Crónica de PAIN OF SALVATION en Madrid

Escepticismo. Esta podría ser una buena palabra para resumir mi estado de ánimo ante la primera visita de los suecos PAIN OF SALVATION a nuestro país como cabezas de cartel. Los motivos fundamentales para ello eran, sin duda, la orientación musical que han experimentado en sus dos últimas obras, que no es del todo de mi agrado, y las bajas que ha sufrido su formación en su pasado más reciente.  De ellas, la más destacada ha sido la de Johan Hallgren, que se ocupaba de las guitarras y de numerosas partes vocales, por lo que cambiar a alguien con tanto peso dentro de una banda, nunca es tarea fácil. ¿Serían capaces de ocupar el vacío dejado por Johan con la incorporación de Ragnar Zsolberg? ¿Sonarían compactos con el poco tiempo que han tenido para adaptarse a estas nuevas incorporaciones? Estas y otras cuestiones quedarían desveladas en unos minutos, pero antes era el turno de la banda que acompañaba a los suecos.

Cinco minutos faltaban para que dieran las ocho, cuando salieron a las tablas de Caracol los encargados de caldear el ambiente para las huestes de Daniel Gildenlöw, unos desconocidos para la mayoría, CRYPTEX. Desde luego, su descarga sólo se puede calificar como amena, a la par que peculiar, ya que el trío alemán es una banda curiosa y difícil de clasificar, estilísticamente hablando.


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El impacto visual inicial seguro que descolocó a más de uno ya que su guitarra, Martin Linken, iba ataviado con un traje negro, corbata del mismo color y una camisa blanca mientras que Simon Moskon llevaba una falda escocesa. Por último, el “cuadro” lo completaba el baterista Ramon Fleig, que llevaba unas pintas más “de andar por casa” con una camiseta de tirantes.

Si chocantes eran sus pintas, su música no le iba  a la zaga. Su mezcla de Rock de corte setentero, Folk y elementos progresivos a la vieja usanza (no me refiero al Progresivo de SYMPHONY X) no dejó indiferente a nadie y, una vez superado el shock inicial, he de decir que cuajaron una sorprendente actuación con la que terminaron metiéndose al público en el bolsillo con el buen hacer, en este campo, de Simon y unas composiciones de lo más entretenidas.


Los de Hannover aprovecharon de manera inteligente los algo menos de cuarenta minutos que tuvieron para presentarnos temas de su disco debut, “Good Morning, How Did You Live?”, alternando unos más movidos como “Freeride” o “Dance Of The Strange Folk”, que nos hicieron mover los pies (y algo más en bastante casos) con otros más pausados como “Gypsy's Lullaby” o “It's Mine”, donde la voz de Moskon cobró mucho protagonismo así como Ramon Fleig, que salió de detrás de su kit para tocar un cajón flamenco junto a sus compañeros.

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La versatilidad de Simon es prodigiosa ya que lo mismo canta, toca el piano, el bajo, la harmónica,… vamos, un auténtico hombre orquestra. Además, ejerció las labores de animador de manera eficiente, consiguiendo una conexión con el público excelente haciendo que los presentes, conocedores o no de sus canciones, nos lo pasásemos bien, y esto no se consigue siempre.

El tiempo se les echaba encima por lo que con “Grief And Despair” y la movida  “Leviatan” dieron por concluido el concierto de los alemanes, que recibieron una merecida ovación a su esfuerzo. Grata sorpresa y habrá que seguirles la pista.


Buena prueba de la gran expectación que había despertado la visita de PAIN OF SALVATION, tras el despropósito que supuso su último paso por la capital como teloneros de sus compatriotas OPETH (con el resultado por todos conocido) fue que, un lunes laborable, la sala presentara unos tres cuartos de entrada, hecho nada desdeñable sabiendo cómo está el tema de la saturación de los conciertos y de cómo anda la economía del país.

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Además, el público estaba muy motivado y entre los asistentes se podía ver personas de todo tipo, lo que da una idea de que este cambio musical les ha reportado nuevos seguidores a buen seguro. Eso sí, a lo mejor no tienen entre sus favoritos discos como “Entropia”. Sea como fuere, muestra de la motivación que comentaba se tradujo en una estruendosa ovación cuando con la intro “Road Salt Theme” apareció el quinteto en escena para atacar “Softly She Cries”, tema que también sirve para abrir la segunda parte de sus “Road Salt”.

