El aniversario de "Bathory": 40 años del legendario debut
A lo largo de la historia del Metal, que abarca más de medio siglo si, por no entrar en discusiones gruesas y que no vienen al caso, fijamos el año I en la edición del primer disco de BLACK SABBATH (1970), se han editado montones de discos extraordinarios. De todos esos, una montaña con mil formas (del Hard Rock al Funeral Doom, del Metal Progresivo al Grindcore), solo un puñado (un buen puñado, si se quiere) son verdaderamente trascendentales. Y de esos, de los elegidos, solo unos pocos (proporcionalmente, al menos) son fundacionales. Esenciales, definitorios. Balizas sin las que el camino o se habría quedado sin recorrer o habría tenido una forma, sencillamente, distinta. Uno de esos discos, sin discusión (incluso en estos tiempos en los que se discute todo), es “Bathory”, el debut de BATHORY editado en 1984.
Y eso a pesar de que, con toda su magnitud, ni siquiera es, seguramente, el mejor disco de Quorthon, el músico que dio forma a un nombre sin el que es imposible entender la gestación, explosión y diversificación de lo Extremo: BATHORY, desde Estocolmo, llevó las fronteras del Metal a nuevos niveles y pulverizó (en su tiempo) en términos de ferocidad y oscuridad al ascendente (y obviamente muy influyente) Thrash Metal. El Death Metal sueco, uno de los pilares esenciales del estilo, debe mucho a BATHORY. El Black Metal de segunda ola, la escuela noruega, le debe literalmente todo a la trilogía que forman el citado debut, “The Return…” (1985) y “Under The Sign Of The Black Mark” (1986). El Viking Metal (el de vedad, no el de feria) nació con la siguiente trilogía: “Blood Fire Death” (1988), “Hammerheart” (1990) y “Twiligth Of The Gods” (1991). Quorthon era BATHORY y BATHORY fue una de las bandas más importantes de la historia del Metal.
"Quorthon era BATHORY y BATHORY fue una de las bandas más importantes de la historia del Metal"
Una obra que cambió el mundo
No hay nadie en el mundillo, esté metido en las cosas extremas o no, que no sepa al menos un par de cosas de BATHORY. Que conozca su logo, reconozca en una camiseta/sudadera/parche al mítico macho cabrío que acabó representando al grupo desde la portada de ese primer disco, “Bathory”. Un trabajo a partir del que trataré de desenterrar algo de la historia y la vida, de las contradicciones y las casualidades, de un músico legendario y maravilloso. Y de una obra musical mayúscula. De esas que, de verdad, cambiaron el mundo.
Que, insisto, no son muchas. Todo empezó en ese primer disco de 1984, el de la cabra diabólica en la portada. Un trabajo que dejó muchas historias entre la anécdota, la leyenda y una chispa creativa que transformó el Heavy Metal. Quorthon jugó siempre con el misterio, con las medias verdades o las mentiras más o menos piadosas. Convirtió a su grupo en un concepto abstracto de oscuridad satánica: material para el mito. Fue un genio de la música, pero también de la imagen, del envoltorio. De todas esas cosas que tanto importan también.
“Bathory” fue un disco único, que parecía fuera de su tiempo, elevado desde los infiernos. Un disco que, sin una suma afortunada de factores, seguramente ni habría existido. Que abrió un camino, cambió las reglas, creó escuela. Su legado es una gran historia hecha de muchas pequeñas historias. Son estas:
Thomas Börje Forsberg, alias Quorthon
Quorthon, nombre extraído de un libro de rituales satánicos, era Thomas Börje Forsberg, nacido el 17 de febrero de 1966 y fallecido, a los 38 años, el 3 de junio de 2004. Pero, durante gran parte de su carrera, guardó con celo los detalles de su identidad. Dejó que la leyenda medrara por sí misma, se edificara a su alrededor. Y dio muestras de su humor cuando jugaba con los periodistas que trataban de apuntarse el tanto de desvelar su verdadero nombre.
Solía dar algunos falsos que eran juegos de palabras en sueco o que correspondían o otros músicos, deportistas… Quorthon fue, según a quien se escuchara, Runka Snorkraka, Par Vers, Fjart Bengrot, Folke Ostkukgrissla, el jugador de hockey Mats Suden… en la primera edición del controvertido y archifamoso libro “Lords Of Chaos” se decía que el nombre real de Quorthon era Pugh Rogefeldt. Pero este correspondía en realidad a un cantante de Pop sueco que, además, había editado un disco titulado “Hammarhjärta”. Es decir, “Hammerheart”, como el legendario disco de BATHORY editado en 1990.
