Crítica de NILE - Vile Nilotic Rites

NILE - Vile Nilotic Rites

"Para los egipcios, la muerte física podía ser vencida por el hombre que había sido piadoso. La vida eterna podía ser alcanzada por el hombre que había actuado de manera justa en su vida. Diversos textos funerarios exponen esa creencia acerca del hombre y su trascendencia".

Esto que podría ser, así tal cual, el título de una canción de NILE, es un inicio obvio para la crítica de "Vile Nilotic Rites". Como NILE ha sacado un disco tremendo a unas alturas de su carrera en las que (con toda franqueza) muchos ya no contábamos con ello, enlazarlo con la resurrección y la concepción de la vida más allá de la muerte en el antiguo Egipto era un movimiento tan obvio que ya me estoy arrepintiendo de haber recurrido a él. Pero es que a veces los hechos te la ponen botando en el área y con el portero vencido. Tienes que rematar. Aunque sea en dirección al banderín de córner, como Vinicius.


Sí: en el año 26 de su existencia como uno de los grupos más trascendentes e importantes de la historia del Metal Extremo, y en su primer disco en más de dos décadas (y el noveno en total) sin Dallas Toler-Wade, Karl Sanders demuestra que quien ha llevado una vida piadosa con el Death Metal también puede prolongar su existencia más allá de lo que empezaba a parecer lógico. "Vile Nilotic Rites" es un trabajo imponente, que desde luego no llega a la altura de los históricos "In Their Darkened Shrines" y "Annhilation Of The Wicked" pero sí a la de los posteriores y excelentes "Ithyphallic" y "Those Whom The Gods Detest".

Una década después, y sin un acompañante a priori capital como Toler-Wade, Sanders se reencuentra a caballo entre esta vida y la próxima. Y deja muy atrás el fallido "At The Gates Of Sethu" y su lamentable producción, y también el forzado "What Should Not Be Unearthed", un disco (2015) en el que NILE intentaba ser NILE con demasiado empeño, en parte seguramente para dejar atrás el mal trago de "At The Gates Of Sethu". Pero también con aroma a ese momento en el que los grupos empiezan a hacer música conservadora, fiable y cada vez menos excitante para, básicamente, justificar nuevos pasos por la carretera.

NILE regresa al panorama musical a lo grande

Es, inevitablemente, el ciclo de la vida de muchas bandas. NILE, de pronto, lo ha reventado con un disco que revitaliza totalmente a un nombre histórico, cuyas composiciones suenan a NILE disfrutando de ser NILE y que incluyen todos los ingredientes de la fórmula esencial del grupo de Greenville pero con una energía, un poder y una brillantez compositiva que, insisto, sacuden todos los achaques de la edad y nos devuelven, de pronto, a NILE en plenitud. Y eso, convendréis conmigo quienes améis el Metal Extremo, es una noticia extraordinaria.


 

¿Es Karl Sanders el Indiana Jones del Death Metal? Un erudito ratón de biblioteca con la nariz metida en tomos polvorientos sobre egiptología, una especie de Doctor Jones que se convierte en Indiana cuando se asoma al estudio de grabación y los escenarios. Siempre me ha gustado verlo así. Más allá de esta tontería, es un músico esencial en la historia del Death Metal y uno de los responsables de la primera bala esquivada por el género en la segunda mitad de los 90, cuando la fuerza de los padres originarios se agotaba y solo Relapse (el sello que lanzó en 1998 "Amongst the Catacombs of Nephren-Ka") parecía tener interés en seguir editando discos de un estilo que aquí sigue, en cierto modo mejor que nunca. Mejor verlo así, sea cierto o un razonamiento algo tramposo.

Sanders, conviene recordarlo, evoluciona del Thrash al Death Metal como un apéndice de MORBID ANGEL, de cuya teta mama directamente cuando el bastión primordial está en Carolina del Sur dando forma al legendario (y más que eso) "Altars Of Madness". En Charlotte, tierra de la famosa hospitalidad sureña, Sanders se muda a la casa en la que los integrantes de MORBID ANGEL viven, alimentan a su gigantesco pitbull con gatos vivos (o eso dice la leyenda) y trabajan para ganar algo de dinero lavando coches en Auto Bell: "Si por entonces vivías en Charlotte, puede ser que MORBID ANGEL lavara tu coche", recuerda en el libro "Choosing Death" un Sanders que mezcla en NILE una música que pretender ir más allá de todo lo que había conocido hasta entonces, su fascinación con los mitos y la cultura del antiguo Egipto y el background que heredó de su padre, que se pasaba el día viendo súper producciones épicas como "Ben Hur", "Los Diez Mandamientos" o "Tierra de Faraones", donde Joan Collins interpreta a la Princesa Nélifer. Con perspectiva, ¿Qué podía salir mal?


Con casi tres décadas cumplidas de una carrera que es trascendental en un género al que ayudó a expandir (ya que no redefinir), NILE podría vivir de las rentas. Algo que los grupos, insisto, suelen hacer llegado un punto. Por gusto o porque no les queda más remedio. Muchas veces, la chispa creativa simplemente se agota. De tanto estrujarla o porque todo cambia cuando, nos pasa a todos, dejamos de ser lo que éramos. En unas cosas para bien y en otras para mal.

