RUSH - Clockwork Angels

Como dicen en el fantástico documental sobre su carrera, “Beyond The Lighted Stage”: “RUSH, la banda de culto más grande del mundo”. A partir de aquí casi huelga decir cualquier cosa pero, por dar unas pinceladas que pongan en antecedentes al lector, comentar: No existe ningún grupo que con cuatro décadas de trayectoria esté en un momento de forma tan increíble, en directo o en estudio. Más de treinta y cinco años con los mismos componentes (salvo el fallecido baterista John Rutsey que tocó en su debut) juntos, como se dice en las bodas, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte (musical) los separe. 

Simplemente, no hay otro grupo como RUSH. La cada día más amplia legión de fanáticos de los canadienses puede corroborarlo: jamás obtuvieron tanta popularidad y, a la vejez, el éxito masivo del que ya gozaron en buena parte del globo (USA, Inglaterra, Alemania, Canadá obviamente) se extiende como una plaga a todos los confines del planeta.

Si alguien creía que era imposible igualar el impresionante “Snakes & Arrows” (entre lo más granado de su amplia discografía), se equivocaron en el pronóstico. Con su decimonovena entrega, “Clockwork Angels”, ¡lo ha vuelto a hacer! Con este nuevo álbum, RUSH ha rizado el rizo, intentando (y consiguiendo), el disco total porque “Clockwork Angels” es mucho más que un puñado de increíbles canciones, es un concepto creado en la prodigiosa mente de Neil Peart, trasladado a las letras de cada tema y, posteriormente, convertido en novela de ciencia ficción por el prestigioso escritor Kevin J. Anderson. El libro verá la luz a comienzos de septiembre. Es decir, cualquier seguidor del trío de Ontario podrá vivir la experiencia definitiva que, seguro, se completará con el posterior DVD que refleje su gira.


Centrándonos en la música, lo primero que hay que destacar es el, de nuevo, sobresaliente trabajo de Nick Raskulinecz. Si hace un lustro logró una nueva vibración para RUSH, ahora mantiene la línea argumental detrás de las controles. Tan importante se ha convertido para el grupo que se le podría calificar como el Terry Brown (productor durante la época dorada de finales de los 70, comienzos de los 80) del siglo XXI. Cada instrumento está en su sitio, ninguno se impone al resto pero todos brillan de manera individual. Es algo que nunca llegaré a comprender, cómo está gente suena tan cohesionada siendo solo tres tipos. El arte de la perfección.

Una de las cosas que me ha sorprendido de esta obra viene dada por la errónea idea que da al escucharlo. En las primeras rotaciones, te vienen a la mente sus discos de mediados de los ochenta, en especial “Power Windows”. Este es un trabajo complejo, muy progresivo, pero influido por el sonido característico de la década. Inconscientemente, asocias no solo el tipo de composiciones sino también el aura general y cualquiera podría pensar que RUSH han elaborado un álbum tranquilo y con dosis de comercialidad. Craso error. “Clockwork Angels” es tremendamente Heavy y Progresivo, dentro de los parámetros de unos caballeros que tienen sesenta años y nunca han tocado Heavy Metal, entiéndase.

Para dar inicio a esta epopeya, dos cortes conocidos porque habían sido interpretados en “Time Machina”, su último tour: “Caravan” y “Bu2b”. Sin embargo, en “Clockwork Angels” se presentan con un lavado de cara, han introducido unos cuantos arreglos que engalanan su potencial. “Caravan”, elegida como primer single, dispara una pequeña y misteriosa intro (a lo “Witch Hunt” de “Moving Pictures”), que da paso a una canción 100% RUSH con un estribillo embaucador, una versión mejorada de “One Little Victory” de “Vapor Trails”, que se completa con un interludio de bajo y teclados cortesía de Geddy Lee, que precede a un poderoso riff y un genial solo del señor Alex Lifeson. Por cierto, y antes de que se me olvide, Alex está pletórico con su guitarra. De los tres RUSH, quizá sea el que más “pasa desapercibido” pero en “Clockwork Angels” el amigo parece querer reivindicarse. “Bu2b” no ofrece una introducción distinta, etérea. El resto del contenido del tema es similar a lo ya escuchado en la gira, factoría RUSH en estado puro, complemento ideal de “Caravan”.


