Crónica de GOJIRA y HYPNO5E en Madrid

En estos tiempos que corren donde las asistencias a conciertos de metal en nuestro país no pasan por su mejor momento, precisamente, resulta grato comprobar cómo algunos grupos consiguen ser inmunes a este mal, como sucedió con nuestros vecinos GOJIRA que, si no agotaron las entradas a punto estuvieron de hacerlo. Grandes directos y unos últimos discos de estudio cada vez más personales en cuanto a sonido les han hecho ganarse una posición cada vez mejor en la escena y, la asistencia a sus conciertos, al menos en Madrid (y eso que era domingo) es el premio a este trabajo.

Tras la decepcionante caída del cartel de KRUGER sólo quedaban como acompañantes de los hermanos Duplantier sus compatriotas HYPNO5E, que sorprendieron muy positivamente a aquellos que no les habían escuchado anteriormente ya desde el inicio con una curiosa intro llamada “Psycho”, en la que homenajearon al mago del suspense, con ese inconfundible sonido de la escena del apuñalamiento en la ducha de fondo.

Con  mucha gente ya dentro de la sala, y el resto entrando poco a poco durante su actuación, basaron la misma en cortes de su último trabajo hasta la fecha, el notable “Acid Mist Of Tomorrow”, como la que le da título o las tres partes de "Gehenne", con fragmentos cantados en castellano, que cayeron sin respiro entre ellas. Tienen cierto aire en determinados momentos a MESHUGGAH pero sus pasajes tranquilos y las melodías les hacen infinitamente más asequibles que los suecos.


Muy buena la ejecución de los temas, perfectamente acompañados por un juego de luces que servía para recrear las atmósferas de cada momento, en la que destacaría la actuación vocal de Emmanuel Jessua y su amplio registro y la del baterista Thibault Lamy que demostró que no es necesario tener un kit monstruoso para dejar clara la destreza a las baquetas, y es que el galo posee una pegada sensacional además de una técnica sobresaliente.

Debido al poco tiempo que estuvieron en escena sólo sonó la segunda parte de “Brume Unique Obscurite”, cerrando un interesante concierto con la única concesión a su pasado, la inquietante “Tutuguri” de su primer EP y que también recuperaron para su primer disco, “Des Deux L´une Est L´Autre”, cosechando unos más que merecidos aplausos. Buen comienzo.

Tras la descarga de HYPNO5E, y con la sala a reventar, todo estaba listo para la aparición de las estrellas de la velada, GOJIRA, que desataron el delirio de un público entregado a ellos desde el inicio con “Explosia” que, al igual que el siguiente tema, “Flying Whales”, fueron interpretados prácticamente en una penumbra donde sólo se adivinaban las siluetas de los músicos.


Con un sonido absolutamente perfecto desde el comienzo y un gran juego de luces (ambos grupos llevaron sus propios técnicos y eso se notó), todo parecía apuntar a que íbamos a presenciar un concierto memorable y, con algún matiz, así lo calificaría. Y es que considero que GOJIRA, tras telonear a muchas bandas de renombre y tocar en varios Sonisphere en la mitad del cartel, por fin ha dado el salto a la primera división del género por méritos propios, y esto lo supo trasmitir el cuarteto galo en todo momento. Incluso el hecho de que llevaran un discreto, pero efectivo, montaje consistente  en la cabeza que sirve como portada al último trabajo que se iluminaba o servía como televisión gigante donde proyectar imágenes en consonancia con los temas que iban interpretando sólo hace que profundizar en esta sensación.

En lo que al repertorio se refiere hubo de todo. Desde canciones antiguas como “Remembrance” o “Wisdom Comes”, cuando hacían un Death Metal más estándar presentada por Joe aludiendo a que esos eran sus orígenes y esta primera los representaba, otros de su época intermedia en los que se veía la evolución de su sonido como los pertenecientes a “From Mars To Sirius”, “Backbone” y “The Heaviest Matter Of Universe”, que pusieron la sala patas arriba literalmente sin olvidarse, obviamente, de presentar algunos de “L´Enfant Sauvage” como la homónima, presentada en castellano por Joe, “Liquid Fire” o “The Axe”, que mantuvieron el nivel altísimo en todo momento y que no bajaron la intensidad ni del público ni del concierto dada su calidad.

Para ser totalmente sincero, hubo un par de momentos que no fueron de mi agrado. El primero cuando hicieron la “gracia” de intercambiarse los instrumentos los hermanos Duplantier, tocando Mario la guitarra y Joe la batería durante unos instantes dejando claro que son las “estrellas”, aunque bien es cierto que levantaron el patio con “Oroborus” a renglón seguido. El segundo ya es fobia personal y fue el solo de batería de Mario. Está fuera de toda duda que este hombre es una máquina tocando y lo demostró en cada uno de las canciones interpretadas, por ello, no veo necesario reiterarse con un solo que, en mi opinión, cortó un poco el ritmo del concierto sin aportar demasiado más. Tal vez fue para que Joe descansara la voz y afrontara la recta final de la mejor manera pero no sé, no me aportó nada y cortó el ritmo brutal que llevaba el concierto hasta ese momento.

Para la recta final reservaron dos temas de “The Way Of All Flesh”, disco con el que creo que encauzaron “su sonido”, y que fueron de los más celebrados.  Así, tanto “Toxic Garbage Island” como “Vacuity”, fueron de los mejores momentos de un ya de por si concierto repleto de ellos, y con los que abandonaron el escenario recibiendo una gran ovación.


Tardaron poco en volver a salir para obsequiarnos con un “inesperado” bis (más que nada porque el repertorio fue el mismo de otras fechas). Y digo inesperado porque cerraron con otro tema de su último disco, la pesada y gloriosoa “The Gift Of Guilt”, dando por concluido el concierto tras 75 minutos que me supieron a poco a pesar de la gran intensidad desplegada. En este aspecto deben ofrecer algo más porque trece canciones se me antojan pocas.

En definitiva, un gran concierto que pone en la primera división del metal al combo galo que, de seguir con esta progresión, seguramente en su próxima visita celebrarán sus conciertos en salas de mayor aforo. Tiempo al tiempo.

 

David Ortego

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