Crónica y fotos de VISION DIVINE, ELISA C. MARTÍN y VANAGLORIA en Madrid (sala Revi Live, 14 de febrero de 2025)
Aunque quedan ya lejos los tiempos en los que el Power Metal tenía una especial representación en mis gustos musicales, siempre hay determinados grupos a los que, por el momento en el que llegaron a tu vida o los escuchaste por primera vez, les sigues prestando cierta atención y guardándoles un hueco en tu corazón a día de hoy. En mi caso, los italianos VISION DIVINE son uno de esos grupos. Aunque, seguramente, sus últimos trabajos han estado demasiado espaciados en el tiempo, todo lo que han ido editando desde aquel lejano disco homónimo posee una calidad mínima de notable alto. Es más, su último trabajo ha sorprendido a muchos de forma muy positiva, servidor incluido, ya que creo que “Blood And Angels' Tears” se encuentra entre lo mejorcito de su carrera y también de los trabajos que han salido en el estilo el pasado año.
Por ello, algunos recibimos con entusiasmo el anuncio de sus fechas españolas (dos únicamente, eso sí) y marcamos en rojo el día de San Valentín, no por ser el día de los enamorados sino porque era la fecha elegida para presentarlo en Madrid. Desgraciadamente, un revés del todo inesperado dejó pendiendo de un hilo su presencia en nuestro país cuando Ivan Giannini anunció que dejaba la banda. Ignoro los motivos pero es más que evidente que no fue una partida amistosa ya que su negativa a cumplir con los compromisos en directo ya adquiridos obligó al grupo a cancelar, por primera vez en su historia, los conciertos programados para diciembre.
Afortunadamente, encontraron un reemplazo temporal en la garganta de Roberto Tiranti, vocalista de LABYRINTH y amigo de Olaf Thörsen, para mantener en pie las fechas españolas dotando a estas dos actuaciones de un halo especial y único. Un gran gesto por parte del vocalista italiano pero que, por qué no decirlo, dejaba un poco en duda qué tipo de concierto sería capaz de ofrecer ya que nunca antes había cantado en VISION DIVINE. Y mira que el historial de “intercambio de cromos” (léase componentes) entre ambas agrupaciones a lo largo del tiempo ha sido elevado.
Acompañando a los italianos en su fecha capitalina teníamos a los madrileños VANAGLORIA y a una vieja conocida de cualquiera que tenga algún conocimiento sobre el Power Metal patrio, Elisa C. Martín. Desde luego hubo una mezcla de estilos de lo más peculiar dando como resultado una velada muy variada.
VANAGLORIA, cohesión y potencia

Con exquisita puntualidad, a las 20:00 aparecieron en escena VANAGLORIA al ritmo de la escueta “Humana Condición”, de su primer trabajo “Involución”, para dar inicio a un concierto en el que “La Sabiduría Inconcebible”, su último disco editado hasta la fecha, volvió a ser el principal protagonista como ya sucedió en su concierto junto a TROOPS OF DOOM del verano pasado. Aún así, y aunque data de mediados de 2023, no dejaron de interpretar en la primera parte de su actuación temas como “Afectados del Olvido”, “Letargo” o “Estántiga”, nombre con el que se conoce a la Santa Compaña en la provincia de Pontevedra, ante una sala que seguía prácticamente vacía.
Con Luis Merino ejerciendo de maestro de ceremonias presentando las canciones que se iban sucediendo, aprovecharon su tiempo también para hacer un repaso a otros temas que componen su discografía. De este modo echaron la vista atrás hasta “La Dinámica del Miedo”, para recuperar el tema que le da título, o a “Vestigios de lo Inhumano” para hacer lo propio con “Alimaña”, corte que habla del primer asesino en serie de Estados Unidos, H. H. Holmes, que llegó a construir un hotel en el que cometía sus crímenes.
