ROBIN BECK y HOUSE OF LORDS: Crónica del concierto en Madrid

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El acontecimiento español del año para muchos, en lo que a Rock duro se refiere, era la visita de SCORPIONS en su gira de “despedida” pero, para unos pocos, el verdadero acontecimiento tendría lugar pocos días después con la visita a nuestro país, por primera vez en su carrera, de la vocalista americana Robin Beck, aunque la asistencia en la capital fue menor de la que me esperaba, sinceramente.

En mi caso ya la había visto en 2012 en el Firefest inglés dónde me causó una buenísima impresión por lo que mis expectativas al verla de nuevo presentando su nuevo disco (que considero más que notable) además de sus clásicos de siempre ya que disfrutaría de algo más de tiempo al compartir cabecera de cartel con la banda de su marido, House of Lords, eran elevadas y el concierto me hacía especial ilusión. Por desgracia salí con una sensación agridulce del mismo (más “agria” que “dulce” para ser exactos) porque esperaba mucho más del show que lo que ofrecieron los artistas, como comentaré más adelante.

ESTRELLA

Según había visto en varios sitios la apertura de puertas era a las 19:30, pues bien, menos mal que pude llegar a esa hora porque, para mi sorpresa y la de unos pocos, los escoceses ESTRELLA, la banda encargada de calentar el ambiente salió tan sólo ocho minutos después de que, supuestamente, se pudiera acceder a la sala por lo que sus primeros temas los presenciamos cuatro gatos.


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Tras una pequeña intro la banda de los hermanos Gunn arrancó con “Shout (I Wanna Hear You)” y “She´s Got It” su concierto y, también, el recital de coros grabados con descaro que vivimos desde ese momento, porque vaya tela, una cosa es llevar algún apoyo y otra que sonarán “disparados” de semejante forma.

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Con tan solo un disco en el mercado, el interesante “Come Out To Play”, Nathan al bajo, Luke a la guitarra y Paul a la voz, acompañados a las baquetas por Leo McPherson, nos presentaron algunos de los temas que componen este debut con un buen hacer sobre las tablas ya que, a pesar de no gozar de una gran audiencia, ellos echaron el “resto” demostrando mucha actitud y movilidad en escena, especialmente Luke y sus continuas poses con la guitarra, dando lugar a un concierto muy entretenido y vistoso.

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Estoy bastante de acuerdo con la definición que he leído de ESTRELLA, banda a la que atribuyen influencias de los setenta, con un “look” ochentero y sonido actual. A eso es, más o menos, a lo que me sonaron temas como la fiestera “Party”, “Do It Till We Drop” o “Come Out To Play”, en cuyo inicio Paul se puso unos cascos de cerveza en los dedos haciéndolos chocar mientras iniciaba la canción.

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La actuación de ESTRELLA fue corta (poco más de media hora) pero consiguieron ganarse poco a poco al público que iba entrando con cuentagotas a la sala hasta llegar a arrancarle palmas, y es que Paul me pareció un gran frontman que supo meterse a la gente, desconocedora de su propuesta, en el bolsillo con el paso de los minutos con habilidad y simpatía. Entretenido comienzo.

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HOUSE OF LORDS

Ignoro cuál fue el problema (si es que lo hubo) pero, sabiendo cómo va el tema de los horarios para abrir la discoteca en la sala Arena, todavía estoy intentando entender cómo es posible que HOUSE OF LORDS saliera, nada más y nada menos, que cuarenta minutos tras la finalización del show de ESTRELLA. Resulta incomprensible que, con todo dispuesto desde hacía muchos minutos, aparecieran los músicos que acompañan a James Christian a las nueve menos cuarto a “probar”, quedándose ahí hasta que el “jefe” apareció y comenzó a sonar la intro arabesca que dio paso a “Sahara”, donde ya se vio por dónde iban a ir los tiros del concierto de los americanos.

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Como sus compatriotas W.A.S.P., la banda de James Christian siempre ha estado en el punto de mira de la eterna discusión sobre si hacen playback o no en lo que a la voz principal se refiere, más allá de si llevan coros o teclados grabados, hecho que considero fuera de toda duda para cualquiera que haya visto algunos conciertos y esté atento a estos detalles. Pues bien, de nuevo volví a tener esa sensación de no saber si lo que cantaba el marido de Robin Beck era siempre en directo, porque hubo momentos donde la voz sonaba exactamente igual que en los discos que me resultaron “sospechosos”. De cualquier modo, escuché comentarios en uno y otro sentido así que, que cada cual opine lo que quiera.

