Crónica del concierto de DREAM THEATER en la Nueva Cubierta de Leganés, Madrid (17 de noviembre de 2024)
Hace poco más de un año saltó la noticia, “inesperada” y “sorprendente” (lo entrecomillo porque había indicios claros de acercamiento y cuando el río suena, agua lleva), que revolucionó el panorama del Metal Progresivo. Nada más y nada menos que la vuelta de Mike Portnoy a DREAM THEATER tras trece largos años de ausencia, la banda que fundó como MAJESTY junto a los dos John, Myung y Petrucci, hace la friolera de casi cuatro décadas. Muchos seguidores de los americanos nunca terminaron de aceptar a su tocayo Mangini tras los parches de una de las formaciones más famosas que ha dado el estilo.
Soy de los que piensa que DREAM THEATER necesita a Portnoy tanto como Portnoy a DREAM THEATER pero, al menos, habrá que reconocerle al baterista de Massachussets, además de su increíble talento, fuera de toda duda, su encomiable labor durante este periodo. Nos guste más o menos para ese puesto, ha sido parte importante para mantener “vivito y coleando” a uno de los gigantes de la escena. Sin embargo, pese a llevar casi tres lustros en el grupo, creo que el propio Mangini sabía que era un baterista “interino” y que sólo era una cuestión de tiempo que el “propietario” de la plaza retornara a su puesto. Sólo queda agradecerle, como hicieron públicamente sus ya excompañeros, los servicios prestados a la causa.
Y qué mejor manera de celebrar la vuelta del hijo pródigo (lo sé, es el calificativo menos original, pero qué le vamos a hacer) que metiéndose en el estudio junto a sus “hermanos” para grabar nueva música y, cómo no, aprovechar para celebrar su legado de cuatro décadas con una gira aniversario. Su nuevo trabajo, el esperado “Parasomnia”, no saldrá hasta primeros de febrero del año próximo pero para poder ver en directo a la formación clásica no haría falta esperar tanto ya que, afortunadamente, Madrid (en fecha única en España) fue una de las ciudades incluidas para esta primera parte de la gira y, la verdad, no es un periplo excesivamente largo el de esta primera manga por lo que éramos afortunados.
La Nueva Cubierta de Leganés
Reconozco que La Cubierta de Leganés, recinto elegido para el evento, no es mi sitio favorito para ir a un concierto. He estado en varias ocasiones y, casi siempre, su mala acústica ha deslucido las actuaciones de los grupos que he presenciado. Da igual que fuera la versión “clásica” que la “nueva” de ahora. Curiosamente, la primera vez que vi a DREAM THEATER fue en Leganés en la gira del no siempre bien ponderado “Train Of Thought” hace veinte años ya. Y, curiosamente también, en aquella ocasión sonaron realmente bien. Vamos, que triunfaron donde otros fracasaron. ¿Qué nos depararía su “An Evening With” en ese aspecto esta noche? Siendo consciente de lo perfeccionistas que son con todo lo que hacen, esperaba que se volviera a obrar el “milagro”.
Efectivamente, así fue en líneas generales aunque en la primera parte noté, desde mi posición (zona derecha del escenario frente a Petrucci, más o menos en décimo quinta fila), un poco saturada la voz de LaBrie en algún momento. Instrumentalmente los músicos sonaron impecables y a años luz de otros grupos que allí he presenciado (ahora mismo el único que recuerdo que sonó así de bien también fue TOOL). Pero es que en la segunda parte, debido a la selección de temas, el sonido fue aún mejor por lo que este aspecto crucial en cualquier concierto, y más en uno de sus características, no empañó la que fue, ya lo adelanto, una noche de Metal progresivo con mayúsculas.
Además de por su mejorable acústica, ir a la Cubierta de Leganés supone (salvo que vivas allí o en algún distrito o municipio colindante) un cierto esfuerzo extra cuando no, directamente, tener que ir el coche. Si lo tienes, claro. Para más inri, casualmente, este fin de semana había una serie de eventos gastronómicos en el municipio que dificultaban un poco más la no siempre sencilla tarea de aparcar allí por lo que, desde la organización, se instó a los asistentes a ir con cierto tiempo para evitar sorpresas desagradables ya que el aparcamiento aledaño al recinto no estaría disponible. Pero, ¿qué es la vida sin un poquito de emoción? La ocasión lo merecía.