La canción que da título al álbum es la más larga y, por ello, probablemente donde dejan mayor espacio a la imaginación. La atmósfera progresiva parecen querer adentrarte en un jam interrumpida, cada cierto tiempo, por el coro, pausado y elegante. Con “The Anarchist” nos adentramos en una vereda no demasiado transitada por RUSH de la que salen con su eficiencia habitual. “The Anarchist” solo suena a RUSH en el riff después del estribillo; el resto, sí, son los de Toronto pero en modo 2.0, una revisión actualizada de su propuesta. Estoy convencido que, además de su propia inspiración, Nick les ha empujado a dar este salto. Cuando crees que ya lo han probado todo, oyes esto y te caes de espaldas. Geddy Lee es aquí el principal protagonista, forzando sus cuerdas vocales lo máximo que un hombre cercano a la tercera edad puede dar. Entre “Clockwork Angels” y “The Anarchist” consumen casi un cuarto de hora que se pasa volando.

El primer atisbo sonoro real a “Power Windows” (no solo la sensación sobre la que antes reflexionaba) viene con “Carnies”. Aunque el riff de Lifeson es atípico, la canción en su conjunto no difiere en exceso de cosas como “Marathon” o “Manhattan Project”. Un momento para la calma con la acústica “Halo Effect” que podría pasar como un relax para el oyente pero conviene no olvidarla con facilidad. No es un castillo de fuegos artificiales pero sí una bonita figura que adorna las calles en fiestas. Y en la memoria, siempre, la mítica “Closer To Your Heart”. Si queremos pirotecnia, rápidamente encendemos la traca con “Seven Cities Of Gold”. El inicio con la contundente línea de bajo de Geddy engaña porque, probablemente, estemos ante el tema más accesibles de “Clockwork Angels”. Si su “Hold Your Fire” de 1987 en vez de ser producido a lo THE POLICE se hubiera facturado influido por JOURNEY, “Seven Cities Of Gold” habría estado allí.

Siguiendo esta línea de comercialidad bien entendida, “The Wreckers” es una pieza a medio camino entre el Pop de los sesenta y sus imitadores modernos, pero tamizada por RUSH se convierte en una composición elegante, a medio tiempo, y definitivamente de esas que te convencen para decir que son más grandes que la vida porque de una cosa, en apariencia, sencilla, te sacan un temazo incontestable. Por si alguien dudaba, el contrapunto viene de inmediato con la memorable “Headlong Flight”, una locura que contiene multitud de pasajes distintos y un riff principal que reivindica a su “Bastille Day”, una de las múltiples canciones inmortales que han escrito. ¿Insuperable? Hay un minuto y medio para pensarlo con el interludio “Bu2b2”.

Vale, ya ha pasado el tiempo. El final está cerca pero quedan las dos últimas balas de la recámara. “Wish Them Well” es un tema notable pero, quizá por ubicarse entre “Headlong Flight” y “The Garden”, queda un tanto opacado dado que nos devuelve a los RUSH que adoran sus fieles. Entonces, ¿Por qué queda opacado? Simplemente porque no sorprende ya que, cuando uno creía haber agotado todos los calificativos posibles, nos damos de bruces con “The Garden”. Sin palabras. Haciendo memoria, solo encuentro paralelismos de calidad en un corte lento de RUSH en el estribillo de “Driven” o, haciendo trampa, alguna parte lenta de “2112”. Homenajeando al gran Andrés Montes, con aquel “¿Por qué eres tan bueno McGrady?”, dedicado al tremendo T-Mac, un talento del baloncesto de la última década, diríamos: ¿Por qué son tan buenos estos tres individuos? Y eso que prácticamente se ha obviado la figura de Neil Peart, un hombre pegado a su instrumento, “O Baterista”, “Der Trommler” o, sencillamente, un extraterrestre.


Alguien puede pensar, con razón, que esta reseña la ha escrito un fanático del grupo. Correcto. Pero siempre hay que intentar abstraerse y que las ramas no te impidan ver el bosque. Después de múltiples escuchas, estoy convencido de lo que se comentaba al principio. RUSH lo han vuelto a hacer. No sé cómo pero lo lograron. Aquellos que lleven años militando en la religión que proclama el culto a los canadienses, no necesitan ningún panegírico. Los que gusten del Rock o Hard Progresivo e, incomprensiblemente, no los hayan descubierto, aún están a tiempo. ¡Agnósticos del mundo, convertíos!

 

Marco-Antonio Romero

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