Los apodos fueron una forma de, al menos en parte, reírse de los tópicos de una escena metálica sueca en la que mandaba el Heavy Metal muy melódico y hardrockero. Y en la que había sobrenombres como el de Joey Tempest, el famoso vocalista de EUROPE. Antes de elegir Quorthon, Forsberg descartó otros como Satan, Black Spade y Ace Shoot.
La devoción de Quorthon por KISS y el Punk
Mucho antes de que se creara ese avatar que acabó siendo Quorthon, a Thomas Forsberg le gustaba que sus familiares y amigos le llamaran Ace. Y eso hicieron hasta su fallecimiento. La razón era Ace Frehley, el guitarrista de KISS. Sentía una devoción que solo era mayor con los BEATLES por la banda de Detroit, a la que vio en directo en Estocolmo, junto a su padre y sus hermanos, en su primera gira europea en 1976.
Después, se metió de lleno en los ambientes Punk y Hardcore. De sus andanzas en diversas bandas de esa escena también es difícil separar la realidad de la leyenda. Pero sí parece claro que antes de BATHORY tocó en un grupo Punk llamado STRIDSKUK. Algunos de sus miembros pasaron después por los primeros embriones de BATHORY. Cuando empezó a pensar en ese proyecto musical propio, Ace Forsberg (luego Quorthon) soñaba con mezclar, con buenas dosis de rabia, los libretos de MOTÖRHEAD, BLACK SABBATH, GBH, EXPLOITED… En una entrevista de 1996 aseguró que el Punk le había salvado de acabar “en la calle con una jeringuilla en el brazo”.
Quorthon, celoso de su vida íntima
El celo con el que guardaba su intimidad era tan absoluto que incluso llegó a desarrollar distintas personalidades, o algo muy parecido, para las diferentes facetas de su vida. Era un gran aficionado al fútbol y acérrimo (como su padre) del AIK Solna, equipo del norte de Estocolmo. En el círculo de seguidores del club se le conocía como Snöret (la cuerda). Otro ejemplo todavía más llamativo: durante años tuvo una novia que no supo de su actividad como Quorthon hasta que descubrió en una entrevista en MTV, de forma totalmente casual, que estaba saliendo con el líder de BATHORY.
VENOM, la "no" referencia para BATHORY
La relación de Quorthon con VENOM, o más bien la ausencia pública de ella, fue francamente extraña. Siempre rechazó agriado cualquier vínculo con un grupo que aseguraba no haber escuchado nunca. Un intento, tal vez, de preservar la singularidad de BATHORY. De separar a su banda de unas influencias que, en todo caso, parecían obvias. De hecho, los músicos que pasaron por la formación en sus inicios confirmaron años después que VENOM era una referencia clara y que el nombre del grupo estaba sacado directamente de la canción “Countess Bathory”. Sin embargo, Quorthon aseguraba que la inspiración le había llegado en un viaje a Londres. Cuando, de visita en la London Dungeon, había conocido la historia de la terrible princesa sangrienta y había sacado de ahí el nombre para su grupo. La realidad había sido, al parecer, más sencilla.
La grabación de "Bathory", el debut de 1984
“Bathory”, el debut discográfico de BATHORY, se editó el 2 de octubre de 1984. La grabación se había realizado, con un ocho pistas casero y sin pedales de distorsión, en un total de (según versiones) entre 32 y 56 horas. En Heavenshore, que era básicamente el garaje de uno de los socios de Börje Forsberg (de que hablaré, mucho, a partir del siguiente párrafo) reconvertido en estudio mínimo pensado para grabar maquetas y material demo.
Estaba en Huddinge, en el sur de Estocolmo, una de las zonas más pobladas del área metropolitana de la capital sueca y un enclave milenario desde el que se encendían hogueras de alarma cuando embarcaciones hostiles se acercaban a las costas (el escudo de Huddinge tiene una hoguera por eso). Se acreditó la masterización a los Elektra Studios pero en realidad todo se hizo en Heavenshore, además con una reducción de la velocidad de la grabación para encajar en el único master que había disponible. Eso hizo que quedara un extraño sonido de fondo en el resultado final.
