Brutus conquista Madrid con su personal propuesta y sensacional ejecución

Crónica del concierto de BRUTUS y THE CHRISTIAN CLUB en Madrid (sala Copérnico, 12 de octubre de 2023)

Por algún motivo en ocasiones difícil de explicar, o directamente inexplicable, aparecen grupos que llaman poderosamente nuestra atención pese a que, a priori, no pertenecen a estilos de los que habitualmente más nos atraen o más nos gustan. BRUTUS es, en mi opinión, uno de esos grupos que creo que tiene algo especial. En realidad ese algo especial se llama Stefanie Mannaerts, toca la batería y canta (o “berrea” según se tercie) de una manera que me fascina. Curiosamente tengo amigos que no ven “nada” reseñable en ellos y cuya música no les dice nada. Eso es lo bonito de la música o cualquier disciplina artística, no a todos nos llega del mismo modo, si es que llega a hacerlo en algún momento. Para gustos, los colores, que se suele decir en estos casos.

De todas formas parece innegable que algo está haciendo bien, y que no soy el único que piensa que es un grupazo, cuando en tan sólo un disco (aunque tres años y una pandemia después) han pasado de tocar en una sala como Wurlitzer a hacerlo en Copérnico con el mismo resultado en ambos casos: entradas agotadas y los presentes saliendo de sus conciertos flipando con el despliegue del trío de belga. Y dudo que hayan tocado techo, visto lo visto, aunque no dudo que su participación en el Mad Cool del año pasado y el Resurrection Fest de este les haya ayudado a ello.

La timidez de THE CHRISTIAN CLUB

Unos absolutos desconocidos para mí como THE CHRISTIAN CLUB eran los encargados de abrir la velada y lo cierto es que nada tenían que ver con los cabezas de cartel. Esto habrá quien piense que es positivo y otros lo contrario. En este caso daba igual si pegaban o no con BRUTUS porque todos los presentes estábamos allí para ver a Stefanie y los suyos. Si el telonero aportaba, pues bien, y si no, pues te quedas en el bar charlando con los colegas y asunto arreglado.

Sin embargo, ya había cola desde antes de que se abrieran las puertas y he de decir que me sorprendió la cantidad de personas que ya habían accedido a la sala cuando, puntuales como un reloj, apareció THE CHRISTIAN CLUB en formato de dúo. Y digo esto porque, al parecer, lo que empezó en 2019 como el proyecto del guitarrista de Brujas Luca Missiaen es, en la actualidad, una banda completa de cuatro miembros, pero teloneando a BRUTUS sólo vinieron el contrabajista Isa Opstaele y el propio Luca, que hizo las labores de vocalista además de encargarse de las seis cuerdas.

Descalzos, tras una introducción de contrabajo a cargo de Isa, iniciaron con “Atlas” una actuación de apenas media hora y cuatro temas en mi opinión bastante monótona y prescindible. No dudo de la calidad de las composiciones que sirven de vehículo a las emociones de Luca pero muchas veces no es tanto problema de las canciones en sí como del momento. Y a todas luces no era el momento para ese tipo de temas, al menos para mí.

No ayudó tampoco demasiado que “Ignorance”, la primera canción que han grabado como cuarteto, quedara relegada a una especie de versión “chill out” por muchos aplausos que cosecharan a su término. Es aventurarme hablar por boca ajena pero, por muy ecléctico y variopinto que fuera el público del evento (que lo era, y mucho) dudo que lo que ofrecieron calaran en el grueso de los asistentes. Eso sí, la mayoría respetamos el trabajo de estos músicos permaneciendo en silencio aunque también hubiera gente que debió haberse quedado un poco más en el bar con sus colegas de cháchara, evitando así que otros asistentes les invitaran a guardar silencio en varias ocasiones.

“Spin The Wheel” dio paso a “Láppel du Vide”, último tema de su actuación y posiblemente el que más me convenció del repertorio. Tal vez empezaba a hacerme a su propuesta o, por lo que fuera, me llegó pero el caso es que la disfruté bastante a pesar de todo. Con ella se despidieron, tan tímidamente como habían entrado, agradeciendo la atención prestada y dando paso al motivo por el que todos estábamos allí.

Otra brutal descarga de BRUTUS

De nuevo con exquisita puntualidad (cómo se agradece esto, la verdad) apareció sobre el reformado escenario de Copérnico el trío que conforma BRUTUS, es decir, Stijn Vanhoegaerden a la guitarra, Peter Mulders al bajo y la ya citada Stefanie Mannaerts que se llevó la ovación de gala mientras se dirigía a su kit para golpear sus baquetas entre sí y atacar la tremenda “Liar” de su no menos espectacular último trabajo “Unison Life” -uno de los mejores discos de 2022 para el equipo de HELLPRESS- que copó más de la mitad del repertorio de la noche.

