NAGLFAR - Teras

La percepción temporal de las cosas cambia de manera constante. En los ochenta, prácticamente todos los grupos estaban obligados, por contrato, a editar un disco cada año. Resultaba increíble cómo algunos mantenían y aumentaban la calidad con unos períodos compositivos escasos. Ahora, como esta industria no vende, una banda se puede tirar un lustro sin sacar un álbum y no pasa nada. Es el caso de NAGLFAR que desde 2007 no ponía en circulación nuevo material. La espera, por fin, termina y ya se puede escuchar “Teras”, un trabajo que, sin duda, no va a defraudar a los seguidores de siempre del ahora trío de Umea. La duda reside en si a los suecos esta etapa de relax a la hora de escribir canciones, que no de tocar, les ha insuflado bríos renovados para alcanzar las fantásticas cotas que lograron en su antecesor, “Harvest”.

Para contextualizar “Teras” y, en general, a NAGLFAR, es necesario retroceder hasta los orígenes de un combo que con su debut “Vittra” asombraron a muchos. Lanzado prácticamente a la vez que el “Storm Of The Light´s Bane” de DISSECTION, la encarcelación del líder de estos, Jon Nodveit, hizo pensar que nuestros protagonistas serían sus herederos. Con una música a medio camino entre el Black y el Death Melódico, “Vittra” es una de esas joyas que salieron de Escandinavia en aquellos años de explosión artística del Metal extremo en el norte de Europa. Su sucesor, “Diabolical”, no levantó tantos vítores, si bien personalmente me parece un gran disco. De repente, el silencio. Cinco años hasta la aparición de “Sheol”, probablemente lo más flojo (que no malo, ni mucho menos) de NAGLFAR. A pesar de la distancia entre “Diabolical” y “Sheol”, parecía que las ideas se habían acabado.

El grupo se renovó, marchándose el vocalista Jens Ryden (hoy en THYRFING), pasando Kristopher Olivius del bajo a cantar. Olivius es ideal para el Black con lo que la banda se centró más en este estilo y acertó de pleno. Prueba de ello son “Pariah” y “Harvest”, dos sobresalientes obras que no supusieron, por desgracia, un repunte de popularidad. NAGLFAR es uno de los conjuntos más respetados del panorama europeo pero están lejos del seguimiento de los nombres reconocidos del género. Todo esto nos lleva a la pausa antes mencionada que concluye con el advenimiento de “Teras”. Entre medias, la base rítmica del grupo se marcha, quedando reducido a trío. Para la grabación han contado en la batería con la ayuda de Dirk Verbeuren, conocido por su pertenencia a SOILWORK y colaboraciones con, entre otros, DEVIN TOWNSEND, WARREL DANE o JEFF LOOMIS. El tipo se nota que es buenísimo y le aporta un plus importante al disco.


Si tuviera que definir “Teras” son una sola palabra, esta sería solidez. Es un álbum sin fisuras, de ahí que en el primer párrafo mencionara que no defraudará a ningún fan del grupo. Ortodoxo, NAGLFAR no se aparta ni un instante de su propuesta introduciendo pinceladas de nuevos elementos a su música que antes no se podían oír, si bien creo que en ese apartado no dan en el clavo. A modo de introducción y con unos coros lúgubres, el tema título abre tres cuartos de hora que arrancan, definitivamente, con “Pale Horse”. Esta canción sirve como lugar común de la filosofía NAGLFAR actuales, para quien no los conozca, un cruce entre MARDUK y unos DIMMU BORGIR desprovistos de la parte pomposa y orquestal, todo ello mezclado con melodías típicas del país que vagan entre DISSECTION y DARK FUNERAL.

Hasta aquí, impecable. Para los fanáticos de “Vittra”, ¿cuál es el problema? El toque distintivo que sí existía en los inicios. NAGLFAR factura trabajos inmaculados pero el aura de genialidad se escucha en pocas canciones y algunos breves instantes. No todo son buenas composiciones sino que a los músicos con talento como ellos hay que exigirles algo más. ¿Dónde encontramos ese elemento atractivo adicional? Fundamentalmente, en determinadas melodías, la marca característica de la casa. Cortes como “Pale Horse”, “III: Death Dimension Phantasma” o “Invoc(H)ate” pasan de buenos a notables cuando las guitarras dibujan brillantes melodías después de estrofas, por encima de estribillos y en pasajes centrales, durante los temas acelerados.

Cuando la velocidad disminuye, los auténticos NAGLFAR aparecen. Tres composiciones destacan por encima del resto y, qué casualidad, son las tres con secciones a medio tiempo: “The Monolith”, “Come Perdition” (impresionante cómo suenan las guitarras iniciales, 100% “Vittra”) y, sobre todo, la final ”The Dying Flame Of Existence”, una epopeya que supera los ocho minutos, oscura y épica, que puede considerarse entre lo mejor de su catálogo. Como nubes en el cielo, curiosamente, aquello que se anuncia como distinto. “An Extensión Of His Arm And Will” no está mal pero el tufillo BEHEMOTH es meridiano. Peor pinta cuando juegan a ser SATYRICON (post “Nemesis Divina”) en la comercial y simple “Bring Out Your Dead”. Ese tipo de temas sosos y rockeros que se los dejen a Satyr y sus muchachos, no a una formación seria.


En el cómputo global, estas dos pequeñas manchas no pueden empañar otro disco, uno más, que merece la pena para cualquier seguidor del Black con melodías, sin teclados, pero con una producción limpia y nítida, alejada de aquellos que buscan crear atmósferas con un sonido menos pulido. Es una pena porque me temo que NAGLFAR continuarán en ese segundo plano de popularidad del que nunca logran salir. Otra de esas injusticias que tiene la música. Razones para ello podríamos buscar muchas pero quizá no merezca la pena pensar en lo que pudo haber sido y no fue. Esperar, nada más, que esto cambie con “Teras”. Lejos de su mejor entrega pero otro álbum destacable de los suecos.

 

Marco-Antonio Romero

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