Crónica de AMON AMARTH y CANNIBAL CORPSE en Madrid

¿Adiós a la gallina de los huevos de oro en la música? Esa es la idea con la que abandoné la madrileña sala La Riviera después del concierto de dos pesos pesados del Metal Extremo como AMON AMARTH y CANNIBAL CORPSE. Con las ventas de discos por los suelos y discográficas de todo pelaje y condición quebrando, los directos y el consiguiente merchandising que traen las giras son la única fórmula para la supervivencia. Recuerdo que hablando hace más de una década con los dos “Martines” de OPETH (Méndez y López, ésta ya fuera de los suecos), comentaron que vivía de las camisetas y los discos que la gente les compraba en sus actuaciones, amén de los festivales donde el caché aumenta. Obviamente, no es la situación actual de la formación liderada por Mikael Akerfeldt, puntera en el género cuando en 2001 aún terminaba de consolidar su éxito, pero sirva como base de que si esas eran las circunstancias con el cambio de milenio, la situación en 2012 se ha agravado sobremanera.

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Saco a colación este asunto porque, de acuerdo, pongamos de antemano todos los condicionantes al éxito de este evento: lunes en pleno mes de junio, partido de la selección española de fútbol en la Eurocopa, altísimo precio de las entradas, plena temporada de festivales con estos dos conjuntos anunciados en carteles europeos a los que acude mucho público nacional, reciente visita de ambas formaciones, etc. Lo que queráis, pero que sobrepasáramos, por poco, el medio millar de asistentes se me antoja paupérrimo para la calidad que atesoran y el seguimiento habitual a AMON AMARTH y CANNIBAL CORPSE. Podrían haberse exprimido el cerebro los promotores, de tal forma que la velada se anunciara como “An evening with…” con un repertorio especial como los escandinavos hicieron por Estados Unidos hace pocos meses, o potenciar la noción de doble cartel, más que de telonero. Seguro que no habría sido la panacea pero se lograrían alicientes que es, fundamentalmente, lo que faltaba en la previa del show.


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Sea como fuere, el reloj marcaba las siete y media cuando nos adentramos en el desangelado local que, ajeno a estas vicisitudes, aguardaba la salida del quinteto de Buffalo. He perdido la cuenta pero más de una decena de veces que les veo y, siguen pareciéndome, máquinas en directo. ¿No fallarían esta vez? Los seguidores del grupo, muy pocos esta noche, iban a poder disfrutar, por primera vez en directo, de las canciones del reciente y sobresaliente, “Torture”, una prueba más de que, en estudio, CANNIBAL CORPSE están viviendo una segunda juventud, editando los que, para mí, son los trabajos más destacados de su larga trayectoria. Asimismo, hay que añadir que la estable formación, siete años desde que Rob Barreto regresó, es espectacular.

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Salieron arrasando con los tres cortes que abren “Torture”. Excelentes “Demented Aggression”, “Sarcophagic Frenzy” y “Scourge Of Iron”, sin nada que envidiar a temas antiguos, salvo en la familiaridad con que los asistentes las acogen. En este inicio, no sé si la temprana hora o la ausencia de “die hards” de los yanquis supuso que la gente estuviera bastante parada, atenta y aplaudiendo pero sin el grado de desmelene habitual. Éste empezó con “Disfigured” del aclamado “Vile”, que en su día significó el debut de George “Corpsegrinder” Fisher a las voces, sustituyendo al que, entonces, parecía insustituible Chris Barnes. Fisher, sin ser el tipo más comunicativo del mundo, impone en escena, con ese headbanging implacable fruto de su inexistente cuello. Los más animados se atrevieron con un moderado pogo que terminó por calentar los ánimos.

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El sonido se puede catalogar como correcto aunque opaco. Le faltaba nitidez. No obstante, se podían distinguir sin dificultad todos los instrumentos y la voz. Me gustó, dado lo extraño, que el bajo de Alex Webster cobrara similar protagonismo que en estudio, rara avis en sus presencias en escena.

