Crónica del concierto de despedida de SUM 41 en Madrid (Wizink Center, 19 de noviembre de 2024)
Hay bandas que se retiran prematuramente en lo más alto de su trayectoria, por motivos de lo más diverso, y otras que no lo hacen aunque sus prestaciones en directo lo pidan a gritos. Dentro de la primera categoría podríamos meter a los protagonistas de esta crónica. SUM 41 anunció hace poco más de año y medio que, tras la publicación del disco en el que estaban trabajando (“Heaven :x: Hell”) y finiquitar sus compromisos en directo, pondrían fin a su carrera. Por supuesto, que tontos no son, no iban a marcharse sin hacer un último periplo mundial como cabezas de cartel a modo de despedida de todos sus seguidores. No había tenido la oportunidad de verles en vivo con anterioridad así que, en mi caso (y en el de bastantes más visto lo visto), era ahora o “nunca”. Y digo “nunca” porque ya sabemos que no serían los primeros en rentabilizar al máximo su despedida para, poco tiempo después, retornar con cualquier pretexto su actividad como grupo. Ejemplos, de un tiempo a esta parte, los tenemos a patadas en el mundo del Rock y el Metal.
Aunque los conozco desde que lanzaron su primer disco, por aquella época mi interés en bandas de su estilo había decaído mucho. De hecho, desde hacía algún tiempo les había perdido la pista y, aunque su nombre ha seguido formando parte de los ilustres del género incluso en sus momentos más bajos, me sorprendió bastante el enorme poder de convocatoria mostrado ya en su anterior visita y, sin duda, confirmado por la presente. Es verdad que, después de la pandemia, parece que a la gente le encanta agotar entradas de conciertos y, para colmo, una gira de despedida es un reclamo poderosísimo para cualquier grupo pero creo que el éxito de los canadienses radica en que han conseguido el difícil objetivo de sumar a su causa nuevos seguidores. Por lo que pude apreciar, mucha chavalería se mezclaba con seguidores más “talluditos” que venían a despedirse de, probablemente, uno de sus grupos de adolescencia conformando un público bastante variopinto con el denominador común de querer pasarlo bien. Estudio sociológico aparte, el ambiente fue inmejorable para despedir a los canadienses.
NECK DEEP, abriendo la velada
Antes de ver cómo se las gastaba Deryck Whibley y los suyos, tocaba presenciar la actuación de NECK DEEP. La banda galesa contó con un nutrido público al que presentar, durante los casi cuarenta y cinco minutos que estuvieron en escena, las canciones de su nuevo trabajo llamado como ellos. De hecho, su carta de presentación corrió a cargo de “Dumbstruck Dumbfuck” y “Sort Yourself Out”, los dos temas que lo abren, que dejaron bastante claro los derroteros musicales por los que se mueve el quinteto por si su atuendo, las gorras y los bailes no daban suficientes pistas ya. Efectivamente, su Pop Punk de manual, muy en la línea de los cabezas de cartel, que creo que hizo las delicias de los que los conocían y de los que no.
Con un gran telón de fondo que tapaba acertadamente en buena medida el montaje de SUM 41, un buen juego de luces y un gran sonido desde el inicio (sorprendentemente bueno para ser teloneros) echaron la vista atrás hasta su tercer disco, “The Peace and the Panic”, con “Motion Sickness” logrando, poco a poco, ir calentando a un público que, aunque poblaba poco las gradas, ya llenaba más de la mitad de la pista. Una pista que, para mi sorpresa, estaba dividida en dos zonas ya que había Golden Circle. Ya se sabe, apelamos a la igualdad entre todos y a que somos una gran “familia” pero hay espectadores de primera y de segunda según el poder adquisitivo. Nada que no haya visto antes (el negocio manda) pero, en un grupo como ellos, no me lo esperaba.
