W.A.S.P. - Golgotha

Si se editara a día de hoy una enciclopedia con la mitología del Rock duro y del Heavy Metal, W.A.S.P. sería la banda que vendría a ocupar el primer lugar al llegar a la letra más tardía del abecedario, la W. Porque sí, W.A.S.P. es historia viva del movimiento, un pilar fundamental para entender lo que supuso una efervescente tendencia musical, mal vista por los ojos de esa sociedad más retrógrada durante los atolondrados años ochenta. Y como leyenda viva que es, el combo aún liderado por Steven E. Duren, o lo que es lo mismo, ese hechizante y singular personaje llamado Blackie Lawless, no ha tenido un recorrido exento de polémica y controversia.

Desde shows sangrientos y lascivos, pasando por trifulcas irreconciliables con Nikki Sixx de MÖTLEY CRÜE o todo el staff de MOTÖRHEAD, hasta llegar a los necesarios despidos por los excesos, donde fue sonado el caso del rubieras Chris Holmes, el cual evidencia a día de hoy con un vergonzoso y casi irreconocible aspecto lo que produce haber llevado una vida al límite. Tampoco hay que olvidar el mar de dudas que sembró la formación norteamericana tras el irrepetible "The Crimson Idol". Sé que es una obviedad el que los años noventa, especialmente en su segunda mitad, hicieron mella en muchas de las bandas que venían de sacar pecho durante la década anterior, pero el caso de W.A.S.P. fue especialmente sangrante, dado que, a pesar de mostrar cierta continuidad con sus lanzamientos, fueron editando trabajos mediocres, faltos de inspiración y a años luz de lo que habían ofrecido en su, hasta entonces, irreprochable discografía. Siendo francos, a W.A.S.P. no había quien le tosiera hasta "The Crimson "Idol", de ahí el bajonazo que supuso comprobar como la más absoluta brillantez caía de un modo agonizante en el olvido.


Todo lo plasmado en el párrafo anterior y mucho más es lo que acompaña a las más de tres décadas de historia de W.A.S.P.. Pero nos plantamos en pleno siglo XXI y vuelve la inspiración, la pegada, el sonido vivaz y rompedor que antaño poseían los de Lawless. Retorna W.A.S.P., más W.A.S.P. que nunca, con el celebrado "Dominator", con el que la mala bestia de Los Ángeles vuelve a mirarle de tú a tú a cualquier banda emergente en ese momento. Tras este, "Babylon" supone una más que digna continuación al citado trabajo, evidenciando que la llama vuelve a estar encendida y, por fin, nos encontramos con el cierre de esta magnífica trilogía, el aquí tratado "Golgotha", una propuesta inmejorable que te deja el mejor de los sabores, el de una formación con las ideas reconstruidas y con un nivel de inspiración que, si bien no alcanza las cuotas de grandeza y esplendor de sus viejos álbumes, no debería dejar indiferente a nadie. Puede que la sombra de la polémica siga planeando sobre el cuarteto a día hoy, como demuestran las especulaciones sobre el uso de coros pregrabados en sus directos, pero eso, sinceramente, es otra historia, así que vayamos al disco, que es lo que verdaderamente nos ocupa.

"Scream" es idóneo para agarrarte con fuerza al compacto y no soltarte. Un tema de puro Heavy Rock, sustentado en un estribillo marca de la casa Lawless y, en general, unas líneas vocales pegadizas y funcionales. En "Last Runaway" aparece la faceta más vitalista de la banda, esa que evoca los viajes de carretera dirección a ninguna parte, melena al viento, y bañados en un fortalecedor espíritu de libertad y en lingotazos de sucio y alborotado Hard Rock. Pura magia, la verdad. Genuina inspiración regada con un sonido anacrónico que te gustará. Vaya que sí.

A su vez, "Shotgun" es un Rock N' Roll pasado de vueltas y despojado de cualquier ápice de elegancia o clase. ¡Faltaría más! Aquí solo llega un polvoriento reguero a grasa de la que nos gusta, a través de una impronta que me recuerda al mítico cover del "I Don't Need No Doctor" de Ray Charles. Con "Miss You", míster Lawless nos obsequia con uno de esos medios tiempos llenos de agonía y padecimiento que nos traslada a los buenos tiempos tiempos del "The Crimson Idol" y de Jonathan, el joven lleno de demonios internos que protagonizaba la historia de aquel histórico e irrepetible álbum. Buen corte. Largo, sí, pero bien elaborado y para nada escurridizo.


Con "Fallen Under" se aplica la misma mecánica que en la anterior pieza, aunque, como medio tiempo, y a pesar de tener otro estribillo de manual y muy ortodoxo, funciona algo peor que "Miss You", si bien el tema transcurre con avidez para no entorpecer el, hasta ahora, brillante trabajo. Por su parte, "Slaves Of The New World Order" arranca con un ritmo trotón, volviendo a recuperar bastante fuelle. Una temática pseudo apocalíptica y un puente entre estrofas a mitad de tema en el que la banda se desboca ponen la guinda a otra composición frenética, atiborrada de subidas y bajadas, que da plenamente en la diana.

"Eyes Of My Maker" enciende sus motores con cierto aire agónico, con pesadez, desde las entrañas, explotando de nuevo la fórmula, casi matemática, del arquetípico medio tiempo de W.A.S.P.. Mero trámite y tema algo insustancial para que una guitarra acústica nos abra las puertas de "Heroe Of The World", una pieza más animada y recargada, donde el estribillo vuelve a azotar con fuerza, con entereza. Finalmente, "Golgotha" clausura el compacto con la misma dinámica apesadumbrada y perturbadora de cortes como "Miss You" o "Fallen Under".  A decir verdad, hubiera preferido un tema marchoso, provocador y acelerado como cierre, aunque bien es sabido que este tipo de canciones, como ya evidenciaron en el pasado "Sleeping In The Fire" o "The Idol", son del gusto de la banda angelina. Y, bien hechos, funcionan a las mil maravillas. Al fin y al cabo, W.A.S.P. no sería lo mismo sin esa bipolaridad o dualidad de temas sangrantes y macarras con otros inyectados en melancolía.

No pretendo inducir a equívocos. Han sido unas cuentas vueltas las que le he tenido que dar a este trabajo para lograr rebajar ese tono eufórico que me abdujo tras la primera escucha y lograr hallar un punto medio con este escrito. No pretendas encontrar en "Golgotha" un segundo "The Last Command", "The Crimson Idol" o "Inside The Electric Circus" porque no lo vas a encontrar. Simplemente siéntate, ponte este disco a un volumen lo suficientemente alto como para molestar a tu vecino y disfrútalo. Porque, si te gusta W.A.S.P. y eres consciente de que estamos en el año 2015 y de que ya ha llovido de las mejores obras de los estadounidenses, hallarás en este trabajo uno de los lanzamientos estelares del presente curso. Disco muy a tener en cuenta y prueba fehaciente de que W.A.S.P. ha dejado atrás su particular infierno y está más vivo que nunca.

Jorge Osoro

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