MIDGAR - Sombras Del Mañana

Una mirada al futuro desde la oscuridad. Un grito que llama a la acción sin dar tregua a la rendición. Esa es quizá la esencia y el retrato robot del debut discográfico de MIDGAR, el cual bajo el título “Sombras Del Mañana” nos presenta una historia futurista y conceptual en un contexto de Heavy Metal melódico.

Y es que la formación madrileña parece querer arrancar con fuerza en este primer trabajo, que rezuma el esmero y la constancia de una banda formada en 2005, que ha ido caminando despacio pero con paso firme hasta consolidar una formación estable en el año 2009, gracias a la cual se proclamaron ganadores en la categoría de grupo local en el festival Granito Rock durante su edición de 2010.

Así, con diligencia y una cuidada imagen en formato digipack, dotada de notables ilustraciones, da comienzo la aventura en la ciudad de MIDGAR, protagonista de esta historia a través de los siete cortes que componen el plástico. Una misteriosa urbe -que todo buen aficionado al videojuego "Final Fantasy VII" conocerá- en la que nos sumergimos desde el “Preludio” a través de sirenas de policía en la tormenta, saltando de nota en nota en las teclas de un envolvente piano, adentrándonos en una especie de pesadilla en pleno año 2042, que nos asalta como “Un Sueño En La Oscuridad”, nombre que da título al segundo tema del disco y en el cual ya nos topamos con uno de los máximos exponentes de la banda en la voz de su vocalista Elena, cuya potencia y fortaleza nos guía a través de una pieza con duros y cortantes riffs de guitarra sobre un fondo de teclado puramente sinfónico.


Pero para Yann (el niño protagonista de nuestra historia en MIDGAR) su andanza no ha hecho más que empezar. En cortes como “Grítale Al Cielo” – quizá el más destacable del álbum a nivel personal - seguimos encontrando las vicisitudes a las que debe enfrentarse, con una canción bastante técnica con estribillos pegadizos y tintes power-progresivos en su instrumentación plagada de sintetizadores, que contrastan con unas melodías vocales de clara reminiscencia a algunas de las más relevantes gargantas de los años 80 y 90. Una voz que sabe poderosa, a puro Heavy Metal clásico de antaño,  en una pieza que quizá peca de larga, especialmente en sus casi tres minutos instrumentales, pero que se vislumbra cuidada hasta el extremo.

De cualquier manera, si hay algo muy palpable en este trabajo es su evidente vocación a banda sonora. Una influencia muy clara en las composiciones que dota a las canciones de un alma y atmósfera únicas, como sucede al comienzo de “El Último Día” en el que destaca otro contagioso estribillo que recalca el carácter a himno del tema, donde volvemos a disfrutar del piano, sobre todo en la recta final del corte en sus casi 8 minutos de duración.

No obstante, no sólo se subraya la calidad en la parte de las teclas y sintetizadores, pues las guitarras hacen a lo largo de este “Sombras Del Mañana” una labor encomiable que sobresale en las partes más técnicas y progresivas de los temas. Los dueños de las seis cuerdas se han recreado de lo lindo, sin prisa pero sin pausa, en un álbum que quizá se hace algo corto, echando en falta alguna canción más y que, por poner el único punto negativo, no le hace justicia una producción que podría ser mejorable.


De este modo, llegamos a los últimos coletazos del disco, que siguen respirando ansias de futuro, en títulos y letras, como sucede en “Respuestas”, uno de los cortes más técnicos y progresivos que cuenta con el añadido de poseer guiños de melodías arabescas en las guitarras, al que le sigue “Sombras Del Mañana”, medio tiempo repleto de cambios en una pieza ambivalente. El plástico se cierra con la instrumental “Mar de Arena” que, como un interrogante enigmático y melancólico, pone punto y final al debut de MIDGAR.

Un buen comienzo para los de Madrid, pues tal como ellos mismos indican, las sombras de nuestro mañana son evidentes pero aún no son realidades. Un mensaje que lejos del aura postapocalíptica que rodea al álbum, debe entenderse en un contexto más positivo. Quién sabe si como un preámbulo a un éxito futuro.

Jessica Tornos-Ybes

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