock N’ Roll”, donde Spike movió el pie micro en volandas a su antojo mientras parecía dejarse el alma y las cuerdas vocales en el tema, controlando los tiempos perfectamente.
MUDDY WATERS, uno de los precursores del Chicago Blues, revivió por unos instantes mediante “I’m A King Bee”, uno de sus temas más emblemáticos, recuperado para la ocasión por los británicos para meternos de lleno en los sonidos sigilosos y seductores de aquella lejana época. Tras esta, la balada y enternecedora “I Don’t Love You Anymore” volvió a levantar cuantiosos aplausos, gesto que agradeció Spike con una sentida sonrisa y un “gracias” en castellano.
Cabe señalar que Spike, no sé si por los vinos y cervezas que ya llevaba en el cuerpo o por un simple error de cálculo, entró mal en el comienzo del tema. Esto provocó las risas de sus compañeros e incluso las de él mismo, todo ello sin dejar de interpretar la pieza con toda la naturalidad del mundo, como debe ser. Si sobre líquidos va la cosa, justo antes de “Tramps And Thieves”, uno de los temas más animados que puede tener la banda en su discografía, Spike comentó sin pudor alguno que había muy buenas bebidas en Madrid, simpático detalle que caló bien entre el respetable.
La traca final, como no podía ser de otra forma, la compusieron “Hey You” (cuyo estribillo fue vociferado al unísono por buena parte de los asistentes) y “Sweet Mary Ann”, involucrada en ese estilo tan visceral que también ha acompañado siempre a bandas como HANOI ROCKS o THE DOGS D’AMOUR. Vinieron después el infalible y festivo “7 O’clock”, cuyo cabaretero inicio de teclado levantó al personal del todo, y “I Love This Dirty Town”, que interrumpió la tirada de clásicos.
Tras esta, la banda se retiró levemente del escenario entre aplausos para, tan solo un minutos después, volver a salir para interpretar el esperado “Sex Party” y clausurar un concierto de una y cuarto de duración que pareció contentar a todo el mundo.
Es difícil no salir satisfecho tras recibir una descarga de THE QUIREBOYS. Es de esas bandas con estrella que siempre cumple sobre los escenarios, aunque, en ocasiones, peque de recurrir en exceso a “A Bit Of What You Nancy”, su gran e inigualable obra hasta la fecha. No obstante, y a pesar de que alguien pensará que el listado de canciones es algo rácano si nos atenemos a la cantidad de discos editados de Spike y cía, la formación transmite tanto entusiasmo, logra proyectar tan bien su forma de sentir y captar sus creaciones y estas funcionan tan bien en vivo, que hay que estar muy loco o tener la boca muy sucia para hablar mal de THE QUIREBOYS.
¿Vendrán de nuevo durante el curso 2019? Aquí les esperaremos con los brazos abiertos.
Fotos: Gema Redondo
Promotora: Kivents