Ben Barlow, en este sentido, fue el mayor artífice de ello ya que, además de ejercer con solvencia con sus tareas vocales, se mostró comunicativo, chapurreando español (más bien intentándolo porque del “muchas gracias, amigos” no pasó) y animando continuamente (se me llegó a hacer un poco pesado el tema) a liarla a base de circle pits. Medio lo consiguió en algún momento puntual y, sobre todo, ya en la recta final que es cuando el público más calentito estaba. Lo que no se puede negar es que no lo intentara por activa y por pasiva.
La parte central de su actuación la dedicaron en exclusiva a “Life's Not Out to Get You” con el trío formado por “Gold Steps”, “Citizens of Earth”, que consiguió uno de los mosh pits tan deseados por el vocalista y que fue de las que más me gustó, y “Kali Ma”, que introdujeron con las míticas palabras grabadas que pronunciaba el sacerdote invocando a la Diosa Kali en “Indiana Jones y el Templo Maldito”. A partir de aquí consiguieron que la intensidad del público hacia ellos fuera mayor, y eso que en la segunda mitad de su actuación a Ben se le fue un poco la mano con los discursos entre temas, en mi opinión.
Así, nos preguntó quién creía en los alienígenas dedicando la divertida “Take Me With You”, otra de las nuevas composiciones, a esas personas continuando con “STFU” (“Shut The Fuck Up”), su sencillo editado en 2022. Con ella llegamos al momento en el que Ben se vino arriba y nos soltó un discurso que duró más que cualquiera de las canciones que interpretaron esa noche. En él apeló a la unidad de todos para ser fuertes, recordando que daba, o debería, dar igual nuestro color de piel, aspecto o nuestras diferencias porque todos estábamos allí reunidos por el amor a la música y, precisamente, terminó el mismo diciendo que lo que necesitábamos en este mundo era más paz y amor y… más ladrillos. Con esta alusión arrancaron “We Need More Bricks”, con el vocalista desatado bailando, con patadas voladoras incluidas, mientras los guitarristas Matt West y Sam Bowden giraban sobre sí mismos. Desde luego, lo vivieron intensamente.
Sin tiempo para más se despidieron de nosotros agradeciendo nuestra presencia, a SUM 41 por haberles invitado a esta gira, aludiendo a que sin grupos como ellos NECK DEEP no existiría, y haciendo algo de proselitismo pidiendo que acudiéramos cuando volvieran a nuestra ciudad. De este modo “In Bloom”, con la intro grabada y los coros del bajista Seb Barlow (como durante toda la actuación), cerró un concierto que cumplió a la perfección con lo que se le puede pedir a un telonero: preparar el terreno para el grupo principal. Creo que lo consiguieron con creces.
Diciendo adiós a SUM 41
Para evitar miradas indiscretas, el personal de SUM 41 colocó un gran telón y, no contentos con eso, empezaron a echar humo a discreción también para ocultar los preparativos que se estaban llevando a cabo sobre el escenario y no desvelar ninguna de las sorpresas que nos aguardaban. Lo adelantaré ya. La producción que llevaban los de Ontario era de grupo grande, sin lugar a dudas. Un escenario a dos alturas, dos tarimas a cada lado del escenario, muy buen juego de luces y no escatimaron en confeti, humo, fuego, pirotecnia varia… ¡hasta serpentinas gigantes lanzaron! Y todo esto con un sonido perfecto, lo más importante para mí, desde el primer acorde. Desde luego hicieron un despliegue de medios enorme para acompañar y hacer más vistoso un espectáculo que, bajo mi punto de vista, fue francamente bueno (sobresaliente diría, incluso) de más de dos horas de duración.
Los treinta minutos clavados que duró el cambio fueron amenizados con clásicos, muy acordes a los gustos de cualquier seguidor del quinteto (PAPA ROACH, GREEN DAY, THE OFFSPRING, BLINK 182…) cantados a pleno pulmón por el grueso de la audiencia que, a estas alturas, abarrotaba el recinto dando una imagen realmente impactante. Hicieron bien en ir calentando la voz porque, desde que el “T.N.T” de AC/DC inició a las 21:00 el concierto, hasta que el “My Way” de Sinatra lo finalizó, todo el Wizink coreó en mayor o menor medida (lo pidiera Deryck o no) cada uno de los temas que sirvieron para repasar los 27 años de carrera del combo. Hacía bastante tiempo que no veía un público tan numeroso entregado, y en comunión constante, con el grupo, por lo que, con algún pequeño altibajo, la sensación a lo largo de la actuación fue de fiesta total.