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“Evisceration Plague” y “The Time To Kill Is Now” siguieron mostrando las bondades de sus entregas más recientes y dieron paso a una sección más clásica. Los americanos, además de sus canciones fetiche, gustan de rescatar en cada tour cosas del baúl de los recuerdos. De este modo, “Covered With Sores”, “Born In A Casket” y “I Cum Blood”, de sus tres primeros álbumes, recibieron una ovación que hizo eco en la vacía sala. A pesar de las diferencias entre Barnes y Fisher, siempre me ha sorprendido lo bien que se amoldan a George las otrora interpretaciones de su predecesor.

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Con todo, me quedo con referencias a “Torture” como la fantástica “Encased In Concrete”. Lástima que, por falta de tiempo, no cayera “As Deep As The Knife Will Go” que es, sencillamente, brutal. A todo esto, llevábamos dos tercios de show y ni un mínimo parón, salvo los estrictamente necesarios para que Paul Mazurkiewicz respirase.

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“Priest Of Sodom”, “Unleashed The Bloodthirsty” y “Make Them Suffer” bajaron la intensidad de la pista, que no de las tablas, preparándose los presentes para la traca final, cómo no, el hit de CANNIBAL CORPSE, “Hammer Smashed Face”, esta vez sí, coreada por la totalidad de los asistentes, y esa conclusión típica con las pegadizas guitarras de “Stripped, Raped And Spangled” que ponían colofón a una hora impecable.

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El término profesional muchas veces se utiliza en la música, y en el Metal en particular, en sentido peyorativo. Si hay unos trabajadores inmaculados en el Death, estos son CANNIBAL CORPSE. Jamás les verás hacer un concierto mediocre y esta tarde tampoco fue la excepció n. Mi afición por los estadounidenses ha llegado gracias a sus prestaciones encima de un escenario y, después, escuchando los discos, caso inverso al habitual. Entre esto y su gran momento compositivo, no me extrañaría verles dos décadas más provocando dolor cervical a sus seguidores. Grandes.

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Utilizando un término matemático, mi relación con AMON AMARTH es inversamente proporcional a la que tengo con la banda que les acompañaba. Aún recuerdo el impacto que me provocó la escucha de su EP debut, “Sorrow Throughout The Nine Worlds”. Quedé encandilado por su propuesta, a medio camino de todo, pero brillante en resultados. Desde entonces, la vida ha cambiado mucho para los de Estocolmo, en casi todos los sentidos, a mejor. De emergente formación de Death Melódico han pasado a ser superestrellas del estilo, comercializando su sonido (¡ojo! sin venderse ni traicionar su idea genérica) y aglutinando una inmensa masa de fans que, desgraciadamente, no acudió a su llamada por los motivos mencionados al principio de la crónica.

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Ellos sí habían tenido posibilidad de presentar “Surtur Rising” en nuestro país durante 2011 por lo que el factor novedad quedaba diluido. Por cierto, este álbum, alabado por la mayoría, a mí no resulta especialmente interesante. Un más de lo mismo solvente pero que no alcanza ese pequeño repunte que, considero, supuso “Twilight Of The Thunder God” en relación a los irregulares “Fate Of Norns” y “With Oden On Our Side” que alternaban cortes gloriosos con algún que otro relleno.  “Surtur Rising” va un poco en esa línea, con excelentes canciones como “For Victory Of Death” acompañadas de ratos monótonos, de esos que te parece que ya has escuchado antes en pretéritos trabajos.

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Poco más de las nueve y cuarto cuando el curtido quinteto irrumpía en La Riviera. Con unos cuantos paneles laterales y un buen juego de luces, atacaron, como era previsible, “War Of The Gods”. Durante estos minutos de ajustes, la voz de Johan Hegg estaba ligeramente tapada por los instrumentos. Por fortuna, se arregló sin necesidad de concluir “War Of The Gods” y hasta el final el sonido fue sobresaliente, de lo mejor en esta sala que jamás he tenido oportunidad de oír. Difícilmente podría naufragar un conjunto con solvencia como los suecos. Dicho y hecho, porque la descarga, si no brillante, sí que fue, cuanto menos, notable. A pesar de los grandes claros, los pocos asistentes y la banda entraron en una comunión constante y unos a otros se jaleaban. Con “Runes To My Memory” quien estuviera atento pudo descubrir cómo Johan estaba un poco tocado de la voz. Creí que se trataba de un fallo de micrófono pero no, se le iba de vez en cuando, inusual en el barbudo y eficiente frontman. Con todo, no estuvo mal, simplemente menos inspirado que en otras ocasiones.