Gozaron de un sonido nítido y potente (tal vez los samplers sonaron un poco altos en ocasiones), donde los coros del bajista Iván Roca sirvieron de apoyo en algunos momentos a la versátil voz de Luis. El vocalista volvió a demostrar lo bien que se desenvuelve tanto en los guturales de todo tipo como en las partes vocales limpias, que salvó sin mayor problema. Por su parte, el siempre sobrio y concentrado Diego Millán, estuvo efectivo a las seis cuerdas y muy bien en los solos y riffs, que soltaba a diestro y siniestro, mientras Raulicio Sánchez aportaba solidez tras los parches.
No faltaron “Nunca es Suficiente” o “Cuando el Mundo se Detuvo”, corte que resalta algunas de las cosas buenas que dejó la pandemia a juicio del vocalista como que la atmósfera pudo “respirar” a consecuencia de que estábamos todos en casa. Tampoco faltó otra fija en sus directos como esa “rara avis” llamada “Epitafio”. Para presentarla el vocalista preguntó a sus compañeros si querían hacer un rap o no y, aunque su pregunta obtuvo el “no” por respuesta de cada uno de ellos, entre risas, dijo que la iban a tocar igual.
“Albores De Un Nuevo Comienzo” finiquitó los temas de “La Sabiduría De Lo Inconcebible” y, aunque su concierto fue bastante extenso, sobre todo teniendo en cuenta que eran las primeros y duró más de 50 minutos, dispusieron de un último cartucho para cerrar su actuación tras agradecimientos varios. El punto y final corrió a cargo de la cañera “Mundo Asesino”, perteneciente a “Decadencia”, el único disco del que hasta el momento no había sonado nada, recibiendo los aplausos de los allí presentes tras una solvente actuación. No practican mi estilo favorito, pero es innegable su cohesión como grupo y su buen hacer sobre las tablas como volvieron a demostrar esa noche.
Más información sobre VANAGLORIA en su Facebook.
La maestría de Elisa C. Martín

Conforme transcurrían los minutos, daba la sensación de que algo pasaba porque el cambio entre grupos se estaba demorando demasiado. Sobre todo teniendo en cuenta que todos los grupos tocaron con la batería de VANAGLORIA por lo que no había que desmontar y montar este instrumento, motivo por el que suele alargarse, casi siempre que hay que hacerlo, el cambio entre bandas. Efectivamente, aunque no comentó los detalles, durante una de sus intervenciones, la vocalista madrileña se disculpó por la larga espera confirmando que “las cosas del directo” les habían obligado a retrasar su aparición. Aparición que, por otro lado, me dio la impresión que gozó de bastante expectación. Desde luego más que la de sus predecesores.

Como comentaba antes, cualquiera con un poco de edad (seguramente muchos de sus alumnos ni hubieran nacido, así que esto no aplica para ellos) y memoria, recuerda a Elisa como la voz de DARK MOOR. Ella es muy consciente de esto, y bien que hace porque fue una auténtica pionera y he leído que, incluso, ahora hace en sus conciertos un medley de más de diez minutos recordando temas de aquellos años. Desgraciadamente no fue el caso esta noche porque su actuación se centró exclusivamente en presentar algunos de los temas que componen su primer disco en solitario, “Nothing Without Pain”, que vio la luz hace más de dos años ya.
Mi último recuerdo de la vocalista es de su concierto en 2002 junto a su exbanda en la difunta Aqualung presentando esa maravilla llamada “The Gates Of Oblivion” y, aunque en mayor o menor medida he tenido conocimiento de sus pasos (sobre todo en las bandas de las que formó parte después), es verdad que la tenía un poco perdida la pista en estos últimos tiempos en los que ha colaborado puntualmente con otras bandas y se ha volcado en su academia de canto, si no estoy equivocado.
Habiendo pasado casi 23 años desde la última vez que vi a Elisa en un escenario estaba bastante expectante por ver qué ofrecía, musicalmente hablando, en la actualidad. Sin embargo, la primera sorpresa no me la dio ella sino su baterista llamado Junior. ¿Por qué? Pues simplemente porque salió como un torbellino agitando las baquetas arengándonos a sus doce años de edad. Sí, has leído bien, el baterista que ha tomado el relevo tras los parches de, por ejemplo, Abel Sequera es un chaval que no está ni en la adolescencia y que se estrenaba con la banda de Elisa esa noche.

