El alcance de DEVIN TOWNSEND en cualquiera de sus multiples encarnaciones es cada vez mayor. El que fuera alumno aventajado de Steve Vai en su día, alocado reconocido e hiperactivo musical, arrastra tras de sí un audiencia variada y nutrida de todos los entornos y procedencias, y eso se deja notar en sus conciertos. Mientras que en Barcelona ya tenían las entradas agotadas para el día siguiente, en Madrid no, pero por poco, porque la Rivera estaba hasta arriba. No era para menos viendo lo que poco después ofrecería el Bueno de Doc de “Regreso Al Futuro” (más cuando tenia melenas…), extraterrestre humanizado que es DEVIN TOWNSEND.
Comenzaron con “Foe”, la única de “Coal” que tocarían. Ya con ella empezaron los anticlimax en forma de acortamiento de canciones. El sonido fue descomunal desde el principio y Einar sigue demostrando que es un gran vocalista pero que tiene el charisma algo escondido, no sabiendo que hacer con su brazo izquierdo cuando no lo usa en el teclado. Desde ese momento LEPROUS optó por llevarnos a su trance particular con los temas más llamativos de “The Congregation”, su última obra.
“Third Law” que dio pie a mucho cabeceo por parte de todos fue el siguiente, previo cambio de guitarras blancas a negras y dando más peso rítmico por el uso de las ocho cuerdas por parte de Tor Oddmund Suhrke. Le siguió “The Price”, con esas síncopas tan reconocibles, y cómo no, la oscuridad con intro electrónica y poderió rítmico de “The Flood”. Y aquí llegó el mejor y el peor momento de la noche. “Rewind” para lucimiento del jovencísimo Baard Kolstad en el que tuvo que quitarse la camisa por el esfuerzo, fue recortada en su apoteósico final con voces agresivas lo que a alguno nos dejó en pleno coitus interruptus. Para acabar “Slave”, que sí tocaron íntegra, dejándonos con ganas de muchísimo más.
Con los siguientes en salir después de un bastante rápido cambio de escenario, fueron los americanos BETWEEN THE BURIED AND ME. Aparecieron todos en escena aún con las luces de la sala encendidas y quedó demostrado que al menos lo que vimos en La Riviera, el grupo es de estudio y pierde enteros en directo.
Me pasa igual con combos como PROTEST THE HERO pero con BETWEEN THE BURIED AND ME se potencia por la variabilidad de elementos de sus composiciones y sonidos. Pese a tener su propio técnico y quedar demostrado con LEPROUS que La Riviera “suena bien”, los americanos me resultaron muy aburridos porque musicalmente hablando pierden toda la sorpresa de sus discos y se convierten en un jaleo dificil de seguir.
Además, el sonido no era del todo adecuado. Las guitarras sonaban empastadas, la batería excesiva y Tommy Rogers sólo cantaba bien en las guturales. Parecía que iba a sonar mejor dada la jam session que se montaron los músicos en la prueba de sonido, destacando el bajo sintetizador de Dan Briggs. Sin embargo, no fue así, por mucho aire circense que tengan algunos teclados y cambios de ritmo.
Optaron además por no interctuar con el público, enlazando los seis temas que nos traían preparados. La mayoría de ellos de “Coma Eliptic”, bajo cuya portada como telón de fondo apareció el grupo. Y para mayor abundamiento comenzaron con los más de doce minutos de “Fossil Genera - A Feed from Cloud Mountain”, previa intro pianística. A lo largo de este tema el técnico terminó de ajustar todo y eso hizo que el principio se disfrutara menos que el final. Aún así tampoco dieron con la mezcla adecuada.
Siguieron con “The Coma Machine” de su “The Parallax II: Future Sequence”. Enlazaraon “Lay Your Ghosts To Rest”, que logró que Tommy diese al menos las gracias al público; y “Bloom”, que sonó más lucida y pegadiza arrancando incluso las palmas del público. Al final volvieron a “Coma Eliptic” con “Option Oblivion” y “Life In Velvet”, cerrando así casi 45 minutos de actuación que pasaron sin pena ni gloria. Todo lo interesante que suena en estudio, lo pierde en directo.
La parafernalia era mínima, la portada de “Trascendence” como telón de fondo, dos pirámides tridimensionales como telones secundarios y un juego de luces frontales entretenido, que hizo que sólo Devin Townsend estuviese realmente iluminado en toda la actuación. Los barbudos Brian Waddell y Dave Young pasaron a un segundo plano aunque estuvieron intercambiando sus posiciones una y otra vez. Mientras, el enorme Ryan van Poederooyen siempre fue protagonista con sus potentes golpes en el amplio set de batería y Mike St. Jean estuvo siempre presente pero oculto.