Expectación ante DREAM THEATER y el papel de James LaBrie
Aunque creo que quedaba alguna entrada disponible, larguísimas filas había formadas para acceder minutos antes de la apertura de puertas. A pesar de hacerse con 90 minutos de antelación, la mía en concreto (la de acceso a pista) iba bastante lenta inicialmente por lo que entré bastante justo. Lo malo es que detrás de mí había bastantes personas por lo que no sé si alguno se perdió el inicio, cosa que nunca agrada, ya que con la exquisita puntualidad a la que nos tienen acostumbrados a las 21:02 se apagaron las luces, alzándose el griterío consiguiente, y cayó el telón que tapaba el escenario mostrando a los músicos en escena. La elegida fue “Metropolis Pt. 1: The Miracle And The Sleeper” de la que, para la inmensa mayoría (entre los que me incluyo), es su obra cumbre o, desde luego, una de las mejores gustos aparte. James la salvó como pudo pero, incluso siendo la primera canción, cuando afrontaba los tonos altos de la misma el resultado no era el deseado por ninguno de los presentes. Aún con todo, siendo el temazo que es, fue muy celebrada.
En la era de Internet, los únicos que no sabían el repertorio (y querían saberlo) fueron los de la primera fecha en el O2 londinense pero, aún así, me resultó curioso que empezaran con un corte de “Images & Words” porque leí hace tiempo una entrevista en la que James LaBrie decía que se siente “incómodo” cantando canciones de este disco. Otra cosa es que en un concierto de estas características fuera imposible obviarlo, lógicamente, como sí hicieron con otros trabajos, siendo para mí la mayor sorpresa en este sentido que dejaran fuera "Six Degrees Of Inner Turbulence”. Las razones son más que evidentes (el propio vocalista lo reconocía sin tapujos) y nos llevan a la eterna discusión que está encima de la mesa desde hace ya bastante tiempo. ¿Debe James LaBrie seguir siendo la voz de DREAM THEATER cuando no es capaz de defender con solvencia en directo las canciones de su discografía?
Que DREAM THEATER es una banda que exige el máximo a cada uno de sus miembros es una obviedad. Son músicos de altísimo nivel y siguen demostrándolo con cada obra que editan y cada concierto que dan. Pero, ¡ay amigos! El tiempo pasa para todos y, salvo que te llames Glenn Hughes (o algún prodigio vocal más que desafía la lógica y la naturaleza humana), el eslabón más débil de cualquier grupo es el vocalista. Esto se acentúa cuando has cantado en tonos altos durante casi 25 años, dando muchos conciertos al año con duraciones (casi siempre) cercanas, o superando, las dos horas y media. LaBrie tiene 61 años y pretender que cante como en el “Live At The Marquee” de 1993 es pedir un imposible, máxime cuando sufrió el deterioro de sus cuerdas vocales a finales de 1994 por culpa de una enfermedad y su recuperación se demoró ocho años al no querer parar el ascenso del grupo y seguir siendo parte de sus mastodónticas giras. Todo tiene un precio en esta vida.
Dicho esto, y como me gusta mojarme, me niego a unirme a las voces que piden la cabeza del canadiense desde hace más de una década. ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que no concibo a los neoyorquinos sin James al frente y sí el precio a pagar es que sus directos, en este apartado, no sean perfectos (o incluso sean muy imperfectos, que también lo han sido por su culpa como ha admitido con absoluta sinceridad en algunas entrevistas), pues lo asumo y lo “pago”. Sé que es de ser algo masoquista, porque hay momentos en los que uno se echa las manos a la cabeza, pero no quiero que DREAM THEATER tenga otro vocalista o se convierta en una especie de WHITESNAKE o de GAMMA RAY con uno de apoyo, salvo que el propio James decida apartarse. Seguro que a las cabezas pensantes de Portnoy y Petrucci se les ocurre alguna forma de salvar este escollo, insalvable para muchos de sus seguidores, para que el barco siga llegando a buen puerto porque creo que aún les quedan años por delante y mucha música que ofrecer.