La que sí lo está es su hermana Galilea, encargada del bajo y también del teclado durante un tema. En su caso son 16 primaveras las que tiene y, aunque algo más tímida inicialmente que su hermano (al que los nervios aparentemente no le pasaron factura en ningún momento), poco a poco se fue soltando dejando momentos de complicidad con la vocalista y con José Rubio, también nueva incorporación del quinteto a la guitarra de siete cuerdas y cuya destreza es de sobra conocida.
Todo empezó a cuadrar y dejó de ser algo “curioso” cuando en una de las presentaciones, la madrileña comentó que Gali había sido primero alumna, luego amiga, para terminar siendo la bajista de su banda. Lo que no dijo es que, tanto ella como Junior, son los hijos de José. Es irrelevante quién sea su progenitor, porque creo que cumplieron con profesionalidad con su labor pese a su exultante juventud, pero sirve para entender algunos de los gestos, sonrisas y miradas que los tres se dirigieron durante su actuación. Desde luego tiene que ser un orgullo, además de un gran placer, ser músico y compartir escenario con tus hijos.
“No More” sirvió para arrancar un concierto sobre el que pendió continuamente un posible recorte en la duración por la tardanza en salir, pero que, si no estoy equivocado, finalmente contó con todos los temas previstos. Entre ellos Elisa se mostró muy dicharachera y comunicativa con el respetable, ya fuera presentando a sus compañeros como saludando a conocidos o alumnos que habían ido a verla, que había unos cuantos en la sala apoyando a su profesora. También aprovechó sus largas intervenciones para presentarlos y hablar de su temática denotando que este disco posee una gran dosis de autoafirmación o empoderamiento personal en sus letras. Creo que así lo atestiguan “The Winner”, con base de teclados grabados (como prácticamente todos los que sonaron) y bastante protagonismo del bajo, o la cañera “No Fear”, siguientes en caer.
No acabé de entender muy bien cómo, por mucho que José Rubio sea ahora su guitarrista, en un repertorio tan escaso como el de esa noche (y encima si vas justa de tiempo para presentar tu material) tuviera cabida un tema instrumental del disco “Celtic Lands” del cordobés. De este modo, tras presentarlo para los que no le conocieran previamente, todos abandonaron el escenario para que interpretara “Anam Cara”. Es verdad que no es un tema largo y que, seguramente, fue un gesto hacía él cederle ese protagonismo pero, entre las largas presentaciones y el tema instrumental, me quedó la sensación final de que pudo haber aprovechado mejor el tiempo para tocar más música. De todas formas estoy convencido que así es como ella quería abordar el concierto, dando oportunidades a chavales jóvenes y lanzando su mensaje aun teniendo, por ese motivo, que sacrificar canciones propias.
Ahondando en el tema de dar oportunidades presentó para cantar “The End”, junto a ella, a Olivia, otra de sus alumnas, que salió a escena y ambas abordaron dicho tema. Me gustó el trabajo de las guitarras, tanto de José como de Carles Salse (también hacha de KILMARA, entre otros), en este medio tiempo y en “Take Off The Mask”, corte en el que de nuevo apeló a su faceta de “guerrera” siendo prácticamente el leitmotiv de su actuación. Seguramente todo de forma muy consciente ya que con este apelativo se siente muy identificada y la representa totalmente.
Apurada un poco por el tiempo preguntó si había posibilidad para una más sugiriendo a Gali que tocara algo en el piano. De este modo se quedaron ambas solas para interpretar, a piano y voz, la balada “Songfory” dedicada a su mujer. Mucho tiempo ha pasado desde la primera vez que escuché la voz de Elisa por primera vez pero creo que, independientemente de que el estilo de “Nothing Without Pain” esté alejado del Power Metal de corte neoclásico con el que la conocimos, sigue transmitiendo mucho con ella más de dos décadas después. Seguramente esta canción lo dejara más claro que ninguna otra de las que interpretó esa noche, evidenciando también que Gali se desenvuelve tras un teclado sin problema alguno.
