Crónica de THE WINERY DOGS e INGLORIOUS

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Tenía una “espinita” clavada con el supergrupo formado por Mike Portnoy, Billy Sheehan y Richie Kotzen o, lo que es lo mismo, THE WINERY DOGS, ya que, cuando iba de camino a su primera descarga en la capital, me tuve que dar la vuelta por un tema personal grave que mandó al traste la primera ocasión de verles sobre un escenario. Por suerte este exitoso proyecto ha tenido continuidad y la presentación de “Hot Streak”, el sucesor de “The Winery Dogs”, me brindó una nueva oportunidad que, esta vez, si pude aprovechar.

El ambiente en los alrededores de la sala era magnífico, el que se percibe en las grandes citas, y una larga fila de personas esperaban bajo un cielo amenazante de lluvia a que las puertas se abrieran para poder coger un buen sitio desde el que no perderse detalle de lo que estos tres “monstruos” nos ofrecerían minutos después. Como suele pasar también en estos casos, algunos “despistados” intentaban, sin éxito porque estaba todo vendido, conseguir entrada a última hora. El tirón de esta banda es, desde luego, muy elevado agotando boletos allá por donde van noche tras noche.

INGLORIOUS

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Últimamente en este tipo de eventos las bandas encargadas de abrir para las estrellas de la velada suelen ser grupos que pasan por las tablas un poco “sin pena ni gloria” puesto que la gente paga casi exclusivamente la entrada para ver a los cabezas de cartel. En el caso que nos ocupa unos desconocidos para mí, INGLORIOUS, tenían esa difícil papeleta de amenizar una espera que casi siempre se suele hacer muy larga para la mayoría del público. Afortunadamente, en este caso todos nos llevamos una grata sorpresa con lo que ofrecieron los ingleses durante los casi tres cuartos de hora que duró su actuación. Simplemente estuvieron magníficos.

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A pesar de que su primer trabajo homónimo no ha salido a la calle (lo hará el 19 del presente mes), lógicamente, en su periplo con THE WINERY DOGS están presentándolo siendo “Until I Die” el primero de los temas que sonaron de él. Sólo escuchar este tema ya nos dio una idea bien clara de los derroteros por los que se mueve el quinteto. Lo suyo es el Hard Rock clásico, de “toda la vida”, influido por los grandes grupos británicos como DEEP PURPLE o LED ZEPPELIN (de los que llevaba una camiseta su guitarra solista Andreas Eriksson) por citar alguno, pero facturado con un gusto y una clase excepcional.


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Con un sonido francamente bueno, y más para tratarse de la banda telonera, INGLORIOUS

siguió desgranando más canciones propias como la pegadiza “Breakaway”, que me recordó sobremanera a los mejores WHITESNAKE; el medio tiempo “High Flying Gypsy”, con reminiscencias a ZEPPELIN; o la preciosa balada “Bleed For You”, donde el vocalista Nathan James nos puso los pelos como escarpias a más de uno con su increíble voz.

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El grupo se formó hace tan solo dos años pero, por el bagaje de sus componentes y la compenetración que mostraron, daba la impresión de que llevaran mucho más tiempo juntos. Una sólida base rítmica formada por el bajista Colin Parkinson y el baterista Phil Beaver servía de perfecto colchón para las guitarras rítmicas de Wil Taylor y los solos de Eriksson aunque, eso sí, lo que más destacaría del combo es la alucinante voz de Nathan. Sus modulaciones, su potencia y su gusto al cantar nos dejó alucinados a todos y, sin duda, es la gran baza del grupo me atrevería a decir sin querer desmerecer la labor del resto.

