DEICIDE - In The Minds Of Evil

DEICIDE, 2013. Año 24 en la historia del grupo y, ah, número 13 desde que Glen Benton tendría que haber pasado a mejor vida si hubiera cumplido aquella promesa que hizo pero no hizo pero sí hizo pero no se entendió bien aunque lo dijo claramente: suicidarse a los 33 años, la edad en la que murió Jesucristo. Así que Benton tiene ya 46 aunque siendo el mismo bastardo testarudo en lo musical e insufrible en lo personal. O eso dice casi todo el mundo: promotores, aficionados y músicos. Los últimos en entrar en su círculo de amigos para siempre han sido los miembros de BROKEN HOPE, que se tomaron así que Benton dejara de un día para otro y en plena gira de contar con ellos como teloneros: “es un matón vago, envidioso, egocéntrico y sin nada de generosidad ni profesionalidad, es imposible entender cómo sigue teniendo una carrera…”.

Pues la tiene. Y qué carrera. No han acabado con él ni los teloneros histéricos ni las asociaciones religiosas que le amenazaban de muerte ni la sociedad americana que se escandalizaba por las letras que escribía, la cruz invertida que se escarificó en la frente o porque contaba en las entrevistas cómo había matado a una ardilla. Ni siquiera acabó con él ir a la playa con chupa de cuero y botas de cowboy ni hundió su carrera grabar discos pretendidamente flojos (“In Torment In Hell”) para ensuciar el fin de su contrato con Roadrunner. Un sello, por cierto, del que pasó a Earache y de ahí a Century Medida. Casi nada…


 

El hecho es que DEICIDE regresa con un muy buen disco si se sitúa en contexto. Por supuesto a años luz de los viejos y sagrados clásicos pero en buena forma si se consideran ese casi cuarto de siglo de historia del grupo y esos ya casi cincuenta años del propio Benton. También aclaro que soy fan acérrimo, por encima de cualquier otra consideración, de la etapa dorada de este grupo, a pesar de los pesares uno de los más importantes en la historia del Metal Extremo. Sigo considerando que hay pocas cosas mejores que una buena sesión de Death Metal primitivo, machacante y festivamente blasfemo al estilo DEICIDE. En ese sentido ni soy objetivo ni pretendo serlo. Y entiendo que haya mucha gente que haya perdido todo interés a estas alturas en este grupo con el que tantos han mantenido durante años una relación de amor-odio. Ya se sabe: no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo soporte. O se supone, porque DEICIDE es un mal que va camino de durar cien años y por mi parte bienvenido sea si es a través de discos como este “In The Minds Of Evil”. Ni una obra maestra ni un futuro clásico, pero un señor disco de Death Metal.

Hace casi diez años que se fueron los hermanos Hoffman y desde entonces DEICIDE no había sonado nunca tanto a DEICIDE. Por primera vez Jack Owen parece el guitarrista de DEICIDE y no el ex guitarrista de CANNIBAL CORPSE que toca en DEICIDE. Además, Kevin Quirion ocupa el lugar de Ralph Santolla, un guitarrista mucho más colorista y melódico que revitalizó el sonido del grupo en el tan apreciado “The Stench Of Redemption”, por unanimidad el mejor disco de la, digamos, era post clásica del grupo. Lejos de añorar a Santolla, me gusta la concreción y el estilo old school de Quirion. Él y Owen han conseguido los mejores riffs de DEICIDE en años y unos solos de primera categoría. En todo el trabajo de guitarras hay un influjo profundamente clásico que sitúa este nuevo disco en los terrenos estilísticos de “Once Upon The Cross” y “Serpents Of The Light” y añade apreciables recuerdos a MORBID ANGEL que igualan y superan las inevitables referencias a SLAYER, mucho más en primer plano en el anterior “To Hell With God”, un disco más efectista pero inferior, creo, a este “In The Minds Of Evil”.


Steve Asheim vuelve a demostrar que es un batería habitualmente infravalorado. Lleva en su ADN el estilo del grupo y conjuga a la perfección las cabalgadas más rítmicas con los blastbeats frenéticos en un trabajo al que saca brillo una muy buena producción de Jason Suecof, cuyo nombre se asocia habitualmente con grupos más modernos y de inclinaciones Metalcore pero que ha sacado chispas a la fórmula clásica de DEICIDE y tiene buena parte de culpa en que a Benton le haya quedado su mejor trabajo vocal en mucho tiempo. No sólo porque ha mejorado las letras de los últimos discos y ha recuperado el sabor clásico de sus viciosas y adictivas líneas vocales sino porque su voz suena más natural y amenazadora en otro de los pequeños pero grandes detalles que hacen de este un finalmente muy buen disco.

En lo compositivo no hay grandes sorpresas más haya de esa inclinación algo más, todavía más, old school, y de algo menos de velocidad y vértigo que en “To Hell With God” y algo más de groove de hormigón al viejo estilo Florida. Riffs energéticos, cambios de ritmo, un Benton en buena forma, solos de nivel y blasfemia metálica y facilona para dar y tomar. Eso es lo mejor que se puede esperar hoy por hoy de DEICIDE y eso es “In The Minds Of Evil”. Así que aquí hay un fan satisfecho porque además, y al lado de algunas canciones básicamente genéricas, el disco tiene cuatro o cinco composiciones de primera magnitud, realmente sobresalientes pero que por desgracia no son una constantes en estos apenas 37 minutos de Death Metal. El principio con “In The Minds Of Evil” y “Thou Begone” y el final con “Kill The Light Of Christ” y “End The Wrath Of God” es material de primera, listo para ser examinado por el seguidor más exigente del grupo. En medio también hay muy buenos momentos: “Beyond Salvation” o la más melódica “Between The Flesh And The Void”.

Un toque de los discos grabados con Santolla, un par de raciones de la energía seminal e irrepetible de “Deicide” y una calderada de grooves al estilo “Once Upon The Cross”. La fórmula es sencilla y funciona. A partir de ahí se puede hablar de lo derivativa que es y de hasta qué punto vive de los rescoldos de un pasado glorioso. Podemos debatir sobre originalidad, horizontes y fronteras musicales. Pero también podríamos recordar cómo están siendo los últimos años de OBITUARY o cómo de aberrante resultó el regreso discográfico de MORBID ANGEL. Así que y según se mire, para algunos este disco tendrá para unos un notable mérito y para otros apenas nada en lo que detenerse. Pero en última instancia es una buena dosis de sonido DEICIDE, fiel a sí mismo y con la suficiente energía. Y eso para mis oídos es sinónimo de buen rato garantizado.

 

Juanma Rubio

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