El principal problema es que por muy buena noche que tenga el cantante y sin querer negar la realidad, sinceramente, le he visto cantar peor otras veces (si nos olvidamos de los tonos altos donde, ya digo, por mucho que se esfuerce y tire de algún efecto desde la mesa, no sale bien parado desde hace tiempo), las comparaciones con el nivel de sus compañeros son increíblemente odiosas porque ninguno falló una nota en las casi tres horas de concierto.
John Petrucci, Mike Portnoy, Jordan Rudess y John Myung
Petrucci es un guitarrista top desde hace mucho tiempo y le vi realmente feliz de tener a su “hermano” Portnoy a las baquetas, pues ya sabemos la conexión personal que existe entre ambos más allá del grupo. Le vimos acercándose a su tarima, o subiéndose a ella, en no pocos momentos cruzando miradas de complicidad con él.
Si feliz estaba el guitarrista, Portnoy no le iba a la zaga y nos ofreció sus ya habituales momentos de animación levantándose y tocando de pie, pidiendo palmas o, simplemente, arengándonos con sus gestos y una gran sonrisa. Mentiría si dijera que, por muy superdotado que sea Mike Mangini, su pulcritud (o frialdad para otros) tocando hacía echar mucho de menos a su tocayo en vivo. El carisma, coros, y actitud en directo de Portnoy son santo y seña del quinteto y se notó mucho esta noche tras su monstruoso kit. Bienvenido sea su retorno.
Capítulo aparte merecen, en mi opinión, Jordan Rudess y John Myung. El bajista de Chicago, clavado en su lado izquierdo del escenario, siempre parece estar en “su mundo” y, sin hacer “ruido” ni estridencias, aporta una solidez y un grado de perfección que pocas veces puedes ver sobre un escenario. Mientras a muchos bajistas les sobran cuerdas para tocar sus canciones, a él parecen faltarle (y lleva bajos con seis) por la vertiginosa velocidad a la que mueve sus dedos mientras ejecuta líneas imposibles. Siempre me han maravillado sus actuaciones y, esta vez, no fue una excepción. Por su parte creo que, a día de hoy, el protagonismo que tiene Jordan Rudess y su teclado en la música y los conciertos de DREAM THEATER está fuera de toda duda. Concentrado y serio en muchos momentos, pero también cómplice de sus compañeros saliendo de su ubicación con su keytar y tomando el frontal del escenario, aportó su talento e innovación continua siendo muy protagonista y uno de los pilares, tanto en estudio como en vivo, sobre los que se sostiene la compleja música del combo neoyorquino desde hace un cuarto de siglo. Enorme.
Con una puesta en escena cuidada y vistosa apoyada en tres grandes pantallas verticales y una horizontal bajo la tarima de la batería, que dieron mucho juego durante todo el concierto, unido a un gran juego de luces, siguieron apostando en el arranque de esta primera parte del concierto por darle representación a los trabajos más queridos por el público y, porque no decirlo también, más inspirados. Así recalaron en “Metropolis Pt. 2: Scenes From A Memory”, con la “Scene Two” completa, y en “Awake”, a través de “The Mirror”, donde Jordan salió de su ubicación por primera vez y en cuyo final Petrucci metió el solo de “Lies”. Antes de esta última, primeras palabras del vocalista recordando quién había vuelto, como si hiciera falta, mientras el susodicho saludaba y era ovacionado. Lo cierto es que fue un comienzo demoledor en el que, desgraciadamente, vimos las carencias vocales de James en las partes más exigentes de estos temas. Y eso que esto acababa de empezar y “Scene Two: I. Overture 1928” es instrumental y le permitió descansar unos minutos la voz.
En esta primera parte optaron por ejecutar temas más directos (aunque algunos de ellos rondaran los ocho minutos de duración o casi diez como la inicial, pero ya me entendéis) como “Panic Attack”, primera referencia a “Octavarium”, la preciosa balada “Hollow Years”, precedida por un tremendo solo de Petrucci y donde LaBrie evitó forzar la voz salvando “los muebles”, o “Constant Motion”.
