Crítica de HARAKIRI FOR THE SKY - "Maere"

No sé. He recorrido tanto camino con “Maere”, el nuevo (y quinto) disco de HARAKIRI FOR THE SKY, que me he acabado perdiendo, creo. O quizá solo llevo tiempo caminando sobre mis propios pasos, desandando sendas por los que ni sabía que había pasado. Pero mi sensación con este trabajo es… complicada. Agridulce, como la propia música. “Maere” canta a Mare, la pesadilla original, el espectro que se sentaba en el pecho de los durmientes y les estropeaba la noche jugando con sus visiones. Y “Maere” es un monstruo de Post Black que se alarga durante más de 80 minutos, sin ningún ánimo de limitar su ambición y provocando la paradoja final a la que conduce un disco que, desde luego, no es para todos los oídos ni para todos los públicos. Es un viaje del que es difícil cuestionar el destino, pero sí el trayecto.

Porque finalmente, y después de los primeras y febriles contactos, lo cierto es que me cuesta regresar a “Maere”. Tal vez porque, sencillamente, he interiorizado cómo de exigente es su escucha, como de necesario el abandono absoluto para hacerse con las riendas, para no perderse en el camino. Este disco es tortuoso como entidad: por volumen, un obelisco de emociones, un dique contra el que rompen durante casi una hora y media toda una paleta de grises que entremezclan los blancos brillantes con los negros más impenetrables.

Su poder evocador es fascinante, la necesidad de abandonarse por completo a él para no acabar percibiendo solo su superficie monocorde, agotadora. Y, no sé si me estoy explicando, pero hay un momento en el que “Maere” te vence, y ahí es donde se decide lo que realmente pensarás de este disco: si te rindes y te entregas, o si huyes y te escondes. Hagas lo que hagas, yo no voy a juzgarte.

La producción es cristalina, tal vez demasiado para los más blackers dentro del espectro de seguidores de este dúo de Viena. Batería retumbante, riffs perfectamente crispados y limpios y unas atmósferas arrolladoras, tratadas con esmero para ser perfectamente sobrecogedoras. Lo son. El artwork, notable, es de Art of Maquenda; Krimh Lechner (presente en SEPTICFLESH, directos con BEHEMOTH, pasado en DECAPITATED) hace un trabajo sensacional como batería de sesión, ya un colaborador veterano de M.S. y J.J., que cuentan con apariciones de Neige (ALCEST) y la voz sin identidad de GAEREA.

Además, iba a pasar por el disco Audrey Sylvain, una agitadora de la escena Black francesa que en los últimos tiempos se ha metido en líos por su inclinación política, demasiado a la derecha (la lacra que no cesa). HARAKIRI FOR THE SKY optó por abortar la colaboración pero con la boca pequeña, con un comunicado en el que básicamente anunciaba su decisión como una cuestión práctica, para evitar boicots y abandonos en una industria que bastante difícil está, y con una equidistancia que resultó muy poco edificante. Y, según como se mire, muy poco valiente. No sé si acabó siendo una cuestión de ocultar quién eres realmente o de, precisamente, no ser capaz de hacerlo.

"Maere": depende de cómo puedas gestionarlo

Si HFTS pretendía que su postura sonara a un simple “show must go on”, no le salió muy bien. Y eso partiendo de que esa sería, en realidad, la hipótesis menos mala. Un asunto feo que ha rodeado a un disco brillante pero voluminoso hasta el límite, en el que acaban regresando los mismos patrones, los mismos giros compositivos, el mismo perfil melódico, desde luego un registro vocal desgarrado y dramático pero absolutamente monocorde, siempre con esa producción clínicamente probada. Impoluta, excelente… ¿excesiva?

Ya está dicho. Puede que a “Maere” le sobre metraje, sobre todo para los oídos menos adscritos a su causa, los que puedan llegar a este disco porque pasaban por ahí. Aclarado eso, es innegable la profunda fuerza de un trabajo que echa raíces en los lugares más recónditos del alma, esos que el Post Black toca con una elegancia carnívora cuando conserva su ética metálica, como por suerte es el caso. ¿Blackgaze? Sí. ¿Melodías Folk? Algunas, al menos en su raíz. ¿Post Rock? Claro, pero al servicio del Metal Extremo; atmósferas Góticas, sonoridades Pagan y conexiones Melodeath para provocar mutaciones en descargas pletóricas de un Black Metal melódico bastante primordial.

La pátina de emociones es sugerente, dolorosa, al mismo tiempo íntima y cósmica, de la medida más microscópica a los latidos de la creación. Épica y quebradiza, con destellos de luz y sobrecarga de drama. Un disco que te da esperanza solo para arrebatártela, que pasa de la banda sonora de un tiempo oscuro a la sinfonía de algo que tiene más que ver con la asunción del fin que con su trágico advenimiento.

Percibir todo lo que transmite “Maere” requiere dejar que se cuele por cada rendija de ti, que te toque. No siempre es agradable, y por eso no siempre resulta bienvenido un disco de semejante voluntad transformadora y volumen colosal. Como experiencia, como océano en el que mecerse hasta el naufragio, es extraordinario. Tanto que acaba plegándose sobre sí mismo, disminuyendo por la misma reiteración de ideas y emociones que antes lo ha hecho grande. Una paradoja, una falla que tampoco cose, porque no cambia demasiado el paso, la versión final de PLACEBO, “Song To Say Goodbye”.

HARAKIRI FOR THE SKY crea un disco conflictivo

“Three Empty Words”, “I’m All About The Dusk” o “Time Is A Ghost” tienen algunos de los pasajes más sobrecogedores y triunfales de un disco finalmente conflictivo, al menos para mí. Primero me deslumbró, después me agotó; me cuesta regresar a él pero cuando lo hago me atrapa de forma absoluta, me absorbe por completo. “Maere” es brillante, pero es drenante. Es el sino de una obra de una magnitud apabullante en un género tan efectista como el Post Black. Pero es esa misma magnitud la que tienes que experimentar por ti mismo, porque solo así sabrás si este disco es para ti. O ni siquiera así, finalmente. Y puede que eso no sea ni bueno ni malo… sino todo lo contrario.

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Discográfica: AOP Records

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