A diferencia de las dos bandas previas, el cambio de Devin Townsend sí fue tedioso. Cambiaron la mesa de mezclas y probaron el sonido de todo elemento sobre el escenario. Para amenizar la casi media hora de espera optaron por utilizar los dialogos del “Dark Matters” de “Ziltoid 2” sobre diversas canciones conocidas, aunque realmente nadie hacía mucho caso a lo que sonaba mientras se cambiaba el escenario. La gente quería que Devin saliese ya y eso ocurrió a las 21:32, casi puntual.
Empezaron con “Rejoice” de “Ziltoid 2” y, a pesar de todas las pruebas de sonido, inicialmente no fue satisfactorio. Además, sonaba raro sin las voces femeninas o sepultadas en la amalgama de sonidos. Tuvo que pasar el ecuador de este corte para que ya se alcanzase la mezcla de volumen y ecualización correcta y la voz de Devin tuviese el protagonismo necesario, en detrimento de unos teclados excesivamente altos. En cualquier caso es cierto que la música de DEVIN TOWNSEND es así, es pomposa y bombástica, llena de elementos hindu-astrales en los que cuesta entrar.
Coreada y ya con nuestros tímpanos acostumbrados fue “Night”, del proyecto “Ocean Machine”. Desde el primer momento Devin tiró de su parafernalia de gestos e histrionismos varios, siendo absoluto dueño y señor del escenario en todo momento. No obstante, la primera vez que se dirigió al público fue para presentar el nuevo trabajo, “Trascendence” del que cayeron dos piezas seguidas. Fueron “Stormbending”, uno de los momentos más lucidos musicalmente con el tapping que se marcaron en el solo y “Failure”, característica por la pesadez de sus guitarras y cuya parte solista tuvo a Devin sentado en el extremo del escenario.
Al primer y genuino “Ziltoid” regresó con “Hyperdrive”, en donde Devin aprovechó para practicar idiomas y decir las palabras que sabía de castellano. Mientras, desde el público alguien levantó un peluche del citado extraterrestre. El momento de ponerse tranquilos como dijo Devin llegó con “Where We Belong” del “Epicloud”, hímnica y bonita que sirvió para hacernos tararear, a partir de lo cual Devin se puso serio, se cambió la guitarra luminosa a una más “Heavy” y empezó la contundencia.
Así ocurrió con “Planet Of The Apes” y con la brutal y veloz “Ziltoid Goes Home”, donde volvió a cambiar de guitarras. La pausa volvió relativamente con “Suicide” en donde retó al público a reconocer el tema entre los 25 discos que tiene a sus espaldas y que logró hacer cabecear a todo el mundo y la propia banda. En este momento sucedió uno de los momentos simpáticos, cuando Devin anunció “March Of The Poozers”, de la segunda parte de “Ziltoid” y se equivocó porque en el setlist estaba “Supercrush!” de “Addicted”. Tuvo que recular y presentar la segundapara regocijo de los allí peresentes.
Puso punto y seguido con “Kingdom”, su canción de amor como dijo, que le sirvió para hacer un poco de teatro. A su término Devin volvió a bromear. Comentó que se iban a ir dos minutos de escena pero que iban a volver. Pero para hacer como en todos los conciertos o gritábamos o no volvería. Obviamente regresó, antes incluso con una acústica y sólo él en escena.
Era el momento de interactuar, y después de decirnos que también sabía decir en castellano “la rana Gustavo” y que iba a hacer como ella, se puso con “Ih-Ah!” que despojó de todo artificio y la convirtió en una canción ñoña. Sin embargo, funcionó perfectamente para hacer cantar a la gente en distintos tonos (incluso en forma de Death Metal en un momento dado). Puso la nota de humor al equivocarse de nota. Lo reconoció públicamente e ironizó llamándose estúpido a sí mismo y repitiendo una y otra vez: “no pasa nada, la gente te quiere”…
El punto y final del concierto desopués de 95 minutos, ya con toda la banda en escena lo puso “Higher”, otro de los buenos cortes de “Trascendence”. Devin dijo de seguido todas las palabras en castellano que sabía mientras el público coreaba su nombre (gracias, por favor, la rana Gustavo…) y de presentar a toda la banda.
Para mi gusto el concierto de DEVIN TOWNSEND PROJECT fue sublime. Aunque tardé en entrar en calor un poco, pronto Devin supo ofrecer una parte de la infinita música que hay en su cabeza y eso en él es mucho. Además sabe manejar los tempos del concierto muy bien y él mismo es un showman. Lo tiene todo vamos.
Crónica: Raúl Ureña
Fotos: Laura Ruiz
Promotora: Madness Live! Prods.
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