Ahora sí que no había tiempo para más, ni restaban temas por tocar en el repertorio, por lo que con la enésima declaración de intenciones llamada “Carry On” (el título lo dice todo) finiquitó un concierto de unos tres cuartos de hora donde Elisa presentó parte de su disco en solitario y a su nueva banda dejando claro que ha vuelto para quedarse. No sé si ya está trabajando en la continuación de su debut o sus múltiples ocupaciones no se lo han permitido aún pero, sea como sea, me resultó agradable (aunque su estilo musical no case demasiado con mis gustos) volver a escuchar a una de las voces femeninas referentes de este país en lo que a Metal se refiere.
Más sobre Elisa C. Martín en su web oficial.
VISION DIVINE salva con nota el concierto

Aunque alguna persona más había que en el inicio de la velada, una de las peores cosas que tiene la Revi Live (no todo iba a ser perfecto en una de las mejores salas para mí, sin lugar a dudas) en este tipo de conciertos que distan mucho de ser multitudinarios es que, o metes más de la mitad de su aforo, o la sensación de “sala vacía” te sobrevuela. De cualquier manera, aunque no éramos muchos, la mayoría estábamos bastante impacientes por ver qué nos deparaba la actuación del sexteto toscano con Roberto Tiranti a la voz.
“War In Heaven”, o lo que es lo mismo, la intro grabada que abre “Blood and Angels’ Tears” anunciaba que aquello iba a comenzar para, sin demasiada sorpresa, dar paso a “The Ballet of Blood and Angels’ Tears”. Como no podía ser de otro modo, todas las miradas estaban dirigidas hacía el vocalista de LABYRINTH. Lo malo es que las suyas estaban hacía abajo para ver las letras de las canciones. Lo intentó disimular de la mejor manera posible pero era algo muy evidente que, en mi opinión, le condicionó muchísimo escénicamente y, por qué no decirlo, también a nivel vocal por esta inseguridad. Dicho esto, está fuera de toda duda lo buen cantante que es y los arrestos que le echó para ayudar a su amigo Olaf Thörsen a salvar las fechas españolas, pero mentiría si dijera que no eché de menos al “fugado” Ivan en los temas donde dejó su impronta. Aún así, creo que pocos (o ninguno) podrían haber sacado adelante el concierto como Roberto lo hizo. Sólo por afrontar este reto tiene todo mi respeto.
Ignoro la forma en la que eligieron el repertorio y si la presencia de Tiranti (y ausencia obviamente de Giannini) influyó o no en las canciones elegidas. Lo que me sorprendió, para mal, fue la poca “cancha” que dieron al disco que supuestamente venían a presentar ya que, tras “3 Men Walk on the Moon” de su predecesor y la celebrada “The Streets of Laudomia”, finiquitaron su presentación con “Drink Our Blood”. Una pena que un trabajo tan bueno tuviera tan poca representación y que, por ejemplo, no tuviera cabida ni “Preys” ni “The Broken Past” que habían sido interpretadas previamente. Imagino que, cuantos menos temas de su excantante, mejor.
Esto significó que, aunque realmente el número de canciones que tocaron fue tan escaso como en ellos es habitual, hubo hueco para dejar pinceladas, prácticamente, de todos los discos que componen su discografía a excepción de “The 25th Hour”, que dejaron huérfano. Así, de la época con Michele Luppi recuperaron “God Is Dead” y “The Secret Of Life”, interpretando el grueso de las canciones de la época con Fabio Lione que, por otro lado, es lo lógico, pues grabó más discos que ningún otro vocalista que haya pasado por las filas de VISION DIVINE.
