Un dios enamorado de una hermosa mortal creó las cataratas del Iguazu para, dominado por los celos y la ira, frenar la huída río abajo de la muchacha y su amante en una frágil canoa. La tradición cultural de Brasil está llena de historias que explican, en ese lugar entre la fantasía y la realidad que toca la mitología, su naturaleza desbordante, tan hermosa pero también tan hostil. Historias pequeñas e historias enormes, lo poco (muy poco: Popol Vuh, Yurupary…) que queda de la tradición precolombina y de las leyendas amazónicas, un hilo cultural que enhebra un gran pedazo de Sudamérica (un gran pedazo del planeta, en realidad) y que supone, como todo conocimiento del pasado ancestral, una enorme y hermosa fuente de conocimiento. Y, claro, un océano de inspiración para la creación artística.
Y ese es el caso de MYTHOLOGICAL COLD TOWERS. El nombre lo dice todo: construcciones mágicas y pretéritas de explicación difícil o sencillamente fantástica, hechos del pasado enterrados en la arena de los siglos que permiten que vuele la imaginación… y la creación musical. Durante ya casi dos décadas este grupo brasileño ha arado los yermos terrenos del Doom/Death y ha cultivado los frutos del underground, un nombre enterrado entre muchos nombres, uno que circula de boca en boca y que tendrá, con su cuarto disco, su mejor oportunidad en Europa gracias a la asociación con Cyclone Empire.
Que sea para bien, porque el grupo pone por la (fundamental) parte que le toca un trabajo de impecable factura y reconocible profesionalidad: buen artwork (idóneo para el estilo y la temática: una misteriosa imagen de un ritual amazónico); un sonido de categoría labrado en el estudio del propio grupo con el batería Hamon al mando; y buenas canciones, extraídas directamente del núcleo del Doom / Death de principios de los 90, una vuelta a los orígenes a partir de los riffs del guitarrista Nechron tras unos años en los que MCT había experimentado con sonidos más sinfónicos, progresivos e incluso tocantes con el Black Metal.
“Immemorial”, por el contrario, es un paseo por un camino conocido y seguro, un intento de hacer el mejor disco posible en términos de calidad y emoción y con la originalidad aparcada. La escuela británica y la finlandesa, en sus versiones más puristas, combinadas en unas canciones que huelen a PARADISE LOST, MY DYING BRIDE, NOVEMBERS DOOM, SWALLOW THE SUN, MOURNING BELOVETH, los últimos WHILE HEAVEN WEPT… Lo mejor de este disco es que apunta perfectamente en esa dirección y se aprovecha de los valores de un estilo de sensibilidad única: la gravedad del Doom clásico, la corteza áspera del Death Metal y la fragilidad de la carga atmosférica que transporta el trabajo melódico de guitarra y teclados. Lo peor es que la originalidad brilla por su ausencia y que los momentos de una brillantez notable se mezclan con otros poco más que genéricos (siempre correctos). Las propias canciones repiten una homogeneidad tal de estructura y recursos que el disco resulta, con lo bueno y lo malo que eso implica, un unitario viaje de 43 minutos. Sin duda evocador, desde luego repetitivo.
Con el reloj esta vez congelado en torno a su fecha de nacimiento (1994), MCT apuesta por la concreción y la dosificación de adornos. El disco es expresivo pero nunca se recarga demasiado hacia lo sinfónico o lo gótico, presente de forma indudable en muchos pasajes melódicos (“Like An Ode Forged In Immemorial Eras” es el mejor ejemplo). No abusa de cambios de ritmo o transiciones cinemáticas y mantiene la voz de Samej en su registro más cavernoso y gutural, sin voces limpias ni coros femeninos y sin más remiendo que algún fragmento solemnemente narrado. Priman, en definitiva, los riffs, las cargas de fondo Doom, las impresiones Death, las persistentes y volátiles melodías que agrietan y elevan de forma imposible lo que es una montaña lúgubre de improbable volatilidad (el gran valor ambivalente de este estilo). El disco transita por los bien arados caminos del Doom/Death de forma segura y con concesiones que le hacen bascular del Funeral Doom al Metal Sinfónico.
Es decir: lo previsible pero bien hecho. La cuestión es que una creación tan conservadora y tan orientada a los clásicos de su estilo necesita un nivel compositivo estelar para no caer en lo genérico y, por lo tanto, en el peligroso flirteo con la mediocridad. E “Immemorial”, siempre intachable, sólo sobresale de forma brillante en un puñado de canciones. No en todas. La inicial “Lost Path To Ma-Noa” o la final “Immemorial” son ejercicios muy convencionales y más manidos que brillantes que ayudan poco a un resultado final que es claramente positivo gracias a piezas, estas sí, verdaderamente regias y expresivas como “Akakor”, “The Shrines Of Ibez” o “Fallen Race”, una dramática tragedia en movimiento que es la única canción de todo el disco que supera los nueve minutos. El resto se mueve en un metraje, en torno a los cinco minutos, comedido para lo habitual en este estilo.
MYTHOLOGICAL COLD TOWERS conoce al dedillo su profesión y tiene experiencia, conjunción y calidad. E “Immemorial” es un disco intachable de Doom/Death clásico: adusto, pesado y con unas melodías que se mueven entre lo otoñal y lo invernal. El disco es tan puro y tan clásico que remite de forma unívoca a los pilares básicos del género y esa comparación improbable es la que no le deja en demasiado buen lugar. Sucede cuando se aparta la originalidad y se apuesta por una fórmula convencional y tan reconocible. Dicho esto, este disco tiene calidad y momentos lo suficientemente notables y dramáticos como para ser una recomendación segura para los seguidores del estilo.
Juanma Rubio