También pudimos comprobar que, en este repaso a su carrera, no iban a obviar el tiempo que Mike Mangini estuvo en sus filas interpretando “Barstool Warrior” presentada por LaBrie agradeciéndonos el apoyo brindado al grupo durante estos cuarenta años. Me alegro de que lo hicieran, no sólo porque Mangini merece ese reconocimiento sino porque esta canción (y otras tantas de esos años) es muy buena y no desentonó en absoluto con el resto del repertorio. De hecho, fue muy bien recibida por una audiencia entregada y agradecida mientras que Portnoy cumplió pese a ser un baterista bastante distinto a su sustituto.
Segunda parte de la velada con DREAM THEATER
Para dar por terminada la primera parte de su actuación, y realizar un descanso de poco más de cuarto de hora, optaron por uno de los cortes más oscuros y “heavies” que sonaron esa noche. “As I Am” siempre me flipó, siendo un gran colofón a los setenta y cinco minutos aproximadamente que duró el primer acto, mientras que la grabada “Dance Of The Dream Man”, a modo de outro, iniciaba el citado descanso. Momento para ir al baño, pedir otra cerveza o, simplemente, comentar la jugada. La verdad es que no se me hizo nada largo este interludio y sirvió para que el grupo tomara un poco de aliento para afrontar lo que se nos venía encima.
Con proyecciones aludiendo a los distintos trabajos editados a lo largo de los años junto a pequeños fragmentos de canciones de cada uno de los ellos retomaron la actuación, propiamente dicha, con el primer sencillo del que será su próximo disco. De este modo “Night Terror”, que me gustó más en vivo que en estudio, pero que fue recibida con cierta frialdad por el respetable no sé si por desconocimiento o porque no ha calado demasiado en este mes que lleva en la calle, abría una segunda parte que tuvo varios momentos realmente brillantes. El primero de ellos fue volver a toparse con la magnífica “Under a Glass Moon” que disfruté mucho pese a Labrie. El canadiense lo intentó, no se lo voy a negar, pero de nuevo su voz hizo aguas en los tonos más altos aunque contó con la ayuda de miles de gargantas desgañitándose con él.
Bajaron un poco las revoluciones con el segundo, y último, tema de la época Mangini que tocaron esa noche. “This Is The Life” fue la elegida y aquí Labrie sí la capeo con bastante solvencia mientras Petrucci y Rudess bordaban sus partes con un sentimiento que ponía los pelos de punta. Mismo sentimiento que impregnaron a la preciosa y escueta “Vacant”, en la que el baterista dejó su puesto, antes de volver para enlazarla con la larga instrumental “Stream Of Consciousness” que, personalmente, fue otro de los momentos álgidos para mí porque me encanta. Parece que “Train Of Thought” tuvo el protagonismo que creo que merece y, además, sirvió de descanso para que la voz de James pudiera afrontar esa oda de 24 minutazos que daba título a su octavo disco de estudio.
“Octavarium” era la “golosina” para muchos de los presentes de esta gira y como tal fue recibida nada más sonar las primeras notas del continuum de Jordan, protagonista absoluto en solitario en estos primeros minutos del tema, antes de que se le unieran sus compañeros. De hecho, a lo largo del mismo, hubo palmas (espontáneas y solicitadas) junto a momentos en los que la melodía de la canción fue coreada (como en su parte final) por un público que pareció disfrutar escuchándola tanto como el grupo tocándola. Ella supuso también el fin de la segunda parte y el inicio de los bises, unos bises para los que no hubo que insistir apenas nada porque, tras su segunda despedida, enseguida pusieron el fragmento de la película de "El Mago de Oz" en el que Dorothy golpea los tacones de sus zapatos rojos y pronuncia la frase “There's No Place Like Home”. Creo que la misma no sólo sirvió para presentar “Scene Six: Home” sino que iba cargada de más sentido que el obvio porque Portnoy siempre llamó “su casa” a DREAM THEATER. Y al fin estaba de vuelta, como Dorothy.