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Lo cierto es que desde el comienzo ya se presagiaba que iba a ser una gran noche. Un sonido cuasi perfecto, un juego de luces espectacular y muy bien adecuado a cada canción pero, sobre todo, una banda que en directo transporta sus composiciones a otro nivel son los mejores términos para que la ecuación de cómo resultado un concierto brillante. Y eso fue lo que, obviando repertorios y gustos personales, ofrecieron Daniel y los suyos.

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La emocionante “Ashes” puso los pelos como escarpias a la sala con una interpretación de Gildenlöw a la altura del disco. Y es que este tipo no falla ningún registro y canta a un nivel en directo que me resulta difícil compararle con ningún vocalista actual, sea de su estilo o no. Soberbio durante toda la velada tanto a la voz, como a la guitarra y como maestro de ceremonias interactuando con el público.

Con la variada “Linoleum”, que en directo me gustó mucho más que en disco, donde el trabajo vocal de TODO el grupo fue alucinante,  volvimos a la senda de los “Road Salt” que no abandonaríamos durante un buen rato, ya que tres temas de su último disco la siguieron. La primera fue la hipnótica “The Deeper Cult” donde el teclado de Daniel Karlsson se erigió en protagonista, seguida de la corta y preciosa balada “1979”, donde Daniel volvió a emocionar al respetable, cerrándose el capítulo con la ambiental y folkie “To The Shoreline”, que me encantó, para que mentir.

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Llegados a este punto todas mis dudas y prejuicios iniciales se habían desvanecido y sólo me restaba disfrutar del resto de temas que nos ofrecieron. Entre estas dudas estaba la incorporación de Ragnar Zsolberg. Pues bien, he de decir que, bajo mi punto de vista, pasó el examen con sobresaliente ya que consiguió que no echáramos de menos a Johan, cosa que no parecía factible, a priori. Excelente la manera en la que se ha acoplado al grupo y excelente su aportación en directo al mismo. Del resto de compañeros del líder pues decir que todos estuvieron en su papel pero quisiera destacar la actuación de Leo Margarit, que no sólo es una máquina tras los parches con todos los juegos de baquetas que uso (hasta cuatro diferentes si no recuerdo mal) sino que resultó ser un cantante excepcional y suyos fueron los coros más agudos. Alucinante, sin duda.

En el ecuador del concierto echaron la vista atrás para interpretar algunos temas antiguos que, para mí, supuso la mejor parte del concierto. Así, “Chain Sling” y la brutal “Ending Theme”, ambas de “Remedy Lane”, dieron paso a la larga y progresiva “The Perfect Element” del disco homónimo (sólo por este tema ya merecía la pena haber asistido al concierto) para, seguidamente, acercarse a su debut de la mano de la caótica “Stress” que, sin ser de mis temas favoritos de “Entropia”, siempre es un placer escuchar.

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Un fugaz paso por “Scarsick” en forma de la tranquila “Kingdom Of Loss” (que pena que no tocaran la discotequera “Disco Queen” porque hubiera sido de traca) nos devolvió a la primera parte de “Road Salt” con el tema que lo abre, es decir, “No Way”, para, desgraciadamente, marcharse del escenario con “Enter Rain” y es que, si se le puede poner alguna pega al concierto de los suecos, tal vez diría que fue la duración, aunque sus 100 minutos en otros grupos hubieran sido 120, porque apenas hubo parones y el ritmo fue adecuado.

Los gritos de la audiencia les hicieron volver a salir (¿alguien lo dudaba?) para obsequiarnos con un par de temas más. Por supuesto fueron de sus dos últimas obras dejando bien claro lo orgullosos que están de ellas, pese a quien pese. El primero de ellos, “The Physics Of Gridlock”, fue muy bien recibido, y es que me parece una de las mejores canciones de la segunda parte de los “Road Salt” aunque nada comparado con la explosión de júbilo de la sala cuando Daniel anunció que se iban a despedir con “Sisters”. En ella, de nuevo, el protagonismo absoluto lo acaparó Gildenlöw y, aunque no soy para nada partidario de cerrar conciertos con baladas, la emotividad que desplegó el sueco fue tal, que seguro que a alguno se le escapó una o varias lágrimas.

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En definitiva,  supongo que nadie salió defraudado de la primera visita como headliners de PAIN OF SALVATION, ni siquiera los más escépticos como yo, por lo que creo que su concierto será uno de los mejores directos del año que apenas ha hecho más que comenzar. El tiempo lo dirá pero, por el momento ha sido sin duda uno de los mejores de los que llevo vistos en el 2012. Esperemos que no se pasen de rosca con su huida del metal progresivo y se conviertan en otra cosa (al estilo OPETH) porque sería una pena. De todos modos, su directo es tan bueno, que merece la pena verles siempre.

 

Crónica y fotos: David Ortego

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