La banda sonó realmente bien en líneas generales y me gustó la labor de todos ellos pero, si tuviera que elegir a dos, mi elección sería el baterista recién llegado Matt Peruzzi (que también lo es de LABYRINTH, ¡oh, casualidad!) y, obviamente, Olaf Thörsen. El primero tocó con precisión y contundencia mientras que el segundo clavó todo, literalmente, con una tremenda clase. Suyos fueron casi todos los solos, dejando a Federico Puleri bastante poco trabajo en este sentido, aunque algún protagonismo tuvo. Alessio Lucatti (creo que era él porque con ese corte de pelo, a saber) bien a los teclados, que sí se escucharon con nitidez aunque me pareció en algún momento que había alguna base grabada, y el clásico Andrea Torricini también cumplidor con su cometido. Para mí, lo más negativo fue que llevaban todos los coros grabados aunque, al menos, fueron honestos y no intentaron engañar a nadie porque sólo estaba el micrófono de Roberto así que…
Fueron bastante conservadores y no rescataron temas “raros” por lo que la gente pareció disfrutar bastante con “hits” como “Mermaids From Their Moons”, “The Miracle” y una sensacional “Violet Loneliness”, en la que nos puso demasiado el micrófono al público Tiranti, en mi opinión. Esta última fue precedida por un prescindible solo de batería (no nos libramos de ese tedio ni aunque no esté Terrana tras los parches como la última vez que vi a los italianos) para lucimiento de Matt y aburrimiento del resto.
En la recta final volvieron a recalar en su debut para tocar otra de las más celebradas como “Black Mask Of Fear”, donde el tema de los coros aquí fue escandaloso, para anunciar que iban a tocar la última canción de la noche pero, aclarando, que iba a haber los habituales bises más falsos que Judas ya que el vocalista reiteró que se iban pero iban a volver en una especie de bucle que no terminé de entender bien. Desgraciadamente aquí sí que me sorprendieron cuando decidieron cerrar la parte regular del concierto con el “Take On Me” de A-HA. Mira que me gusta la canción pero en un repertorio como el que trajeron a España me pareció de locos que una versión sustituyera a un tema propio. Eso sí, un tema menos que aprenderse para el bueno de Roberto.
Tras ella se quedó solo en escena Olaf para dirigirse a nosotros, en perfecto español, y comentar brevemente la situación del grupo tras la baja de su anterior cantante y agradecer públicamente a su amigo Roberto Tiranti haberles ayudado a sacar adelante estos conciertos, aludiendo a que hay que tener “pelotas” para hacerlo disponiendo de tan poco tiempo para prepararse. También nos agradeció nuestra presencia y el apoyo al grupo recibiendo una cálida ovación al terminar. Además, confirmó algo que nos rondaba en la cabeza a todos cuando dijo sonriendo que estaban juntos Roberto y él allí y que, así, el vocalista de LABYIRINTH tenía un tema menos que aprenderse y él uno que recordar.
Efectivamente, como “regalo” en estos conciertos especiales con Tiranti de sustituto ejecutaron “Moonlight”, el clásico por excelencia de LABYRINTH que abría su lejano “Return to Heaven Denied”, para regocijo de los presentes que casi lo celebraron más que los temas del grupo al que habíamos ido a ver. No negaré que es una gran canción y que las circunstancias eran más que propicias para ello pero, de nuevo, un tema ajeno a VISION DIVINE sacaba del repertorio a uno propio. Por supuesto, ver a VISION DIVINE tocar un tema LABYRINTH en directo es una rareza, y como tal lo tomo pero la recta final me estaba dejando sensaciones encontradas. Además, aquí se evidenció que, sin tener el lastre de las letras, Roberto ejerció mucho mejor como frontman tirando incluso de agudos en la parte final.
Todos sabíamos que faltaba un tema que suele ser fijo en sus conciertos con lo que “Send Me An Angel” no podía faltar esa noche. Así fue y con ella concluyeron la actuación tras 85 minutos que, aunque parecen bastantes, considero que el balance pudo ser mejor en ese mismo tiempo. Once temas propios, una versión de A'HA y el tema de LABYRINTH considero que no hacen justicia un grupo con nueve discos de estudio. De cualquier forma pudo ser peor y no haber oído ninguno porque la gira se hubiera cancelado así que, por ese lado, al menos los que asistimos podremos contar la “batallita” de “yo vi a VISION DIVINE con Roberto Tiranti”. Aunque quién sabe, lo mismo continúan con el intercambio de cromos y lo de las fechas españolas deja de ser una rareza. El tiempo lo dirá.
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