La compañía no quería gastar más de 5000 coronas suecas, por entonces unos 700 dólares, y se dice que el coste final de la grabación no pasó de 2.000 coronas (hoy, menos de 200 euros). El kit de batería era mínimo y solo se disponía de un amplificador de 20 vatios. Quorthon recordaba que en las precarias instalaciones estaba impregnado el olor a aceite de coche y tabaco. Recuerdo de sus años como garaje.
Black Mark Production
Toda la producción discográfica de BATHORY se editó a través del sello Black Mark Production. Pero cuando salió a la calle el debut, este todavía era un señuelo, un sello falso para enmascarar a Tyfon Grammofon, el verdadero nombre detrás de BATHORY. Y el sello madre del que dependió, después y convertido ya en subsello real en los años noventa, Black Mark. Un nombre que surgió cuando se descartó el favorito, Master’s Noise, por su parecido con el ya operativo sello alemán Noise. Sobre este punto gira lo que durante años fue el gran misterio de la banda y la producción musical de Quorthon: el citado Börje Forsberg, mandamás de Tyfon, era su padre.
Este dato esencial se ocultó durante toda la trayectoria de BATHORY. También que, con el sobrenombre de Boss (el jefe), Börje fue el acompañante de Quorthon en la creación y producción de sus discos. El asunto alcanzó, siempre era así con este grupo, tintes de leyenda urbana y cruzó versiones de todo tipo. Desde el primer disco no hubo músicos en los créditos ni referencias en el libreto más allá de un críptico mensaje que se limitaba a decir que la producción había corrido a cargo de “Quorthon And The Boss”. En realidad, se supo mucho después, padre e hijo.
El papel de Börje Forsberg, padre de Quorthon
¿Habría tenido una carrera semejante en aquel momento, tan adelantado a lo que estaba por venir, un grupo con un sonido como el que forjó BATHORY sin el apoyo y los medios de Börje (Boss)? El padre de Quorthon, que falleció en 2017, llevaba en el mundillo desde que había hecho sus pinitos como músico a finales de los 50 y principios de los 60. Su sello Tyfon Grammofon comenzó dando mucha cancha al Dance Band, un estilo sueco que mezclaba Rock And Roll clásico con Country y Polka (más o menos), y se internó después en los terrenos del Pop con pretensiones mainstream.
Apenas contaba en su escudería con dos bandas de Metal que vendían discos a un ritmo aceptable: TRASH, de Estocolmo, y los finlandeses OZ. Pero en 1983, y ante el creciente éxito del Heavy Metal en el mundo (reflejado en la venta de discos), RCA le pidió a Börje, con fama de olfato para descubrir talento, un split con bandas de Metal escandinavas: se acabó llamando “Scandinavian Metal Attack” y fue editado en enero de 1984. En él estaban OZ y TRASH junto a otro grupo sueco, ZERO NINE, y otro de Finlandia, SPITFIRE. Y un quinto grupo, añadido a última hora: Quorthon le suplicó un hueco para BATHORY a su padre. Este, antes que nada, se sorprendió porque ni sabía que su hijo tenía una banda de verdaderas aspiraciones más allá de juntarse a tocar con algunos amigos. Así llegó el impulso que lanzó BATHORY. A partir de entonces, a un ritmo supersónico.
Alarguemos un poco esta historia, crucial. Börje quería ayudar a su hijo, pero también tenía que ver qué iba a meter en su recopilación. Estaba en plena grabación del segundo disco de OZ, “Fire In The Brain” (1983). Un trabajo que tuvo su reconocimiento y en el que ayudó un Quorthon (todavía Ace) al que habían expulsado del colegio por mal comportamiento y que trabajaba a tiempo parcial con su padre en el negocio musical. Entre otras cosas, ponía ideas para artworks, imagen… La portada de “Fire In The Brain”, una mano con un antebrazo lleno de púas sujetando una calavera en llamas fue, de hecho, una ocurrencia suya.
El padre citó al hijo y su banda a las once de la noche, justo cuando OZ dejaba el estudio tras su jornada de grabación. “Creían que al estudio se iba como a tocar en un concierto, que allí también había que parecerse a KISS. Fue lo más divertido que había visto: vestuario cuidadosamente elegido, cinturones de púas, chaquetas de cuero…”, dijo después un Börje que, eso sí, alucinó en cuanto los chicos se pusieron a tocar: “Me pregunté, ¿qué es esto? Era jodidamente duro, nunca había escuchado nada así”.