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Supieron jugar bien con el ritmo del concierto y este fue muy entretenido, pese a que seguramente pocos o casi ninguno de los presentes los habíamos escuchado con anterioridad. A esto ayudó, sin duda, “colar” dos versiones en el repertorio como “I Surrender”, de RAINBOW, y “Lay Down Stay Down”, de DEEP PURPLE, que fueron interpretadas con solvencia y coreadas por la sala (más la primera que la segunda) y que siempre ayudan a levantar los ánimos cunado nos enfrentamos a una banda semidesconocida.

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La cañera “Warning” y “You´re Mine”, con unos riffs y estribillo sobresalientes, dieron de nuevo muestras de la versatilidad de la banda mientras que en la bluesera “Holy Water” Nathan compartió protagonismo con la “sentida” guitarra de Andreas, siendo el último momento pausado. Para cerrar,  la variada “Girl Got A Gun”, donde Eriksson tuvo algún problema con la guitarra que salvó con simpatía y profesionalidad, y “Unaware” que dio por concluido un sorprendente y enorme concierto que sirvió de perfecto calentamiento para lo que se nos iba a venir encima. Grata sorpresa y buena apuesta del sello Frontiers con el fichaje de este grupo.

THE WINERY DOGS

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Frenético trasiego en el escenario de pipas, y los propios miembros de INGLORIOUS que recogieron sus cosas prácticamente ellos mismos, para dejar todo listo a las estrellas de la noche quienes, con extrema puntualidad, salieron a las tablas siendo recibidas con una estruendosa ovación por parte de una audiencia que se entregaría al trío desde los primeros acordes de “Oblivion”, el tema que sirvió para iniciar la actuación.

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Con la sala a reventar, como pude, conseguí estar en tercera fila para poder sacar alguna foto y, aunque el sonido con la primera banda había sido bueno desde esa posición, todo lo contrario sucedió con THE WINERY DOGS. El bajo de Sheehan distorsionaba el sonido y tapaba prácticamente todo junto con la batería de Portnoy, y los guitarrazos de Kotzen (estaba enfrente de él) se escuchaban demasiado altos, pero no así los solos y melodías, por no hablar de la voz, ininteligible.

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Pensé que tardarían poco en ajustar la mezcla los técnicos, porque parecía increíble que el sonido en un grupo de estas características fuera tan desastroso, pero no fue así y, estos compases iniciales, este hecho arruinó “Captain Love” y “We Are One”, primera referencia que cayó de su primer disco y que la audiencia celebró efusivamente.

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Ignoro si, posteriormente, el tema mejoró (espero por el bien de la gente de las primeras filas que así fuera) pero me estaba resultando tan molesto el sonido que sacrifiqué mi posición, y la buena visibilidad que allí tenía, yéndome hacía atrás todo lo que pude comprobando como, según iba alejándome del escenario, la nitidez sonora era directamente proporcional a la distancia al mismo. Veía peor, sí, pero de nada sirve estar cerca si la música, lo verdaderamente importante, se ve lastrada por un nefasto sonido que tal vez se arregló. No quise arriesgarme.

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“Hot Streak” fue el tema de transición para mí y, por fin, ya desde el fondo pude escuchar perfectamente y disfrutar de “How Long”; la pesada y “oscura” “Time Machine” y, en general, del resto del concierto, comprobando lo bien que defiende el trío tanto los temas de “Hot Streak” como los de su debut, que también gozó del protagonismo debido aunque ya hubiera sido presentado en su correspondiente gira hace poco más de dos años.

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Sólo eran tres en el gran escenario de la Joy pero lo llenaban como si estuviera tocando una orquesta filarmónica entera, lo que vuelve a demostrar que estamos antes un proyecto de una calidad estratosférica. Sin embargo, creo que uno de los puntos fuertes del combo es que, a pesar del virtuosismo del que hace gala THE WINERY DOGS (porque cada uno es un crack con su instrumento, eso creo que nadie lo discute), no sólo en cada canción, que alargaban introduciendo algún elemento extra, sino en la propia ejecución de los temas propiamente dicha, han sabido crear canciones de Hard Rock que enganchan y que cualquier seguidor clásico del estilo puede apreciar. Creo que por este motivo congregaron un público tan heterogéneo.

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“Empire” desembocó en el primer gran momento de lucimiento para Kotzen, que interpretó “Fire” en acústico, dejando ver lo que todos los que seguimos su carrera en solitario ya sabemos. No sólo es un guitarrista privilegiado que toca lo que se le antoja sino que es un vocalista con una sensibilidad exquisita, como demostró en esta genial interpretación y durante todo el concierto sin fallo alguno, pese a que algunas partes las cantó algo por debajo de la versión de estudio.

Para colmo, también se desenvuelve con soltura con el piano, siendo otro tema tranquilo como “Think It Over” el que dio continuidad a la descarga. Es verdad que, como no se encargó de la guitarra y se centró en el teclado, el tema en cuestión sonó algo diferente pero no por ello peor ya que es de agradecer que THE WINERY DOGS interprete este tipo de temas, aunque sea de forma algo “distinta”. Le da más credibilidad si cabe y dejó al descubierto también los grandes coros que Portnoy, pero sobre todo Sheehan, hicieron.

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No soy un ingenuo y, hablando de los músicos que nos ocupan, parece obvio que iba a haber algún momento de lucimiento personal en forma de solo, de hecho hay gente que los espera casi como agua de mayo mientras que a otros, entre los que me incluyo, me resultan totalmente prescindibles. El primero de ellos corrió a cargo del ex DREAM THEATER y la verdad, me sobró pero fue más corto de lo que esperaba. Además, he de decir que, aunque Mike es el que menos me gusta de los tres componentes de la banda, me satisfizo cómo interpretó los temas sorprendiéndome positivamente en los más relajados a los que supo imprimir el feeling necesario. La técnica y el sentimiento no tienen por qué estar reñidos.

Sin embargo, tras la fantástica “The Other Side”, que terminó con un pequeño desarrollo instrumental de Kotzen, creo que a Sheehan se le fue un poco la mano porque su solo fue eterno y cortó bastante el rollo, la verdad. Es un fuera de serie y demuestra que con su clásico bajo Yamaha verde y blanco de cuatro cuerdas (no necesita más cuerdas, ¿para qué?), hace lo que le da la gana pero estuvo, en mi opinión demasiado tiempo deleitándose y terminó por aburrirme un poco, aunque la tremenda ovación que se llevó me pueda quitar parte de razón.

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Tras el solo de Sheehan afrontaríamos la recta final del concierto con “Ghost Town”, que me encanta, “I´m No Angel”, uno de mis temas favoritos sin duda de la banda y que huele a clásico desde el día que fue compuesto, despidiéndose unos instantes con “Elevate”, dejando el concierto en un punto muy álgido antes de los consabidos bises.

No había habido sorpresa alguna en cuanto a repertorio por lo que todos esperábamos un par de canciones más. Poco hubo que insistir para que la tranquila “Regret”, con Kotzen de nuevo sentado al teclado aunque luego se colgó la guitarra para terminarla, volviera a emocionarnos con una interpretación magistral y la “funky” “Desire”, tras la que Portnoy golpeó los platos con su taburete para luego tirarlo sobre uno de ellos (y dar la nota, para variar en él) pusiera el punto y final a una actuación muy buena como la que sólo los grandes son capaces de ofrecer. Y ellos lo son.

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Ojalá haya más discos de THE WINERY DOGS y sus músicos sigan tocados por las musas a la hora de componer porque el nivel de ambos trabajos editados me parece de notable alto, como poco. Además, parece que el choque de egos que a veces se produce entre músicos de este calibre no les está afectando y la química parece ser muy buena. O esa es la impresión que dan pese a la cierta seriedad de Kotzen. En resumen, gran noche la que nos brindaron estos tres artistas unidos bajo un mismo nombre.

Crónica y fotos: David Ortego

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