Crónica del concierto de LACRIMOSA en Madrid (sala Shôko, 5 de mayo de 2023)
Que Tilo Wolff es un genio y su criatura, y principal vehículo de expresión artística, LACRIMOSA una de las bandas más personales e influyentes del Darkwave, y Metal Gótico (sinfónico en este caso) es una obviedad como que el “Operation Mindcrime” de QUEENSRŸCHE es el mejor disco de la historia. Una trayectoria impecable siguiendo su propio camino, con algunos trabajos más inspirados que otros porque sacar discos con regularidad durante más de treinta años es lo que tiene, creo que merece un reconocimiento que no sé si siempre se le da.
LACRIMOSA tiene su público y está claro que el hecho de editar sus trabajos en su propia discográfica, Hall Of Sermon, le da la libertad necesaria que un artista como el alemán, afincado en Suiza desde hace muchos años, necesita porque su música no es para todo el mundo. Tilo lo sabe y, lo que es mejor, le da igual. No podría ser de otro modo porque siempre ha sido ajeno a modas pasajeras y creo que nunca ha editado nada que no quisiera por presiones externas. Él es su propio juez y, seguramente, mayor crítico porque una personalidad tan perfeccionista como la suya le obliga a ofrecer siempre lo mejor que pueda en cada momento.
“Leidenschaft”, el décimo cuarto esfuerzo del dúo formado por Tilo y su inseparable compañera desde hace muchos años Anne Nurmi, no revoluciona ni innova nada en el universo LACRIMOSA y los detractores de su música podrán decir que es más de lo mismo. Es muy posible que razón no les falte pero, como decía antes, el señor Wolff sigue su camino y, si te gusta lo que hace, no es una decepción ni un mal trabajo. Es lo que es, una pieza más en el ya amplio puzzle del grupo y además, una nueva excusa para tocar en directo.
Tenemos que remontarnos más de diez años, concretamente a enero de 2013, para rememorar la última visita del grupo a Madrid. En aquella ocasión presentaban “Revolution” en una sala Arena a rebosar porque, aunque LACRIMOSA no sean ni por asomo tan masivos aquí como en Hispanoamérica, donde tocan en recintos de gran capacidad, tienen su pequeña legión de fieles que aprovechan sus visitas (no es una banda que haga largas giras ni que se prodigue demasiado por España como lo hacía antaño y a las pruebas me remito) para obtener su dosis de LACRIMOSA en vena.
Pensé que semejante lapso de tiempo desde su última visita a la capital se reflejaría en una afluencia muy masiva en Shôko. De hecho esperaba un lleno en toda regla pero no se agotaron los boletos ni en taquilla, aunque hubo una entrada muy buena en una sala de aforo medio como es la de Puerta de Toledo. Esto, y un entusiasta público que contaba incluso con gente venida de fuera, ayudó a crear un gran ambiente en una cita que se antojaba ineludible para cualquier seguidor del grupo porque a saber cuándo será la próxima… si es que la hay.
Con exquisita puntualidad, suiza en este caso, con el famoso logo del arlequín presidiendo el escenario y dos banderas a ambos lados de la batería, la intro “Lacrimosa Theme” fue lanzada mientras aparecía entre vítores la banda que acompaña al dúo. O lo que es lo mismo, los fijos en directo desde hace muchos años Jan Peter Genkel a la guitarra y Yenz Leonhardt al bajo junto al baterista Julien Schmidt. Tras ellos salió Anne recibiendo una gran ovación mientras Tilo permanecía todavía oculto llegando a cantar las primeras frases de “Schakal” sin estar en el escenario. Arrancaban así la actuación con un tema antiguo que, lógicamente, fue muy bien recibido por una audiencia que ya estaba entregada desde antes de empezar.
El sonido fue pulcro y estuvo bien ecualizado desde el inicio, al menos desde mi posición en uno de los laterales cerca de la mesa de sonido, por lo que pudimos disfrutar del concierto en todo su esplendor. Este prosiguió con “Malina”, y su aire de tango, antes de que interpretaran el primer corte de “Leidenschaft”, la lenta y oscura “Liebe über Leben”, con la que terminaron de introducirnos en su mundo y en la que tanto Tilo como Anne se iban dando paso vocalmente para terminar cantando al unísono de la característica manera en la que lo hacen. Además en ella vimos, por primera pero no última vez, a Tilo colgarse una guitarra blanca con el logo del grupo en negro que le quedaba muy bien pero que no es que tocara en demasiados momentos.