“Me pregunté, ¿qué es esto? Era jodidamente duro, nunca había escuchado nada así”
Se grabaron dos canciones: “Sacrifice” y “The Return Of The Darkness And Evil”. Börje se planteó muy seriamente si aquello era demasiado radical para incluirlo en “Scandinavian Metal Attack”, donde el resto del material era Heavy Metal más o menos estándar, comercial. Pero era el grupo de su hijo y su olfato, además, le decía que ahí había algo. La recopilación se publicó, con BATHORY en ella. Y con un formulario para (eran tiempos muy anteriores a internet) solicitar por correo más información o material de las bandas que participaban en ella. Pronto empezaron a llegar respuestas al buzón: “BATHORY, BATHORY, BATHORY… todo era BATHORY”.
Más del 80% del feedback que llegaba tenía que ver con esa banda incluida a toda velocidad; con nocturnidad, alevosía y a contrapelo estilístico. De ese split… y de todo lo que estaba pasando en la escena. Un nuevo fenómeno estaba a punto de explotar en el underground. Börje, que se sabía de memoria cómo funcionaba el negocio, le dijo a su hijo que había que aprovechar ese tirón y grabar un disco. Ya. “Bathory” estaba oficialmente en camino.
Ausencia de demos
La manera en la que se sucedieron de forma vertiginosa estos acontecimientos lleva a un hecho aparentemente extraño, al menos hasta que se indaga lo suficiente: no hay demos ni material casero previo al disco debut de BATHORY, excepto dos temas de 1983 -"Die In Fire" y "You Don't Move Me (I Don't Give a Fuck)"- que no se publicaron hasta los recopilatorios "Jubileum" de los años 90. Una diferencia esencial con respecto a otros gigantes del underground de su tiempo, no digamos si se compara con el resto de grandes pioneros del Metal Extremo. BATHORY empujó de la nada para colarse en “Scandinavian Metal Attack”. Y el éxito de su aparición en ese Split, más los contactos y la visión de Börje/Boss, llevaron a que el disco debut siguiera a toda velocidad. Navegando la ola buena.
Los músicos de BATHORY
Había prisa… pero no había músicos. Quorthon había forjado el primer embrión de una banda propia con anuncios en tiendas de discos y prensa local, algo habitual en el inicio de los ochenta. La primera versión de BATHORY se reunió por primera vez en “Musikbörsen”, una tienda de discos de Sankt Eriksplan, en Estocolmo. Con Quorthon y dos primos que habían respondido a su anuncio, el bajista Frederick Melander (después diseñador gráfico con residencia en Estados Unidos) y el batería Jonas Akerlund, que saltó de la aventura musical al cine y ha dirigido varias películas y, sobre todo, vídeo clips y documentales para ROLLING STONES, METALLICA, MADONNA, U2, ROXETTE, RAMMSTEIN, THE PRODIGY, SATYRICON… De buena familia y barrio acomodado, los primos recelaron ante la visión de su futuro compañero: mallas rosas y negras y el collar hecho con huesos de pollo que se haría legendario. Pero las dudas desaparecieron cuando le vieron tocar la guitarra y descubrieron que era, sencillamente, un músico especial.
Durante semanas, el trío se dedicó a machacar versiones de SAXON y KISS y atiborrarse de pizza. La primera canción propia de Forsberg que tocaron se llamaba “Satan Is My Master”, y era básicamente una relectura (en lo musical) de “Sympton Of The Universe”, de BLACK SABBATH. La segunda se llamó “Witchcraft” y la tercera ya fue una composición que se acabaría convirtiendo en inmortal: “Sacrifice”. Los primos querían salir de fiesta todo lo posible. Ace (que todavía no era Quorthon) estaba poco interesado por la vida social, no hablaba mucho y se pasaba el día trabajando en su música.
Los otros dos, además, preferían un Heavy Metal más convencional y melódico, así que la unión no podía durar mucho en ningún caso. Para colmo, cuando Börje apretó para grabar un disco a la carrera, estaban en Inglaterra. La identidad de los músicos a los que recurrió Quorthon para que le ayudaran en “Bathory” ha sido otro de esos misterios extraños, sostenidos a lo largo de los años. Sin información en el libreto, se especuló con que habían pasado por el estudio antiguos compañeros en STRIDSKUK. El batería, es la mayor certeza, fue Stefan Larsson, de los punkies OBSKLASS. Akerlund y Merlander, por su parte, reconocieron haber tocado muchas de las canciones que acabaron en el debut… pero no esas versiones concretas. Se borraron de la ecuación.
