Crítica de "Fireflake", el explosivo disco de KRAZARK

Los madrileños KRAZARK ofrecen su primer larga duración

Desde el norte de Madrid aterriza en nuestra redacción, “Fireflake”, el primer larga duración de KRAZARK tras un EP editado hace un lustro con el que ya comenzaron a enseñarnos sus credenciales.

Lo que podemos encontrar en este lanzamiento de ocho cortes es un Stoner Rock bastante reconocible e identificable de primeras, pero tampoco ortodoxo al cien por cien, puesto que a lo largo del intenso viaje que nos propone el combo de la capital, con recurrentes subidas y bajadas, hallamos una propuesta metamórfica, que se deja querer por sonidos, siempre parejos, eso sí, al Stoner, y elementos cercanos a la psicodelia con los que tan pronto te sitúas en los años 90 como lo puedes hacer pùntualmente en los 70, entendiendo que entre ambas décadas siempre hubo un puente de entendimiento más que evidente.

Hay RED FANG, hay KYUSS, hay reminiscencias a TRUCKFIGHTERS y a tantos otros conocidos del gremio, pero, como veremos a continuación, hay más en este viaje astral y recargado de humo al que nos somete KRAZARK en este plástico.

“Fireflake, Stoner Rock bastante reconocible e identificable de primeras, pero tampoco ortodoxo al cien por cien"

Las canciones para todos los gustos de "Fireflake"

“Free My Power” nos abre las puertas del trabajo mostrando sin tapujos las señas de identidad de la banda, dentro de las cuales cabe destacar un sonido bien buscado y perfectamente acorde a lo que demanda este género. Nítido, pero desaliñado, embarrado y garajero. Un sonido que te seduce y te transporta a un local de ensayo y a la visceralidad del Rock más natural y primario, capaz de fortalecer la música del cuarteto madrileño y de darle la mejor de sus presentaciones. Una guitarra arenosa y una base rítmica de claro perfil noventero nos acompañan hasta que entra la voz de Esteban, un tipo camaleónico y polifacético en su labor que tan pronto se apoya en una tesitura más áspera y ensangrentada, a caballo entre el Stoner y el Sludge, al más puro estilo de Javi Gálvez de los ya desaparecidos HORN OF THE RHINO, como lo hace en una más limpia, oscura y diría que cercana al Doom.

Buen tema que nos empuja hasta “Get The Fuck Out Of My Space”, un corte sabbathico que entra amansado, con pesadez, bien marcado por la línea de bajo de Sosa y por la sugerente voz de Esteban, que, de primeras, parece meterse en la piel de Glenn Danzig en sus discos en solitario, de Jim Morrison de THE DOORS e incluso en la de Ian Astbury de THE CULT. No obstante, el tema va subiendo de temperatura en su recorrido hasta llegar a un explosivo estribillo donde de nuevo fluye ese estilo vocal más abrupto y fiero que nos posiciona en ese espacio musical fronterizo entre el Stoner, el Sludge e incluso el Groove Metal.

“Freak Show” es distinta, peculiar, funkera, bastante divertida y, probablemente, la canción de todo el disco que más logra romper con las barreras del Stoner Rock. En esta ocasión logro acordarme de FAITH NO MORE en trabajos como “King For A Day, Fool Fo A Lifetime”, teniendo también en su haber un empaque algo más metalizado de lo que hay, a vista de pájaro, en todo el lanzamiento.

“Nothing Lasts Forever” nos devuelve a ese entorno nebuloso, desértico, atiborrado de hierba y con claras influencias de formaciones como THE DOORS, pero con un sonido más inflado y corpulento. Cabe destacar que la letra del tema, cuasiapocalíptica y con cierto aire nihilista y de perdición, le viene como anillo al dedo al mismo.

“Rockin' My World” es un ejercicio de Stoner bastante puro. Una base rítmica muy remarcada donde el sonido de bajo gana mucha presencia se entiende a la perfección con los riffs sencillos y entrecortados de guitarra de Kiara hasta llegar a un estribillo donde reina la polvareda y la pieza adopta un tinte necesariamente caótico a la par que contundente. La energía se apacigua del todo en su tramo final, adoptando casi la forma de una improvisada e interesante jam session, para volver a reventar en su último estribillo, haciendo con ello que estemos ante uno de los cortes más trabajados y atractivos de "Fireflake".

Por su parte, “Leave It All Behind” irrumpe de un modo espeso, entendido en el mejor sentido de la palabra y no de modo peyorativo, y espiritual. La banda, una vez más, evidencia tener buena mano a la hora de ir inyectándole una dosis de músculo a sus temas con cuentagotas, con envolvente parsimonia, hasta acabar incendiando su tramo final.

“Far Away From Sorrow” asoma la cabeza con una marcha de más respecto al anterior corte, teniendo ciertos aires de Hard Rock moderno y noventero, cuando ya el género estaba bastante mimetizado con el Grunge, y siendo un tema bastante directo en el que KRAZARK deja aparcada su vertiente más experimental, mientras que “Fireflake”, tema que rotula y cierra el álbum, vuelve a presentar claros matices de Stoner/Doom en su inicio hasta que un poderoso riff empapado en groove encarrila la pieza por derroteros algo más salvajes y encarnizados.

Los puntos fuertes de "Fireflake"

Dos virtudes atesora este lanzamiento por encima de todo: su espontaneidad y lo temperamental y visceral que puede llegar a resultar para nuestros oídos. De entre los ocho temas refugiados en el trabajo los hay más previsibles, mucho menos previsibles también, pero, por encima de todo, la banda plantea un viaje sensorial lleno de intensidad, de emociones a flor de piel que parecen salir de las entrañas. En resumen: alma. ¡Bien, KRAZARK!

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Discográfica: La Rubia Producciones

Más información sobre KRAZARK y su "Fireflake" en su página de Facebook.