Anne Nurmi no estuvo a la altura
Sean mejores o peores, Tilo apuesta siempre por presentar a conciencia los discos nuevos motivo de sus giras, hecho que me parece lógico pero que no siempre sucede con todos los grupos que sacan nuevo material. Esta vez no fue la excepción y hasta cinco cortes de “Leidenschaft” tuvieron cabida en un repertorio que intentó hacer un repaso a casi todos sus discos, aunque fuera con representaciones meramente testimoniales dada su dilatada discografía. Es una tarea muy difícil y está claro que contentar a todos los seguidores no es posible pero es de agradecer intentar reflejar en directo tanto los temas más recientes como los clásicos que nunca deben faltar en un concierto de LACRIMOSA aunque, en este sentido, finalmente hubo alguna sorpresa desagradable.
Tal y como reza el dicho popular de que una cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones, del mismo modo las canciones en los directos de LACRIMOSA resultan mejores o peores según tenga el día el más “débil” de sus eslabones. Y ese “eslabón más débil” es Anne Nurmi. La inseparable compañera de Tilo desde hace treinta años fue la que más dejó que desear en el apartado vocal, como siempre que la he visto en directo, por otro lado. Y eso que no fue la peor noche que la recuerdo. Esto se “disimulaba” en buena medida en los cortes donde hace segundas voces o daba la réplica pero quedaba al descubierto en los temas en los que mayor protagonismo tuvo su voz y dónde cedió su puesto tras los teclados a Wolff. Por ejemplo, floja (o flojísima según lo duro que se quiera ser) fue su interpretación en la relajada “The Turning Point” de “Elodia” y en las nuevas “The Daughter Of Coldness” y “Celebrate de Darkness” donde evidenció sus carencias, ya digo, sin ser la peor de sus actuaciones. Siempre me pareció curioso que alguien tan perfeccionista y exigente como el fundador de LACRIMOSA pase por alto este hecho pero está claro que es algo con lo que hay que vivir porque no parece que vaya a prescindir de ella a estas alturas de la película.
Tilo Wolff y la cuidada puesta en escena de LACRIMOSA
Mientras seguían cayendo más temas de su amplísima trayectoria como “Kelch Der Liebe”, una muy celebrada “Alleine Zu zweit” que puso la sala a botar y a prueba el alemán “de andar por casa” de más de uno en su estribillo, la movida “Raubtier” de nuevo cuño con gran protagonismo de Jan Peter, dados los numerosos solos que posee, o la solemne “Nach dem Sturm”, que dio presencia al álbum “Testimonium” y contó con la voz de Yenz acompañando a la del alemán, uno se daba también cuenta lo cuidada que tienen la puesta en escena en lo visual, lo que vive Tilo cada una de sus composiciones y lo bien que ha envejecido. Ya no me refiero sólo a estéticamente, como si tuviera su propio retrato a lo Dorian Grey escondido en su casa, sino que cantó tal y como se espera de un tipo como él. Muy bien. La verdad es que su actuación compensó con creces las deficiencias de su compañera y el balance entre ambos se saldó en positivo. Además se mostró cercano, contento y agradecido por volver a España y por la respuesta recibida.
“Führ Mich Nochmal In Den Sturm”, otro tema de “Leidenschaft” pero que podría tener cabida en cualquiera de sus trabajos porque sigue el esquema clásico de LACRIMOSA cien por cien, dio paso a otro de los momentos álgidos para mí de su concierto con la ejecución de la enorme (también en duración ya que supera los diez minutos) “Flamme Im Wind” perteneciente a “Satura” y que fue la canción más antigua que sonó esa noche. Ese inicio con Yenz tomando la parte delantera del escenario taladrándonos con su bajo, la sentida guitarra de Jan en el primer solo a la que se sumó Tilo con la suya en su parte central y que desembocó en una especie de “duelo” guitarrero entre ellos en la parte más cañera arrancó incluso palmas al respetable en su parte final. Simplemente alucinante.
