BABYMETAL - Babymetal

¿Una banda de Metal integrada por “idols” japonesas? Su-Metal (Suzuka Nakamoto), Yuimetal (Yui Mizuno) y Moametal (Moa Kikuchi) componen BABYMETAL, el grupo de Kawaii Metal que cruza dos mundos antagónicos que nunca deberían haberse tocado un pelo en este inclasificable híbrido. ¿Puede ser el Metal “tierno” o “adorable” (significado de kawaii)? Mejor dicho, ¿debe? La respuesta es, obviamente, no. Pues bien, BABYMETAL trata de juntar ese elemento de la cultura popular japonesa con el Metal, una mezcla que se corta a menudo, y es que las voces guturales y las guitarras y ritmos más devastadores no se llevan bien con las encantadoras voces de las chicas y una electrónica de lo más variopinta, lo que desencajará a la mayoría de los oyentes dejando una pregunta en sus cabezas: “¿qué demonios es esto?”

Abordar todo lo que BABYMETAL propone en su primer álbum no es precisamente fácil. Hay que dejar la lógica, prejuicios y décadas de historia musical aparte para tratar de aprehender la última fumada proveniente del País del Sol Naciente, ya que algo así sólo podía tener su origen allí. El primer contacto con su debut discográfico, la canción “Babymetal Death”, descoloca completamente. Es machacona hasta la nausea, aunando Death Metal e influencias metálicas muy modernas, hasta que aparece la voz de las japonesas que, en la vorágine de brutalidad que es el tema en sí, diría que incluso afean el corte.


En “Megitsune” empieza lo bueno: influencias de música tradicional nipona y música electrónica con el componente J-Pop y Idol en todo su esplendor... y además Deathcore. Puede decirse que con esta canción empieza la verdadera fiesta, un tema que revolverá las tripas de cualquier seguidor del Metal hablando en términos estrictos, pero que puede ser apreciado por oyentes acostumbrados a los RAUNCHY más desenfrenados o a ESKIMO CALLBOY. Después llega “Gimme Chocolate!!”, una cazurrada de violencia sónica que queda interrumpida por unos puentes y estribillos que son para que se le caigan los testículos al suelo a cualquiera.

“Iine!”, muy de videojuego, vuelve al camino planteado por “Megitsune”, si bien despista por su parte de rap y los posteriores guturales. Desde luego el factor sorpresa que atesora BABYMETAL no es desdeñable. “Doki Doki - Morning” es otro pegadizo tema en esa onda, casi sacado de un videojuego, que podría definirse como entrañable si no fuera por las duras guitarras, por lo que al mismo tiempo hará que más de uno se eche las manos a la cabeza ante lo que está escuchando.


Si todavía no se nos ha desencajado la mandíbula habrá que morder con fuerza, porque suenan “Song 4”, surrealista, alucinógena y con momentos apropiados para partidos de fútbol; y “Onedari Daisakusen”, más atmosférico, donde regresa el inquietante elemento de rap y el surrealismo más absoluto. BABYMETAL vuelve a irse de parranda con “Uki Uki - Midnigth”, otro tema festivo, de tintes más industriales y desata la locura con “Catch Me If You Can” que, kawaiiadas aparte, parece secuestrado de la discografía de SLIPKNOT y “Rondo Of Nightmare”, similar al opening de un anime, que es casi una balada pero con elementos de un salvajismo inusitado que no hay por dónde cogerlo.

“Akatsuki”, más power metalera, “Head Bangeeeeerrrrr!!!!!” y “Ijime, Dame, Zettai”, son las canciones del disco que podrían entrar dentro de la normalidad y el canon del Metal (tomando miras amplias), funcionando mejor y sin ser tan estridentes como el resto. También lo hace el bonus track “Road Of Resistance”, en la que han colaborado Herman Li y Sam Totman, guitarristas de DRAGONFORCE.

Después de haber escuchado este álbum y haber conocido un poco más a la banda cabe preguntarse ¿debería existir BABYMETAL? Posiblemente no, pero es de esas ideas tan alienígenas y extravagantes que por fuerza se le tenía que ocurrir a alguien. Más allá del amor/odio que pueda generar, BABYMETAL es un fenómeno de éxito del cual sólo hemos visto sus primeros pasos en occidente. En directo, además, como podéis comprobar en YouTube, es un inenarrable espectáculo ver a las pintorescas y coreografiadas japonesas acompañadas de una banda tuneada por corpsepaint.


Lo que no se puede negar es que su música funciona como divertimento, una rareza o extravagancia que puede ser escuchada e incluso disfrutada por puro frikismo y gusto por lo aberrante. La propuesta tiene enamorados a muchísimos seguidores del manga, anime, J-Pop y fauna idol en general, y puede gustar a los más abiertos de mente, pero los defensores más acérrimos de la pureza del Metal harán mejor en arrojarse dentro de una picadora de carne industrial o engancharse a la heroína antes que escuchar este delirio total. Lo que no se puede negar es que descubrir a BABYMETAL es, para bien o para mal, toda una experiencia.

 

Enrique Herrero

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