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Con un nuevo disco recién editado titulado “Precious Metal”, que me ha devuelto la fe en el cuarteto porque tiene cortes realmente buenos, quedaba la duda de si lo presentarían en condiciones o basarían su repertorio en sus mayores hits añadiendo algún retazo del nuevo trabajo. HOUSE OF LORDS optó por la segunda opción y los clásicos coparon la mayor parte del más que escaso tiempo que estuvieron en escena, máxime cuando se suponía que compartían cartel.

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De este modo, de las diez canciones que interpretaron cinco fueron de sus dos primeros discos que, sin duda, son lo mejor de su carrera. Del resto intentaron repasar, sin conseguirlo, su ya extensa discografía tocando los temas que dan título a sus últimos trabajos como la insulsa “Big Money”, “Cartesian Dreams” o la celebrada “Come To My Kingdom”, en cuyo inicio la voz no era la de James Christian sino la que abre dicho tema en el disco por mucho que hiciera como que cantaba.

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Como viene sucediendo desde que les vi por primera vez hace algunos años ya, el grupo y el señor Christian, sobre todo, pecan de un inmovilismo en escena que choca un poco con el estilo que practican. James apenas se movía o intentaba comulgar con el respetable dejando para las tímidas presentaciones de los temas su única comunicación mientras que Jim Bell iba a lo suyo, aunque me encanta este guitarrista, y el bajista Chris McCarvill, el más activo de los tres, aportó algo más de dinamismo y algunos coros reales al conjunto. Para mí, el mejor de HOUSE OF LORDS fue el baterista BJ Zampa que, como siempre, fue sobrio pero efectivo dejando claro que es un baterista perfecto para este tipo de música sabiendo usar el doble pedal de bombo en su justa medida.

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Del nuevo disco dejaron caer “Battle”, uno de los mejores cortes del mismo, y “Permission To Die” pero, sin duda, los momentos álgidos del show fueron aquellos que pertenecían a sus primeros trabajos como las baladas “Love Don´t Lie” o “Can´t Find My Way Home”, en la que James Christian se colgó una extraña guitarra acústica, ayudado por el público que cantó ambos temas con pasión acompañando al cada día más desmejorado vocalista.

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A pesar de que la constante de su concierto fue tocar “a piñón”, sin apenas pausas, parece que les entraron muchas más prisas en la recta final de su descarga porque se “saltaron” unas cuantas canciones que aparecían en el setlist y estaban tocando en otros lugares (eso sí, el solo de bajo absolutamente prescindible no faltó) para terminar, deprisa y corriendo, con las geniales y fundamentales “I Wanna Be Loved” y “Pleasure Palace”, que fueron lo mejor de los 55 minutos que duró su show, con grabados o sin ellos, aunque se quedó también en el tintero “Slip Of The Tongue”, que ya podían haber tocado para enmendarse. No me convencieron para nada y creo que a un grupo de su solera hay que exigirle bastante más a todos los niveles que lo que ofrecieron.

ROBIN BECK

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Finalizada la actuación de HOUSE OF LORDS no tardó ni quince minutos en comenzar el concierto de la esperadísima Robin Beck. Claro, Jim Bell y BJ Zampa ni se marcharon del escenario y James Christian sólo debía colgarse el bajo y ponerse unas gafas que le daban todavía más aspecto de “señora mayor”, mientras que Jorge Salán, en la tarea de guitarra solista, estaba más que preparado desde hacía tiempo. Así, normal que el cambio fuera corto...

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De todos modos faltaban tres minutos para las diez de la noche cuando la primera frase del estribillo de “If You Were A Woman (And A Was A Man)” fue “disparada” así que, como bien sabemos los que hemos asistido a conciertos en viernes o sábado en esta sala, el concierto iba a durar mucho menos de lo que a todos nos hubiera gustado aunque, bien aprovechado el tiempo, podría haber estado bien. Lamentablemente del concierto se puede decir de todo menos que estuvo bien aprovechado porque once canciones en casi 70 minutos dan una idea del tipo de ritmo que tuvo.

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Como comentaba, “If You Were A Woman (And I Was A Man)” dio el pistoletazo de salida a un concierto basado prácticamente, y como todos esperábamos, en “Trouble Or Nothing”, el disco más famoso de la neoyorquina, que copó los compases iniciales con “Don´t Lose Any Sleep”, la preciosa “Hold Back The Night” y “Save Up All Your Tears” tocadas seguidas marcando un comienzo demoledor que encendió a la sala y nos hizo olvidarnos totalmente del concierto anterior.

