Crítica de SKUNK D.F. - Pigmalión

En cuatro años SKUNK D.F. se ha dado a sí mismo una vuelta de tuerca: siguen innovando y continúan con su propia fórmula. “Pigmalión” es un trabajo que gana con el tiempo y no busca agradar e ir a lo fácil

Ya había ganas de un nuevo trabajo de los madrileños SKUNK D.F. Surgidos hace ya 22 años en medio de la vorágine Nu Metal y siendo uno de los adalides de este estilo en España, desde aquel buenísimo “Equilibrio” y su mil veces escuchada en directo “El Cuarto Oscuro”, hasta ahora la banda de Germán González y Pepe Arriols (únicos miembros originales) ha evolucionado y se ha reinventado una y cien veces, siempre siendo la honestidad y la calidad la nota dominante de sus discos, ajenos a modas y tendencias. Desde “Perseidas” hasta “Pigmalión”, el reciente trabajo de SKUNK D.F. han pasado 4 años en los que la banda ha dejado la autoedición de sus dos últimas obras para meterse en el catálogo de Maldito Records. Previamente y como excusa de sus 20 años como banda, editaron con dicha compañía un recopilatorio “20 Aniversario”, donde ya adelantaban “Algo Grande”, tema que cierra este “Pigmalión” dos años después de aquello.

La espera ha merecido la pena porque “Pigmalión” es un disco muy maduro y cuidado, y precisamente por eso es un disco también arriesgado y de escucha variada que necesita tiempo para ser apreciado en plenitud y para poder extraer de sus surcos todo lo que ofrece. Si nos quedamos con lo llamativo en primera escucha, nos quedaremos sólo con una pequeña parte de lo que este disco ofrece. Y es que “Pigmalión” sólo peca de una cosa: su estructuración como obra completa, al margen de cada una de sus canciones, que en sí mismas por su propia línea narrativa, tienen mucho que decir (no hay dos iguales de hecho).

Lo más pegadizo y poderoso lo tenemos al principio, en los tres primeros cortes, y al final, en el corte de cierre, que es precisamente “Algo Grande”, el tema que ya adelantaron con el 20 aniversario siendo la única excepción “Adóptale”, un corte muy pesado y directo. El resto son cortes mucho más introspectivos y experimentales, con atmósferas opresivas, ambientes densos, elementos electrónicos esporádicos y mucha, mucha oscuridad. De hecho parecen dos discos diferentes. Esto genera que uno entre en cierto estado de letargo a partir de “Impermeable” y hasta “Adóptale” y “Algo Grande”, algo injusto teniendo en cuenta el buen hacer del grupo en esta parte central del trabajo.


En mi opinión el trabajo habría logrado el sobresaliente si esta parte central hubiese intercalado alguno de los temas iniciales, más allá del citado “Adóptale”. Básicamente para no menospreciar lo que contiene. Pero supongo que si SKUNK D.F. lo ha estructurado así será por algo y al final lo que importa, que son las canciones, siguen ahí. Con un par de ellas que serán básicas en el futuro en los conciertos y el resto, bien planificadas en el setlist, servirán para envolvernos en la melancolía desgarrada con que Germán canta unos textos que una vez más, están llenos de simbolismo y de obsesiones interiores, un psicoanálisis exhaustivo de nuestro interior, de nuestros miedos y de nuestras inquietudes. Es justo en esos temas densos y oscuros donde toda la carga lírica de Germán sale a relucir, logrando intensificar los sentimientos que refleja y que trata de transmitir.


En el tema de sonido el disco es impecable. Tanto en los temas más directos y metálicos, como en la parte más experimental, todo suena natural, en incluso los arreglos electrónicos encajan bien en la base metálica, sin cobrar excesivo protagonismo ni quedar como mera anécdota. Es el caso de “Impermeable” y “Samsara”, el primero probablemente el corte más rico en matices y atmósferas del disco y con una letra brutal y el segundo un intento por mezclar el poderío inicial con la oscuridad y sonido más envolvente de la parte central del trabajo. El interludio acústico de “Aléjate de Mi”, preludio a “Terrorismo Emocional”, probablemente los cortes con mayor autoanálisis interno, también logran el efecto dramático y teatral que buscan y donde Germán logra dar lo mejor de sí mismo, siendo la culminación en este sentido “Golem”, un tema donde las guitarras son anecdóticas y los teclados cobran mucho protagonismo.

De hecho “Pigmalión” es un buenísimo escaparate para Germán, todas sus tonalidades, giros, inflexiones y tics están expuestos en su máxima expresión. La música casi está al servicio de su voz, aunque con el transcurrir de los minutos te das cuenta de que SKUNK D.F. es un conjunto y como tal, y gracias a esa madurez de la que hablaba antes, suena compacto y único. Incluso en los cortes más previsibles, entre los que “Arde” no podrá faltar en los directos, al igual que “Algo Grande”, que ya llevan tocando un tiempo, e igualmente “Los Niños Siguen Perdidos”, un corte up-tempo que será una locura en el escenario. Tanto en esta faceta más directa como en las experimentaciones del alma SKUNK D.F. derrocha personalidad.

En cuatro años SKUNK D.F. ha tenido tiempo de darse a sí mismo una vuelta de tuerca y sin dejar a un lado sus elementos identificativos, seguir innovando y avanzar en su propia fórmula. “Pigmalión” tiene la virtud de la no condescendencia, no busca agradar e ir a lo fácil como otros compañeros coetáneos de estilo hacen. Los madrileños son ante todo sinónimo de honestidad y así lo plasman en “Pigmalión” un trabajo que gana con el tiempo y que les sigue manteniendo en el nivel al que nos tienen acostumbrados.

Raúl Ureña Salgado

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