MOTÖRHEAD - Aftershock

MOTÖRHEAD no necesita presentación. Es el icono del Rock’n’Roll y del Heavy Metal. Es la banda sonora de una Harley Davidson, paradigma de fidelidad a un estilo de vida y a una música que a fuerza de persistencia, buen hacer y lealtad han convertido su sonido en género y al grupo en insignia de mucha gente, y mío en particular. Con 38 años de carrera a sus espaldas y, con este "Aftershock", 21 discos de estudio.

Este año ha venido marcado por el precario estado de salud de Lemmy, incluida una muerte ficticia. Los achaques del Sr. Kilmister han roto el misticismo de divinidad eterna que le rodeaba y nos ha expuesto que es de carne y hueso, humano y mortal. Nos devuelve a la dura realidad de estar asistiendo impávidos al último viaje de las grandes leyendas y los grandes dinosaurios del Heavy Metal. Ronnie James Dio se nos fue sin avisar. La grandeza icónica de Lemmy, aparejada de tantas connotaciones, y su vida ligada el Rock hace que su salud se confunda en metáfora del Heavy Metal.

Recibía el disco con el corazón en un puño ante la vorágine de sentimientos que es imaginar un escenario -esperemos muy lejano- de un mundo sin Lemmy y sin MOTÖRHEAD, pudiendo estar ante su último trabajo, asistiendo a la última gira, y dudando si éste estaría a la altura de sus dos últimos “The World Is Yours" y “Motörizer” y de la leyenda de la banda.



Vídeo de "Heartbreaker"

El grupo se ha destapado con catorce temas, lo que a mi parecer es excesivamente largo, pero que permite profundizar en toda su gama de canciones, desde las más agitadas e intensas hasta las de la vena más Blues de Lemmy. El resto de los discos de MOTÖRHEAD se mueven entre las ocho y diez canciones y la media hora. Además de introducir más canciones de las habituales, el minutaje también se alarga 15 minutos hasta los tres cuartos. Es un riesgo alto, porque si bien no hay mala canción de MOTÖRHEAD, sí hay algunas menos inspiradas que otras. El recurso que utiliza para no caer en el tedio es la alternancia de palo y zanahoria. A lo largo de las pistas suceden las canciones pausadas de las intensas. Así "Aftershock" resulta un disco bastante empático, variado y oscilante. Te va meciendo por distintos estados de ánimo con un buen puñado de canciones que funcionan, y un par que podrían ser memorables si el bagaje de la banda no fuera tan prolífico y longevo.

El disco arranca con una combinación de un directo a la mandíbula con "Heartbreaker", single del disco y una de las más inspiradas, en el que la velocidad original y el Rock’n’Roll se abrazan, seguida de otro trallazo como “Coupe De Grace” de alto voltaje. Si con el par se han elevado nuestros corazones llega el momento para la melancolía con el “Lost Woman Blues” en el que la voz rasgada característica de Lemmy, palpablemente fatigada, pronuncia “all my life is broken 'cause I swear I'm sick and tired”, nostalgia de la que se repone con un increscendo de velocidad y macarronería cerrando el broche de una canción que deja mejor recuerdo de lo que realmente es.


Para sacudir la tristeza está “The End Of Time”, canción muy veloz, "speedica" y divertida. Rememora los tiempos de "Overkill" con un gran riff, y una batería que se desata con fiereza en una de las mejores piezas de este disco y de probablemente los tres últimos. “Do You Believe" invoca a la Fe rockera en un llamamiento de pura impronta MOTÖRHEAD, dando paso a "Death Machine", mucho más pesada que el resto. Medio tiempo, duro y pétreo en la línea del "Motörizer".

Sigue bajando el pistón con "Dust And Glass", canción impropia que rompe el patrón, entre el blues y la balada, que suena a canción de despedida, de recuerdo y reminiscencia a "Capricorn", aunque sin su lustre. “Going To Mexico” nos devuelve a la vida y deja un viaje en forma de canción perfecta. Rápida, ágil, intensa y jovial con un bajo poderoso que recuerda al motor de la Harley, y cuyo traqueteo y el solo de guitarra te transporta al desierto de México en una carrera de acordes.

Calmamos nuestro corazón desbocado después de la carrera con una terna de medios tiempos no especialmente reseñables ni inspirados: “Silence When You Speak To Me” “Crying Shame” y “Queen Of The Damned”. Destaca entre las tres “Crying Shame”, típica canción sucia y macarra de escarceos de bar, que sin ser gloriosa invita a moverse y tararearla.

Sube el nivel con la notable “Knife”. Podría encajar en “Motörizer”, el riff que domina la canción es bueno, pegadizo. La forma de estructurarla y un buen estribillo hacen de ella una pieza destacable y divertida. “Keep Your Powder Dry” es muy rockera y un tanto intranscendente a estas alturas del disco, con otra vez la velocidad un punto por debajo del nivel. Cuando ya estas considerando que el disco se está haciendo largo la última canción te golpea. “Paralyzed” es rauda y ruda, crudo Heavy Metal y Speed Punk gamberro para agitarte. Comienza con el repique de la batería, acelera a 100, afloja en el estribillo y cuando ya crees que no hay más, vuelve a arrancar a toda velocidad en un sprint que deja sin resuello. Un broche perfecto excitante que te deja con buen sabor de boca y ganas de volverlo a poner el disco desde el principio.


En este "Aftershock" MOTÖRHEAD se saca de la manga un puñado de canciones de gran nivel, y otro que no pasará a la historia de la banda pero que no llega a suspender. El disco en cómputo global puede que no esté al nivel de "Motörizer" pero, como es tónica en la última década, es un álbum notable en el que destaca la sencillez y soltura con la que Lemmy compone.

Hay personas que tienen en su rutina lavarse los dientes, afeitarse colocarse una corbata y a la oficina 8 horas durante toda su vida. Esa rutina para Lemmy Kilmister es bajar al Rainbow Bar And Grill de Los Angeles, jugar una partida a la tragaperras y componer un disco de Rock'n'Roll como quién no quiere la cosa, de una manera tan espontánea y natural que hace que parezca sencillo. Bendita rutina de un Dios que muchos desearíamos fuera inmortal.

 

Fernando Alfageme

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