“Introduction To Destruction” precedió a la caída del telón dejando ver ya al quinteto sobre el escenario siendo “Motivation”, de su primer disco, la encargada de iniciar su enérgica descarga. Precisamente energía es lo que derrocharon porque, he de reconocer que, obviando lógicamente los temas más lentos que interpretaron, sudaron de lo lindo la camiseta. Sobre todo Deryck, que no paró de moverse de un lado a otro del escenario, subirse a las tarimas y animar constantemente al entregado público que seguía disfrutando de más cortes antiguos, del que para muchos es su mejor trabajo, como “The Hell Song”, con llamaradas y lanzamiento masivo de confeti, y “Over My Head (Better Off Dead)”.
Guiños al público metalero
Aunque todo fluía a la perfección, se notaba a la legua que la puesta en escena estaba trabajada, ensayada y estudiada al milímetro para que todo saliera tal y cómo tenía que salir. Un pequeño ejemplo de lo que digo lo vimos cuando preguntó si había “metalheads” en el recinto dedicándonos un pequeño fragmento del “Reign In Blood” de SLAYER y, supuestamente por petición del vocalista tras preguntar si nos gustaba, por ejemplo, METALLICA, pidió a Dave que tocara el solo y parte del estribillo de “Master Of Puppets”. Tengo claro que, aunque no lo hubiéramos querido, iban a hacerlo sí o sí, porque así ha sido en todas las fechas de esta larguísima gira. Quedó más o menos espontáneo pero no lo era, aunque dé un poco igual porque la gente lo disfrutó de cualquier forma y fue su manera de reivindicar cuáles son, también, sus grupos clásicos favoritos dentro de los sonidos más duros.
Clásicos de SUM 41
Me gustó que no dejaran sin representación ningún trabajo, aunque por algunos de ellos pasaran “de puntillas”. Así se quitaron de encima rápidamente “Order In Declline”, “13 Voices” y “Screaming Bloody Murder” con “Out For Blood”, “War” y la que le da título, respectivamente. Incluso, y cumpliendo su palabra de rescatar temas muy, muy antiguos, interpretaron “Makes No Difference”, primer sencillo y vídeo que publicaron para el mundo según comentó el vocalista, y “Summer”, ya en los bises, para regocijo de sus más veteranos seguidores que, como he comentado, también los había. Tal fue su afán por repasar lo más exhaustivamente su carrera que también tuvo cabida en su extenso repertorio un tema que grabaron hace veinte años y que, pese a no estar en ningún disco, es de las más demandadas por sus seguidores. Me estoy refiriendo a “Noots” que puso, para no perder las buenas costumbre, el Wizink patas arriba.
Aunque era la primera vez que los veía, tal y como estaba desarrollándose el concierto, creo que va a tener razón el líder del grupo cuando afirma que, actualmente, tienen la mejor formación para el directo de su historia. Sonaron increíblemente conjuntados repartiéndose el protagonismo escénico (aunque ya sabemos quién se llevó casi todas las miradas) y cada uno de sus miembros cumplió con su labor a la perfección. A excepción del baterista Frank Zummo, muy sólido en todo momento tras su kit, los demás arroparon a Whibley con unos buenos coros que, atención, se escucharon muy bien y no estaban grabados. Tanto Dave Baksh como Tom Thacker se lucieron a las seis cuerdas y fueron un apoyo vocal constante y considerable para Deryck pero, además, en el caso de Tom, este también se encargó de meter los teclados correspondientes en los temas que los precisaban. Es un detalle que me agradó mucho ya que siempre he valorado positivamente que los grupos traten de reproducir en vivo, en la medida de lo posible, lo que tocan en estudio. Ellos lo hicieron.
