Si hay un término que define un directo de HOUSE OF LORDS ese es el de discreto, muy discreto a decir verdad. La última vez que vi a los norteamericanos en vivo fue allá por el 2007 en la madrileña sala Ritmo y Compás, y en dicha ocasión no me disgustaron pero tampoco me entusiasmaron en exceso. “Ni fú ni fá”, esa expresión coloquial podría concretar lo que me transmitieron los hard rockeros en el citado concierto. No obstante, con ellos sucede algo curioso. No les precede buena fama como músicos de directo por el bajo estado de forma de James Christian, vocalista de la formación, por el abuso de coros pregrabados y la frialdad que transmiten a nivel general, pero su discografía es tan brillante y certera que personalmente siempre es apetecible escuchar muchas de las mágicas canciones que han escrito los estadounidenses desde su homónimo “House Of Lords” hasta el reciente “Big Money”.
Pues bien, el pasado jueves 23 de febrero regresaban a la capital las huestes de James Christian y lo hacían acompañados por el guitarrista madrileño Jorge Salán, el cual salió a escena con su banda a las 20:30, instante en el que apenas había sesenta o setenta personas en el interior de la sala, aunque esto cambiaría posteriormente, dado que la Caracol iría cogiendo mejor color conforme pasaba el tiempo.
Mucho ha cambiado Salán desde que le conociese hace ya unos años a través del programa radiofónico “Rockstar” que en su día presentaba Mariano Muniesa. Poco queda ya del creador de brillantísimas piezas como “Driving Through The Tunnel”, con las que en su día demostraba ser un claro aspirante a mago de las seis cuerdas. Y si poco queda de eso es porque Salán actualmente, y como bien demuestran sus últimos discos, se ha involucrado en otra historia, apostando por canciones cantadas en castellano, con un deje más comercial y con una dinámica, a nivel global, más insulsa de cara a los directos. Temas como “Mar De Cristal”, “Aprendiendo A Perder” o “Agotamiento” fueron algunos de los que pudimos escuchar aquella noche.
El sonido era nítido y potente y ayudó a darle mayor empuje y lucidez al bolo del guitarrista, el cual sigue tocando de vicio, haciendo gala de un magistral y perfeccionista manejo instrumental, aunque personalmente no le veo compaginando guitarra y voz. Creo que la labor vocal la podría ceder a alguien con más cualidades para dicho puesto y así poder dedicarse plenamente a sus reconocidas dotes como guitar hero, que es donde verdaderamente el chaval muestra su talento innato. De todos modos, supongo que es cuestión de gustos, pero a mí este concierto, a pesar del buen sonido, me aburrió levemente. De hecho, creo que el mejor momento del show llegó cuando Salán preguntó si preferíamos una versión de BRYAN ADAMS o de GARY MOORE y el público se decantó por el tristemente fallecido músico irlandés, como cabía esperar.
Una certera y destacable interpretación del “Over The Hills And Far Away” del señor Moore clausuró una actuación de sesenta minutos en la habría estado bien escuchar más temas de la primera etapa del músico madrileño, dado que el set list se centró fundamentalmente en sus últimos discos.
Poco antes de las 22:10, y con una sala algo más llena y por encima de la mitad de su aforo, se abría de nuevo el telón y escuchábamos con un sonido elevadísimo las primeras notas del exótico y arábigo tema “Sahara”, el cual dio nombre al segundo disco de HOUSE OF LORDS. Tras esta canción, fueron cayendo otras piezas como “Big Money” (de lo poco que rescataron los americanos de su último disco), “Come To My Kingdome” y “S.O.S In America” entre otras. Con estos primeros compases me percaté de que el aspecto de James Christian no era muy distinto al de otras ocasiones en que había visto a la banda en directo; esto es, algo pasado de kilos, prácticamente inamovible e invisible en su labor como frontman (¡esto es Hard Rock, señores!) y por si fuera poco, bebedor de vino compulsivo, afición que no creo que ayude a potenciar sus dotes como vocalista y a esconder sus visibles deficiencias.
Hasta aquí el sonido era muy bueno, tanto que me pude cerciorar de que en muchas de las canciones; no diría que en todas, la banda hizo uso de los coros pregrabados, recurso al cual, por desgracia, ya me he ido acostumbrando desde hace tiempo. Esto es algo que quizá dará mayor vistosidad y calidad al resultado final de los temas ejecutados para quienes no se den cuenta del pequeño engaño, pero que ensucia la validez y honestidad del grupo sobre el escenario para los que sí logramos ver lo que sucede.
A pesar de la frialdad del grupo sobre las tablas de la sala Caracol y de su falta de complicidad con la gente, así como de la racanería de gestos y movimientos de James Christian, el cual no refleja en este ámbito su veteranía como debiera, pues a pesar de todo esto, quien os escribe estas líneas estaba disfrutando del concierto.
Temas como los anteriormente mencionados a los que se sumaron otros como “Blood”, I’m Free” o “These Are The Times” estaban sonando de vicio. Puede que por momentos dé la sensación de estar ante un grupo que realiza un ensayo y no que afronta un concierto, y que a esta banda, con la trayectoria que tiene a sus espaldas, se le ha de pedir más a todos los niveles; show, entrega, dinamismo, y que en general hagan un mayor esfuerzo por representar los valores y virtudes del Hard Rock de cara al público. Eso sí, como a falta de pan buenas son tortas, por lo menos las canciones sonaron seguidas, con escasas interrupciones y con sobriedad.
Tras un magnífico “I Wanna Be Loved”, bastante coreado por todo el mundo y con un James Christian algo más animado (quizá por el vino ingestado, todo sea dicho), la banda se retiró unos leves momentos para ofrecer los habituales bises, donde pudimos escuchar “Pleasure Palace”, “Slip Of The Tongue” y “Over Foot In The Dark”, que dieron carpetazo a un concierto de hora y veinte minutos de duración, el cual, viendo la cara de los asistentes, dejó satisfechos a muchos y algo descolocados o indiferentes a otros. Yo, al no ser nuevo con ellos, ya sabía más o menos a lo que iba y no tenía precisamente las expectativas muy altas, pero he de decir que en esta ocasión me reconcilié con la banda.
HOUSE OF LORDS sigue y seguirá cometiendo sus pecados en vivo, pero el sonido de este concierto fue excelente y James Christian cantó francamente bien; la mejor de las tres veces que le he visto. Se podría pedir más al grupo, como he apuntado anteriormente, pero, cosas de la vida, yo este jueves 23 de febrero no me sentía especialmente exigente y me fui con el bando de los satisfechos.
Crónica: Jorge Osoro
Fotos: Blanca Revenga