Momentos emocionantes
Tras esa maravilla de reminiscencias arabescas llegamos al momento más emotivo de la velada con “Act II: Scene Eight: The Spirit Carries On” donde seguro que Portnoy volvió a recordar a su hermana Samantha, fallecida hace pocos días a causa del cáncer. En ella, el baterista nos pidió que encendiéramos la linterna de nuestro móvil a falta de mecheros, como solía pasar antaño, dejando una bonita estampa con el recinto iluminado de esta manera. Tanto en la “escena” seis como en la ocho, James Labrie hizo lo que pudo, una vez más, aunque el resultado fue el que suponéis… De todas formas, a estas alturas de la película dudo que la gente estuviera muy pendiente de eso porque vi a todo el recinto corear el estribillo y cantar las estrofas a grito pelado abrazando a sus amigos. Ya sabéis, momento de exaltación de la amistad. Y que así siga siendo porque este tipo de canciones y momentos a muchos nos alegra el día.
Llegando al final
Como en la vida, todo tiene un principio y un final y las primeras notas del tema por excelencia de los americanos nos llevaban al final de su descarga, haciendo estallar La Cubierta. Puede que “Pull Me Under” sea un tema manido y que LaBrie no sea capaz de defenderlo dignamente (lo destrozó sin piedad, esa es la triste realidad), pero ver a todo el recinto saltando y cantándolo (hasta se formó algún mini pogo por mi zona) hace inevitable que forme parte del repertorio del grupo en una gira que celebra su carrera porque, si hay un tema icónico en ella, es este. Fue, además, el único momento si la memoria no me falla en el que Myung abandonó su lugar para unirse a su tocayo en la parte central del escenario.
De esta forma se despidió DREAM THEATER, dejando muchas luces y alguna sombra (la del vocalista, por desgracia), del público madrileño tras dos horas y cincuenta y cinco minutos de concierto (descanso aparte). Desde luego, pocos grupos dan tanto a día de hoy sobre un escenario y por un precio bastante ajustado para ser un gran recinto y una banda de su calibre. No sé lo que les deparará el futuro en esta nueva etapa, pero había que verlos antes de la salida del nuevo disco porque, como comentó James, en el futuro irán metiendo más temas de “Parasomnia” lo que dejará fuera, sin duda, temas que interpretan actualmente.
Gran espectáculo de DREAM THEATER
Mi balance es que fue un gran concierto, impecable instrumental y visualmente, donde el “eslabón más débil” lo hizo lo mejor que pudo, a veces más acertadamente y otras dejando que desear. De todas formas creo que todos sabíamos a lo que íbamos pero opino que, una vez que pase la gira aniversario, deberían tener muy en cuenta qué temas incluyen en el repertorio para que James los pueda defender o las voces críticas pidiendo su salida crecerán exponencialmente. Aún con todo, una gran velada.
Promotora: Z! Live
Fotos: Jorge Riquelme (Instagram: @maestrobeerbrola)
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Totalmente de acuerdo. Una gran velada que ni Labrié pudo enturbiar. Yo si soy de los que cree que deberia apartarse de la banda. Me cuesta entender DT sin el, pero cada vez lo lleva peor y es una pena.
Es una pena ver a Labrie en directo, debería ser él mismo quién reconociera que le está haciendo daño a la banda y diera un paso al lado, porque la verdad es que destroza el concierto. No quiero imaginar como sonarían con un cantante en forma… Y bueno, aparte de eso y que Myung, Rudess, Portnoy y Petrucci lo bordan, hay que decir que la cubierta de Leganes es de los peores lugares para ver un concierto así. La grada sin numeración es una faena de cuidado para el que tenga que trabajar y llegue justo al concierto porque le va a tocar un sitio penoso. Otra cosa que no me gustó es que en las pantallas no se veían los músicos. Lo ideal hubiera sido un par de cámaras proyectando imagenes de ellos mirntras tocaban los solos porque si los ves desde la grada no aprecias nada, estás muy lejos, y es una experiencia brutal, ver como Petrucci y Rudess hacen esos solos conjuntos. Para mí no fue una experiencia demasiado agradable, fallaron demasiadas cosas, una pena!!!