"Vile Nilotic Rites" es un disco excelente. Puro NILE

Sin embargo, "Vile Nilotic Rites" aparece como un disco imponente, descomunal, en el que NILE espanta todos los peligros que le empezaban a rondar: con una portada fantástica y un sonido preciso y pulido, no hay rastro de fatiga compositiva ni de regurgitación de ideas. Sanders está en forma, George Kollias vuelve a exhibirse (uno de los mejores baterías de la historia del Metal Extremo sin discusión) y parece decisiva la inyección de sangre fresca que traen Brad Parris y sobre todo Brian Kingsland, perfecto en las guitarras y doblando con Parris voces al habitual gruñido de ultratumba de Sanders. Vecino de este en Greenville, Kingsland aterriza de lleno en una primera división para la que ya ha demostrado estar preparado con su grupo, ENTHEAN, que debutó en 2016 con "Priest Of Annihilation", un disco excelente.

Nada es derivativo ni gratuito. Los excesos sinfónicos y atmosféricos están justificados, los pasajes atávicos y misteriosos vuelven a ser parte esencial del relato de un disco centrado en el fin de la civilización y tras el que se esconde un mensaje, o esa sensación me dio leyendo por primera vez las letras, para nuestro tiempo: ¿Qué es eso tan especial que nos hace creer que nuestra era no está llegando a su fin del mismo modo que acabaron tantos imperios y cayeron tantos dioses del pasado? A nuestro alrededor se acumulan señales que tal vez solo neguemos por la visión cortoplacista y monocromática que compartimos en nuestro único, gran y podrido país llamado capitalismo.


Insisto: todo es NILE clásico pero actualizado, abriendo caminos y no volviendo la vista hacia los que ya ha recorrido. Aunque sin salirse de sus lindes, como tiene que ser. Con la precisión técnica de siempre, la perfección interpretativa que nos hemos acostumbrado a esperar y la fusión exacta de Metal Extremo de vieja escuela, Brutal Death y Progresivo. Y esa sensación ancestral y cinemática que resulta tan gratamente evasiva y que te lleva a otros tiempos y, a veces, a otras dimensiones. Este disco sabe al ocaso misterioso de los faraones, a rituales de magia prohibida; a serpientes, arena, fuego y velos que apenas ocultan los terrores imposibles de Lovecraft. Sabe a NILE por los cuatro costados.

Coros, instrumentos orientales, pasajes atmosféricos y hasta un guiño a la música que Akira Ikufube creó para Godzilla (en "Seven Horns Of War"). Canciones que surgen cuando Sanders bucea entre libros olvidados tras coger ideas de un documental de la BBC, la serie "Roma" de HBO, las escrituras sobre Thelema de Crowley, los asesinatos en masa del nazismo o, sí (y cierro un círculo que abrí sin mucho sentido antes), las escenas de Indiana Jones en las que el héroe se veía rodeado, entre trampas antiquísimas, por sus aborrecidas (y tan simbólicas) serpientes.

Todo eso, y mucho más, está en el origen de este disco tal y como se ha encargado ya de explicar el propio Karl Sanders. Que, además, ha envejecido mucho mejor que Indiana si juzgamos por la pobre historia de la Calavera de Cristal y, en el otro lado de la balanza, este trabajo inmenso, épico, bestial y refinado de Death Metal en el que NILE se pone a la altura de su propia leyenda. Y eso es mucho decir. Y es, sobre todo, la certeza de que estamos ante un nuevo paso grandioso de un grupo grandioso que, y estoy entre los que ya habían empezado a dudarlo, todavía tiene por delante un futuro que no está listo para ser absorbido por el abrazo dulce de su propio legado. "Vile Nilotic Rites" es un disco excelente, importante, gigantesco y misterioso. Es, en toda la extensión del término, un gran disco de NILE.

Os recordamos que NILE actuarán el próximo verano en la edición 2020 de Rock Fest Barcelona.

"Vile Nilotic Rites" es uno de los mejores discos de Metal de 2019 para HELLPRESS.


Discográfica: Nuclear Blast

Más información de la banda en su página de Facebook.

Reseña
Nota
9
Artículo anterior2021-05-08 SONS OF APOLLO - Barcelona Madrid Bilbao
Artículo siguienteSUICIDAL TENDENCIES y MILLENCOLIN serán los invitados en la gira de BAD RELIGION
De la vieja guardia a base de cumplir años, y ya van suficientes como para que cumplirlos sea una putada. Me gano la vida escribiendo y llevo más de un cuarto de siglo escuchando Metal. La gran constante de una vida que me paso intentando cumplir aquello de que hay que ser de los buenos porque ya hay demasiados de los malos en el mundo.
vile-nilotic-rites-critica"Vile Nilotic Rites" es un disco épico, monstruoso, inmenso, que pone a NILE a la altura de su legado. Y eso, cuando algunos estábamos perdiendo la esperanza, es mucho decir.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí