Crónica del concierto de VERMILIA y VERTEBRAE en Madrid (sala Silikona, 20 de septiembre de 2024)
Dentro de la recién inaugurada temporada de conciertos tocaba volver a la sala Silikona tras la descarga la semana anterior de SARGEIST para disfrutar, o al menos intentarlo, con la visita de la también finesa Vermilia. Pasado el ecuador de su “Valosta Varjoihin Tour In Spain 2024”, nos llegaba el turno a la capital para comprobar cómo defendía la artista independiente su último trabajo, “Ruska”. Un disco que me ha sorprendido para bien y que, al parecer, también ha convencido a medios y seguidores a partes iguales. Pero antes de embarcarnos en su propuesta de Black Metal pagano atmosférico teníamos por delante la actuación de los locales VERTEBRAE.
VERTEBRAE
Con puntualidad aparecieron los madrileños en escena mientras sonaba la correspondiente intro siendo “Degeneration Generation” su carta de presentación ante una audiencia desperdigada por la sala y no muy numerosa, precisamente. Con un sonido no tan terrible como en otras ocasiones en la Silikona, pero tampoco bueno y que no les hizo justicia a sus composiciones, trataron de aprovechar al máximo el generoso tiempo de que disponían (máxime siendo teloneros) para presentar su primer largo titulado “Hate”. Creo que lo hicieron porque desgranaron íntegro el mismo, así como sencillos previos, completando un repertorio en el que dieron cancha prácticamente a todo lo que su breve trayectoria hasta la fecha ha dado de sí. Me parece una sabía decisión aprovechar este tipo de oportunidades para dar a conocer su música.
El inicio fue bastante intenso y “Visionary”, uno de los cortes que más me han gustado de “Hate”, dio paso a una “Sabbathica” “Swamp of Gloom” donde el marcado riff de la guitarra de Roberto Macías fue el protagonista. Aunque ellos denominan su música como Death Black´n´Roll (y evidentemente esa podría ser la base principal) creo que hay otros elementos, como Doom o incluso Groove Metal, en ella haciéndola bastante variada e interesante. Lo malo es que en ocasiones esta variedad se diluyó con el deficiente sonido que tuvieron en algunos momentos. De hecho Rubén Ledo, su vocalista, llegó a quejarse durante la actuación de los acoples que, al acercarse a su monitor, se producían.
Escénicamente tuvieron los paneles laterales de Vermilia como atrezzo ajeno pero la verdad es que como sólo era una “V”, y el nombre del cuarteto madrileño empieza por esa letra también, hasta parecieron propios. También contaron con la presencia de 'Pepiño'. ¿Y quién es Pepiño? Pues es el apodo que le han puesto al bastón coronado por una calavera con cuernos y luces rojas en los ojos (muy demoniaca ella aunque terminó tuerta) que tanto juego le dio al vocalista durante los cincuenta minutos que duró su concierto. No estuvo presente en todos los temas, es cierto, pero sí que fue una parte visual bastante importante en líneas generales del mismo.
Como llevan juntos desde 2019, cuando se incorporó Carlos Ortiz como bajista, les vi muy compenetrados y, aunque el peso del movimiento escénico recayó en Rubén que no paró quieto, sus compañeros aprovecharon las incursiones del vocalista en el foso para moverse un poco por el escenario mostrando gestos de complicidad entre ellos. Así mismo me gustó bastante el baterista José 'Pirri' García (que encima cumplía años ese día) por la variedad de ritmos que ejecutó no siendo un aporreo continuo al que sometió a su kit, aunque también hubo de eso en las partes más cañeras de sus composiciones.
Hacia la mitad de su actuación recalaron en los sencillos editados previamente y que me parecieron los temas que más se salían del estilo musical que presentan en su primer disco. Así sonaron “Sharp Fangs”, con protagonismo en su parte central de Carlos Ortiz y su bajo, y “No Servant”, presentada por Rubén aludiendo a que no queremos ser siervos y en cuya parte final se volvió a bajar al foso (Pepiño en mano) para terminar de cantar entre el público recibiendo aplausos por nuestra parte a su finalización. Los intentos por conectar con la audiencia del vocalista fueron constantes, aunque no siempre fructíferos, pero es digno de mención que no se diera por vencido aunque terminara diciendo que si estábamos aburridos de ellos, era lo que había, provocando algunas risas. Genialidad.
Retomaron su disco debut de la mano del tema que le da nombre, mencionando lo hartos que estaban del odio en las redes sociales (como casi todos, por qué mentir) para, a continuación, acordarse de los “putos pirómanos de mierda” que queman nuestros bosques con la fugaz “Black Smoke”. El final de la presentación de “Hate” corrió a cargo de “Dressed In Blood (I Am The Reaper)” en la que aúnan la brutalidad (aquí el sonido les lastró bastante), en su primera y última parte, con los tiempos menos acelerados en su mitad dejando patente esa variedad estilística de la que hablaba al principio.
Aunque aún les quedaban diez minutos según los horarios publicados, Rubén anunció la última canción volviendo a pedir nuestra participación levantando su vaso y pidiendo que hiciéramos lo propio con los nuestros (o lo que tuviéramos en la mano ya que le valía también tercios o lo que fuera) mientras presentaba el tema más antiguo de su descarga y que forma parte del EP “My Own War”. Lógicamente me estoy refiriendo a “Raise Your Glass” con la que finiquitaron un concierto notable, dejándome sensaciones bastante positivas, mientras nos emplazaban a volver a verles en Guadalajara cuando actúen con WORMED en noviembre.
Vermilia
Apenas cuarto de hora tardó Vermilia en tener todo listo para actuar junto a sus músicos de sesión. Como Julia Mattila, que así es como se llama en realidad la finesa, es de la escuela “Juan Palomo” si quiere llevar al directo su música (y de la venta de sus discos no va a vivir obviamente), necesita músicos de sesión porque, como es lógico, ella no lo puede hacer todo en vivo. Músicos a los que no presentó en ningún momento y de los que ninguna información he podido encontrar (encima parecían extras de la película de Dune como los calificó acertadamente un colega tras ver su atuendo) pero que, ya adelanto, estuvieron a un gran nivel durante toda la descarga para intentar cumplir con lo que la artista finesa ha registrado en estudio.
Evidentemente, estaba más que claro que no iba a ser posible reproducir en directo lo grabado en estudio pues en sus trabajos hay, para empezar, muchas voces dobladas (la voz limpia y la gutural) y ninguno de sus acompañantes tenía micrófono. Además de este punto, hubo otros elementos que iban grabados (algunas guitarras, partes de teclado, las citadas voces “blackers”) pero, a pesar de ello, me gustó que intentará ofrecer otros elementos posibles de su particular propuesta como el tambor o la flauta travesera, que sí tocó en directo, además de ejecutar todas las voces cambiando de registro cuando fue menester de una manera más que solvente.
También me gustó que su puesta en escena estuviera cuidada y bastante trabajada, dentro de sus posibilidades y las de una gira como esta. Ella también es la artífice de todo el concepto escénico y visual que vimos, desde los paneles laterales (que como dije ya acompañaron a Vertebrae), como las flores y ramas que adornaban su micrófono pasando por el maquillaje (y supongo que el vestuario) que tanto ella como su banda lucían. Es de agradecer este esfuerzo extra por desarrollar una puesta en escena acorde a su música y que la complementó a la perfección.
Con los músicos de espaldas a nosotros “Alkusointu”, el tema que abre “Ruska” fue usada como intro y enlazada con “Äiti Maa” que hace lo propia con su antecesor, “Kätkyt”, mientras Vermilia entraba en escena tambor en mano tocándolo. Por suerte esta noche la sala no ofreció su peor versión en cuanto a sonido y tanto los instrumentos como la voz se escucharon bastante equilibrados en la mezcla. Supongo que llevar algunos elementos grabados también ayudaría a que todo se escuchara en condiciones pero ya digo que lo que reprodujeron en vivo se apreció también con bastante claridad.
