Crítica de STEPHEN PEARCY - Smash

STEPHEN PEARCY - Smash

Con RATT tocado y aparentemente hundido por las continuas trifulcas entre sus componentes, su vocalista, STEPHEN PEARCY, ha aprovechado el difícilmente remediable estado de “stand by” de los norteamericanos para editar "Smash", un nuevo trabajo en solitario en su cuenta personal. No es la primera vez, ni mucho menos, que el voceras de los angelinos se desmarca de sus compañeros, como bien demuestra su amplia discografía en solitario, así como otros viejos proyectos ya aparcados, de entre los que destacó principalmente ARCADE, en el que se involucró con el batería de CINDERELLA, Fred Coury.

Si hay algo a lo que huele este nuevo compacto de Pearcy es a los tempraneros años 90 y, más concretamente, al año 92. ¿Y por qué concretamente a ese año? Porque, sin ninguna duda, supuso un punto de inflexión para muchas de las bandas de la llamada escena L.A., ya que los sonidos alternativos, sustentados notoriamente por la industria del momento, comenzaron a pegar con fuerza y a hacerse con buena parte del pastel a nivel mediático.


Los vídeos de PEARL JAM, NIRVANA y tantos otros iban copando poco a poco gran parte de los minutos dedicados por la MTV al Rock; a su vez, las radios se dejaban arrastrar por la tendencia, con lo que las viejas bandas ochenteras parecían tener los días contados y quedar abocadas al olvido a pesar de su buen hacer hasta la fecha. En el año 93 ya no quedaba ni rastro de ese viejo sonido que, ya de por sí, había mostrado ciertos síntomas de cambio y de querer acoplarse a lo que estaba por llegar allá por el 90 y 91.

Es por eso que este lanzamiento me traslada hasta ese, aún esperanzador, año 92, en el que seguía habiendo un leve goteo de matices ochenteros, pero las guitarras, las bases rítmicas, las melodías vocales y, sobre todo, el trabajo en la producción de los discos, presentaban un reconocible lavado de cara.

A día de hoy, y una vez desencadenado de los estigmas y de las imposiciones que los ochenta y los noventa le dejaron al panorama hard rockero, Stephen Pearcy ha gestado con "Smash" un disco de puro Rock americano, sin excesivas etiquetas y que, bajo esa capa sonora noventera que comentaba antes, circula por numerosas y variadas direcciones sin dejar de mantener esa impronta macarra y callejera que, desde sus inicios, ha acompañado al vocalista en su trayectoria.


"Smash" no es un disco excepcional y ni siquiera sería un álbum muy a tener en cuenta de haber salido bajo la marca RATT, pero es un trabajo que, por instantes, seduce y se te  impregna porque las canciones hechas con talento y con la perspectiva que otorga tantos años de experiencia son buenas y lo son de verdad.

"I Know I’m Crazy" es el tema encargado de abrir el plástico, siendo una pieza de Hard Rock que se apoya en una melodía oscurita y mucho groove con la que Pearcy y sus huestes me recuerdan levemente a los ALICE IN CHAINS del "Dirt".  "Ten Miles Wide" se acerca más al sonido RATT del "Detonator", dejándonos uno de los estribillos más memorables y coreables de todo el disco. Por su parte, "Shut Down Baby" nos devuelve al Pearcy más vacilón y chulesco que también recuerda momentáneamente a composiciones de RATT como "Way Cool Jr". A continuación, "Dead Roses", es machacona, contundente, puramente noventera y una pieza menor que pasa sin pena ni gloria por el compacto.

Con "Lollipop" retorna el lado canalla de los de Pearcy mediante un soniquete pseudobluesie y recargado de groove que incita al bailoteo. "Hit Me With A Bullet" contiene mucho del sonido sucio angelino y es un ejercicio de buen Sleazy con un estribillo bien remarcado. "Rain" es un medio tiempo elegante, con notas de piano incluidas, que se apoya mucho en una melodía brillante y en unos coros perfectamente definidos, rememorándonos a los RATT más calmados. De lo mejorcito y más inspirado del álbum. Pasado el ecuador de "Smash" nos topamos con "Want Too Much", otra canción de Sleazy correosa arropada, de nuevo, por una ambientación sonora meramente noventera y con cierto deje alternativo.

"What Do Ya Think" se abre paso con una guitarra acústica, buceando de nuevo en ciertas raíces bluesies y resultando ser un tema tan facilón como efectivo. "Jamie" vuelve a reencontrarnos con el sonido RATT de finales de los ochenta y primeros noventa, teniendo un estribillo en su haber que casi es un pastiche del  que nos dejó la banda en su "Can’t Wait On Love" del álbum "Detonator". En la recta final hace acto de presencia "I Can’t Take It", una canción empapada en feeling en la que destaca la base rítmica marcada por el gran Greg D’angelo (WHITE LION) y que hará las delicias de cualquier seguidor de RATT que se precie.


"Passion Infinity" suena heavy, acelerada y posee esa tesitura malencarada y ácida de bandas como L.A GUNS, SKID ROW o los propios RATT. Finalmente, "Summers End", un corte melódico y pausado, pero exento de la fuerza de cualquier reconocida Power Ballad del género, clausura un trabajo redecorado con un buen puñado de canciones de las que apetece volver a ponerse según finalizan.

Lejos queda de ser "Smash" un lanzamiento redondo y magistral, ya que también le sobra material, pero a estas alturas no es poco, ni mucho menos, toparse con un  disco de Stephen Pearcy que, en su gran mayoría, transmita y te inyecte una buena dosis de energía. Parece que, con o sin RATT, le queda cuerda para rato a uno de los máximos exponentes del “sexo, drogas y Rock N’ Roll” durante los alocados e irrepetibles ochenta.


Discográfica: Frontiers Records

Reseña
Nota
7.5
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Licenciado en Comunicación y redactor en varias webs especializadas en Rock y Metal desde hace más de una década, plataformas que me han servido, al igual que el actualmente aparcado mundo radiofónico, para darle rienda suelta a mi creatividad enfocada a una de mis grandes pasiones: la música. A su vez, soy un gran entusiasta del cine en todas sus vertientes, especialmente en la rama dedicada al terror, fantasía y ciencia-ficción.
critica-stephen-pearcy-smash"Smash" de STEPHEN PEARCY no es un lanzamiento magistral, pues tiene mucho relleno, pero aún así consigue transmitir una buena dosis de energía, como si los tiempos del sexo, drogas y Rock n Roll estuviesen aún de actualidad.

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