Crónica de W.A.S.P. en Madrid

Blackie Lawless y sus W.A.S.P. siempre han sido sinónimo de polémica ya desde sus orígenes hace, ahora mismo, poco más de treinta años. Con sus provocativas letras, sus pintas y su música “infernal” desde bien pronto se granjearon el odio y las iras de asociaciones conservadoras que vieron en él y su grupo todo lo que pretendían erradicar de la sociedad americana de los ochenta.

Pues bien, un concierto de W.A.S.P sin opiniones contrapuestas, acusaciones de playbacks y calificativos como “timo” o “vendedor de humo” enfrentados a comentarios como que es “el amo” o que “es ley” no sería un concierto de W.A.S.P. A tenor de lo vivido la lluviosa tarde noche del día de la Almudena en Madrid, estoy seguro que muchos no estarán de acuerdo con mis palabras, y no pretendo convencer a nadie de nada, pero intentaré argumentar mi opinión siendo lo más “objetivo” posible, teniendo en cuenta que son mis opiniones y, como tales, subjetivas al fin y al cabo.

Lo primero que me parece oportuno destacar es que, si a estas alturas de la película, con la saturación de conciertos que hay en la capital y los precios de los mismos, un grupo que viene mínimo una vez al año (cuando no más porque cae en algún festival patrio) es capaz de congregar a unas 2.500 personas es que ha conseguido un rotundo éxito y, en ese apartado, sólo puedo quitarme el sombrero ante el encargado del marketing de la gira porque ha conseguido lo que pensé que no era posible, engañar a mucha gente. Y sí, digo “engañar” porque muchas de las cosas que se prometían en la publicidad ofrecida por el grupo en su propia página web no se llegaron a producir y quiero pensar que fueron el motivo de tal afluencia de público cuando, en su anterior visita, tocaron nada más y nada menos que en una sala de mucho menor aforo, la sala Arena. No, no me refiero a que no hubo pirotecnia, o a que el montaje no fuera lo más grande que la banda angelina haya creado jamás (supongo que tres pantallas donde se proyectan imágenes y un micrófono que ya habíamos podido ver con anterioridad no es el espectáculo más grande que han ofrecido porque entonces apaga y vámonos…) sino al principal aliciente que podía tener para cualquier fan del grupo, en mi opinión, este aniversario. Lo que se publicitaba era un concierto de dos horas en el que se repasaría la extensa trayectoria del cuarteto americano. Efectivamente, y como ya les comenté a mis amigos antes del concierto, esto no sucedió, o al menos no de la forma en la que se dejaba entrever en la publicidad.


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De todos modos, soy consciente de que a muchas personas les da lo mismo lo que toquen y van a disfrutar coreando hasta la extenuación “I Wanna Be Somebody” u oyendo por enésima vez “L.O.V.E. Machine” pero creo que es de recibo exigir un poco más a nuestros grupos favoritos y no ser tan conformistas, y más en una ocasión supuestamente “especial” como es un trigésimo aniversario. Eso sí, esto ya depende de cada uno y no seré yo el que le diga a nadie lo que le tiene o no que hacer disfrutar.

Otro hecho reseñable es el tema que, claramente, ponía en la entrada. En ella se anunciaba que iba a ver un “Special Guest”, creo que la ocasión bien lo merecía. Pero tampoco esto fue así ya que en la web de la promotora colgaron un comunicado aludiendo a “motivos puramente técnicos y logísticos”. Que cada uno saque sus propias conclusiones pero, de nuevo, se faltó a la verdad y Blackie sabrá por qué no quería teloneros.


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De este modo transcurrieron casi dos horas desde la apertura de puertas hasta que, cuando pasaba un cuarto de hora de las nueve de la noche, las alarmas típicas y una intro con retazos de temas del grupo (cantados a grito pelado por algunas personas de las primeras filas a las que seguro les encantó lo que vieron) daba inicio al concierto en sí que empezó con el medley “On Your Knees/The Torture Never Stop”. Sé que W.A.S.P. hace medleys desde hace mucho tiempo pero, ¿de verdad es necesario mutilar dos temas que no llegan a los cuatro minutos de duración?· ¿No era posible hacer un “esfuerzo” y tocarlos íntegros en esta gira? Parece ser que no. El delirio vino cuando los telones con la efeméride del aniversario se levantaron de las pantallas y comenzó la proyección de vídeos clásicos al tiempo que interpretaban su particular homenaje a THE WHO con “The Real Me”. Si con “The Real Me” la gente ya estaba entregada, imaginaos lo que sucedió cuando Blackie nos preguntó si estábamos listos para “L.O.V.E. Machine”. Un grito ensordecedor fue la respuesta que obtuvo.

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Las primeras impresiones que saqué fueron que la gente estaba completamente a merced de Blackie y que por muchas veces que suenen, los clásicos más trillados de WASP siguen funcionando a la perfección en directo, es lo que el grueso de los asistentes quiere oír y con eso es suficiente, al parecer. También pude constatar que, cada vez, el peso del guitarrista Doug Blair es mayor y no digamos de Mike Duda, en el que el “jefe” delega muchas de las funciones vocales, cuando no lo hace directamente en el público como en “I Wanna Be Somebody”. Está claro que con estos compañeros ha encontrado la estabilidad que no le daba el “bueno” de Chris Holmes (chocante resultaba verle en los vídeos que se proyectaban pero me gustó que Blackie no renegara de los que formaron parte de su glorioso pasado por muy “pirados” que estuvieran) o los numerosos miembros que han pasado por las filas de la banda.