Como estuvo flanqueada por los dos temas del último disco cantados en inglés por la finlandesa la sensación de subidón inicial fue muy grande pero la de bajón al terminar y encontrarnos con “Celebrate The Darkness”, también, para qué mentir. Menos mal que “Rote Sinfonie”, uno de los mejores temas de “Revolution” y donde volvimos a ver a Tilo con su guitarra para compartir protagonismo de nuevo con Jan y también con Yenz, estaba ahí para animar de nuevo un show que se volvió muy “heavy” (para los parámetros del estilo que estamos hablando, lógicamente) en su parte final. “Stolzes Herz” de “Stille” siguió la estela de “Rote Sinfonie” y fue otro de los temas ganadores porque su combinación de caña y delicadeza es, simplemente, magistral. Con ella se marcharon por primera vez del escenario tras noventa minutos sin apenas pausa siendo aplaudidos a rabiar por una audiencia que no quería, de ningún modo, que esto terminara.
El problema es que la hora a la que deben terminar los conciertos en la sala Shôko de manera estándar son las diez y media y, según el setlist que el grupo iba a interpretar les quedaban cinco temas y eso que, incluso antes de empezar, ya se tachó de la lista “My Pain”, así que no la contabilizo. Las matemáticas no fallan, las cuentas no salían y empecé a temerme que habría más recortes en el repertorio. No me equivocaba y del primer bis ya se cayó “Feuer” por lo que “Lichtgestalt” y la tremenda “Ich Bin Der Brennede Komet”, otro de los momentos para recordar del concierto con Tilo bailando a su peculiar manera y el público dándolo todo, fueron las que ejecutaron antes de volver a marcharse de las tablas.
Un setlist recortado
No restaban muchos minutos para la hora de término y, dándose un poco de prisa, todavía podían salvar los muebles y tocar las otras dos canciones que aparecían en el repertorio que, insisto, el grupo pretendía tocar y había confeccionado (porque varían el orden y algunos temas según el sitio) para Madrid. Cuando volvieron, Tilo nos pidió posar para una foto y agradeció nuestra presencia. Sin embargo me quedé a cuadros, y presa de la decepción, cuando escuché el inicio de “Durch Nacht Und Flut”, con la consabida estrofa cantada en español, porque eso quería decir que también se iba a quedar en el tintero “Der Morgen Danach”, posiblemente su tema más famoso o, al menos, uno de los más conocidos y que nunca había dejado de escuchar en anteriores conciertos suyos desde la primera vez que lo vi en 2005. Lo peor es que creo que podían haberla tocado porque en realidad terminaron a las diez y veinticinco y es una canción corta. Ignoro el motivo de privarnos de dos temas (tres si sumamos el citado “My Pain”) o por qué no improvisaron “Copycat”, coreado por alguno de los presentes, que apurando también habría entrado en el tiempo.
Es cierto que fueron casi dos horas, aunque sus descargas no suelen bajar en circunstancias normales de ese tiempo por lo que tampoco es algo muy reseñable en ellos (aunque si en los tiempos que corren, qué duda cabe), de un nivel muy alto porque la banda está compenetrada totalmente y son grandes músicos pero por eso mismo hay que exigirles lo máximo y en Madrid el sabor agridulce de ver recortado el repertorio empañó sin duda lo que fue un gran concierto. Y no, no me vale el manido tema de los horarios de la sala para justificar que tocaran veinte minutos menos que en su otra fecha española, que se dice pronto, porque si lo sabes de antemano la solución para no hacer de menos a los que nos acercamos a Shôko es bien sencilla. Empieza antes. Fue una pena porque, de haber rematado la faena cómo todos esperábamos, estaríamos hablando de uno de los mejores conciertos en lo que va de año.
Crónica de David Ortego
Fotos de Laura Ruiz y David Aguilar
Promotoras: RSS Promo y Eclipse Group
Más información sobre LACRIMOSA y sus giras en su web oficial
){kind=link}