No me olvido del bajista, y compañero de fatigas ininterrumpido desde 1998 del vocalista, Jason McCaslin quién, tal vez algo más en la sombra que sus compañeros, cuajó también una excelente actuación ni, obviamente, de Deryck 'Bizzy D' Whibley. Lo del líder de SUM 41 es digno de estudio porque parece increíble que alguien que ha estado a punto de morir por su alcoholismo (hace ya una década, sí, pero el cuerpo tiene memoria y las consecuencias de los excesos pueden aparecer en cualquier momento) sea capaz de demostrar semejante vitalidad durante más de dos horas. Es verdad que sus tareas de guitarrista las ha dejado muy de lado (algún momento puntual en solitario o junto a sus compañeros, pero poco más) delegándolas casi totalmente en Tom y Dave para, con ello, centrarse completamente en su faceta de frontman.
Sin embargo, lo considero una decisión acertada porque manejó los tiempos de la actuación y al público a su antojo desde el primer instante. No negaré que, en algunos momentos, se me hiciera un poco repetitiva la cantidad ingente de veces que nos dio las gracias, que animó a hacer circle pits o que nos pidió corear las canciones junto a él pero, viendo el resultado de estos gestos, sólo me queda darle la razón (de nuevo) porque logró una comunión permanente con la audiencia. Brillante el de Toronto en este apartado como, y no menos importante, en el de vocalista ya que cantó realmente bien tanto las canciones cañeras como las más relajadas. No sé cómo no le faltaba el aire con las carreras continuas que se pegó…
Repaso a “Heaven :x: Hell”
Además de repasar su pasado, más o menos lejano, esta última gira también servía de presentación de “Heaven :x: Hell”, el disco doble con el que dan por finiquitada su andadura musical y calificado por Deryck como “el mejor de su carrera”. No estoy muy seguro de esa afirmación pero, obviamente, varios fueron los cortes que desgranaron del mismo aunque sin abusar. “Landmines” fue el primero de ellos pero también ejecutaron la “happy” “Dopamine” y “Waiting on a Twist of Fate” (ya en los bises) del disco “Heaven” mientras que del “Hell” dejaron un par para la galería. Así, tras un breve solo de batería (momento de protagonismo exclusivo de Frank), sonó “Preparasi a Salire”, con esa voz robótica grabada, que enlazaron sin pausa con “Rise Up” y donde, por si no teníamos suficiente con las llamaradas, apareció la mitad superior de un esqueleto con los ojos rojos iluminados y mostrando con sus manos el 41, cuatro dedos en una y el dedo corazón en la otra. Era lo que les faltaba para rubricar una puesta en escena realmente brillante y conseguida.
El controvertido disco “Chuck”, más por salir después del sensacional “Does This Look Infected?” que porque sea un trabajo mediocre, fue reivindicado a conciencia. De hecho tuvo el mismo peso que él en el repertorio rescatando hasta cuatro cortes que, en líneas generales, obtuvieron muy buena aceptación y respuesta del respetable. Sonaron “No Reason”, “We´re All to Blame”, con circle pit incluido a petición (otra vez) del vocalista, la relajada “Some Say”, que cantó muy bien Whibley, y una emotiva “Pieces” en la que el vocalista apareció solo en mitad del escenario sentado al piano, hasta que se le unieron sus compañeros. Encima, en su parte final, usaron una cortina de chipas de lo más vistosa y apropiada creando un bonito efecto.
Del mismo modo, y pese a que no es de los favoritos del público, “Underclass Hero” también tuvo una nutrida presencia. Temas como la que le da título, donde lanzaron globos a la pista que fueron pinchaos, uno a uno, durante la misma por Deryck, o “Walking Disaster”, con una larguísima presentación sobre la historia del tema y de la guitarra que llevaba colgada tuvieron cabida. Resumiendo un poco la historia, resulta que la compró cuando tenía 17 años, con ella grabó su debut, la tocó en los vídeos de la MTV y en 2003 entraron en su casa y se la robaron para su disgusto. Pensó que jamás la volvería a ver y la recuperó pocas semanas antes del concierto por lo que estaba tremendamente feliz dedicándole un “que te jodan, tío” al ladrón. Lo gracioso es que, de forma espontánea, la pista entera empezó a decir “Fuck That Guy” mientras él se reía diciendo que por eso nos quiere tanto. En su final sacó una acústica y con ella se marcó la balada “With Me”, que fue coreada a rabiar por la audiencia para mi sorpresa, mientras Jason subía junto a Dave y Tom a la parte donde se ubicaba la batería. Incluso en estos temas lentos lograron que el entusiasmo no decayera.