La historia dice, además, que solo hubo un ensayo de esa formación casi secreta y creada de la nada antes de entrar en el estudio para grabar el debut. Fue el 22 de mayo de 1984, en un local del departamento de cultura del ayuntamiento de Estocolmo. Lo siguiente, sin más bagaje, fue la grabación.
El macho cabrío de la portada de "Bathory"
Quorthon nunca explicó el origen del icónico macho cabrío de la portada y dejó, como con tantas cosas, que el boca a boca convirtiera las explicaciones en narrativa y la narrativa, en leyenda. Durante años se dijo que lo había creado él con recortes de cómics de terror, tinta negra y Tipp-Ex. Después, un seguidor del grupo encontró por casualidad una ilustración idéntica en el libro (editado en 1981) “Witches”, de Erica Jong, icono del feminismo estadounidense. El dibujante era Joseph A. Smith. El libro, para terminar de elevar la sospecha de que Quorthon conocía su existencia, contiene un poema cuyo título es “For All Those Who Died”. El mismo que el de uno de los clásicos del grupo, incluido en “Blood Fire Death”.
Una primera edición de "Bathory" buscadísima en el mercado de segunda mano
La imagen del macho cabrío tenía que ser dorada, por sus connotaciones mágicas y su efectista contraste con el fondo negro. Pero el dinero para la impresión era el que era, y el resultado acabó siendo amarillo chillón. Quorthon se puso enfermo al verlo y pidió que se optara por un mucho más sencillo blanco, a falta de otra opción mejor. Así fue a partir de entonces, pero la primera tirada de 1.000 ejemplares ya estaba en marcha, en amarillo canario (amarillo pis según Börje). Esa portada, a la que se llama Yellow Goat en los países anglosajones y Gula Geten (la cabra amarilla) en Suecia, es buscadísima en el mercado de segunda mano y se han llegado a pagar más de 1.000 dólares por alguno de esos 1.000 ejemplares.
La tipografía de "Bathory"
Para las letras, Quorthon (18 años cuando se publicó el debut) apostó por la tipografía old english, que se había convertido ya en un básico para las bandas de Metal con inspiraciones más siniestras. Compró unas planchas de Letraset (a partir de las que se iba raspando letra a letra) pero en seguida se quedó sin ninguna C. Por eso la tercera canción del disco pasó a la historia como “Necromansy” y no “Necromancy” (nigromancia).
Un par de olvidos
El disco, dividido en dos caras (la A llamada Darkness y la B, Evil), tiene una intro antes de la inicial “Hades”. Pero Quorthon se olvidó de incluirla de forma independiente en los créditos. Su título, fantasma, es “Storm Of Damnation”. En ella, una suerte de homenaje al atmosférico inicio de la mítica “Black Sabbath”, se escucha una campana que era el sonido del Big Ben londinense pasado por un efecto ralentizador. La outro también se quedó fuera del tracklist.
La idea original: "Pentagrammaton"
El título del disco iba a ser “Pentagrammaton”, y se iba a utilizar un pentagrama como eje del artwork (el pentagrama primero, el macho cabrío después… más conexiones con VENOM). Pero varias personas que lo escucharon eran incapaces de quedarse con el título y repetían, en su lugar, nombres como “Pentagon”. Así que la cosa quedó en “Bathory”, disco homónimo, y en el macho cabrío.
La mala recepción de "Bathory" por la crítica
Las críticas en la prensa metálica (dentro del movimiento) mainstream fueron demoledoras. El mundo, incluido el Rock Duro, no estaba preparado para algo así. Para la historia quedó la destructiva review de la mítica Kerrang, donde se decía que “Bathory” sonaba “como agua de la ducha yéndose por el desagüe” y en la que se incluía una frase para el recuerdo: “esto es tan malo que da mal nombre a Satán”.