Sin pausa, una constante en sus conciertos por otro lado, echaron la vista atrás con la contundente (y que no venían tocando en fechas anteriores) “Horde II” a su primer trabajo, “Burst”, del que también interpretaron en estos primeros compases de su actuación “Justice Of Julia II”.

Son buenos temas en los que ya se atisbaba el gran potencial del grupo pero se notó, al tocarlos después de cortes de “Unison Life”, la evolución y perfeccionamiento de su estilo en los cinco años transcurridos entre ambos discos. Incluso en “War”, el primero de los tres cortes del maravilloso “Nest” que nos regalaron esta noche, ya se ve claramente esa evolución y qué derroteros explotarían para crear su propio sonido. Y es que cuando escuché su segunda obra se me cayeron los palos del sombrajo con esa mezcla tan brutal entre partes melódicas y relajadas con otras totalmente enrabietadas. Creo que la etiqueta estilística de “post Hardcore” en la que les han metido se les queda pequeña y ellos, simplemente, hacen su música.

Me da la impresión que, conscientemente o no, en “Unison Life” Brutus ha explorado su faceta más melódica y el disco, de principio a fin, me resulta francamente disfrutable y diría que hasta accesible para seguidores de todos los estilos como los que poblábamos Copérnico, a tenor de las diversas camisetas de todo palo que se veían. Canciones como “Storm”, con una labor sensacional por parte de Stijn con su Gibson negra con pastillas P90 (en lugar de las típicas que trae la marca para conseguir un sonido más transparente), “Miles Away”, donde la baterista demostró que no sólo “berrea” como nadie sino que en las partes melódicas no falla una sola nota tampoco, y que enlazaron con otra de las joyas del último trabajo como es “Brave” o “Chainlife” son buena muestra de cómo saben intercalar tralla de la buena con atmósferas hipnóticas y, por momentos, casi etéreas.

Otro de los momentos que más aplausos cosechó fue el protagonizado por Stefanie cuando entonó, pandereta en mano, los primeros “uuuuhh, uuuhh, uuuh, uuuuh, yeeeaah, iiiee, eeeh” y todos reconocimos al instante “Space” mientras el bajo de Peter nos martilleaba la cabeza y entraban los punteos de Stijn. Hablando de Peter, hacía mucho tiempo que no veía a un bajista con semejante despliegue en equipo que incluía dos gigantescas pedaleras y otra de efectos controlado con el pie y que utilizó con un bajo de seis cuerdas en un par de temas. Necesario, o no tanto, impactaba bastante.

 

“Victoria”, donde Peter se colgó como decía un bajo de seis cuerdas y Sting una guitarra de doce, es otra de las grandes composiciones llena de matices que se han sacado de la manga para dar forma a su último disco y, de nuevo, la baterista dio muestras lo versátil que es como cantante aunque rápidamente una brutal “Sugar Dragon” nos devolvió a “Nest” dejando, en mi opinión, una de los mejores momentos de la noche. Y mira que me resulta difícil destacar alguno cuando el nivel que mostró el trío durante los 70 minutos que duró la actuación fue tan apabullante. La única pega que les podría poner es esa, la duración, y es que yo hubiera redondeado la descarga con un par de temas más de “Nest” y hubiera sido perfecto. Pero así es la vida.

De este modo se dejaron para el final, volviendo a reivindicar “Unison Life”, la emocionante “What Have We Done”, de nuevo con Peter al bajo de seis cuerdas y a sus pedales de efectos, cuyo estribillo se coreó con fervor junto a la baterista, y la larga “Desert Rain”, que cierra el disco, donde condensan prácticamente todo lo que musicalmente ofrece BRUTUS en 2023. Tras ella abandonaron las tablas saludando para no volver a salir porque los “falsos” bises y las pérdidas de tiempo sin sentido que cortan los ritmos de los conciertos está claro que no van con ellos.

No sé lo que deparará el futuro a BRUTUS ni qué dirección musical seguirá en próximas entregas discográficas pero, lo que está claro, es que la semilla plantada con “Burst” ha dado fruto con “Nest” y se ha convertido en un gran árbol con “Unison Life”. Sólo el tiempo dirá hasta dónde serán capaces de llegar pero mi impresión es que, como decía al inicio, aún no ha tocado techo.

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Promotora: Primavera Sound

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