Otra cosa que me gustó de la actitud de Julia fue que, pese a ser de la tierra de los Mil Lagos, se mostró bastante más cercana de lo que me esperaba y no dudó en animarnos a dar palmas o moverse por el escenario acercándose a la primera fila cuando tenía la ocasión sonriendo. Lo demostró por primera vez en la fantástica “Vedestä Vieraantunut” pero no fue la última vez que lo hizo. Creo que el escaso público también lo percibió y reaccionó a sus peticiones de manera bastante positiva lográndose un buen ambiente pese a los pocos que acudimos a la cita con la oriunda de Hameenlinna.
El ritmo del concierto creo que fue muy acertado, no sólo por la alternancia que otorgó a sus dos discos editados hasta la fecha, sino por los temas elegidos de cada uno de ellos de forma que los más pausados no lo hicieran decaer al intercalarlos con otros más movidos. De tal manera “Hautavajo” dio paso a una tranquila “Maisema”, donde la volvió a acompañar el tambor y donde las voces guturales que doblaban a la suya limpia iban grabadas porque dudo que las hiciera alguno de sus encapuchados acompañantes… No es algo que me agrade pero ya digo, hay que asumir que iba a ser así porque no es posible interpretar las canciones tal y cómo fueron concebidas si no delega una de las voces en alguien. Y no lo hizo.
Algo negativo a reseñar, y que hacía algún tiempo que no percibía de forma tan escandalosa, fue el ensordecedor murmullo que hubo durante gran parte de la actuación de Vermilia. En los temas más cañeros como “Poissa”, “Sanoittaja” o “Vakat”, el adelanto de su próximo trabajo que tendrá por nombre “Karsikko”, no se apreciaba en exceso porque la música lo tapaba pero en otros como la versión de Vesa-Matti Loiri, “Nocturne”, o en el inicio de “Marras” fue muy notorio y, por qué no decirlo, bastante molesto. Yo soy el primero que a veces comento cosas pero jamás podré entender para qué ir a un concierto a estar de cháchara sin descanso hablando a un volumen elevado para poder hacerte oír. Es ridículo. Y ya sé que no estamos en la ópera pero hubo momentos en que, de verdad, se rompía la atmósfera que se intentaba crear en el escenario por las voces de algunos asistentes.
En “Saattaja”, otro de los mejores temas de su debut, pudimos escuchar la flauta travesera en directo mientras que “Ruska” mostró el lado más folk y ritual del combo siendo, posiblemente el momento de mayor comunión entre el público y el cuarteto. Les quedó muy bien pero tampoco hay que obviar que hubo partes grabadas por doquier. Con ella afrontaron la parte final del concierto que fue copada, casi exclusivamente, por temas de su último disco editado.
De este modo, obviamente con los teclados grabados, atacaron “Tuonen Joki”, en cuyo inicio de nuevo la flauta travesera hizo acto de presencia, para que “Marras”, seguramente mi tema favorito de su discografía, pusiera la sala patas arriba pese a que el hecho de que la guitarra inicial también fuera disparada para mí la deslució un poco.
“Kaipaus”, el último corte de “Ruska” puso también fin a la presentación del mismo mientras que “Pimeä polku”, el tema que cerraba su EP de 2020 “Keskeneräisiä tarinoita”, hizo lo propio con el concierto, del que saco más luces que sombras, tras unos aceptables casi 75 minutos. Curiosamente, nadie se movió de su sitio mientras abandonaban el escenario por el interior de la barra lateral y sonaba un outro pensando en que volverían a salir para hacer algún bis. No hubo lugar a ello pero sí que se fueron rápidamente al puesto de merchandising para vender todo lo que pudieron y hacerse fotos con aquellos que así lo desearon volviendo a demostrar que no tiene el frío carácter propio de su tierra. No fue el concierto del año pero sí una grata velada de una banda a la que seguir la pista de cerca para ver lo que Vermilia nos ofrece en “Karsikko”. No me cabe duda de que será algo de calidad.
Promotora: Kivents
Más información sobre la artista finlandesa Vermilia:
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