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A diferencia de su marido, Robin ha sido mejor tratada por el paso del tiempo (o del quirófano, vaya usted a saber) tanto física como vocalmente porque el chorro de voz que me impresionó en el Firefest de hace dos años sigue intacto, pese a sus casi sesenta años y a que hubo momentos donde la voz se le iba y no se la escuchaba con claridad pero, en líneas generales, a nivel vocal estuvo espléndida. Además, la ropa tan juvenil que llevaba (chupa de flecos y pantalones de cuero incluidos) unida a su cuidada melena con aspecto de recién salida de la peluquería la hacían parecer mucho más joven de lo que en realidad es.

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De nuevo, a diferencia del líder de HOUSE OF LORDS, Robin Beck se mostró muy cercana, simpática (durante y al terminar el concierto) y dicharachera en todo momento. Y aquí radica mi principal pega del concierto. Se puede ser simpática y comunicativa sin desaprovechar el poco tiempo de que disponía porque no me parece de recibo hablar tanto como lo hizo entre canción y canción para luego “echar la culpa” al poco tiempo que tenía de no tocar más canciones. Aquí se equivoco, en mi opinión, Robin y perdió una gran oportunidad de presentarse en condiciones ante un público al que visitaba por primera vez y que tenía ganado antes de salir al escenario.

Si la primera parte del concierto se había centrado exclusivamente en “Trouble Or Nothing”, en la parte central desgranó algunos cortes de sus últimos trabajos de estudio como “The One” y la animada “That All Depends (On What You Do Tonight)”, donde compartió tareas vocales con su marido al estilo “Pimpinela”, pertenecientes a “The Great Escape” relegando a la mínima expresión, incomprensiblemente y para mi desgracia, a “Underneath” (a pesar de que la portada del disco estuvo proyectada durante el tiempo que estuvo en escena) con la solitaria “Catfight”, donde se equivocó en su inicio y tuvieron que volver a empezar. Este hecho dio lugar a que mis amigos y yo especuláramos sobre si estaba muy contenta de estar en Madrid o “contenta” a secas, ya que ni siquiera se dio cuenta que sus compañeros de escenario, antes de este tema, se habían retirado para que BJ Zampa hiciera el solo de batería que correspondía pero nada, ella siguió hablando ante el estupor de los músicos “obligándoles” a incorporase al presentar dicha canción por error. Curioso cuanto menos.

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En esta parte central también interpretó la balada “Wish You Were Here”, donde Jorge Salán se encargó de la guitarra acústica que había sacado James en “Can´t Find My Way Home” y Christian de la eléctrica, dando descanso a Jim Bell y Zampa que miraban desde sus posiciones lo bien que lo hizo la pequeña vocalista.

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La hora de cierre de la sala se aproximaba peligrosamente y todavía faltaban imprescindibles por sonar, aunque Robin parecía seguir ajena a este hecho alargando las presentaciones de los temas excesivamente. Afortunadamente no hubo más recortes, que bastante corto fue ya de por si el repertorio, y “Tears In The Rain” sonó rotunda para, seguidamente, decir que necesitaba algo más fuerte que el agua recibiendo una lata de Coca Cola ante las sonrisas de todos. Evidentemente sabíamos lo que venía a continuación pero ella se empeño en seguir perdiendo tiempo e hizo subir a una chica llamada Sonia al escenario para regalarle esta lata como recuerdo. “First Time”, el tema que le dio la fama mundial, fue coreada por toda la sala ante la cara de felicidad de la vocalista que estaba más que complacida con la respuesta del público y dio el único momento de complicidad entre Beck y Salán de la noche al acercarse al madrileño durante el solo de este último. Esto la verdad es que me sorprendió porque estaba en su ciudad y en Inglaterra sí que existió esta complicidad en varios momentos pero, en Madrid, no fue así.

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Llegados a este punto, y pasadas las once de la noche, la debieron hacer un gesto desde la mesa de sonido porque se apresuró a decir que, aunque no tenía más tiempo (normal, te has fundido más de cuarto de hora hablando) no se iba a marchar sin interpretar la última canción de la noche que, obviamente, fue “Hide Your Heartponiendo a toda la sala cantar y botar ante semejante temazo, despidiéndose tras él junto al resto del grupo agradeciendo el apoyo y recibiendo unos merecidos aplausos.

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No diré que el concierto estuvo mal porque me lo pasé bien, y la señora Robin Beck cumplió en directo, pero supieron a tan poco las once canciones que tocó, qué me marché con sensación de cierta decepción a mi casa. Supongo que depende del grado de exigencia que cada uno tenga pero esperaba más de este concierto y mis expectativas no se vieron satisfechas, todo lo contrario que en el Firefest donde en 50 minutos tocó diez canciones y dejó la misma impresión de simpatía y buen hacer, por lo que mi “rabia” en Madrid fue mayor. Ojalá haya una “próxima vez” donde toque más y hable menos porque tanto en estudio como directo sigue dando la talla.

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Crónica y fotos: David Ortego

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