“Suena como agua de la ducha yéndose por el desagüe”
Éxito de ventas
Compañeros de sello de Börje dudaban de la conveniencia de publicar algo tan radical, por entonces indescriptible, como “Bathory”. Pero el padre y mentor sabía que aquello engancharía con el movimiento de los tiempos, una marea oscura en el incipiente underground metálico. El disco se agotó en semanas y comenzó a ser reeditado. A las oficinas de Tyfon llegaron peticiones desde todo el mundo, también de Estados Unidos (Relativity Records ofreció un contrato multianual). Una de ellas preguntaba por “BATLORD” (una mala interpretación del logo de BATHORY). Quería 5.000 discos… solo para empezar. El solicitante era Manfred Schütz, de Booze Records, embrión de lo que después fue la poderosa SPV. Y que acabó comprando y distribuyendo más de 15.000 unidades de “Bathory”.
Los únicos conciertos de BATHORY
BATHORY dio un número mínimo de conciertos en sus inicios y luego abandonó por completo la actividad en directo. Ese número está fijado “entre cero y seis”. Algunos de los músicos que pasaron por el grupo aseguran que, en general, apenas fueron participaciones en fiestas, actos en centros juveniles o ensayos con público. Ni siquiera verdaderos conciertos.
Después de editar su segundo disco, “The Return…” (1985), que disparaba la agresión y la violencia oscura y que para muchos es todavía más clave que el debut en el nacimiento del Black Metal desde un punto de vista puramente musical, Quorthon se planteó mantener una actividad al uso con BATHORY como banda en directo. Después de una búsqueda fallida de compañeros, abandonó para siempre este plan.
Su gran problema era que no creía que en Suecia hubiera baterías capaces de tocar en el estilo y la velocidad que requería BATHORY. Entre los que contactó más allá de sus fronteras estaba el danés Carsten Nielsen, por entonces en los thrashers ARTILLERY. Y, en lo que pudo ser una unión histórica, el legendario Christian Dudek: para la posteridad Chris Witchhunter, el recordado batería de SODOM. Fallecido en 2008 por un problema hepático, Witchhunter llegó a viajar a Estocolmo para ensayar con Quorthon.
Era 1.986 y acababa de producirse el accidente de Chernobyl. Se dice que a Witchhunter le asustó una broma pesada de Quorthon, que le aseguró que tenía que ir a la embajada de su país a por medicamentos especiales por la llegada de nubes radioactivas. Witchhunter, al parecer, salió pitando a coger el primer avión de regreso a Alemania. Eso, insisto, es lo que se ha contado de una unión fallida en la génesis del Metal Extremo.
Su segundo disco “The Return…” salió con menos de un año de diferencia
La canción “The Return Of The Evil And Darkness” entró en el split “Scandinavian Metal Attack” y no en el primer disco sino en el segundo de BATHORY, al que básicamente dio nombre: “The Return…”. La razón que ha quedado como oficial es que a Quorthon se le olvidó incluir la mítica composición en el debut. Ese segundo disco (publicado el 27 de mayo de 1985, menos de un año después de “Bathory”) iba a ser un siete pulgadas, un EP para dar continuidad a lo que ya era un fenómeno underground. Pero acabó en formato LP.
Quorthon, a punto de quedarse definitivamente solo como único miembro de BATHORY, optó por un estudio más profesional (Elektra) antes de regresar a Heavenshore para las dos siguientes grabaciones, los inigualables “Under The Sign Of The Black Mark” y “Blood Fire Death”. Dicen que el impulso era, luego lo abandonó, competir en el terreno de bandas como SODOM y HELLHAMMER, que estaban creando su propia forma de infierno. Pronto, Quorthon optó por seguir su propio camino. “The Return…” es una cima de brutalidad, algo casi imposible de comprender cuando fue editado. Más rápido, más agresivo, más extremo, de temas más oscuros, voz más inhumana… una bomba atómica de maldad y violencia.
Las pocas imágenes de BATHORY alimentaron su mito, aunque no era más que un ser humano amable
Apenas existen fotos promocionales de BATHORY, otro asunto en el que Quorthon supo hacer de la necesidad virtud. Si no tenía fotografías, lo aprovecharía para aumentar la mística y la narrativa oscura del grupo. Las pocas que hizo en aquel inicio, eso sí, resultaron inolvidables: pinchos y púas, el collar de huesos de pollo, la cruz invertida, el pentagrama, calaveras… Un demonio sobre la tierra del que se empezó a decir que grababa sus discos en una cueva, con murciélagos sobrevolando su perturbada cabeza. O que destripaba corderos vivos y se comía las vísceras crudas. “La realidad es que adoraba a los animales, no hacía daño ni a una mosca”, contó años después su padre.
