Hace tan solo un par de años que conocí a DIABLO SWING ORCHESTRA, una muy peculiar banda sueca que transita por los marcianísimos caminos del Avant-Garde, justo tras el lanzamiento de su última obra “Swagger & Stroll Down the Rabbit Hole”. La mezcla de estilos del segundo single de este disco, “Celebremos Lo Inevitable”, unido a la rareza de encontrarse a un grupo sueco cantando en castellano, hizo que me picara la curiosidad lo suficiente como para prestar atención a su discografía y que acabara convirtiéndose en una pequeña obsesión personal.
Pasa el tiempo y salta la noticia de que van a tocar por primera vez en España desde su formación hace ya veinte años. Instantáneamente se convierte en una cita fija en la agenda, aunque no sin ciertos reparos ante cómo veríamos representadas en vivo la enorme cantidad de voces e instrumentos diferentes que se escuchan en sus discos en estudio. Tras varios días de anticipación y mucho hype, el pasado viernes por fin pudimos salir de dudas.
Aunque no se habían agotado las entradas, antes de la apertura de puertas ya había más de un centenar de personas haciendo cola ante la entrada de la sala The Bassement Club de la madrileña calle Galileo. Y lo primero que pudimos apreciar, una hora antes del principio del concierto, era la gran variedad de público a la que DIABLO SWING ORCHESTRA había atraído. Había metaleros varios, algún punk, gente con traje, con camisa y chaleco, con flores adornando el pelo… quedaba más o menos claro que los espectadores eran de gustos tan variados como los estilos que fusiona la banda sueca en sus temas. Espectadores que, por cierto, llenaron casi dos tercios del aforo, una respuesta más que buena para una banda no precisamente conocida en nuestro país.
Una vez dentro, surge otra duda. El escenario de la sala era de unas dimensiones muy reducidas, a todas luces insuficiente para alojar a una banda de nada menos que ocho miembros, y desprovista de todo tipo de escenografía: ni siquiera un telón con el nombre de la banda. Estábamos ante un escenario con instrumentos y nada más.
Con puntualidad empieza a sonar una intro pregrabada: el tema “Pink Elephants On Parade” de la película "Dumbo" de 1941. Y la banda entra al escenario, uno tras otro, con un look tan peculiar como la música que practican, tomando el escenario con “Guerrilla Laments”, de su tercer disco, “Pandora’s Piñata”, seguida sin respiro por “Knucklehugs”, del cuarto, “Pacifisticuffs”. Dos cosas nos quedaron claras en estos primeros minutos: que todo lo que estaba sonando en el escenario estaba siendo tocado en directo y que la banda está tremendamente compenetrada tanto musicalmente como en la parte más física de la actuación.
Y si la banda lo estaba dando todo desde el primer momento, la reacción del público estuvo a la altura, saltando, bailando, gritando y coreando las letras desde el primer momento. Tanta fue la entrega que tras las tres primeras canciones, el cantante y guitarrista Daniel Håkansson –uno de los que llevó el peso del protagonismo del show junto a la cantante y teclista Kristin Evegård- preguntó a la audiencia cuántos los conocíamos antes de esa noche. Prácticamente todos gritamos y levantamos la mano, haciendo que se preguntara “por qué coño habían esperado tanto en venir aquí”.
Qué pintan ocho tíos en un escenario, se puede preguntar quien no conozca a esta banda. Pues… una cantante, dos guitarras, un bajo, un batería, un violonchelo, un trompetista y un trombonista. Y además, maracas, pandereta y un teclado, en los que se alternaban varios miembros de la banda. Y todas esas voces diferentes que se escuchan en sus discos se deben a que seis de los ocho tuvieron momentos de protagonismo vocal. En este aspecto tenemos que destacar la tremenda versatilidad de Kristin, que nos regaló voces tremendamente dulces, otras con unos agudos inhumanos y momentos que bordeaban lo extremo, sin intentar llenar los zapatos de su predecesora AnnLouice Lögdlund en las canciones que tocaron de los tres primeros discos. Kristin tiene su propia voz, su propio estilo y no tiene nada que envidiar a nadie.
Sobre Kristin habría mucho que hablar, siendo el miembro del grupo que más protagonismo acaparó. Merecidamente, podríamos decir. No sólo canta como los ángeles esta cantante de treinta y dos años, además acompaña sus interpretaciones con una teatralidad sobre el escenario con la que se metió al público en el bolsillo desde el primer momento. Kristin tuvo momentos enérgicos, dulces, sensuales, de locura desquiciada… parecía que DIABLO SWING ORCHESTRA fuera una banda formada por una Harley Quinn que hubiera colado drogas psicotrópicas en la bebida de un grupo de músicos virtuosos.
Pero claro, tanto centrarnos en Kristin sería injusto con el resto de sus compañeros, que tocaron temas con cambios de ritmo imposibles sin fallar en absolutamente ningún momento, o con el impresionante registro vocal del trompetista Martin Isaksson, que llegaba a profundos graves y a inalcanzables agudos. Pero ese es el problema con una banda tan brillante a todos los niveles, que cualquier aspecto que destaques es injusto con todos los demás, de los que podrías estar hablando horas.
¿Y en lo puramente musical, cuáles fueron los momentos más destacables? Es complicado destacar ninguno. Fue un concierto de una hora y cincuenta minutos con 21 temas, a tope desde el minuto uno hasta el final, pero podríamos señalar los trallazos iniciales, “Guerrilla Laments” y “Knucklehugs”, el adrenalínico cierre con “Balrog Boogie” y “Vodka Inferno”, y, por supuesto, la espectacular “Celebremos Lo Inevitable”, con la que llegó el delirio.
En momentos más íntimos, la preciosa “Out Came The Hummingbirds”, el momento de gloria para el chelo “How To Organize A Lynch Mob” y sus dejes country, o la sensible “Ode To The Innocent”, en la que Kristin se quedó a solas en el escenario con el teclado y nos recordó en algún momento a Tori Amos, que habla del sufrimiento de los niños en el mundo, especialmente de actualidad en estos tiempos que corren.
La sensación final que nos dejó este concierto fue de que habíamos presenciado casi dos horas de perfección, musical e interpretativa. Y que la visita de DIABLO SWING ORCHESTRA a nuestros escenarios no va a ser la última: ya sea en salas o en algún festival veraniego volveremos a verles, y allí estaremos, sabiendo ya en futuras ocasiones que nos vamos a encontrar una puñetera delicia.
Promotora: Kivents
Crónica: Enrique Acebes
Fotografías: Laura Ruiz y David Aguilar (edición digital)
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