La banda danesa sigue volcando creatividad en su Death Metal Melódico - Progresivo
“Kinship” es una obra monumental de casi 70 minutos, cargada de ideas, registros y recovecos. Pero al mismo tiempo es un disco que puedes atrapar en un puño, apretarlo contra ti como si solo fuera tuyo. Es una epopeya distante, una escucha que a veces es lo más parecido a mirar al cielo en una noche estrellada; música que parece trascender las dimensiones humanas pero que, si no tienes cuidado con cómo la manejas, puedes acabar convirtiéndola en polvo que se te escurre entre los dedos.
IOTUNN ha alcanzado su verdadera expresión, la dimensión que apenas asomaba en su disco debut, el ya por entonces (2021) excelente “Access All Worlds”. Ahora la búsqueda ya no recorre la distancia insondable del espacio sino la todavía más inacabable del tiempo de los hombres. Todo lo que podría ser este grupo danés con toque feroés, ahora lo es. Y si acaba siendo más, será en un futuro que ahora es imposible dibujar más allá de esta enormidad llamada “Kinship”.
El cambio con respecto al (aclamado) “Access All Worlds” no es radical, obviamente. Pero los rastros que aquel conservaba de los orígenes del grupo, cuando el guitarrista Jesper Gräs soñaba en clave de Rock espacial setentero mientras coqueteaba con dejar trazos de Power Metal americano en su estilo marcadamente escandinavo, parecen definitivamente lejanos. “Kinship” profundiza en la atmósfera, las dinámicas hipersensibles que maridan Death Metal Melódico, Progresivo, Doom, Gótico, Folk, Metal Extremo.
Traza caminos creativos que siempre están al servicio de las emociones en un sentido profundamente sensorial. Finalmente, todas nuestras búsquedas musicales acaban en esa emoción primordial que no siempre encuentras; Que, de hecho, cada vez resulta más difícil de hallar y ubicar. “Kinship”, por eso, es sobre todo un disco emocionante, que afecta y transforma: sobrecoge. Su excepcional pericia interpretativa está al servicio de lo que quiere transmitir, nunca al contrario por muy Progresivo que sea su espíritu. Nada es gratuito, nada es un brindis al sol ni una escenificación vacía. Nada, pese a sus casi 70 minutos de duración que siempre, en cada escucha, parecen unos cuantos menos.
“Kinship”, el viaje definitivo de IOTUNN… por ahora
Ahí empieza y acaba todo. IOTUNN te saca de las cuentas y los análisis y te transporta. No sabes si son golpes delicados o caricias desgarradoras, pero la música te toca y te llena en una historia que tiene como prólogo el excelente artwork de Saprophial y se adentra en mitologías de tribus prehistóricas, entre magia y naturaleza aferrada al chispazo primordial de lo humano: vida y muerte, libertad y destino, luz y oscuridad, creación y destrucción. La producción mejora notablemente la del debut; Ahora solo echo de menos más presencia del bajo y algo más (todavía más) de relieve, de profundidad en un sonido que de por sí tiene tanto eco, tantas capas. Sigue habiendo un exceso de compresión, un toque de paleta plana, pero el resultado es muy superior, cerca de lo que tendría que ser… pero en “Access All Worlds” no era. Además, incluso las imperfecciones embellecen un disco vibrante, en absoluto lacio, profundamente humano: sensible.
Cómo no, la voz del feroés Jon Aldara es el eje obvio de la personalidad de IOTUNN, como sucede ahora también en BARREN EARTH y en HAMFERD, que también ha editado un disco excepcional en este 2024. Su inconfundible barítono se mueve entre lo estremecedor y sus tan particulares quiebros melancólicos. Hay guturales del mismo modo que hay blastbeats entre elegantes sacudidas de Death y Black Metal. Se puede pensar en BARREN EARTH y en BORKNAGAR, PRIMORDIAL, OPETH, IN MOURNING, WILDERUN, ENSLAVED, INSOMNIUM o en los proyectos tardíos de ese genio llamado Dan Swäno. Pero la realidad es que IOTUNN trasciende en este segundo disco las comparaciones, compone con un sentido extraordinario de la narrativa e interpreta con pasión y fuerza. La batería eleva sin adornos y las guitarras realizan un trabajo magistral, sencillamente precioso. Melodías en cascada, riffs accesibles, chispazos creativos que no rompen el molde primordial del sonido y unos solos fascinantes que se ubican en el núcleo de la historia.
Decía que me sorprende que un disco tan largo no lo parezca en absoluto. Es una cuestión de calidad y seducción, claro, pero también de estructura. Dos mastodontes hacen de apertura y cierre, los catorce minutos de “Kinship Elegiac” y los once de “The Anguised Ethereal”. Una forma de dar sentido hermético a un torrente de música que queda así atrapado y definido por esas dos piezas que resultan desbordantes. Sobre todo la primera, una epopeya bombástica de emociones, estilos y engranajes perfectamente ensamblados.
De hecho, es difícil superar los primeros 23 minutos con esa inicial y deslumbrante “Kinship Elegiac” y la más compacta “Mistland”, accesible y con un carisma incontestable: las melodías triunfales, el chisporroteo que escapa de los solos, el estribillo triunfal. Si se añade “Twilight”, tenemos un tríptico inicial que es tan bueno que, paradójicamente, alarga su sombra sobre el resto del disco, que tiene que ponerse de puntillas y estirarse todo lo que puede para estar a la altura. Lo consigue: no solo “The Anguised Ethereal”, también las combustiones de “Earth To Sky” y “The Coming End”, elevada hacia los cielos por un trabajo de guitarras superlativo.
“Kinship” va a estar en muchos tops de final de año, en muchas listas de lo mejor que han dado los géneros metálicos en 2024. En la mía es probable que no, pero en todo caso me parece un disco fascinante, un triunfo para IOTUNN y uno de esos vehículos emocionales con una fuerza verdaderamente trascendente. Un impacto monumental, un cielo lleno de estrellas apretado en un puño, este es un disco de creatividad desbordante, de atmósferas majestuosas y, sobre todo, de emociones a flor de piel. Y eso, por encima de todo, es lo que me hace volver a él una y otra vez.
Discográfica: Metal Blade Records
Más información en sobre IOTUNN y "Kinship" en su página web.