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Dentro de, reitero, un gran concierto, el principal motivo de queja para aquel que aprecie su trayectoria global es por qué se centran, casi exclusivamente, en su material más reciente. No niego que es con el que lograron el salto a la primera división del Metal pero no es óbice para hacer un exhaustivo repaso de su carrera cuando son cabezas de cartel. Es más, la rácana duración permanecerá en el debe de AMON AMARTH en esta velada que podía haber sido memorable. Un tercer y último aspecto, este menor, es lo pesados que se ponen amagando las notas del riff de “The Pursuit Of Vikings”. Vale, ya sabemos que es el tema que más enloquece a la chavalería, pero no hace falta incidir tanto. Es más, deberían eliminarla pero como eso es imposible, algunos nos conformamos con que la interpreten y se acabó.

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No tardaron demasiado en regalarnos una de sus piezas apreciadas, “Death In Fire”, con el público colaborando en el estribillo, comiendo de la mano de Johan Hegg. Esta composición, aunque de melodía fácil, es brillante y quizá ensombrece a las que están a su alrededor, si bien, curiosamente, fue “Live For The Kill” la que quedó opacada en vez de “Destroyer Of The Universe” de “Surtur Rising”. Y es que se dio la circunstancia de que las canciones de su último disco fueron las que se vieron favorecidas de la nitidez del sonido, en particular de las guitarras de Olavi Mikkonen y Johan Söderberg, que diría, incluso, se disfrutaban más que en estudio. Algo parecido ocurrió con “Cry Of The Black Birds”, insustituible en sus shows, y de la nos ofrecieron su interpretación más apabullante, sacando todo el partido a los medios tiempos y la épica.

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Tal vez considero que a mitad de la velada hubo un instante de calma con dos temas discretos. Tanto “The Hero” como “Fate Of Norns” son correctos pero no me enamoran, si bien ésta fue acogida con vítores por el respetable aunque nada como “With Oden On Our Side”, su punto de inflexión, y en la que se detuvieron en este segmento del repertorio, comenzando con la genial “Valhalla Awaits Me”, en la que AMON AMARTH desplegaron su poderío e hicieron gala de la actitud que les ha llevado a las cotas en las que se encuentran a día de hoy. El impás de “Varyags Of Miklagaard”, un notable corte, culminó en la ya mencionada “The Pursuit Of Vikings” con una gran mayoría acompañando con coros la afamada melodía de guitarra. El final del repaso a “With Oden” llegó con “Under The Northern Star”, menos aplaudida pero eficaz.

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En la traca final hubiera estado bien que sonaran clásicos pero optaron, de manera inteligente, por la sobresaliente “For Victory Or Death”, la joya de “Surtur Rising” y, por fin, “Victorious March”, apoteosis guerrera convertida en canción. Tras escasamente setenta y cinco minutos se marcharon de las tablas de La Riviera con la satisfacción del deber cumplido. No tardaron en regresar guardándose para el bis, no antiguo, sino otra parada en la estación de “Twilight Of The Thunder God”, con el glorioso tema que le da título y “Guardians Of Asgaard” que puso el colofón definitivo a menos de una hora y media de descarga.

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Tuvieron todo para triunfar, salvo un mayor número de asistentes. ¿Lo hicieron? Para mí, a medias por lo anteriormente comentado. Solo con dos o tres temas más y la percepción habría sido sensiblemente superior. No obstante, no desmerezcamos otra gran noche de Death Metal. CANNIBAL CORPSE y AMON AMARTH, cada una en su terreno, son maestros y ni un lunes de Eurocopa pudo con ellos.

 

Fotos: Enrique Herrero
Crónica: Marco-Antonio Romero

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