Cosas de la mitología, que desde luego ayudó. En su primer viaje promocional a Estados Unidos, en tiempos de “Under The Sign Of The Black Mark”, hubo lío en el aeropuerto porque Quorthon llevaba un enorme hueso de buey para usarlo en las sesiones de fotos que debían acompañar a las entrevistas. La horda que empezaba a adorar el Metal Extremo quería creer que, ya que VENOM era puro show de cara a la galería, BATHORY era de verdad: el mal hecho música.
Sin embargo, los primeros compañeros de Quorthon en el grupo (Melander y Akerlund) recuerdan que era un tipo estupendo que, por ejemplo, viajaba al local de ensayo en un autobús en el que solía coincidir con un grupo de niños y señoras mayores. Quorthon (mejor decir Tomas Forsberg, sobre todo en este caso) dejaba a los niños jugar con su collar de huesos y tocaba con su guitarra canciones infantiles que coreaba todo autobús.
El distanciamiento del Black Metal noruego
Quorthon adoraba la música de Wagner y la literatura histórica. Influencias claras en la evolución de su sonido, de padre fundador del Black Metal a padre fundador del Viking Metal. De Satán a Odín. También influyó que no soportaba la ola noruega de Black Metal. Para él, la parafernalia de BATHORY era solo eso y nada más, y odiaba a aquella panda de jóvenes del país vecino que no era capaz de separar su música, y lo que debería ser puro espectáculo, de su vida.
Cuando comenzó la quema de iglesias, perdió definitivamente cualquier aprecio a los que, para colmo, le adoraban como influencia esencial. Esa narrativa, que le había ayudado tanto a construir su imagen, le acabó cansando y contribuyó a que diera tan pocas entrevistas: “No me pasó la mitad del año encerrado con mi guitarra para ser cada vez mejor músico y compositor para que luego me pregunten cuándo fue la última vez que había matado a un niño”. En 1987 (cuando tenía 21 años) ya había apuntado en esta dirección en un reportaje de Metal Hammer: “No me tomo la temática de la banda en serio. En ella soy Quorthon The Almighty, The Evil One. Pero en las calles de Estocolmo soy uno más. Tienes que trazar una línea gruesa entre lo que haces en tu banda y quién eres en tu vida privada”.
En 1984, eso sí, aprovechó una entrevista para proclamarse “creador del Death Metal”. Quizá fuera otro de sus golpes de efecto, o quizá lo pensara realmente porque lo cierto es que por entonces solía usar ese término supiera o no que estaba empezando a ser amasado en otras latitudes. Sobre todo, por POSSESSED en Estados Unidos. Hay pocas entrevistas de Quorthon… pero suelen ser jugosas. En ellas se puede leer, por ejemplo, cómo renegaba de “Under The Sign Of The Black Mark”, uno de los discos más importantes de la historia del Metal Extremo: “Es el que más odio de los que he hecho. No hay ni un segundo de él que me guste. No tiene absolutamente nada bueno”.
El fallecimiento de Quorthon
La muerte de Thomas Börje Forsbert (Ace, Quorthon) no tuvo nada de sexo, droga y rock and roll. Nada de esas historias épicas y miserables habituales en las biografías de muchos músicos que se fueron demasiado pronto. En noviembre de 2003 comenzó a experimentar un fuerte dolor en el pecho. Las pruebas se fueron sucediendo hasta que, justo antes de su fallecimiento por lo que acabaría siendo un problema cardíaco que no fue detectado a tiempo, fue enviado a casa en vez de ser ingresado a pesar de que durante un test en bici estática sintió muchísimo dolor.
Durante el fin de semana siguiente nadie pudo localizarlo, pero se pensó que se había ido a desconectar con su moto, una de sus grandes aficiones en los últimos años de su vida. Como el lunes seguía sin contestar al teléfono, se acercaron a su casa su hermana y Limpan, un amigo de la familia que llevaba un negocio de venta de coches. Cuando oyeron desde el otro lado de la puerta que el teléfono sonaba y nadie contestaba, la preocupación escaló hasta el punto de que el padre, Börje, les dijo que llamaran a un cerrajero.
Limpan fue el primero que entró en el apartamento y encontró el cuerpo (“tumbado como si estuviera dormido, pero muy frío”) de Thomas Börje Forsberg. Ace. Quorthon.
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