Pero, si de levantar el ánimo hasta lo más alto hablamos, seguro que para muchos de los presentes que han crecido junto a SUM 41, escuchar “My Direction”, “No Brains” y “All Messed Up”, aunque fuera en formato medley (punto negativo porque no creo que les hubiera costado demasiado, por su duración, tocarlas enteras) fue uno de los momentos álgidos. Porque lo que tengo claro es que, para absolutamente todos los presentes, los “hits” “Fat Lips”, deudor hasta la médula de Beatie Boys, y “Still Waiting”, en cuyo inicio nos pidió olvidarnos del fuego y las luces y cantáramos con él porque esto eran entre ellos y nosotros (firmo palabra por palabra esto) con la que se despidieron por primera (pero no última) vez, lo fueron. Ambas desataron la locura general mientras volaban los minis de cerveza y una lluvia de confeti nos volvía a inundar a la espera de los bises.
Estos se iniciaron, remontándose a su época en secundaria, con la canción más antigua que Deryck dijo que era capaz de recordar y la única que han metido en dos discos ya que está en el primer EP y en su disco debut. Efectivamente, la celebrada “Summer”, donde nos pidió agacharnos a todos unos instantes (y la inmensa mayoría lo hizo, cómo no) para luego levantarnos lentamente, dio paso a la nueva y cañera “Waiting on a Twist of Fate”, con Dave muy bien apoyando a las segundas voces. El último cartucho corrió a cargo de una inevitable, ya que no puede faltar nunca en un concierto de los canadienses, “In Too Deep”. Con ella pusieron a todo el mundo a botar y nos dejó con nueva lluvia de confeti y, esta vez, acompañada de serpentinas dejando una preciosa estampa. Antes, y después de ella, el vocalista volvió a darnos las gracias por enésima vez, agradeciendo nuestro apoyo durante todos estos años y diciendo que nos va a echar de menos. No me extraña con semejante respuesta.
Mientras “I've Gotta Be Me” sonaba por los altavoces a modo de outro, y algunos asistentes daban por terminado el concierto abandonando el recinto, el grueso de los presentes no se movió de su sitio pese a que todo parecía indicar que no iban a volver a salir. Finalmente, Tom al piano (en lugar de la acústica como en la versión original) y Deryck al micrófono aparecieron (haciendo recular y volver por donde se habían ido a unos cuantos) para cerrar, definitivamente, el concierto con “So Long Goodbye” en formato extendido y acelerado en su parte final, ya con el resto de la banda en el escenario. En otros lugares han tocado alguna canción más después de esta pero, en Madrid, fue el punto y final mientras el “My Way” de Frak Sinatra nos acompañaba a la salida.
Creo que he visto a casi todas las bandas “grandes” del estilo (aunque a algunas fue hace demasiado tiempo y no sé cómo estarán a día de hoy) y puedo afirmar que, en directo, SUM 41 me ha parecido, si no la mejor, sí de las mejores. Desde luego, a años luz de la despedida de NOFX y mucho menos “infantiles” en directo que GREEN DAY a los que, con mi edad, resulta difícil aguantarles según que “tonterías” de las que hacen o, al menos, hacían. Los canadienses lograron, en mi opinión, el equilibrio perfecto entre energía, interacción con el público y temas lentos dando como resultado un concierto disfrutable y sin momentos de tedio insoportable. Si es cierto, y parece que su líder ha sido muy honesto al respecto, que es su final este “Tour of the Setting Sum”, me alegro mucho de haber formado parte de la “familia SUM 41” aunque fuera la última vez.
Promotora: Live Nation
Más sobre SUM 41 en su web oficial.