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“Wild Child” sonó como un tiro y en ella, directamente, el maestro de ceremonias llevaba grabadas algunas de sus partes vocales. Y no me refiero a los coros que nos intentan hacer creer que interpretan ellos (¿alguien se puede creer que Doug Blair cantando solo, mientras Mike Duda daba vueltas sobre sí mismo, puede hacer algunos de los coros qué sonaron como sucedió más de una y dos veces?) donde las partes enlatadas son mayoría frente a las que suenan en directo, sino a algunos momentos de la voz principal. Sé que me arriesgo al decir esto pero estoy más que convencido de ello. Había voces dobladas.

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El momento tranquilo vino de la mano de “Sleeping In The Fire” y “Forever Free” que, de nuevo, se vieron recortadas respecto a su versión de estudio y unidas entre sí dejándome la sensación de que, para hacer eso, mejor que ni las hubieran tocado porque “Forever Free” salió de lo más perjudicada. Tras ella, un vídeo del discurso de Martin Luther King sirvió de antesala a lo más destacable para mí de toda la primera parte del set, una brutal “The Headless Children” interpretada· magistralmente por la banda, al menos instrumentalmente, lo mismo que digo una cosa digo otra, y que me gustó mucho poder escucharla sin mutilaciones ni recortes, porque las partes vocales, para mí, ya estaban más que en entredicho. El broche a esta parte lo puso la celebradísima “I Wanna Be Somebody”, que alargaron con los cánticos del público en exceso como hacen habitualmente, por otra parte. Desde luego nada “especial” me pareció este set cuando se quedaron en el tintero tantos temas.


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De repente se hizo la oscuridad en la sala mientras sonaba grabada la primera parte de la intro “The Titanic Overture” (salieron con la frase final del tema) que abría esa obra maestra que es “The Crimson Idol” y que empalmaron con un medley que incluía fragmentos de “The Invisible Boy”, la parte final de “The Gypsy Meets The Boy y un fragmento ridículo de “I Am One”, eso sí, ·acompañada de las imágenes de la película creada “ex profeso” para dicho disco y que, a pesar de que el comentario general fue que paró el ritmo del concierto, para mí fue lo mejor sin duda de todo lo que vi ya que no en vano, es mi disco favorito de su carrera y donde creo que Blackie “rompió el molde”. ·Seguidamente llegó el turno para, la que para mí, es su mejor balada, “The Idol” y, como ya pasara en la gira del· décimo quinto aniversario del disco, la voz era más que “sospechosa”. Esto, claro, durante las estrofas del tema porque al llegar al estribillo directamente, y una vez más, estaba doblada la voz y no sé si Blackie cantaba sobre las partes grabadas o directamente movía la boca, le daremos el beneficio de la duda. Lo que está claro es que no era sólo su voz lo que se escuchaba. Cerraron el capítulo dedicado a su obra cumbre con la genial “The Great Misconceptions Of Me”, interpretada en su totalidad para nuestra suerte y he de reconocer que me volvió a impactar el final de la película cuando Jonathan se suicida ahorcándose con una cuerda de su guitarra. Ojalá saquen pronto ese DVD que se comentó en su día con la película porque me lo compro “ipso facto”. Ya digo, aún con las “ayudas” comentadas, fue la parte que más me gustó porque es mi disco favorito.

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Tras el intermedio, aprovechado para montar a “Elvis” (el micrófono donde se subiría y balancearía posteriormente Blackie), en el que proyectaron las imágenes del vídeo que grabaron para la película Spinal Tap y el solo prescindible del batería Mike Dupke (sensacional para mi gusto durante toda la velada) llegaba, por fin, la tercera y última parte del show anunciado. Se suponía que constaría de los temas de discos intermedios pero sin olvidar los clásicos. Si hasta ahora lo ofrecido era más bien escaso para lo esperado (o lo que debería haber sido) la tercera parte ha sido la que más quejas ha recibido por parte de los asistentes, y no es para menos. Para suerte para el público del concierto de Madrid la característica motosierra de “Chainsaw Charlie (Murders In The New Morgue)” hizo acto de presencia y no nos escamotearon esta joya, como sí están haciendo en otras ciudades. Es mi tema favorito de ellos así que sí, lo disfruté mucho y me alegré de que no se hubiera caído del repertorio. Seguidamente la inapropiada y lenta “Heaven's Hung In Black”, perteneciente al “Dominator”, fue la única representante de toda su época “intermedia” (más bien última diría yo) que, si bien es bastante floja, algún tema se hubiera podido salvar.

Lo que mucha gente no esperaba es que, tras ella, la fiestera “Blind In Texas” diera por concluido el concierto cuando faltaban veinte minutos para las dos horas prometidas. De hecho hubo gente que pensaba que iban a volver a salir pero parecía obvio que al subirse de un salto a lo alto de Elvis y ponernos su cara más característica, el señor Lawless ya estaba con un pie en el camerino. Y así fue.

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Ahora alguno podrá pensar he sido muy duro, que no estuvo tan mal, que tiene una edad, ya sabíamos que dos horas no iba a aguantar, que lo dio todo, que su hermano había muerto hace poco y demás cosas que me parecen muy bien pero que no me sirven de excusa para engañar a la gente. Hubiera sido más honesto no anunciar nada o no intentar “vendernos la moto” con cosas que no pensaba hacer (y que algunos sabíamos que no haría) y ofrecer “lo de siempre” que, por otro lado y salvando cositas puntuales, es lo que hizo.

Blackie sigue manteniendo ese carisma innato, eso no lo pongo en duda, y tiene ganada a la gente con solo mover un dedo pero, como comentaba antes, creo que a una banda como W.A.S.P. hay que exigirle mucho más en directo que lo que nos ofreció, y que encima nos habían “vendido” otra cosa, pero está claro que el “jefe”· no quiere darlo o, más concretamente, no puede.

 

David Ortego

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